China, Corea y Japón ¿Qué tan lejos está la guerra? Mauricio

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China, Corea y Japón ¿Qué tan lejos
está la guerra?
Mauricio Jaramillo Jassir1
En las últimas semanas, el mundo ha
sido testigo de una tensión entre varias
naciones del Noreste Asiático por
reclamos de soberanía sobre una serie
de islas en disputa. La estabilidad frágil
que había reinado en los últimos años
contrasta con la radicalización de
posiciones de las últimas semanas, y
con un nacionalismo exacerbado que
puede tener efectos negativos en la
región.
El litigio más notorio en el último
tiempo, separa a Japón, a la República
Popular China, y Taiwán por las islas
que el primero denomina Senkaku y los
últimos Diaoyu. A esto se suman
tensiones entre Tokio y Seúl por las
islas Takeshima-Dokdo. Todo ello se ha
desarrollado con un trasfondo de
nacionalismos que merece ser leído en
cada contexto.
Los nacionalismos
Asiático
en
el
Noreste
En Japón es notoria la voluntad por
revisar una vocación pacífica que había
marcado su inserción internacional
desde la Posguerra. Desde comienzos de
siglo, y sobre todo, bajo el gobierno del
Primer Ministro, Junichiro Koizumi
(2001-2006), Tokio buscó reivindicar su
papel como potencia regional y para
ello reinterpretó su historia provocando
la ira de chinos y coreanos. Dos sucesos
dan cuenta de esto. En primer lugar, las
visitas efectuadas al santuario de
1
Profesor de las Facultades de Ciencia Política
y Gobierno y de Relaciones Internacionales de
la Universidad del Rosario.
Yasukuni donde reposan los restos de
japoneses culpables de crímenes de lesa
humanidad tanto en China como en las
dos Coreas. Y en segundo lugar,
Koizumi ordenó la re-edición de textos
escolares para resaltar el pasado
japonés. De la misma forma que con las
visitas a Yasukuni, el gesto fue mal
recibido por sus vecinos que guardan un
mal recuerdo del militarismo japonés.
En la actualidad, aún subsisten sectores
de
la
política
japonesa
que
instrumentalizan el nacionalismo con
graves riesgos para la región.
Paradójicamente, esto no sucede con el
actual premier Yoshihiko Noda (2011-)
consciente de la necesidad de garantizar
un vecindario estable y pacífico. No
obstante, dos figuras que encarnan
dicho nacionalismo se perfilan como
sus rivales en una eventual elección
anticipada a finales del año; el alcalde
de Osaka, Toru Hashimoto y el de
Tokio Shintaro Ishihara.
Por el lado surcoreano, existe un
ambiente de nacionalismo pero sin el
énfasis militarista del que han hecho
prueba
algunas
personalidades
japonesas. El presidente de la República
de Corea, Lee Myung Back visitó en
agosto pasado las islas TakeshimaDokdo en disputa con Japón, con una
aprobación general por parte de los
surcoreanos. En respuesta, el gobierno
japonés
amenazó
con
imponer
sanciones económicas y el Parlamento
adoptó una resolución condenando la
visita. Ahora bien, algunas analistas
como Cécile Pajon del Instituto Francés
de Relaciones Internacionales y experta
en el tema japonés, estima que detrás de
la decisión coreana está la búsqueda de
popularidad por parte del presidente
Lee. Ante la imposibilidad de su
relección
por
impedimento
constitucional, el primer mandatario
surcoreano perseguiría niveles de
cohesión interna antes de su salida. A su
vez, señala Pajon, los intereses comunes
y la interdependencia Seúl-Tokio está
por
encima
de
dicho
litigio.
Concretamente,
el
interés
por
desnuclearizar a la República Popular
Democrática de Corea (del Norte) y la
necesidad de mantener la alianza con
Washington
por
motivos
de
supervivencia. Ambas razones dan
cuenta
de
lazos
difícilmente
quebrantables.
Pasando a China, se puede afirmar que
su acento nacionalista se explica por la
coyuntura del XVIII Congreso del
Partido Comunista. El escándalo del
exministro Bo Xilai (destituido y en
prisión por haber participado junto con
su esposa del asesinato de un hombre de
negocios británico) ha empañado la
imagen de tres baluartes de la
revolución; el partido, el comunismo y
sus dirigentes. Beijing venía de una
renacer pacífico con respecto a sus
vecinos, claro está, dejando en claro que
cuando se trataba de interese vitales, el
Partido no estaría dispuesto a negociar.
Tal es el caso de Xing Jian, el Tibet
(provincias chinas con tendencia al
separatismo) y Taiwán. Con el tema de
las islas Diaoyu, China no había
mostrado una posición tan cerrada como
sí lo había hecho en el tema de Taiwán
y sus provincias. A pesar de ello, el
clima de fragmentación regional y el
nacionalismo exacerbado en su vecino
Japón han alterado el panorama.
Lost in translation?
Con este horizonte ¿Qué tan probable es
una confrontación? A pesar de las
tensiones, amenazas y manifestaciones
violentas en varias zonas es poco
probable que un conflicto tenga lugar.
En el fondo ninguno está interesado en
asumir los costos de una guerra. Tal vez
la única nación que está dispuesta a
utilizar la fuerza es China, pero no por
las islas Diayou, sino por Taiwán. Es
más, como lo recuerda Sylvie
Kaufmann cuando se restablecieron las
relaciones diplomáticas entre China y
Japón en 1962 Deng Xiao Ping (China)
y Zhou Enlai (Japón) acordaron que el
tema de las islas en disputa fuera resulto
por generaciones futuras. No obstante,
el alcalde de Tokio, Ishihara ha
intentado utilizar las islas con
propósitos políticos y habló de
recuperar las islas comprándolas a los
pobladores japoneses que allí habitaban.
Para evitar un conflicto con China, el
gobierno japonés intentó nacionalizar,
es decir poner bajo el control del
Estado, lo que fue asumido en China
como una ocupación. Dicho de otro
modo y aunque parezca inverosímil: en
el fondo del enfrentamiento podría
haber un problema de traducción. Tal es
la hipótesis de Yo-Jung Chen quien
escribió para el Strait Times de
Singapur un texto (Sino-Japan ties: lost
in translation) sobre la ambigüedad de
los significados en las declaraciones de
Beijing y Tokio. Chen tiene autoridad
en la materia pues por años como
ciudadano chino residente en Japón,
fungió como traductor y conoce a
cabalidad detalles del idioma que lejos
de ser insignificantes como parecería,
terminan siendo vitales en este tipo de
incidentes. Es apenas obvio para Chen
que Japón quiso hablar de tomar el
control estatal de las Islas y no de
ocuparlas.
No
obstante,
la
instrumentalización del tema por figuras
japonés nacionalistas es la principal
causa de la crisis.
Así las cosas, la posibilidad de conflicto
es menor. China, Corea y Japón son
conscientes de que la interdependencia
prima
sobre
cualquier
capricho
nacionalista.
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