Pactos - Comunidad Judía del Principado de Asturias

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Pactos
La existencia del pueblo judío data de miles de años y se proyecta
al presente como una civilización y cultura viva y vigente, siempre
con continuidad futura. Tres son los pactos fundamentales del
judaísmo.
El primer pacto, es la promesa de la tierra de Israel como hogar de
los judíos. Su referencia está en Génesis XVIII y es el pacto que
está grabado en nuestra carne. Brith Bein Habetarim (el pacto entre
las partes), es el fundamento histórico del derecho del pueblo judío
a la Tierra de Israel, la tierra prometida al patriarca Abraham. Dice
en Génesis XV-8 «... a tu descendencia daré esta tierra y la tendrán
como heredad...» y en Génesis XV-18 «... en aquel día hizo el
Señor un pacto con Abraham diciendo: a tu simiente he dado esta
tierra, desde el río de Egipto, hasta el río grande, el río Éufrates...».
El segundo pacto es el del Brith Milá, la circuncisión del miembro
viril, pacto de pertenencia, que inicia el ciclo de vida judío,
mediante una ceremonia que tiene lugar cuando el judío varón
cumple los ocho días de su nacimiento. Es uno de los preceptos más
antiguos. Se remonta a los tiempos bíblicos, aún antes de recibir el
pueblo judío la Torá. Consiste en cortar el prepucio del miembro
viril, como está escrito en el primer libro de la Torá: Génesis
capítulo XVII, versículos 9 al 14) «... y dijo Dios a Abraham: Y tú
cuidaras mi pacto. Tú y las generaciones venideras. Éste es el pacto
que cuidarán (cumplirán). Será circuncidado todo varón y será la
señal de mi pacto entre vosotros y vuestro Dios. A los ocho días
será circuncidado todo varón, y estará mi pacto en vuestra carne
como pacto eterno...»
El tercer pacto sobre el que se basa la existencia judía es el Brith
Torá, el pacto por el cual el Pueblo de Israel se compromete a
cumplir lo escrito la Torá, ley básica y suprema del pueblo judío.
Los Diez Mandamientos grabados sobre dos tablas de piedra que
Dios le entrega a Moisés para que el pueblo, los hijos de Israel, los
cumplan y sean el fundamento espiritual de su existencia. En Éxodo
XXXIV ( Shmot) se relata la preparación del pueblo al pie del Monte
Sinaí, en pleno desierto, para recibir la ley y hacer este pacto con
Dios, único en la historia de la humanidad, en el que todo un pueblo
se compromete y jura realizarlo y cumplirlo. En Éxodo XXXIV-27, se
lee «... y dijo el Señor a Moisés: escríbete estas palabras, porque
según el tenor de estas palabras he hecho pacto contigo y con
Israel».
Estos pactos fundamentales del judaísmo serán ratificados por los
reyes y los profetas, guardados y cumplidos hasta el día de hoy y
por siempre. Resumen la fidelidad del pueblo judío a la Torá, la
tradición y sus leyes; la identidad y el sentimiento de pertenencia,
solidaridad y asistencia latente en la comunidad; la responsabilidad
recíproca que un judío tiene hacia otro en cualquier lugar del mundo
y en cualquier situación en la que se encuentren; la importancia de
la Tierra de Israel y su condición de patria espiritual de todos los
judíos, así como de lugar donde se forjaron los principios básicos,
históricos o políticos de la vida del pueblo judío. La creación del
Estado de Israel marca el comienzo de la redención del pueblo judío
después casi dos mil años de diáspora y persecuciones, como el
lugar físico renovado del pueblo judío, recuperado como su legítima
tierra y estado soberano, donde viven al presente más de cuatro
millones de judíos.
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