(su) E n varios pueblos de la M a n c h a es de bastante consideración la cosecha del salicor y de la barrilla. E n A r a g ó n , según A s s o , se h a bj fomentado de tal manera esta última en los últimos cincuenta 3 ñ o s , que en 1 7 8 7 habia formado su cosecha una riqueza de c i n cuenta mil pesos *. Y últimamente he sabido que en Tafalla y otros pueblos del reino de N a v a r r a se benefician algunas plantas silvestres, conocidas con el nombre de sosa, c u y a s cenizas emplean en la fabricación del jabón duro. En las islas Canarias se cogerían en 1 8 0 8 sobre doscientos m u quintales de piedra alcalina, puesto que en dicho año solo la isla de Lanzarote produjo ciento veinte m i l ; la de Fuerteventura daba t a m bién crecidas cantidades, y que las otras abundan naturalmente en algazul y pata ó p a t i l l a , de las cuales puede acopiarse mucha p o r ción , como se asegura en la página 4 4 del referido tratado de la Barrilla, que publicó la R e a l Sociedad de la G r a n Canaria. Parece pues m u y probable que solo en las provincias meridionales de la península se cogerían anualmente antes del descubrimiento de las sosas artificiales unos ochocientos mil quintales de piedra a l calina, de los cuales salían para el estrangero al menos las dos t e r ceras partes, es d e c i r , unos quinientos treinta y tres mil quintales y un tercio, con c u y o valor se mantenía vigorosa la agricultura d e quellos países. Por lo demás la misma naturaleza de las plantas soseras, y s o bre todo la circunstancia de ser anuales las reputadas de m a y o r precio, junto con la de pender el lucro de su cultivo de la m a y o r ó menor saca para el estrangero, ha debido hacer en todos tiempos mas ó menos fluctuante la cosecha ó producto absoluto, según v e mos que sucede con el del algodón y la cañamiel en los mismos países, y sucedería infaliblemente con los de la vid sino fuese planta perene. Si, como no es p r o b a b l e , reanimados el cultivo y comercio de las barrillas españolas por las sabias disposiciones del G o b i e r n o no ^ consiguiese anonadar el comercio de las sosas artificiales, no por o habia de llegar el caso ignominioso de recibir estas del estrange' Los dominios españoles, y singularmente la península, a b u n dan en sales de base de sosa con que hacerlas en abundancia. L o s contornos de A r a n j u e z , y probabiüsimamente gran parte de la M a n J7 > producen enormes cantidades de sulfato de s o s a ; y es bien s a do que la España meridional da mas sal marina ó de comer que g u n a otra nación de E u r o p a . Estas sales descompuestas producin sosas artificiales, que tal v e z superarían á las estrangeras por su "dad y menor precio. a es r o a b| mn Ila Ca 1 Asso historia de la Economía política de Aragón página 1 9 7 .