Hay que considerar que todo arte, al igual que toda disciplina, tiene por naturaleza propia mayor dignidad que cualquier otro oficio que se realiza con la actividad manual del ejecutante. En efecto, es mucho más elevado y noble conocer lo que hace alguien que hacer nosotros mismos lo que algún otro conoce, ya que la habilidad manual sirve como un esclavo, mientras que la razón ordena como una señora, y si la mano no ejecutase lo que la razón decide, habría un inútil caos. ¡Cuánto más digna es, por tanto, la ciencia de la música, entendida como conocimiento teórico, que el hacer sólo con la obra y los gestos! Existe en ello una superioridad semejante a la de la mente sobre el cuerpo que, si carece de razón, cae en la servidumbre, mientras que la razón ordena y lo guía hacia lo justo, y si el cuerpo no obedece al deseo de la mente, la acción misma, carente de razón, puede ser derrotada. La contemplación racional no necesita de actividad operativa alguna, mientras que no podría existir obra manual si las manos no estuviesen guiadas por la razón. Se puede comprender la grandeza de la gloria y el mérito de la razón por el hecho de que todos aquellos que realizan una actividad física toman su nombre no de la disciplina, sino de los instrumentos utilizados. Por ejemplo, el citarista recibe su nombre de la cítara; el flautista, de la flauta, y los demás, del nombre de su instrumento. Sin embargo, el músico es aquel que, meditada reflexión, se dedica al conocimiento musical no con la esclavitud de la acción, sino con el señorío de la especulación. [...] En el arte musical se pueden distinguir tres tipos de actividad: la primera concierne a los instrumentos, la segunda crea los cantos y la tercera discierne y juzga la obra de los instrumentos y el canto. Aquellos que se dedican a los instrumentos y que agotan su labor en ello, como los citaristas y cuantos demuestran su habilidad en el órgano o en los demás instrumentos musicales, son ajenos a la inteligencia de la doctrina musical porque actúan como servidores —como ya he dicho— y no aportan nada racional, por carecer de toda especulación. El segundo grupo que tiene que ver con la música es el de los poetas, los cuales son llevados al canto más por un instinto natural que por la razón y la especulación; por ello tampoco esta segunda categoría debe considerarse partícipe de la música. El tercer grupo es el que alcanza una capacidad de juicio para valorar los ritmos, las melodías y su texto. Todo ello, si se produce en el ámbito especulativo de la razón, será considerado muy pertinente a la música. Por ello, músico es aquel que posee la capacidad de juzgar, según criterios racionales y especulativos apropiados y convenientes a la música, todos los temas que explicaremos más adelante y los cantos de los poetas. Boecio, De institutione musica, XXXIII 1. 2. 3. 4. ¿Cuál es, a tu juicio, la idea principal de este texto? ¿Cuáles son los argumentos que aporta Boecio para defender esa idea? ¿Qué es, según Boecio, un «músico»? Resume las características de los tres grupos que se describen en el último párrafo. 5. Relaciona las ideas de este texto con el pensamiento musical antiguo y medieval.