La línea Maginot - The Credit Strategist

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EL MUNDO / AÑO XXIII / Nº 185 / DOMINGO 18 DE SEPTIEMBRE DE 2011
MERCADOS 7
>> A FONDO
> IRLANDA
> ITALIA
8,026% era el interés que el mercado
1.911.807 millones de euros es la deuda
del Estado, lo que equivale al 127% de su
PIB. Ha aumentado en 10.000 millones en
el último mes y es la segunda más alta del
mundo, sólo por detrás de la de Japón.
6,2% es el interés que ofrecía Italia en
agosto. A pesar del rescate del BCE, el
viernes ya estaba en un 5,5%.
exigía a Irlanda antes de su rescate. El
viernes era un 8,59%, a pesar de que en dos
meses el interés se ha reducido un 37%.
0,4% es lo que el FMI prevé que crecerá
su economía en 2011 y un 1,5% en 2012. Las
anteriores previsiones hablaban de un 0,6%
y un 2%, respectivamente.
La línea Maginot
Michael
Lewitt
Hace tres años, el 15 de septiembre de 2008,
Lehman Brothers se declaró en quiebra y
precipitó al sistema financiero mundial en un
periodo de inestabilidad del que todavía se
tiene que recuperar. El hecho de que el tercer
aniversario del hundimiento de Lehman esté
marcado por un anuncio de los bancos centrales del mundo de que van a prestar apoyo
con carácter ilimitado a los bancos europeos
es una evidencia clara de que la crisis no se
ha superado. Lo normal es que las medidas
espectaculares de las autoridades económicas indiquen que una crisis va a peor, no que
se va a resolver. Los bancos centrales están
dibujando una Línea Maginot contra una mayor estabilidad económica. Esta medida puede parecer audaz y eficaz en la superficie, pero en último término sus esfuerzos están destinados a resultar ineficaces si no se
acompañan de una radical reforma fiscal en
cada uno de los [países] miembros de la UE.
Hay tres puntos clave en la crisis de la deuda soberana europea. En primer lugar, no se
resolverá con el anuncio de que el Banco
Central Europeo (BCE) se va a aliar con la
Reserva Federal de EEUU, el Banco Nacional
Suizo y el Banco de Japón para garantizar liquidez en dólares a los bancos europeos. Eso
es más medicina monetaria para una enfermedad fiscal. En segundo lugar, esta crisis representa un riesgo permanente para el sistema financiero mundial y requiere remedios
fiscales drásticos en vez del apaño monetario
tradicional que está aplicando Europa. Por último, se podrá llamar crisis de deuda, pero en
realidad es una crisis monetaria. Exigir a países con economías y culturas diferentes que
adopten una moneda única es un ejercicio
inútil. No se va a alcanzar una auténtica
Unión Europea sin cambios drásticos en el
Tratado de Maastricht y en el modelo económico inconsecuente que impone a las bravas.
Como EEUU ha aprendido no sin consternación, los problemas fiscales no pueden re-
solverlos unos bancos centrales que manejan
armas monetarias. Si el objetivo es restituir el
equilibrio fiscal y la estabilidad, lo único que
puede esperarse que tenga éxito son las medidas fiscales. Después de tres años de tasas
de interés próximas a cero, EEUU sigue sumido en una profunda crisis de vivienda y en
una angustiosa crisis de empleo. La medicina
monetaria no ha funcionado porque no está
pensada para curar una enfermedad fiscal.
Europa ha seguido la misma política desacertada que EEUU, con la carga adicional de
tener que cumplir con el Tratado de Maastricht. En este punto, la única realidad del
Tratado es que algunos miembros de la UE
son incapaces de cumplir sus exigencias. Un
tratado que se incumple sistemáticamente
pierde legitimidad, si no entre los dirigentes
políticos, sí entre la ciudadanía. Por una parte, se hallan quienes no están en condiciones
de cumplir con todos sus requisitos, como los
griegos. Por otra parte, quienes están en condiciones de cumplirlos, como los alemanes.
Los griegos no entienden por qué les obligan
a sufrir penurias económicas extremas y los
alemanes se preguntan por qué son ellos los
únicos que pagan los fracasos económicos de
Grecia. Como decía el poeta irlandés William
B. Yeats, «The center cannot hold» [ «El centro no puede sustentarlo todo»].
Grecia representa sólo el 3% de la economía europea, pero la naturaleza interconectada de los mercados la convierte en una verdadera amenaza para la estabilidad financiera mundial. A principios de este mes, la
infección de los bancos alemanes y franceses
con deuda soberana griega encendió la mecha de la crisis de confianza en el sistema
bancario europeo. Aunque la mayoría de los
bancos europeos decía tener liquidez suficiente, a principios de semana dos de ellos
pidieron al BCE fondos de 410.000 millones
de euros, debido a sus dificultades para financiarse en los mercados. Un día antes, Moody’s rebajaba la calificación de Crédit Agricole y Société Générale, por su exposición a la
deuda griega. El anuncio de los bancos centrales es una prueba definitiva de que la crisis es sistémica y requiere una solución sistémica. Desafortunadamente, los bancos centrales no están ofreciendo el tipo de solución
sistémica que sería necesaria a largo plazo.
sus electores constituye un mal presagio, no
sólo para sus perspectivas electorales sino
también para el futuro de la UE. Ha llegado
el momento de aplicar a Grecia el tratamiento que le corresponde. Grecia es un pozo de
deuda sin fondo y no es razonable esperar
que otros miembros de la UE, ni siquiera los
más ricos, continúen echando dinero en un
pozo sin fondo. Los griegos seguirán zafándose de pagar impuestos y demostrando una
mayor aptitud para el ocio que para el trabajo hasta que se vuelva insoportable el sufrimiento que les acarreen sus inclinaciones.
Eso sólo ocurrirá cuando se vean obligados a
pagar sus deudas en lugar de que sus vecinos
del norte se encarguen de la factura.
Grecia es la prueba de que la crisis de deuda europea es realmente una crisis monetaria. Algunos países (Grecia, Portugal, España
e Italia) luchan por competir sometidos a la
esclavitud del euro. Islandia constituye el
ejemplo para hacer frente a esta crisis. Dejó
La ayuda de los bancos centrales
es una medicina monetaria para
una enfermedad fiscal
Portugal, España e Italia
luchan por competir sometidos
a la esclavitud del euro
RAÚL ARIAS
Éste es el primer esfuerzo coordinado para
afrontar la actual fase de la crisis de deuda
europea, lo que sugiere que los responsables
económicos a ambos lados del Atlántico comprenden la amenaza que la crisis representa
para la estabilidad del sistema. Si bien muchos inversores se han entusiasmado con este anuncio, no deberían dejarse llevar por la
creencia de que así se va a resolver la crisis.
Monsieur Sarkozy y Frau Merkel están haciendo promesas que no pueden cumplir. Los
alemanes siguen oponiéndose a prestar apoyo sin condiciones a sus vecinos del sur, a
quienes ven como derrochadores y fiscalmente irresponsables. El respaldo de Merkel
a Grecia frente a la abrumadora oposición de
de pagar sus deudas, rechazó el euro, volvió
a adoptar su propia moneda y la devaluó, y
luego sufrió durante tres años extraordinariamente difíciles de penurias económicas. Sin
embargo, tres años después, ha vuelto a pedir prestado en los mercados y a dar estabilidad a su economía. Los países que se sientan
asfixiados por el euro, como Grecia, deberían
seguir el mismo camino. Y el resto de Europa
debería permitir que lo hicieran antes de que
la amenaza que su impotencia económica
plantea a la UE se convierta en una auténtica
crisis financiera mundial.
Michael Lewitt es editor de The Credit Strategist
y autor de La muerte del capital.
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