Glenn Gould (1932-1982) EL PIANISTA QUE LIQUIDÓ LA SOLEMNIDAD Por Juan Pablo Abalo “Mi postura en el piano no es de la incumbencia de nadie. Si no lo hiciera del modo que lo hago, mi manera de tocar se vería irremediablemete afectada”. Hizo con la música, sobre todo con la de Bach, algo por completo nuevo y fuera de todas las normas, revitalizando así un repertorio por momentos agotado y acorralado por dogmas. Fue el primero -y hasta hoy casi el único en el mundo de la música “docta”- en desconfiar de los conciertos y endiosar los estudios de grabación. Es Glenn Gould, uno de los mejores intérpretes que ha tenido la obra de Bach, pero también un artista indómito, que se opuso rabiosamente a la unanimidad concitada por Los Beatles y que llegó a grabar un documental en el que le hacía clases de música a un grupo de elefantes. T enía treinta y dos años y su carrera se perfilaba como la de una súper estrella de la llamada música “docta”, o “culta”, cuando el excéntrico y extraordinario pianista canadiense Glenn Gould decidió dejar los escenarios, los concursos y los conciertos para siempre. La razón: el profundo hastío que le provocaba lo que llamaba “una existencia frívola e insustancial”, cercana a una “competencia deportivo-sangrienta” en la que no quería perder más el tiempo: “Dejar los conciertos no fue más que el camino natural para ir poco a poco abandonando esta experiencia intensamente desagradable y hedonista. El concierto está acabado como medio para presentar música de manera creativa o recreativa, pues no hay forma de igualar la intimidad producida por el estudio de grabación herméticamente cerrado”. ALUMNO DE UN CHILENO Dejó los conciertos pero estuvo siempre acompañado de su desvencijada silla de madera (VER IMAGEN), de la cual no se separó jamás por el pavor a la mala suerte que podría traerle tal divorcio, no obstante que la mencionada silla lo dejaba graciosamente por debajo del teclado del piano, situación que le valió innumerables burlas por parte de los pianistas y directores más convencionales. Y es que así era Gould: excéntrico, supersticioso, contrariador, porfiado y genial. Tras la decisión de dejar los prosce- nios, Gould decidió encerrarse en su estudio de grabación y destinar de ahí en más su vida a tomarse todo el tiempo del mundo para grabar las obras experimentando con ellas todo lo que la tecnología le permitía hacer y la academia no. En efecto, Glenn Gould fue un pionero convencido de que el lugar del músico moderno estaba en los estudios de grabación, y que por tanto el disco era la forma en que la música podía transmitirse de mejor modo. Como es de suponer, esto hizo montar en cólera a gran parte del conservador medio de la música docta. Pero Gould seguía firme en su actitud de ser un músico de sus tiempos y los que vendrían, y en vez de despreciar, utilizó y explotó al máximno las posibilidades que la mal mirada teconología le brindaba. El tiempo le dio la razón, aunque hasta el día de hoy existen entes académicos del compositor noruego Edvard Grieg, Gould fue incitado y ayudado por su madre para entrenarse desde pequeño en el piano. Así, cuando cumplió diez “Grabó programas radiales en los que él mismo impostaba la voz de supuestos invitados y dejó programas de TV en los que se disfrazaba de taxista, mujer o viejo teórico de la academia y con los que llegaba a profundas reflexiones acerca de la música”. que miran con malos ojos su trayectoria musical y el producto de ésta. Nacido y criado en Toronto en 1932, y nada menos que nieto de un primo años pudo ingresar sin mayor dificultad al Royal Conservatory of Music de dicha ciudad. Es justamente en este lugar donde pasa a ser el alumno más precoz del legendario y destacado pianista y compositor chileno Alberto García Guerrero, quien emigrara primero a New York en 1918 y luego a Toronto en 1922, donde se radicó definitivamente. Gould encontró en el chileno un maestro que lo supo introducir en el mundo de la tradición musical sin por ello arrebatarle su creatividad. REINVENTOR DE BACH Gould caracterizado como mujer para ser entrevistada por Glenn Gould 26 De sus grabaciones, sin duda alguna destaca lo que hizo con gran parte de la música para teclado de Juan Sebastián Bach, como la grabación del “Clavecín bien temperado” en las que algunas de las versiones de los preludios y fugas que hace Gould sacan más de alguna roncha pues el canadiense toma velocidades arbitrarias, rellena con música de su propia imaginación, canturrea gran parte de las líneas melódicas. De las otras obras bachianas que lo catapultaron están las premiadas “Variaciones Goldberg”, las cuales quedaron registradas en un extenso documental y de las que Gould nos dejó dos versiones tan diferentes como asombrosas. En efecto, en su primera juventud grabó una versión de tal pieza musical en la que dejaba asomar el virtuosismo por sobre todas las cosas; alrededor de 27 años después, volvió a grabarlas en una versión notoriamente más madura: a un tiempo más lento y con un toque en el piano más profundo y detenido, razón por la cual la “Variaciones...” se prolongan 10 minutos más que en la primera versión. Para ser claros, es como si alguien hubiese traducido dos veces “Hamlet”; en la primera de manera más impulsiva y algo más convencional y en la segunda arrancándose con los tarros -de excelente manera, a lo Nicanor Parra con “El Rey Lear”-, reinventado la manera de interpretar la que es unánimemente considerada como una de las mejores obras para teclado de Bach, la cual fue escrita por el compositor alemán para matarle el insomnio al Conde Goldberg. Pero, aunque principalmente, Gould no sólo interpretó a Bach. También grabó varias sonatas de Mozart y una buena cantidad de conciertos y sonatas de Beethoven, así como las piezas de algunos compositores modernos, entre ellos el ruso Scriabin, los alemanes Anton Webern y Arnold Schonberg y su compositor predilecto, el inglés Orlando Gibbons. DE MUJER Y TAXISTA Además de legar tan valiosas y únicas grabaciones (todas conseguibles en disquerias o en internet), en las que detractores y admiradores coinciden en el alto grado de originalidad y virtuosismo, Gould dejó una serie de curiosidades que manifiestan su inmensa necesidad creadora. Y es que su “abandono” de la carrera como pianista de traje elegante y caro no fue tan solo por su incomodidad con el medio, sino también porque su pulsión creativa necesitaba ser expulsada por todos los canales posibles, de ma- sabía usted que: … Lavín ya consiguió un voto de silencio. http://www.youtube.com/watch?v=zwkzf-KUNPM Gould tocando el Contrapunctus numero 1 de Bach (del “Arte de la fuga”), con ese curioso modo de tocar, dirigiendose a sí mismo con la mano izquierda mientras con la otra toca al tiempo que tararea la melodia con su inconfundible voz. http://www.youtube.com/watch?v=57kR6RsV2iA&feature=related Gould como director y actor de uno de sus documentales más curiosos. Filmado en un zoológico, relata el comportamiento de los animales y luego dirige a un grupo de elefantes mientras él mismo canta una tradicional melodía. nera tal que grabó programas radiales en los que él mismo impostaba la voz de supuestos invitados inspirados en personas que conoció en algunas de sus giras y con los que sostenía acaloradas discusiones. Además, dejó programas de televisión en los que se disfrazaba de taxista, mujer (VER IMAGEN) o viejo teórico de la academia y con los que llegaba a profundas reflexiones acerca de la música y del arte en general. Junto con todo eso quedaron algunos documentales que realizó sobre variados temas que van desde la música en USSR hasta cómo era la vida en el norte de Canadá, pasando por un curioso curso de música a elefantes (VER IMAGEN). Fue autor también de escritos sobre las distintas maneras de ejecutar la música desde el barroco hasta el siglo XX y de una sorprendente entrevista por allá por 1974, que el New York Times consideró como la mejor que el pianista haya dado y que, editada por Global Rhythym con el nombre de “Conversaciones con Glenn Gould”, salió a la venta en español el 2007. tocar el piano más cercano a Oscar Peterson o a Keith Jarret -con quienes comparte la costumbre de tararear mientras interpreta- que a Claudio Arrau o a otros pianistas -buenos o malos- convencionales. Su compartible desprecio por los compositores románticos como Chopin o Liszt lo ponían en una solitaria posición frente a un período que al general de los pianistas les provocaba una incontrolada pasión. Es claro que Gould, como pocos, entendió lo que significaba hacer música en el siglo XX; sin embargo, al morir en el año 1982, se perdió de gran parte de las revoluciones que comenzarían a pasar hacia el siglo XXI, pues si consideraba anacrónico el concierto como formato, lejos estaba de imaginar algo así como la piratería y cómo ésta obligó a compositores, orquestas, grupos, solistas y músicos en general a recurrir a los conciertos como único modo de sobrevivíencía económica, lo cual, dicho sea de paso, explica las forzadas rejuntas que de tanto en tanto se ven obligados a hacer grupos como The Police, Soda Estereo o las tantas giras de Bob Dylan. CONTRA LOS BEATLES Se trata de un libro que, como el título lo indica, consta de una serie de conversaciones entre el supersticioso pianista y su autor Jonathan Cott, quien es considerado por el Washington Post como el “entrevistador ideal” y quien ha escrito entre otros libros “Stockhausen, Conversaciones con el compositor” y “On the see of memory”, biografía critica de Bob Dylan. En el libro se despliega un diálogo que muestra la dicotomía entre un Gould extremadamente sofisticado en sus ideas musicales y una inteligente forma de reírse constantemente de las mismas, combinando la sentencia, el párrafo largo, sólidamente construido, con un mar de ideas con las que hay que estar muy atento para no perder el hilo. En estas conversaciones Gould muestra una decidida opinión frente a cada cosa que se le pregunta. En esta línea es que sorprende la opinión que Gould sostenía y siguió sosteniendo sobre la importancia o más bien la ausencia de importancia de Los Beatles en la historia de la música: “Me horrorizaba y me sigue horrorizando lo que los Beatles hicieron con la música pop. Se ha dicho que eran los mejores compositores desde Schubert. Lo especial que podrían tener las letras de los Beatles, si es eso lo importante, está sepultado por toneladas de basura instrumental, una música que resulta espantosa. Es un problema de ciertos artistas que consideran que la invención está directamente relacionada con el ruido que haces al saltarte las reglas”. Como si fuera poco, Gould agrega: “No soporto ningún tipo de asalto y siempre he tenido la sensación de que ese fué el objetivo principal de los Beatles: la Gould junto a su inseparable silla afrenta y el asalto. Lennon y McCartney y sus productores carecían de ese grado de control que permite distinguir cual es la meta”. MEMORIA DE ELEFANTE Gould llegó a grabar alrededor de sesenta discos que muestran, contrario a lo que se cree, que estuvo tan cerca de la interpretación como de la composición. Y es que operó siempre sin las recetas a las que son tan proclives los artistas que no son artistas, y así fue que se trazó su propio camino. El director George Szell, que en 1974 dirigía la orquesta de Cleveland, no dudó en referirse a Gould como “El chalado más genial que conociera” luego de oirle interpretar el “Concierto para piano n°4” de Beethoven. Así, gracias a críticos como éste, Gould comenzó a ser reconocido como “un músico tocado por lo dioses”, “el pianista más grande desde Busoni”, entre otros halagos por el estilo. Sin embargo, como queda dicho, no se trató nunca de un pianista ortodoxo; antes al contrario, su modo de comportarse era el de un diletante, y prueba de ello fueron sus apariciones -cuando aún tocaba conciertos- de frac sin planchar, con el sucio abrigo que lo acompañó siempre y con guantes cuando hacía frío. Aunque le aquejaba una rara enfermedad llamada sindrome de Asperger (desorden autistico), para este amante del sonido sorround y único profesional de la música clásica que ha salido en un capítulo de los Simpson, la naturaleza no fue mezquina: fue dueño de una memoria privilegiada que lo hacía recordar las obras por años sin necesidad de ensayarlas o, como él mismo decía, “las ensayaba mentalmente”; también lo caracterizó una gran precisión y un jazzero modo de sabía usted que: … Para ahorrar energía, en el gremialismo están viviendo semanas oscuras. CONVERSACIONES CON GLENN GOULD Editorial Global Rhythm, 2007, 132 páginas. 27