Destinados para el Trono

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Destinados para el Trono
Todas las empresas tienen una meta claramente definida. Esta meta
puede definirse de muy diversas maneras. En algunas empresas debe
alcanzarse cierta cantidad de millones de pesos de utilidad por mes. En otras
empresas una cierta cantidad de toneladas de producto por hora.
De igual manera los cristianos responsables siempre tienen presente el
propósito general con el cual Dios creó a la humanidad, y el producto que
Dios espera obtener para sí mismo al final de su línea de producción. Tener
bien claro el propósito de Dios es muy importante debido a que el propósito de
la vida de cada creyente consiste en participar activamente en el plan general
de desarrollo establecido por Dios. Esta participación debe hacerse conforme
a los dones y talentos que cada quién haya recibido de Dios y a las
circunstancias en que Dios le haya permitido vivir.
La Biblia entera enseña de principio a fin, que la meta o propósito de
Dios, esto es, el producto que Dios espera obtener al final de los tiempos es
un Pueblo Santo(1) o una Iglesia Gloriosa(2). La Biblia enseña que al final de
los tiempos Jesucristo regresa con poder y gran gloria a establecer su Reino
de los Cielos(3). Un reino de justicia, de amor y de paz(4), en donde no habrá
más llanto, ni más tristeza, ni más dolor(5). Uno de los primeros eventos que
acontecen en ese tiempo futuro se conoce como la Cena de las Bodas del
Cordero(6). En este evento Jesucristo recibe de manos de los creyentes el
producto de la tarea que nos dejó encomendada, el Pueblo Santo o Iglesia
Gloriosa. Y en esa ceremonia se une a ella para siempre.
Si el final de la historia llegara solamente hasta este punto ya sería un
final increíblemente majestuoso. Después de todas las luchas y las pruebas
será una experiencia muy impresionante poder ver que finalmente hemos
vencido al mal. Aún cuando esta meta no haya sido alcanzada por nuestros
propios méritos ni nuestro propio poder, sino por los del Señor Jesucristo, no
por eso dejará de ser tan impresionante.
Pero ese no es el final de la historia. Después de la celebración de la
Cena de Bodas el Señor Jesucristo nos sienta con Él en su trono, de la misma
forma que a Él se le concedió sentarse con su Padre en su trono después de
que venció a Satanás en la cruz del Calvario(7). ¡Que final tan tremendo! ¡Ser
sentados con Jesucristo en su trono!.
Pero ese tampoco es el final de la revelación de Dios. Aunque uno no
pueda creer que todavía pueda agregársele algo más a tan bella historia
resulta que todavía falta lo mejor.
Después de que el Señor Jesucristo regresa por nosotros y nos sienta
con Él en su trono, nos concede el increíble privilegio de participar con Él en
el gobierno del Reino de los Cielos(8). Cuando estemos sentados con Él en su
trono nos daremos cuenta que nos ha hecho reyes y sacerdotes para nuestro
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Dios y que reinaremos sobre la tierra(9). ¿No es esto algo increíblemente
majestuoso? ¡Gloria sea a su Santo Nombre para siempre! ¿Cómo pudiste,
Señor, haber concebido un plan tan increíble?
Si quisiéramos agregarle algo a este final para mejorarlo no podríamos
hacerlo. Nadie más podría haber concebido un final tan majestuoso e
impresionante para la historia de la humanidad.
Con el propósito de irnos preparando para tan bello final, conviene
recordar que el nivel de participación que el Señor nos confiará en el gobierno
de su Reino de los Cielos será directamente proporcional al nivel de servicio
que le hayamos demostrado en la edificación de su iglesia aquí en la tierra(10).
Sinceramente no entiendo cómo es posible que una historia tan bella no
se cuente al menos dos o tres veces por año en todas las iglesias. Sobretodo
porque es muy importante que se les recuerde a los creyentes los tres
requisitos especiales que deberemos cumplir quienes participemos es estos
eventos: haber sido llamados, haber sido escogidos y haber permanecido
fieles. “Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es
Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y
elegidos y fieles” Apocalipsis 17:14.
Sí, ven Señor Jesús(11).
(1): Ex 19:5,6; Lev 11:44,45; 19:2; Dt 4:20; 7:6,11; 14:2; 26:16-19
(2): Ef 5:25-27; Tit 2:11-14; 1ª P 1:13-16; 2:9,10; Ap 19:7-9; 3:21,22; 5:9,10
(3): Mateo 24:27-30
(4): Ro 14:17
(5): Apocalipsis 21:4
(6): Apocalipsis 9:6-9
(7): Apocalipsis 3:21
(8): Apocalipsis 5: 9,10
(9): 2ª Timoteo 2:12
(10): Mateo 20:25-28
(11): Apocalipsis 22:20
Referencias Bibliográficas: libros de Paul E. Billheimer: “Destinados para el Trono”, 1981;
No Desaproveche sus Aflicciones”, 1981; “El Amor Cubre”, 1982; “Destinados a la Cruz”,
1983; “Destinados a Vencer, 1984.
Ramón Núñez Doval
22 de Noviembre del 2003
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