La Iglesia y la demografia

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La Iglesia y la demografía
¿En qué la
anticoncepción
practicada por algunas
parejas tiene una
dimensión política?
¿Acaso no es un
asunto puramente
privado?
Con su moral, ¿la
Iglesia no tiene una
pesada
responsabilidad en el
crecimiento
demográfico mundial?
¿Por qué muchos
rechazan el mensaje
de la Iglesia sobre la
miseria del Tercer
Mundo?
¿La moral conyugal de
la Iglesia no es
natalista?
Según ciertos
especialistas, la
posición de la Iglesia
en materia de
anticoncepción y de
demografía va a
engendrar
consecuencias
dramáticas y en
particular hambrunas.
¿Por qué se
instauraría un
"permiso de procrear"
en los países ricos en
donde la desnatalidad
toma proporciones
inquietantes?
¿En dónde se
encuentra el origen de
la enseñanza de la
Iglesia sobre la
población? ¿Acaso no
está en una moral
conyugal natalista?
¿Acaso la Iglesia no
descuida por completo
los problemas
demográficos cuando
enuncia sus bellos
principios relacionados
con el desarrollo?
En materia de
demografía, los
moralistas católicos
¿no son de mala fe? En
efecto, dicen que el
desarrollo trae consigo
la caída de la
natalidad, pero ocultan
que esta caída de la
natalidad es obtenida,
en los países
desarrollados, por
métodos que la Iglesia
condena.
¿No es ilusorio
imaginar que los
métodos naturales
puedan ser
ampliamente
difundidos y
utilizados?
¿Acaso no es
ingenuidad -por no
llamarla provocaciónpor parte de los
cristianos el pregonar
el recurso a los
métodos naturales?
¿Las discusiones
relacionadas con los
métodos naturales nos
remiten, pues, a una
reflexión de fondo
sobre el desarrollo
humano?
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¿Cuál es entonces el
corazón de la
enseñanza social de la
Iglesia sobre la
demografía?
¿Por qué los ideólogos
de la seguridad
demográfica le dan
una gran atención a
los problemas
ecológicos?
¿En qué la anticoncepción practicada por
algunas parejas tiene una dimensión política?
¿Acaso no es un asunto puramente privado?
a) Lo que es políticamente preocupante es que la separación radical entre
sexualidad y procreación permita la intervención de un tercero - por ejemplo, de
un médico, acreditado o no - en la relación interpersonal más íntima. El control
del comportamiento sexual de los esposos, es decir, la fecundidad, corre el
riesgo de ser transferida a una nueva clase de tecnócratas o al Estado. Los
ejemplos de China y de Vietnam son desgraciadamente bien conocidos, pero se
descuida su reflexión. Se descuida igualmente reflexionar en otros ejemplos
asimismo molestos, como el de Brasil. 1
b) De este modo nuestra sociedad es testigo de dos nuevas formas de
alienación.
Encontramos en ella a muchos niños sin padres y a muchos padres sin hijos.
Los niños nacidos fuera del matrimonio, de la misma madre pero de padres
diferentes, son mayoritarios en varios países de América Latina. Privados del
afecto de una familia, se vuelven delincuentes, "dealers" de droga, criminales; se
prostituyen. Este es el drama de los niños de la calle. Observaremos a este
propósito que si los niños nacidos fuera del matrimonio representan un aspecto
significativo de los fenómenos demográficos en el Tercer Mundo, es urgente
trabajar en esos países para revalorizar a la familia.
Pero si no es raro que algunos niños sean alienados de sus padres, es cada vez
más frecuente que los esposos sean despojados de esta consecuencia natural
de su comportamiento que es la procreación. Asistimos aquí al nacimiento de
una situación inversa a la denunciada por Marx. Para él, en efecto, la prole , 1a
progenitura, era la única riqueza del proletariado, aquélla de la que no se le
había privado. Los proletarios descritos por Marx eran alienados del producto de
su trabajo, no de sus hijos 2. Las parejas del siglo XXI corren el riesgo de verse
alienados de su progenitura.
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1. Ver Délcio da Fonseca Sobrinho, Estado e Populacão. Uma história de
Planejamento familiar no Brasil , Río de Janeiro, Ed. Rosa dos Tempos et
FNUAP, 1993. Sobre la actitud de los EUA y del gobierno militar brasileño,
ver pp. 91-100. Nos remitiremos también a Carlos Penna Botto, "Explosão
demográfica " en la Revista marítima brasileira (Río de Janeiro), vol. 113,
enero-marzo 1993, pp. 103-113.
2. Hannah Arendt ha dedicado varias páginas notables a las relaciones entre
trabajo y procreación en Condition de l'homme moderne [1958], Paris, Éd.
Calmann-Lévy, reimpresión 1988, p. 43.
Con su moral, ¿la Iglesia no tiene una pesada
responsabilidad en el crecimiento demográfico
mundial?
a) Antes que nada habría que hacer notar que países como India o China, donde
los problemas demográficos son -se nos dice- serios y complejos, no se ahogan
bajo la influencia de la Iglesia y de la moral cristiana 1. Indira Gandhi sufrió una
derrota electoral estrepitosa en 1977 porque con su hijo Sanjay había querido
imponer a los indios medidas anti-vida, en particular la esterilización coercitiva.
Los indios se dieron cuenta de que estas medidas eran intolerables por ser
inhumanas; no tuvieron necesidad de la Iglesia para hacer este descubrimiento.
b) Por otro lado, la Iglesia no niega en absoluto la existencia de cuestiones
demográficas mundiales; dice incluso que deben ser examinadas muy
seriamente. Pero lo que afirma sobre todo la Iglesia es que los problemas
planteados tanto por el crecimiento como por el colapso demográficos son de
naturaleza primero que nada moral . Para ser más exactos, su solución se hace
difícil por razón de las estructuras de pecado , que provocan innumerables
distorsiones en el proceso de desarrollo. Es esta afirmación lo que molesta y lo
que muchos rechazan.
Para la Iglesia, el subdesarrollo y la pobreza tienen su origen en el egoísmo, el
materialismo, las injusticias, la incompetencia, la pereza, la corrupción, los
desequilibrios en la repartición de la riqueza, la mala organización, etc. Pero la
Iglesia agrega de inmediato que estos problemas tienen soluciones y que estas
soluciones se llaman: derechos del hombre, respeto, justicia, paz, solidaridad,
amor.
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1. El caso de China fue estudiado por uno de los mejores especialistas
mundiales de la demografía de ese país, John S. Aird, Foreign Assistance to
Coercive Family Planning in China. Response to Recent Population Policy in
China [by Terence Hull], (Canberra), 1992.
¿Por qué muchos rechazan el mensaje de la
Iglesia sobre la miseria del Tercer Mundo?
Ante los pobres, los ricos tienen mala conciencia y, según un proceso clásico,
andan en busca de un chivo expiatorio para explicar los disfuncionamientos de
la sociedad actual.
Consideran entonces que los pobres son responsables de su pobreza. Al mismo
tiempo, estos ricos se cierran a todo discurso que los conduzca a ver que una de
las principales causas de la miseria se encuentra en la dureza de su corazón. El
drama es que se niegan a cambiar de vida, a convertirse.
¿La moral conyugal de la Iglesia no es natalista?
La moral conyugal de la Iglesia está fundamentalmente abierta a la acogida de
la vida, pero esto no significa que la Iglesia sea natalista a todo precio. En su
enseñanza constante, la Iglesia recomienda la paternidad responsable . La
Iglesia no pide a los cristianos tener el mayor número de hijos posible, sino que
les pide tener los hijos que puedan razonable y generosamente acoger y educar,
en las circunstancias mismas en que la vida los ha puesto.
Según ciertos especialistas, la posición de la
Iglesia en materia de anticoncepción y de
demografía va a engendrar consecuencias
dramáticas y en particular hambrunas.
Opinión misma de la FAO y del FNUAP, de quienes conocemos la acción para el
control demográfico. Hay actualmente más comida de la necesaria para
alimentar al planeta. El problema esencial no es ni de orden demográfico ni de
orden agronómico; es de naturaleza moral, política y de organización.
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Eso no impide a algunos demógrafos o agrónomos alarmistas postular el permiso
de procrear , como el que ya existe en China. Cuando se hace notar que esta
idea ya era propuesta por Hitler en Mein Kampf , la gente se pone furiosa; sin
embargo, es verdad, y todos harían bien en sacar las conclusiones.
¿Por qué se instauraría un ''permiso de procrear"
en los países ricos en donde la desnatalidad
toma proporciones inquietantes?
La respuesta a esta pregunta es dada con toda la claridad querida por algunos
partidarios de la planificación demográfica. ¿Qué dicen en sustancia? Primero
hay que hacer admitir el aborto y el permiso de vivir en los países ricos; después
se tomará el ejemplo de estos países para hacer admitir estas prácticas y
generalizarlas en el Tercer Mundo. Además, ¿por qué un país que no duda en
matar a sus propios niños dudaría en matar a los de los otros?
Que a largo plazo estas prácticas sean suicidas para los propios países ricos,
esto no parece preocuparles. Destinadas al Tercer Mundo , estas campañas
suicidas acaban por volverse contra los países ricos que las pusieron en
práctica. Este efecto de boomerang repercute en el mismo Tercer Mundo , en
donde son las minorías las mejor formadas, y por lo tanto las más valiosas para
estimular el desarrollo, quienes tienen acceso a la panoplia antinatalista.
¿En dónde se encuentra el origen de la
enseñanza de la Iglesia sobre la población?
¿Acaso no está en una moral conyugal natalista?
Lo que dice la Iglesia sobre las cuestiones demográficas se encuentra sobre todo
en su enseñanza social que, sobre este punto, recibe de la moral conyugal una
luz particular. 1 Además, esta moral conyugal esta orientada hacia la paternidad
responsable.
Sin embargo, muchos no perciben que la moral social cristiana es tan exigente
como la moral conyugal de la Iglesia. Ahora bien, lo que dice para empezar la
Iglesia en su enseñanza social es que no es el hombre quien está hecho para el
mercado; es el mercado el que está hecho para el hombre. La vida del hombre
no puede estar organizada principalmente, incluso exclusivamente, en función
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de los imperativos del mercado tal como es concebido en la ideología liberal.
La Iglesia agrega que los problemas de desarrollo y de población resultan del
egoísmo general de aquéllos que se niegan a cuestionar su estilo de vida, a
convertirse, y de este modo llegan a cuestionar el derecho de los más
desprotegidos a la vida.
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1. La enseñanza dada por Juan Pablo II sobre la vida durante los diez
primeros años de su pontificado ha sido objeto de una recopilación de más
de ochocientas páginas. Ver Giovanni Paolo II, Dieci anni per la vita , editado
por Giovanni Caprile y presentado por Carlo Casini, Soc. Coop. "Centro
Documentazione e Solidarietà", r.l., s.l.n.d. (Roma, 1988). Ver también Le
droit à la vie , Solesmes, Ed. de Solesmes (Coll. L'enseignement des Papes),
1981. La referencia principal, y de importancia histórica, es aquí,
evidentemente, la encíclica Evangelium Vitae (1995).
¿Acaso la Iglesia no descuida por completo los
problemas demográficos cuando enuncia sus
bellos principios relacionados con el desarrollo?
La Iglesia dice que es inadmisible que, en el estudio del desarrollo, se pone de
manifiesto la importancia del factor demográfico y que se quiera actuar primero
sobre éste sin querer cambiar los otros profundamente. Es inadmisible que
estemos menos dispuestos a tocar otros parámetros. ¿Qué parámetros, por
ejemplo? Los gastos excesivos para armamentos y burocracias pletóricas;
insuficientes para el fomento de los recursos del territorio, la agricultura, la
salud; ridículos para la educación. Dejamos a un lado cualquier otra
consideración; la guerra del Golfo, por ejemplo, costó mil millones de dólares por
día.
En materia de demografía, los moralistas
católicos ¿no son de mala fe? En efecto, dicen
que el desarrollo trae consigo la caída de la
natalidad, pero ocultan que esta caída de la
natalidad es obtenida, en los países
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desarrollados, por métodos que la Iglesia
condena.
a) Es cierto que es en gran parte a causa de estos métodos condenados por la
Iglesia por lo que la demografía retrocede en los países ricos. La mejor prueba de
que estas técnicas son malas, y que la Iglesia tiene el derecho y el deber de
condenarlas es justamente que los países en donde se emplean más han caído
por debajo de las tasas de fecundidad necesarias para el remplazo de las
generaciones. En los países ricos, esta tasa es de 2.1 niños por mujer en edad
de procrear. Vemos bien que estos métodos son malos por los resultados a los
que conducen. Si se siguen aplicando como se les aplica, las naciones en donde
se utilizan desaparecerán a larga escala. De 1960 a 1990, el número de niños
por mujer en edad de procrear pasó de 2.37 a 1.45 en Alemania; de 2.41 a 1.26
en Italia; de 2.57 a 1.60 en Bélgica. En Francia pasó de 2.56 a 1.62 a pesar de la
importancia de la inmigración, que a su vez plantea diferentes problemas.
¿Exageramos cuando, en ese caso, hablamos de suicidio de un pueblo?
¡Que no se espere, pues, que la Iglesia apruebe estos métodos! Vale más tomar
nota de los estragos que causan en los países donde han sido ampliamente
utilizados; en conclusión, no son buenos.
b) Por el contrario, es completamente justo decir que en un país donde no hay
por completo ninguna protección eficaz de los pobres, la pobreza exacerbada
aumenta extraordinariamente el deseo de tener muchos niños, porque es el
único medio de sobrevivir . Todos los que trabajan sobre el terreno saben que los
pobres dicen a menudo: "Habrá por lo menos uno u otro de mis hijos que me
alimentará y me cuidará cuando yo sea viejo".
¿Cómo no darle la razón a la Iglesia? Ella dice que en las sociedades que no
protegen a las capas pobres de la población es la pobreza misma la que empuja
a la gente a esta conducta de sobrevivencia enclavijada al afecto de un hijo. La
razón profunda y por otro lado única que inspira esta conducta, y que está
perfectamente identificada por... Marx, es que el hijo es la única riqueza del
pobre. Tener numerosos hijos es el único recurso de que disponen los pobres
para subsistir en el futuro.
Cuando no hay seguridad social, ¿quién va a alimentar a las personas entradas
en años, si no lo hacen sus hijos? Y como estos hijos son ellos mismos víctimas
de una tasa de mortalidad muy elevada porque están mal atendidos y no comen
lo suficiente, hay que hacer muchos para sobrevivir. Entonces, es perfectamente
lógico decir que cuando se lucha eficazmente contra la pobreza, esta búsqueda
de seguridad - que viene de la prole - pierde su razón de ser. Tal situación
nueva disminuye entonces el deseo y la necesidad de tener una descendencia
numerosa.
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c) Los moralistas católicos no tienen por lo tanto ninguna razón en ocultar una
situación semejante. Deben, al contrario, denunciarla y contribuir a darle un
remedio. A quienes le piden aprobar sus métodos modernos , la Iglesia
recomienda: " Constaten ustedes mismos a dónde lleva lo que hacen. Se les ha
dicho que estos métodos son malos; vean: la naturaleza misma les muestra que
ustedes se hacen daño y que hacen daño a los demás".
d) Sin embargo, la Iglesia nunca ha pretendido sostener que sea fácil obtener
una regulación de los nacimientos, en una población dada, mediante métodos
honestos. A pesar de todo subraya un hecho regularmente ocultado, a saber,
que cuando se emplean métodos deshonestos e inhumanos, se va a la catástrofe
Ya sea que no funcione, o bien que se mate a alguien.
Se acabaría, pues, por preguntarse si el reproche de hipocresía no debe ser
enviado en otra dirección.
¿No es ilusorio imaginar que los métodos
naturales puedan ser ampliamente difundidos y
utilizados?
Para la Iglesia, el aprendizaje de los métodos naturales de control de la
natalidad debe formar parte de la educación de base a la que todo hombre y
toda mujer tienen derecho. Es mediante la generalización de estos métodos
como se puede esperar llegar a una natalidad equilibrada, con el respeto de la
especificidad de la sexualidad humana, de las personas y de las parejas
Los medios fácilmente divulgados hoy por la sociedad de consumo tienen como
característica el desencadenar trastornos demográficos catastróficos y el ser
agresivos para los cónyuges que los utilizan. Además, tal y como lo confirman
las prácticas actuales, estos medios fáciles exponen la reproducción humana a
una planificación imperativa que priva a las parejas de toda libertad
responsable.
Consterna ver que China, contra-ejemplo mayor de los países en desarrollo y
bastión de un totalitarismo revolucionado, sea citada con elogio por algunos
anti-conceptores occidentales por la eficacia bárbara de sus campañas
anti-vida.
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.
¿Acaso no es ingenuidad -por no llamarla
provocación- por parte de los cristianos el
pregonar el recurso a los métodos naturales?
La situación mundial, en donde la violencia obra bajo las formas más diversas,
urge a los cristianos a estudiar, afinar y dar a conocer los métodos naturales de
dominio de la fecundidad. Dichos métodos tienen la inmensa ventaja de ser
menos "agresivos" y menos forzados para la mujer; en consecuencia, estos
métodos respetan más la armonía de la pareja además de que la predisponen a
ejercer su libertad responsable en la sociedad política y en la vida económica.
Estos métodos naturales, muy a menudo desconocidos y difamados, han
probado además su capacidad de hacer bajar eficazmente el crecimiento de la
población, en los lugares en donde este problema existe. La Madre Teresa
recibió de Rajiv Gandhi una de las más altas distinciones de la India porque en
Calcuta había triunfado, ahí en donde los técnicos de la "anticoncepción
moderna" habían fracasado.
¿Las discusiones relacionadas con los métodos
naturales nos remiten, pues, a una reflexión de
fondo sobre el desarrollo humano?
Si el ideal del desarrollo humano es concebido como la carrera al consumismo y
a la facilidad, los métodos llamados modernos de anticoncepción van por
supuesto en ese sentido.
a) No obstante, tal y como lo hemos expuesto, estos métodos han tenido y tienen
como resultado una caída catastrófica de la natalidad y un envejecimiento de la
población. Los efectos que resultan de ello ya se hacen sentir en los países
llamados desarrollados, y empiezan a ser perceptibles en ciertos países del
Tercer Mundo. Este hundimiento demográfico y este envejecimiento crearán
necesariamente graves dificultades, particularmente de orden social y
económico, para las próximas generaciones. Exacerbarán además las tensiones
ocasionadas por la emigración.
b) Por el contrario, si el ideal del desarrollo es más bien considerado como la
educación de personas para la responsabilidad , la fraternidad y la generosidad,
entonces el dominio de la fecundidad puede lograrse perfectamente fuera de los
métodos que la Iglesia reprueba.
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c) Los hombres tienen, pues, la opción entre métodos de responsabilidad y
medios que violentan. La discusión relativa a los métodos admitidos o
rechazados por la Iglesia nos conduce por tanto a replantear el problema de la
calidad del desarrollo humano y nos lleva, por consiguiente , a replantear el
problema de la calidad de las relaciones en el seno de la pareja.
¿Cuál es entonces el corazón de la enseñanza
social de la Iglesia sobre la demografía?
Toda la enseñanza social de Juan Pablo II es un llamado a la solidaridad de
todos los hombres, tanto en el tiempo como en el espacio. Hay suficientes
alimentos, suficientes recursos, suficiente saber, para sacar a los pobres de su
miseria; pero es necesario que haya voluntad eficaz de compartir y elevar el
nivel de vida de los pobres para que en consecuencia ellos mismos hagan
disminuir su fecundidad
Además, a los ojos de la Iglesia, el descenso de la natalidad sólo puede hacerse
mediante una actitud responsable, cosa que excluye la mentira, la coerción o 1a
violencia. Para ella, las cuestiones demográficas no pueden ser resueltas sino
con el respeto de la dignidad de cada ser humano; todo lo que se parece a una
policía demográfica debe ser rechazado con desprecio.
¿Por qué los ideólogos de la seguridad
demográfica le dan una gran atención a los
problemas ecológicos?
En sus diferentes formulaciones, la ideología de la seguridad demográfica
retoma, modernizándola, la doctrina bien conocida del espacio vital . Es, entre
otras, en nombre del derecho de la raza aria al espacio vital que le era pretendidamente - indispensable, como el Estado nazi se lanzó a guerras con
fines expansionistas.
a) Cuando los ideólogos de la anticoncepción y de la contragestión conforman
sus discursos de puesta en guardia relacionados con el deterioro del medio
ambiente y el agotamiento de los recursos naturales , hay motivo para redoblar la
vigilancia. Paralelo al discurso de la demografía, el discurso sobre el ecosistema
es regularmente llamado al rescate del discurso antinatalista. Amenaza con
disimular los mismos móviles y con ser llamado a "legitimar" los mismos
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programas de reducción de la población pobre.
Como en tiempos de Malthus, se pone en sordina la capacidad que tiene el
hombre de aportar "algo más" a la naturaleza, y se asegura que la "riqueza
humana" debe ser estrictamente contenida en los límites que algunos
tecnócratas se encargan de definir.
b) Los poderosos del mundo entero ponen aquí en obra, a su provecho, la
doctrina del espacio vital, que sus precursores invocaban en favor de la raza.
Sin embargo, esta invocación del derecho del espacio vital va aquí más lejos de
como iba a principios de siglo. En efecto, los ricos y los fuertes esperan no sólo
preservar su bienestar actual sino que hacen valer de alguna manera un
derecho preferente sobre todos los recursos naturales, así como sobre los medios
que permitan su tratamiento. Sabiendo que los pobres no tendrán la capacidad
de aumentar su valor; los ricos se reservan por adelantado su uso. De alguna
manera se apoderan del porvenir.
Esta concepción del espacio vital permite en particular a los Estados Unidos
reinterpretar la idea que se hacen de su frontera .1 Se entiende aquí como una
zona de movimiento constante alcanzada por exploradores que esperan
reemplazar a los "indígenas" - a veces matándolos - con el fin de apropiarse del
beneficio de los recursos naturales que, según ellos, "los indígenas son
incapaces de explotar convenientemente". Esta frontera debía ser desplazada
hacia el sur (como a principios de la Guerra de Secesión) y hacia el oeste;
también se desplazó hacia el suroeste por la anexión de territorios
pertenecientes a México. Pero esta frontera no deja de desplazarse hasta
nuestros días, en particular hacia el subcontinente latinoamericano,
considerado - desde Monroe - como el "jardín" de los Estados Unidos. Un jardín
que no deja de extenderse, bajo control reforzado.
d) Los países ricos extienden su "derecho preferente", al saber y al savoir-faire .
Conservan celosamente para ellos los sectores de vanguardia. Valiéndose, por
ejemplo, del GATT, seleccionan cuidadosamente los conocimientos que están
dispuestos a compartir. Los Estados Unidos se retiraron de la UNESCO cuando
se dieron cuenta de que los países del Tercer Mundo reclamaban un "nuevo
orden mundial" de la información. Con ellos, los otros países ricos saben que
una población numerosa, si está bien formada , es fuente de desarrollo porque es
propicia a los intercambios. ¿Pero cómo olvidar que todos los totalitarismos se
ocupan de empobrecer estos intercambios, palizando con esto a los pueblos en
el subdesarrollo?
e) De este modo aparece la conexión estrecha que existe entre las campañas de
control de la vida humana y la mentalidad conservadora . Los poderosos de este
mundo consideran que su seguridad es el fundamento de sus derechos. No sólo
de su derecho a controlar al conjunto de la población mundial, sino a controlar
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al conjunto de los recursos, incluyendo los intelectuales. Ahora bien, esta
obsesión de la seguridad engendra, en los individuos como en las sociedades,
una avaricia de un nuevo tipo y una inhibición de la creatividad. Esta avaricia
consiste en invocar la mundialización de la sociedad humana y del mercado,
para sustraer a los pobres la disposición de sus recursos naturales. Los ricos y
los fuertes quieren perpetuar el presente; no hacen más que previsiones .
Inclusive hacen malas previsiones, porque a fuerza de afirmar que un niño
"cuesta", no toman en cuenta que normalmente llegará un día en que " traerá "
provecho. Al igual que todos los avaros, los ricos imaginan el porvenir como la
prospectiva ,
consolidación de su bienestar actual. Se niegan a hacer la menor
ya que ésta los llevaría a cuestionar generosamente las prácticas actuales en
nombre de un mundo más justo, más solidario que quisiéramos ver surgir
mañana.
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1. Cfr. Peter Bauer, The Development Frontier , Harvard University Press, 1991.
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