El siguiente texto corresponde a una de las actividades planteadas en la ficha de trabajo del programa Agenda 21 Escolar. Se trata de redactar un cuento que nos hará reflexionar sobre la dependencia que tenemos diariamente de la energía en general y particularmente de la energía eléctrica. Tras la reflexión se trata de llevar a cabo acciones o modificar hábitos para reducir nuestro consumo de energía. Un día sin electricidad 29/2/2009 Es sábado, y me fui a preparar el desayuno después de subir las persianas. Cuando iba a coger la leche me percaté de que la nevera no hacía su ruido particular. La abrí y no había luz. Pensé que estaría rota o algo... Cogí un cuenco, eché la leche y el cola-cao y abrí el microondas para calentarla. Pero no funcionó. Me tuve que tomar la leche fría, con lo poco que me gusta… Quise pensar que también estaba roto, pero seguramente no era eso, así que di al botón de la tele, y efectivamente no se encendió. No había electricidad. Desperté a mi madre y le conté lo que ocurría. Me dijo que a lo mejor habían saltado los plomos y se volvió a dormir. Los fui a revisar y estaban en buen estado. Además hacía un sol espléndido a sí que descarté que fuera culpa de una tormenta. Cuando mi padre, mi madre y mi hermana se despertaron, yo me fui a casa de un vecino que es muy amigo mío y le pregunté que si pasaba lo mismo en su casa. Él se acababa de levantar y no tenía ni idea, entonces intentó encender una luz y nada… Le di las gracias y me volví para casa. Mis padres estaban escuchando las noticias por una radio a pilas y estaban diciendo que por primera vez en la historia no había electricidad en todo el mundo. Por una parte me sentí mal y por otra bien. No iba a poder ver la tele ni coger el ordenador, pero iba a estar todo el día en la calle con mis amigos, que es lo que más me gusta. Y también por un día las fábricas que contaminan el medio ambiente iban a dejar de emitir gases. Como no podía usar el móvil llamé a mis amigos uno a uno, tirando piedrecitas a la ventana… Tardé bastante pero mereció la pena. El día se pasó rapidísimo. Sólo estuvimos en la calle o en algún parque, simplemente hablando y jugando, con la bici, con el balón de fútbol... Y me lo pasé mucho mejor que con una Wii o una PSP. Por la noche estuvimos iluminados por la bonita luz de la luna, mejor que cualquier farola de ciudad, y la verdad es que se veía bastante bien, así que decidimos comentarle al alcalde que no hacía falta tanta luz artificial. “Un día de mi vida sin electricidad” Programa Agenda 21 Escolar 2008-2009 Autor/a: Alejandro Pulido Sánchez-Barroso. 1º D IES Vela Zanetti de Aranda de Duero (Burgos) No se veían rótulos enormes de tiendas ni luces en las casas, y eso le daba un toque tranquilo a la ciudad. Pensé que en todos los países estarían así, sin luz, y me acordé de Madrid, mi ciudad natal. Ahí, con todos los rascacielos y enormes bloques de viviendas, no debía de haber ningún lugar donde se viera la luz de la luna bañando los parques, sus flores y árboles con su luz blanquecina. Y eso era un paisaje precioso… Fue pasando el tiempo pero no nos queríamos separar, así que yo propuse que todos nos fuéramos a dormir juntos, aunque éramos más de veinte personas. Mis padres iban a quedarse a dormir en casa de unos amigos suyos, y mi hermana también. Les dije a mis amigos que a lo mejor en mi casa nos podíamos quedar, pero tenía que preguntarlo y, en caso de que me dejaran, algunos tendrían que dormir en colchonetas o en el suelo, pero no creo que durmiéramos mucho esa noche… Ellos aceptaron y, automáticamente metí mi mano en el bolsillo para coger el móvil. Pero me acordé de que hoy no era un día normal. Así que fuimos andando a la casa donde estaban mis padres y tuve que usar el mismo método que antes: tirar piedrecitas a la ventana, porque como no había electricidad los telefonillos no funcionaban. Se asomó mi padre y le pregunté que si podían quedarse todos... Tras pensarlo un rato me dejó, pero con la condición de no romper nada. Le dije que no se preocupara y nos fuimos. Primero, a casa de tres amigos, para coger linternas y luego a mi casa. Nada más entrar encendimos las linternas y fuimos al salón. Empezamos a hablar y acabamos haciendo preguntitas… Nos lo estábamos pasando genial, pero a las cinco de la madrugada el cansancio de estar todo el día en la calle empezó a hacer efecto. Organizamos el salón para poder dormir todos más o menos a gusto. Entre colchonetas, manteles y sofás, sólo tuvieron que dormir en el suelo Clara y Jimena, que les tocó la calavera en el sorteo con papelitos que hicimos. 1/30/2009 Nos levantamos a las dos. Recogimos todo y hablamos un rato sobre qué pasaría si el mundo siguiera sin electricidad. Algunos dijeron que los hospitales no podrían funcionar; no se podría operar ni hacer radiografías. Yo opiné sobre los semáforos. Sin ellos todas las ciudades serían un caos y moriría mucha gente en accidentes de tráfico, y si los hospitales no pueden hacer su trabajo… Algunos creían que ya habría electricidad y otros no. Yo creía que no, pero al dar al botón de la tele se encendió. Todos nos alegramos mucho y quedamos todos a las cinco y media en la glorieta. Alejandro Pulido Sánchez-Barroso 1º D ESO, IES Vela Zanetti “Un día de mi vida sin electricidad” Programa Agenda 21 Escolar 2008-2009 Autor/a: Alejandro Pulido Sánchez-Barroso. 1º D IES Vela Zanetti de Aranda de Duero (Burgos)