Nina y su sueño Nina era una niña de nueve años que vivía en un país donde las niñas a veces no iban a la escuela y donde las mujeres sufrían frecuentemente discriminación. Pero ella era una niña con suerte y sus padres consiguieron que fuera a la escuela. Allí se dieron cuenta de que era una niña muy inteligente y de que avanzaba más rápido que los demás niños. En muy poco tiempo aprendió a leer, sumar, restar, multiplicar y dividir. Al aprender a leer se dio cuenta de que le gustaba mucho la lectura y pronto empezó a leer libros y cuentos. Un día encontró un libro que parecía estar muy chulo en la biblioteca de su colegio, ya que leyó de qué trataba el libro en la parte de atrás y le pareció muy interesante. Al final pidió permiso y se lo llevó para leerlo. Ya en su casa lo empezó con muchas ganas mas como era hacia el final de la tarde no le dio tiempo de mucho; aunque lo poco que leyó, la dejó intrigada. Pero esa noche había un ritual en su pueblo que celebraban cada mes el día 25. Según su tradición la magia y la realidad se mezclaban en esa noche y podía pasar cualquier cosa. Nina, siguiendo una corazonada, metió su libro en un bolso que llevó consigo al ritual y fue a la celebración con sus padres. Pero allí se aburría y, apartándose un poco del grupo, (ya que se había quedado muy intrigada con el libro,) siguió leyendo. Entonces se dio cuenta de que había un personaje del libro que se parecía mucho a ella y se empeezó a meter en el libro, cada vez más, ¡hasta que se metió de verdad en él! Se metió en el libro hablando literalmente. En el libro ella era una de las protagonistas, la chica a la que se parecía tanto. Pero en aquel mundo todo era diferente. Ella era mayor que en la vida real y sabía muchas más cosas que las que ya había aprendido en el colegio. Además tenía unos amigos que no había visto antes en su vida, pero que, en la historia, eran sus mejores amigos y tenía mucha confianza y recuerdos con ellos. El caso era que ella y sus amigos se habían metido en una cueva que supuestamente estaba encantada, para comprobar por qué todo el mundo lo creía y por qué decían que era tan peligroso meterse allí, pero aparecía una puerta de roca de la nada, que se cerraba tras ellos nada más entrar y entonces la cueva se convertía en un laberinto del que tenían que salir. Tras salir del laberinto, se encontraban con varios acertijos que tenían que resolver si querían pasar a las siguientes fases y salir de allí. También tenían que resolver varios problemas de matemáticas muy difíciles, dignos de un catedrático. Tuvieron que descifrar jeroglíficos; y textos en latín y en griego… y muchas más cosas. Nina se dio cuenta de que en realidad ella y sus amigos eran todos jóvenes que acaban de terminar la carrera, y cada uno estaba especializado en una cosa distinta. Ella, por ejemplo, estaba especializada en los jeroglíficos. El caso era que al final, aportando cada uno sus máximos conocimientos en su campo para superar las difíciles pruebas, y, luego, colaborando en equipo para otras, Nina aprendió valores tan importantes como son la amistad, el amor, o el trabajo en equipo, y además, se dio cuenta de lo interesante que era saber tantas cosas y de que era muy importante. Así, cuando salió de la historia, (que, volvió al mismo momento y lugar en el que se había ido) se dio cuenta de que tenía un sueño, una ilusión que cumplir. Nina creció y estudió muchas más cosas, y, una de ellas, fueron los Derechos Universales. Ahí se reforzó su sueño. Nina siguió creciendo y (con mucho trabajo y suerte, pues se tuvo incluso que ir de su país) consiguió ocupar un cargo de prestigio en una de las potencias mundiales actuales. Estuvo trabajando gran parte de su vida en ello, pero al final consiguió su sueño, el de que todos los niños y niñas del mundo fueran escolarizados y la educación fuese igual para hombres y mujeres. Gracias a eso, también consiguió otra parte de su sueño, vinculada en cierto modo a la otra: eliminar casi por completo, o, al menos, reducir en gran medida, la discriminación hacia las mujeres. Sólo cuando lo consiguió, fue completamente feliz, y sintió que por fin su vida estaba del todo llena y completa, porque aunque siempre había sido una chica alegre, desde que tuvo ese sueño, hasta que lo cumplió, sintió que le faltaba algo. Ya en su lecho de muerte dijo: “Por favor, que salga esto en las noticias y en la prensa, pero que todo el mundo lo escuche y le preste atención: si tienes ganas de hacer algo en la vida, si tienes un sueño que cumplir, no dejes de intentarlo nunca, porque un buen día se puede cumplir”. Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado. Laura Molina Jaldo. IES Padre Poveda. Guadix. Granada. España