El legado de Macondo - Universidad del Norte

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GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ desemboca en un particular
tipo de escritura en la que lo sobrenatural, lo insólito, no es el
otro lado, sino que se incorpora al plano de la realidad, de la
cotidianidad. Es así como se integran diversas caras de una
sola realidad: la premodernidad del sujeto cultural vallenato,
la racionalidad alternativa y moderna del barroco, el dialogismo y la subversión del carnaval y la reinterpretación mítica de
la historia latinoamericana. Su propuesta consolida un nuevo
modo de representación de la realidad, una superación de la
causalidad del realismo y de su representación conceptual del
mundo que en lugar de aislar al lector le concede, a través del
placer de la lectura, una mayor comprensión de su tiempo.
La magnitud de su obra, literaria y periodística, no cabe en la
etiqueta fácil del “realismo mágico”. A García Márquez no hay
que simplificarlo con el mármol y la canonización. Es necesario, eso sí, leerlo y releerlo, para advertir que su alquimia de
gitano Caribe nos hace más humanos en tiempos aciagos de
deshumanización. Ese es, precisamente, el propósito de la
valoración múltiple que ofrece EL LEGADO DE MACONDO, a través de
plumas tan destacadas como las de Rafael Gutiérrez Girardot,
Jacques Joset, Hélène Pouliquen, Fabio Rodríguez Amaya,
Julio Premat, José Manuel Camacho Delgado, Ramón Illán
Bacca, entre otros.
OTROS TÍTULOS
EDITORIAL UNIVERSIDAD
DEL NORTE
Crónica – Su mejor weekend
Semanario literario-deportivo
de Barranquilla (1950-1951)
Textos rescatados
Gabriel García Márquez, el Caribe
y los espejismos de la modernidad
Orlando Araújo Fontalvo
Tedio y otros cuentos
Viridiana Molinares Hassan
Escribir en Barranquilla (3ª. ed.)
Ramón Illán Bacca
EL LEGADO DE MACONDO
Huellas
RESEÑA
EL LEGADO
DE MACONDO
Antología de ensayos críticos
sobre Gabriel García Márquez
ORLANDO ARAÚJO FONTALVO (Editor)
LOS AUTORES
Julio Premat
Université Paris 8 Vincennes – Saint-Denis, Francia
Fabio Rodríguez Amaya
El legado de Macondo
Universidad de Bérgamo, Italia
Ramón Illán Bacca
Universidad del Norte, Colombia
Hélène Pouliquen
Instituto Caro y Cuervo, Colombia
Orlando Mejía Rivera
Universidad de Caldas, Colombia
Orlando Araújo Fontalvo
Orlando Araujo Fontalvo (Editor)
Editorial Universidad del Norte / 2015
Universidad del Norte, Colombia
Jacques Joset
Université de Liège, Bélgica
Mar Estela Ortega González-Rubio
Universidad Pedagógica Nacional, Colombia
Mercedes Ortega González-Rubio
Universidad del Atlántico, Colombia
Juan Moreno Blanco
Universidad del Valle, Colombia
Guillermo Tedio
Universidad del Atlántico, Colombia
José Manuel Camacho Delgado
Universidad de Sevilla, España
Por
Ramón Illán Bacca*
Rafael Gutiérrez Girardot
E
l legado de Macondo, una antología de ensayos sobre
nuestro premio Nobel hecha por Orlando Araujo Fontalvo,
hace un importante aporte a los estudios sobre García Márquez. En la contratapa del libro el compilador nos advierte:
“A García Márquez no hay que simplificarlo con el mármol
o la canonización. Es necesario, eso sí, leerlo y releerlo para
advertir que la alquimia de gitano Caribe nos hace más humanos en tiempos de deshumanización”.
En los diversos ensayos de Julio Premat, Fabio Rodríguez
Amaya, Helena Pouliquen, Jacques Joset, Mar Estela y Mercedes Ortega, Juan Moreno Blanco, José Manuel Camacho,
Rafael Gutiérrez Girardot, Guillermo Tedio, el compilador,
este reseñador y en los que cito más adelante hay diversas
aproximaciones que tienen en común miradas distintas a
las habituales sobre el genio.
Orlando Mejía, escritor, filósofo y de profesión médico, por
ejemplo, nos dice en su capítulo, “El arquetipo de Macondo.
Las babuchas, los almendros y las flores amarillas en Cien
años de soledad”, que la literatura es el arte de escribir algo
que se leerá dos veces. Añade que el libro de García Márquez
es un clásico, porque se puede leer un sinnúmero de veces. El
inconsciente del genio creativo de García Márquez le permitió conectar a sus personajes con los mitos atemporales de
la humanidad. “No es García Márquez quien creó el mito de
Macondo, sino que el arquetipo de Macondo se apoderó de
la mente del autor”.
Las babuchas de Amaranta, de Aureliano Segundo y de
Amaranta Segunda se relacionan con las babuchas de Abu
Cassem en Las Mil y una noches. Los almendros están relacionados con la mitología del Talmud que rodean la ciudad
de la luz y las flores amarillas con la flor de loto que es un
Mandala solar. ¿Conocía García Márquez la riqueza simbólica y arquetípica de los almendros? y se contesta: “Tal vez no.
Lo que hace inigualable al autor de Cien años de soledad es su
don para reflejar en sus historias auténticos arquetipos de
la imaginación humana como si él escribiera conectado al
inconsciente colectivo de la humanidad, como si fuese un
amanuense jungiano”.
*
Escritor y profesor de la Universidad del Norte.
Para el compilador Orlando Araujo, García Márquez era un
lector tan voraz como lo era Borges, con la diferencia de que
el argentino abrumaba al lector con su erudición mientras
que el Nobel nuestro escondía todo ese saber y lo hacía aparecer como espontáneo. Aún más, se dice que al terminar
Cien años de soledad García Márquez hizo una gran fogata
con todos los libros raros y curiosos que había consultado
para escribir la novela. Quiso que todos los estudiosos se enloquecieran tratando de adivinar sus fuentes.
Mar Estela Ortega González Rubio y su hermana Mercedes
en “Una relectura de Crónica de una muerte anunciada” traen
apreciaciones muy audaces, por decir lo menos. Así, las autoras recalcan que cuando el juez le pregunta a Ángela Vicario quién era Santiago Nasar, esta responde: “Mi autor”,
y concluyen que esto permite “que el lector sospeche que
tanto el autor ficticio (narrador) como el autor real (García
Márquez) pueden ser los verdaderos culpables”.
En la lectura de la novela, las autoras encuentran implícito
que Ángela Vicario ha tenido varios amantes antes del matrimonio y que eso está clarísimo cuando Ángela, acosada
por su hermano Pedro que le pregunta por el culpable, “ella…
lo encontró a primera vista entre los tantos y tantos nombres de este mundo y el otro y lo dejó clavado en la pared
con su dardo certero como a una mariposa sin albedrío cuya
sentencia estaba escrita desde siempre”.
En Vivir para contarla García Márquez recuerda haber visto
a Gentile y a Margarita entrar al pueblo en el mismo caballo
y con mucha frescura, sin importarles el qué dirán. En un
pueblo ese grado de confianza representaba una relación
mayor que la amistosa. El suspenso en Crónica de una muerte
anunciada lo da el saber cómo se da el crimen, pues al revés de las novelas policíacas, de entrada se sabe quién es el
muerto y los homicidas. A las autoras les interesó más lo que
la novela muestra de la situación de la mujer en esas fechas.
“El Bolívar de García Márquez en El general en su laberinto”,
de Rafael Gutiérrez Girardot, es uno de los mejores ensayos
escritos sobre el genio de Aracataca. “Entre el Bolívar histórico y el reinventado de García Márquez ocurrieron muchas
cosas, entre otras el fracaso de Bolívar”. Este Bolívar en sus
lecturas “no buscaba normas sino placer y enriquecimiento”, frase de Gutiérrez Girardot que nos señala la riqueza fácil
al leer este libro.
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