El sí de las niñas de Leandro Fernández de Moratín

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El sí de las niñas
Leandro Fernández de Moratín (1760-1828) fue hijo de
Nicolás Fdez. de Moratín. Formación autodidacta gracias a la
amplia biblioteca de su padre. También estudió con los jesuitas
y acudió a la Universidad de Valladolid. Tras una fortísima
varicela, su carácter se volvió taciturno y reservado. Confesará
que no tuvo una infancia real.
● Realizó diversos e importantes viajes por Europa: Francia –el
centro de la Ilustración, donde conoció la obra de Molière y
adonde llegó en calidad de exiliado hasta su muerte; Inglaterra
–de su estancia allí, traducción de Hamlet de Shakespeare–;
Alemania; Suiza; Italia;...
● Escribió poesía y prosa, pero destacó en teatro:
○ En verso: El viejo y la niña (1790), El barón (1803), La
mojigata (1804).
○ En prosa: La comedia nueva o el café (1792), El sí de las
niñas (1806).
Análisis externo
● GÉNERO: comedia, según nuestro autor, “una imitación en
diálogo (escrito en prosa o en verso) de un suceso ocurrido en
un lugar y en pocas horas entre personas particulares por
medio del cual y de la oportuna expresión de afectos y
caracteres, resultan puestos en ridículo los vicios y errores
comunes en la sociedad, y recomendadas por consiguiente la
verdad y la virtud”. De sus palabras se deduce:
○ Aplicación de la regla de las tres unidades de Aristóteles.
○ Finalidad didáctica y moralizante, tan acorde con el
espíritu neoclásico.
○ Temática realista y para un público burgués: comedia
neoclásica o de buenas costumbres, también llamada
comedia moratiniana. Se incluye dentro del teatro
neoclásico: sainete, comedia sentimental, tragedia; frente al
teatro posbarroco.
○ Lenguaje natural, no artificioso. De ahí el uso de la prosa,
aunque sin olvidar el verso.
● ÉPOCA: s. XVIII, Neoclasicismo, también llamado Siglo de las
Luces o de la razón. Estuvo marcado culturalmente por la
Ilustración, basada en el racionalismo y en el desarrollo pleno
del ser humano dentro de la sociedad en la que vive a través de
sus esferas científicas, literarias,…
Sin embargo, por la fecha de representación, 1806 –no se sabe
con exactitud cuándo la escribió- pertenece al recién estrenado
s. XIX, marcado en su primera mitad por el Romanticismo. Por
ello, pese a que se considera la obra más destacada del teatro
neoclásico, hay visos de esta última corriente, al triunfar los
sentimientos sobre la razón. Azorín la definió como “nuestra
primera obra romántica”.
○
●
Análisis interno
● TÍTULO: queda explicado al final (Acto III, escena XIII) en
boca de D. Diego.
● ARGUMENTO: D. Diego quiere casarse con la hija de Dª
Irene, Dª Francisca. Ésta, en verdad, está enamorada del
pretendiente de su sobrino, D.Carlos/D. Félix. La muchacha no
se atreverá a manifestarlo para no ir en contra de los deseos de
su madre. Sin embargo, D. Diego se percatará de la obligación a
la que le están sometiendo y al final, enterado del asunto y
reconciliado con su sobrino, bendecirá la unión de ambos
jóvenes.
Se suele decir que está basado en hechos reales, ya que Moratín
sufrió una decepción con una tal Francisca Muñoz. Sin
embargo, cuando terminó de escribir su obra, no se había roto
su relación.
● TEMAS:
○ Crítica a los matrimonios impuestos a las mujeres,
donde, además, la diferencia de edad entre los esposos
era notable. Aparece en otras obras de Moratín como El
viejo y la niña.
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HONOR: resquicio del teatro barroco: “truecan el honor
por el matrimonio” (acto I, esc. I) , “él también será
hombre de honor” (acto II, esc. VII)
○ DINERO: el matrimonio planeado por Dª Irene es muy
atrayente desde este punto de vista: “¡El dinero! Maldito él
sea, que tanto desórdenes origina” (acto II, esc. IX)
○ HOMBRE DE BIEN: término muy relacionado con la
Ilustración, se refiere al individuo que es capaz de actuar
con raciocinio, moderadamente y en pro de los valores que
esta corriente inspira: “Portarse como hombre de bien”
(acto II, esc. XII), “Seré mujer de bien” (acto III, esc. VIII).
Aparece también en otra gran obra de este período: Cartas
marruecas de Cadalso.
○ EDUCACIÓN: los parlamentos de D. Diego son
especialmente reveladores de la postura del autor (acto
III,esc. VIII y XIII).
PERSONAJES: siguiendo un esquema clásico de la comedia de
enredos, aparecen cuatro personajes principales, pertenecientes
a la clase burguesa, y tres criados, también con su acción
paralela propia.
○ D. Diego: es un hombre mayor, 59 años, muy rico,
enamorado de una joven por las virtudes que ésta posee.
Sus juicios con respecto al matrimonio y a la educación de
las mujeres, así como la resolución final, le califican de
liberal (rompe con las tradiciones). Además, es paciente y
bondadoso. Se le considera trasunto de Moratín y
ejemplifica a un hombre de bien.
○ D. Carlos: sobrino de D. Diego, para Paquita es en un
principio D. Félix. Militar en la academia de Zaragoza, es
un joven impetuoso, marcado por sus sentimientos hacia Dª
Francisca, lo que hace que se perfile casi como un héroe
romántico. Como su amada, se mostrará obediente con su
tío.
○ Dª Irene: viuda, con tres matrimonios y 22 hijos de los que
sólo le vive Paquita, D. Diego pronto la caracteriza:
siempre la interrumpe (acto I, esc. I). Ella es quien ha
pactado el matrimonio y le roba constantemente la palabra,
así como la voluntad, a su hija. Sirve de contrapunto a la
ideología de D. Diego, representado a la clásica burguesía.
○ Dª Francisca: joven de 16 años, a quien D. Diego describe
con todos los atributos de la perfecta casada (acto I, esc. I),
además de tildarla de pobre. Piensa casarse por respeto a su
madre, aunque espere que su verdadero amor la rescate de
ese futuro.
○ Simón: criado de D. Diego, desde el acto I precipita el
desenlace y presenta el tema clave: la libertad de elección
en el matrimonio.
○ Calamocha: criado de D. Carlos, destaca por su lenguaje
desenfadado y pícaro. Le hace la corte a Rita.
○ Rita: criada de Paquita, le ayuda a su ama a mantener la
relación oculta.
ESPACIO: La escena es en una posada de Alcalá de Henares.
Unidad de lugar. Se mencionan varios sitios reales:
Guadalajara, Madrid,…
TIEMPO: La acción empieza a las siete de la tarde y acaba a
las cinco de la mañana siguiente. Unidad de tiempo. La noche
ayuda a crear la tensión dramática resuelta en el final.
Suponemos que se desarrolla en verano: hoy se ha dejado sentir
el calor en forma (acto I, esc. III).
OTROS ELEMENTOS: MÚSICA (cuando canta Rita unas
seguidillas y en el momento en el que se escucha una sonata
dedicada a Paquita). LENGUAJE: reproduce el que se usa en la
realidad (decoro poético: diferencia diastrática: culto
(burguesía) - vulgar (criados) y diferencia diafásica: usted –
tú). CARTAS: Se alude a ellas en varias ocasiones. Relación
con el gusto epistolar ilustrado.
El sí de las niñas es una de las cinco comedias escritas por Leandro Fernández de
Moratín (1760-1828). Publicada en 1806, es la obra más representativa del teatro
neoclásico español y del pensamiento ilustrado, a pesar de lo tardío de su publicación y de
su estreno. En efecto, durante la mayor parte del siglo XVIII los escenarios españoles están
ocupados por obras que siguen el gusto barroco imitado hasta la saciedad, por lo que es
muy difícil que triunfen los nuevos preceptos neoclásicos. De acuerdo con los
reformadores ilustrados, Moratín concibe el teatro como un instrumento para combatir las
ideas que transmitían las comedias populares al uso y para difundir las ideas reformistas.
El sí de las niñas es por tanto una comedia didáctica, que denuncia la costumbre de
los matrimonios impuestos y por conveniencia, en este caso el de doña Francisca, una
jovencita educada en un convento, con don Diego, un hombre mayor pero en buena
posición, casamiento promovido y anhelado por doña Irene, madre de la primera, viuda y
con escasos recursos económicos, que desea mejorar con este matrimonio. Respetando las
tres unidades clásicas de lugar, tiempo y acción (que en su momento Lope de Vega denostó
y que Luzán y los ilustrados volverían a recuperar), la obra se desarrolla en una especie de
vestíbulo al que dan las habitaciones de los huéspedes, en la primera planta de una posada
de carretera cerca de Alcalá de Henares, y toda la acción tiene lugar en una noche.
Asistimos al trasiego de los personajes a los que pronto se une don Carlos, joven sobrino
de don Diego, enamorado de doña Francisca a la que ha conocido tiempo atrás. Al enredo
ayudan los tres criados, Rita, Calamocha y Simón, que aportan a la comedia ingenio y
sentido del humor, hasta que finalmente todos se sinceran. Don Diego, personaje que
representa la sensatez, el sentido común y la filantropía, propias del pensamiento ilustrado,
renuncia a su pretensión y bendice el compromiso de los dos jóvenes. Para favorecer la
verosimilitud Moratín utiliza la prosa y pone en boca de sus personajes un lenguaje sencillo
y adecuado a la condición social de cada uno de ellos. La ausencia de tramoyas
espectaculares, tan del gusto “tardobarroco”, contribuye también a esta verosimilitud,
necesaria para que el mensaje llegue al público y se cumpla la finalidad didáctica perseguida.
En esta, como en otras de sus comedias, el autor consiguió, aunque con dificultades
y no por mucho tiempo, introducir en los escenarios españoles una crítica a costumbres
anticuadas y proponer ideas reformistas, inspiradas por el pensamiento ilustrado, tales
como el derecho de las mujeres a decidir sobre su futuro y a no ser forzadas a matrimonios
desiguales y poco sensatos, movidos por el interés y no por el amor. Quizá en el proceso
Moratín sacrifique el delectare en pos del docere de la sentencia latina, pero también es verdad
que a pesar de que la resolución del conflicto tenga poca fuerza (don Diego entra en razón
sin resistencia alguna, y aprovecha para lanzar un discurso que aúna todos los ideales
ilustrados, saliéndose incluso del personaje), la obra en general mantiene un gran interés a
pesar de ese respeto casi sagrado a las tres unidades, que podría haber lastrado la historia, y
que sin embargo resulta muy entretenida. Mérito de Moratín, que para eso es precisamente
el que mejor supo conjugar el ideal neoclásico con los gustos del público, adelantando
además (de manera muy prudente, eso sí) ciertos elementos de la etapa posterior, el
Romanticismo.
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