Pobreza e hipocresía Araceli Damián* “El país ha sido incapaz de ofrecer oportunidades para todos, como se manifiesta en el estado inaceptable de pobreza extrema en que viven muchos mexicanos y en su éxodo masivo al exterior.” No, esto no lo digo yo, ni tampoco ningún crítico de la situación socioeconómica que prevalecen en el país. Tampoco lo dice ningún político perredista o priísta necesitado de legitimidad. No. La frase fue expresada, de acuerdo al reporte de Julio Hernández López (La Jornada, 22/Febrero/2007), por Alberto Bailleres, uno de los empresario más poderosos del país, presidente de la junta de gobierno durante 35 años del Instituto Tecnológico Autónomo de México, al recibir un el premio al “Buen Ciudadano Corporativo” que otorga el Woodrow Wilson Center. De acuerdo con el testimonio reportado asistieron a la entrega ¡siete! Secretarios de estado, JC Muriño, Guillermo Ortiz, la gobernadora de Zacatecas y los de Quintana Roo, Nuevo León y Sonora. Estuvo también presente Emilio Azcárraga Jean, Lorenzo Servitje y otros tantos más empresarios y representantes de corporaciones de “destacado” desempeño como Citigroup). Esta nota periodística aparece el mismo día en que se realiza la presentación formal de la revista El Chamuco (nú. 116/14/Febrero/2007), cuyo director, Federico Arreola ofrece en su artículo interesantes datos sobre los excesos en los que incurren los ricos y súper ricos de nuestro país, por ejemplo, viajes frecuentes alrededor del mundo en aviones privados, consumo en las boutiques más caras del mundo, etc. (no olvidemos la cantidad de propiedades privadas en el extranjero que poseen personajes de la política nacional, como Elba Esther y Arturo Montiel.) Las fortunas de los ricos y súper ricos que fueron amasadas bajo la protección y beneplácito de gobiernos priístas y panistas, tienen en contrapartida la inmensa pobreza que ellos mismos denuncian. Eduardo Bustelo, renombrado sociólogo argentino, en una conferencia dictada en México llamaba nuestra atención sobre el efecto del discurso en torno a la pobreza de organismos internacionales y gobiernos locales. De manera reactiva, los analistas nos la pasamos preocupados tratando de definirla y analizarla, logrando así distraer nuestra atención del obsceno enriquecimiento de las clases más altas, del cual ni siquiera mencionan. Quienes analizamos la pobreza tenemos dificultades para estudiar la riqueza ya que las encuestas que utilizamos para ello no captan a los más ricos del país. Por ejemplo, según los datos hechos públicos en el artículo Arreola (basados en el estudio Wealth Management in Mexico, 2005, de la empresa Londinense Datomonitor, consultora que brinda servicios de “inteligencia de negocios”) en 2006 habría 3 mil 200 mexicanos con casi 3 millones 900 mil dólares en activos líquidos (efectivo, depósitos bancarios, acciones, fondos de inversión, etc.) *El Colegio de México, [email protected]