¿Revocatoria o elecciones anticipadas?

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CULTURA y POLÍTICA / Publicación del Instituto PRISMA y PLURAL editores / Nº 16 / 15 al 28 de mayo de 2008 / Bs 5
¿Revocatoria o elecciones anticipadas?
Un país entrampado
El referéndum revocatorio no
resolverá ninguno de los temas
estructurales pendientes –nueva
Constitución y régimen de
autonomías departamentales–
y, por el contrario, ahondará el
clima de polarización política,
con sus ingredientes étnicos y
regionales exacerbados.
Las aberraciones jurídicas de
la ley propuesta por el mas
y aprobada por podemos
revela la persistencia de la mala
política. En ausencia de diálogo y
acuerdos de fondo, la ciudadanía
democrática podría exasperarse
con estas maniobras políticas y
optar por que se vayan todos.
El país está entrampado.
Artista invitado: Mario Conde
Incomprendido
El gobierno descalificó a la Iglesia como mediadora
al saber que el cardenal Terrazas había votado en
el referéndum cruceño. Antes de juzgar si fue una
reacción correcta, debe examinarse el caso con más
calma. Al margen de que no fue “la mayor participación ciudadana de todos los tiempos”, como vaticinó hace poco más de un mes el presidente de la
Corte Electoral de Santa Cruz, la consulta del 4 de
mayo tiene una característica notable: los cambios
en el número de ciudadanos habilitados —935.959,
935.527, 936.163, 936.048, en diferentes momentos— y la inscripción doble de algunos (si las denuncias son ciertas). Lo que el gobierno debería
entender es que, estando inscrito en dos mesas, el
cardenal votó en una y en la otra se abstuvo, con
lo cual podría estar manteniendo una postura admirablemente equilibrada frente a la difícil disputa
política que vive el país. ¿O será otra cosa?
Contrapuntos:
Crónica:
Simón Pachano, Joan Prats p. 4,
Horst Grebe López p. 5
Comunicación poder y política p. 10
Debate:
V Cumbre: ¿Hacia dónde quieren ir la
Unión Europea y América Latina? p. 11
Heinz Dieterich pp. 6-7, Roger Tuero p. 7
José Mirtenbaum p. 8
Sobre palabras y drogas p. 12
Entrevistas:
Mayo del 68 y sus imprevisibles
consecuencias p. 13
Diálogo con Fernando
Rojas, Embajador del
Perú, acerca de la
V Cumbre alc-ue
p. 9
Tribu, nación, república pp. 14-15
Adiós a Mario Miranda Pacheco p. 16
El derrumbe de la “res-publica” p. 17
Plural / libros
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/3
editorial
15 al 28 de mayo de 2008
Un país entrampado
E
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Joan Prats
Fernando Mayorga U.
Editor responsable:
Ronald Grebe
Instituto PRISMA
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ISSN: 1996-4420
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l país ha entrado de manera franca en un proceso de descomposición de su sistema político, institucional y territorial. Ni la revuelta de octubre de 2003 ni la de junio de
2005 –que terminaron con los gobiernos constitucionales
de Sánchez de Lozada y de Mesa Gisbert, respectivamente– provocaron tal desquiciamiento en el ordenamiento republicano,
como la tumultuosa gestión de Evo Morales, confrontada ahora
por la revuelta autonómica de la llamada “media luna ampliada”.
La ingobernabilidad crónica es la última fase de la crisis de Estado que aqueja al país desde el año 2000.
En el último semestre, el impulso reformista del gobierno de
Morales quedó entrampado en sus
propias contradicciones. El fracaso de
la Asamblea Constituyente y, como
consecuencia de ello, la redacción y
aprobación de estatutos autonómicos
en cuatro departamentos; la renuncia
del Prefecto de Chuquisaca tras la
violenta jornada del 24 de noviembre
que permitió, en un cuartel, la aprobación de la propuesta constitucional
del mas; la promulgación mediante cerco al Parlamento de la Ley de
Convocatoria a referéndum dirimidor
y aprobatorio del proyecto de Constitución gubernamental, ley que fue
desconocida por una Corte Nacional
Electoral fracturada y cuestionada en
su legitimidad; el descabezamiento y
paralización del Tribunal Constitucional; el inicio del régimen autonómico
en Santa Cruz tras la victoria del “sí”
en el referéndum del 4 de mayo, que
el Gobierno no pudo evitar; y ahora la
promulgación de la Ley de Revocatoria de Mandato propuesta por el mas y aprobada por podemos;
son episodios de la crisis terminal del Estado que conocimos.
Ninguno de estos hechos se encuadra en la legalidad constitucional, que fue derrotada por la Revolución Democrático Cultural y hoy es desconocida también por sus contrincantes. Los
procesos constituyente y autonómico, que corrían paralelos y debían confluir en la Asamblea Constituyente, se salieron del cauce
legal e institucional y hoy marchan por sendas divergentes. Nada
está en su lugar ni volverá a estarlo. La idea de que la revocatoria
de mandato pueda recomponer este cuadro de situación y dirimir
la disputa por el poder, es cuando menos ingenua. Lo previsible
es que esa consulta, en caso de que llegue a realizarse, provoca-
rá una mayor confrontación política, étnica, regional y social.
¿Quién saldría ganando con esa disparatada consulta? Porque ni
siquiera en el improbable caso de que la oposición logre revocar
el mandato de Evo Morales y García Linera se lograría el pretendido “desempate” que no pudo lograr la victoria electoral del
mas en la escala nacional o la victoria del “sí” a la autonomía
en la escala regional. El país está profundamente dividido y la
tendencia es profundizar sus múltiples fracturas.
A estas alturas, parece haber quedado demostrado que el
proyecto de Evo Morales no pasa por la construcción de un nuevo orden estatal sino por la demolición del orden preexistente. Tampoco
las autonomías departamentales tendrán mejor suerte, al menos bajo este
gobierno. Los intentos por poner en
marcha un nuevo ordenamiento estatal desde las regiones autónomas, sin
contar con un respaldo constitucional, serán duramente resistidos por
el bloque social que detenta el poder
nacional y podrían perder la legitimidad que les ha otorgado o les otorgue
el voto ciudadano en las regiones. Por
lo pronto, el referéndum revocatorio
se ha interpuesto en la marcha autonómica y podría derrotarla electoralmente en algunos departamentos.
La necesaria reposición del Tribunal Constitucional tampoco ofrece
posibilidades ciertas de dirimir la crisis política. Suponiendo que se pudiera elegir a los magistrados con cierta
idoneidad e independencia, el nuevo
Tribunal tendría que anular los actos
(Acuarela - 15.5. x 21 cm) de la Asamblea Constituyente, los
referendos autonómicos, la Ley de
Convocatoria al referéndum dirimidor y aprobatorio de la nueva
Constitución y la Ley de Revocatoria de Mandato. Pero semejante
Tribunal podría también dejar sin efecto las principales disposiciones gubernamentales aprobadas por decreto a lo largo de los dos
últimos años, con lo cual la Revolución Democrático Cultural regresaría a fojas cero. ¿Se arriesgará el gobierno a ceder posiciones
a favor de una legalidad constitucional en la que no cree? No es
probable. Ni el diálogo, ni el referéndum revocatorio, ni siquiera
un adelanto de elecciones parecen ser suficientes para revertir la
descomposición del Estado. Sólo la disponibilidad casi ilimitada
de recursos económicos dan la apariencia de cierta normalidad,
pero la crisis política podría también liquidar esa ventaja pasajera.
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del Consejo Editorial
L
a política como simulacro. Después del domingo 4M,
¿alguien puede dudar de que las máscaras y los espejos son los artefactos preferidos de nuestros políticos?
La lectura que hicieron oficialistas y opositores de los
datos electorales daba como resultado la paradoja del
vencedor que concluye que el camino a seguir es la negociación con el derrotado. Así que nada de hacer leña del árbol caído sino maderita para construir puentes. Porque para
la dirigencia cruceña la contundente victoria del “Sí” fue el
preámbulo de una celebración que, a decir del prefecto Costas, debía traducirse en una revisión del estatuto “aprobado”.
Porque para el gobierno, según el Presidente de la República,
el abstencionismo, los nulos y los votos por el “No” evidenciaban la derrota de la oligarquía; en consecuencia, había que
iniciar el diálogo inmediato con los prefectos. Nada mal. Pero
sabemos que en ambos bandos están aquellos que apuestan al
diálogo y quienes predican la imposibilidad de salir de este
entuerto sin que el otro muerda el polvo de la derrota. Estos
últimos terminaron echando más leña al fuego con la insólita aprobación del referéndum revocatorio del mandato del
Presidente y de los prefectos, que puede convertir el evento
del 4m en el ensayo de un enfrentamiento generalizado que
nadie desea pero al cual parece apostar la dirigencia política,
más por desconcierto que por convicción. Que podemos
haya aprobado sin modificaciones el proyecto de ley del mas
es parte de esta mascarada en la que los personajes son intercambiables. Mañana, Rubén Costas podría eximirse de ir al
revocatorio alegando que ya no es Prefecto sino Gobernador,
por decisión del soberano departamental, una decisión que
invitaría a ser secundada por los demás prefectos autonómicos. Hay todavía mucha tela que cortar antes del 10 de agosto, tela para todos los disfraces imaginables.
4/
contrapuntos
Revocatoria de mandato,
democracia y autonomía
Política, no imagen
Simón Pachano*
La diplomacia directa emprendida por el presidente Correa ha
logrado mejorar la imagen internacional de su país, pero esta
estrategia le será insuficiente si no acompaña de un cambio radical
a su accionar político, no sólo a su imagen.
E
l presidente Correa ha decidido continuar en Europa con la política de
democracia directa que ya le dio buenos frutos en los días más duros del
enfrentamiento con Colombia. Buena parte del resultado relativamente favorable para Ecuador, especialmente en la reunión del Grupo de
Río, se puede atribuir a la visita que realizó a los presidentes de Perú, Brasil,
Venezuela, Panamá y Nicaragua. Sin embargo, ese esfuerzo y los que hizo posteriormente no han logrado mejorar la imagen internacional del país, afectada
seriamente por las denuncias que ha hecho el gobierno del presidente Uribe
a partir de la información obtenida en los computadores de Raúl Reyes. Una
sombra de duda se mantiene en medios internacionales sobre la posición del
gobierno ecuatoriano ante las farc.
Por lo menos tres causas pueden explicar esas dudas. En primer lugar, el
desequilibrio notorio entre la fuerte reacción frente a la incursión de las Fuerzas
Armadas colombianas y la ausencia de una condena clara y terminante de la utilización del territorio ecuatoriano por parte del grupo terrorista. Fue necesario
que transcurriera más de un mes desde los hechos del campamento de Angostura para que el presidente Correa y algunos voceros de su gobierno lo hicieran.
Mientras tanto, sus acciones estuvieron llenas de equívocos y en general mostraron un vacío muy grande en ese sentido. Incluso en estos días, cuando se hace
evidente el esfuerzo por cambiar esa imagen, se lanza una señal contradictoria al
permitir la salida del país de las tres sobrevivientes (dos colombianas y una mexicana), sin una intención visible de seguir el respectivo proceso judicial.
En segundo lugar, el propio presidente Correa se ha encargado de enviar
mensajes contradictorios acerca de las farc y de su concepción del papel que le
correspondería a Ecuador en la solución del conflicto colombiano. La evidencia
más clara en este sentido se encuentra en la enumeración de las condiciones que
se deberían cumplir para reconocer a las farc como grupo beligerante, realizada
por el Presidente a mediados de abril. Cuando parecía que se habían superado los
momentos más graves del enfrentamiento verbal y diplomático entre los dos países, cuando la oea comenzaba su acción encaminada a la reanudación de relaciones y sin que mediara justificación alguna, la explicación presidencial constituyó
un paso en falso. Pudo haber sido muy válida para un análisis académico, pero el
escenario del conflicto colombo-ecuatoriano es lo menos parecido a las aulas de
la universidad privada de élite en que impartía sus clases el profesor Correa.
En tercer lugar, la definición de una posición ecuatoriana se ha visto seriamente perjudicada por la presencia del presidente Chávez de Venezuela.
Desde el primer momento, cuando fue el primero en romper relaciones con
Colombia, asumió un papel central en un conflicto que solamente le afectaba
de manera indirecta. Sus declaraciones contribuyeron a agudizar el problema
y sin duda influyeron en el alineamiento del gobierno de Nicaragua y en la
crispación de los ánimos. Sin embargo, en la reunión de presidentes del Grupo
de Río tuvo un papel moderador, que llevaba a pensar en que se convertiría
en un factor de estabilización. No fueron necesarios sino pocos días para que
retornara a su posición original y elevara el tono de las acusaciones en contra del presidente Uribe. Ante todo esto, Rafael Correa no marcó la distancia
necesaria, lo que, junto a las indefiniciones señaladas antes, ayudó a construir
una percepción de identidad o por lo menos de similitud con la posición del
presidente Venezolano. Ésta se fortaleció con la firma de los acuerdos de la
cumbre alimentaria realizada en Managua y el anuncio de la posible entrada de
Ecuador en la alba, la iniciativa chavista de integración.
En esas condiciones, el viaje de Rafael Correa a Europa tiene un carácter
básicamente defensivo. Es un intento, justificado por cierto, de mejorar una imagen deteriorada, pero que no resuelve el problema de fondo. Éste se encuentra
en la definición de una posición clara del gobierno ecuatoriano frente a las farc
y, por tanto, en la superación de los tres factores mencionados antes. La diplomacia directa puede ayudar mucho en ese sentido, pero será insuficiente si no está
acompañada de un cambio radical en la política, no sólo en la imagen.
Fuente.- Infolatam
* Investigador ecuatoriano, master en sociología.
15 al 28 de mayo de 2008
Joan Prats*
El referéndum revocatorio, cualesquiera que sean sus intenciones y
resultados, deteriora la cultura democrática del país, y engrosa la
larga lista de disparates jurídicos que venimos presenciando.
L
a profundización de la democracia tiene una de sus expresiones más destacadas en la posibilidad de revocación de los mandatos de las autoridades elegidas. Los antecedentes están en las Constituciones suizas, de varios Estados
norteamericanos y canadienses y de algunos latinoamericanos. La Constitución del Movimiento al Socialismo (mas) expresa este mismo impulso democrático
regulando la revocatoria de mandato, pero en unos términos que, ¡oh sorpresa!, contradicen la Ley de Convocatoria de Referéndum iniciada por la bancada del mas en
Diputados y aprobada por la oposición en el Senado.
Los términos en que la Constitución de Oruro ha regulado la revocatoria de
mandato son inequívocamente democráticos. La iniciativa la tienen los electores,
que si alcanzan el quórum legalmente exigido pueden provocar la convocatoria de
un referéndum revocatorio, pasada la mitad del tiempo del mandato, obligando a la
autoridad a abandonar el cargo en el caso de que los votos favorables a la revocación
superen a los desfavorables. La Constitución de Oruro no ha seguido el criterio de la
Constitución venezolana de 1999 que, contradiciendo el principio democrático, exige, para la revocación de la autoridad cuestionada, que el número de votos favorables
a la revocación supere el que obtuvo esta autoridad en su elección.
Es fácil entender por qué la fórmula constitucional venezolana es contraria al
principio democrático. Éste consiste en el reconocimiento de la soberanía popular
expresada por mayorías. La soberanía popular no puede atarse a sus pronunciamientos anteriores sencillamente porque lo diga el legislador. Éste no puede imponerse
al soberano. Si aceptamos la fórmula venezolana, que es la adoptada por la Ley de
Convocatoria aprobada por nuestro Congreso, podría resultar, por ejemplo, que el
Presidente recibiera un rechazo mayoritario de un 53,73% de los votos emitidos, es
decir, de una amplia mayoría del soberano votante y que, no obstante, seguiría en
su cargo, aunque obviamente deslegitimado, en crisis, con el rechazo mayoritario,
contra la voluntad del soberano que no entendería que se supedite su voluntad actual
a la voluntad que manifestó el 17 de diciembre de 2005. En esta fecha al pueblo se
le preguntó si quería que Evo fuera Presidente y dijo sí. Ahora se le pregunta si cree
que está haciendo bien las cosas y debe seguir ejerciendo, que es cosa muy distinta,
y a la que dirá ‘sí’ o ‘no’. Con la Constitución del mas bastaría que la mayoría dijera
‘no’ para que el Presidente tuviera que marcharse.
O imagínense que el Prefecto de La Paz consigue que un 60% de los paceños
voten por su continuidad. Pues nada, tendría que irse porque el soberano pueblo
de La Paz ha quedado vinculado a su voto en las elecciones de Prefecto del 17 de
diciembre. Claro que con ese resultado nada obsta a que se presente a las elecciones
prefecturales que se realizarían a continuación, pues lo no prohibido está permitido,
y así sucede, aunque no siempre, en el derecho constitucional comparado.
Sorprendente resulta también que los senadores aparentemente más favorables
a la autonomía departamental hayan votado una ley profundamente antiautonómica.
En efecto, el Congreso es un órgano nacional que puede elaborar una ley reguladora del referéndum revocatorio para todos los niveles territoriales de gobierno y
administración del país. Pero la autoridad nacional del Congreso, en un Estado de
las Autonomías, políticamente descentralizado o federal, no puede decidir la convocatoria a un referéndum revocatorio de una autoridad departamental o municipal o
indígena. ¿Se imaginan al Congreso español convocando a referéndum revocatorio
del Presidente del País Vasco o del de Andalucía o del Alcalde de Madrid o Barcelona? ¿O al Congreso de los Estados Unidos convocando a “recall referéndum” al
Gobernador de California o al Alcalde de Nueva York? El Estado de las Autonomías
políticas tiene una lógica que sus defensores no pueden desconocer y mucho menos
negar con sus actuaciones.
Política debería ser también pedagogía. La Ley de Convocatoria del Referéndum revocatorio, cualesquiera que sean sus intenciones y resultados, deteriora la
cultura democrática del país, se alinea con la Constitución venezolana de 1999, contradice la Constitución del mas, vulnera los principios democrático y autonómico,
y engrosa la larga lista de disparates jurídicos que venimos presenciando. Cuando
la oea la conozca, seguro que tendrá serias dudas sobre su coherencia con la Carta
Democrática. Entonces, por favor, téngannos y téngase un poco más de respeto.
* Académico y consultor internacional.
contrapuntos
15 al 28 de mayo de 2008
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Entre diálogos, urnas y movilizaciones
Horst Grebe López*
No puede olvidarse que los referendos sólo admiten respuestas binarias de afirmación o negación. Y en muchas materias, las disyuntivas son más
complejas que eso. No es por tanto bueno que las materias que están sobre el tapete se examinen únicamente entre dos posiciones extremas.
L
os procesos de cambio institucional y
reconversión económica parecen haber topado con las impericias humanas
que han hecho fracasar a la Asamblea
Constituyente y han conducido a conflictos
innecesarios en materia agraria y de relacionamiento con las empresas transnacionales
instaladas en los sectores estratégicos de la
economía. Los tres aspectos más importantes de la transformación estructural del país
se encuentran virtualmente paralizados, y su
reanudación sólo es imaginable después de
que se resuelva la cada vez más profunda crisis
nacional.
Si nos atenemos a las decisiones más recientes, lo que se anticipa es una serie de consultas ciudadanas en forma de referendos autonómicos y revocatorios en 2008, elecciones
municipales a fines de 2009 y elecciones generales hacia mediados de 2010. Una trayectoria
de tales características no puede menos que
acompañarse con una intensificación de las
campañas mediáticas, más o menos en el estilo
que sufrimos desde hace dos años. Los bandos
en pugna seguirán empeñados en polarizar las
opciones, al tenor de la equivocada máxima
política de que “el que no está conmigo, está
contra mí”, cerrando por consiguiente el paso
a posiciones intermedias, de centro o de un
deliberado no alineamiento. Otro rasgo típico
de dichas campañas consistirá en apelar a los
sentimientos primarios de la población, antes
que a la argumentación de principios, valores
y razones. Esto se acompañará, por último, de
una notoria búsqueda de identificar personalmente a
los adversarios mediante las malas artes de la guerra
sucia mediática. Todo esto ya ha ocurrido, y nada indica
que vaya a cambiar en el futuro.
En cuanto al debate sustantivo de ideas, sería injusto negar que han ocurrido interesantes confrontaciones argumentadas en los espacios proporcionados
por centros académicos o de la cooperación internacional, aunque en la mayoría de los casos las opiniones
se han vertido a título personal. Lo que más preocupa
sin embargo es que los argumentos desplegados no han
trascendido al ciudadano que concurrirá a las urnas, y
que no dispone de otra información que la que obtiene
de las pantallas y las emisoras de radio.
Esta jibarización del debate público debe atribuirse en buena medida a la transformación de los partidos
políticos en meras maquinarias electorales al servicio
de algunos caudillos. Se suma a ello que los partidos
con representación parlamentaria no agotan ni mucho
menos el complejo abanico de intereses de la sociedad.
No es de extrañar entonces que en el Senado se adopten leyes y acuerdos que convienen únicamente a un
sector muy limitado de la sociedad civil.
Los movimientos sociales y las fuerzas corporativas que se han incorporado en el pasado reciente al
campo político, no tienen por objetivo ventilar opciones programáticas o escudriñar alternativas nacionales
de largo aliento. Su accionar está determinado exclusivamente por los intereses inmediatos de sus afiliados, lo
que los inhabilita a su vez para protagonizar los acuer-
están sobre el tapete se examinen únicamente
entre dos posiciones extremas, so pena de profundizar en mayor grado aún la polarización
que ya se ha instalado en la sociedad boliviana.
La complejidad de la situación se origina en el hecho de que los marcos jurídicos e
institucionales están ampliamente rebasados
por la naturaleza de la confrontación política
y las cuestiones que están en juego. Existen
en efecto al menos dos proceso paralelos de
indudable legitimidad, pero que han sido colocados en una situación de discutible legalidad. La dinámica de ampliación de las bases
políticas del Estado con la incorporación de
los sectores sociales campesinos e indígenas
es una necesidad imperiosa de la democratización política, social y cultural. Pero no se
puede negar que la construcción de un Estado
social de Derecho con autonomías también es
parte de la redistribución del poder, y tiene
antecedentes antiguos.
La ausencia de un centro político y social
es una característica que no será superada a
corto plazo, mientras no se instale un vigoroso
sector industrial y de servicios modernos con
aptitud para articular efectivamente los sectores primarios de la economía. Para decirlo en
términos antiguos, hace falta en el espectro
clasista del país una burguesía nacional capaz
de conjugar sus intereses con los del país y
promover estrategias y políticas adecuadas a
las condiciones internas e internacionales.
Los actores empresariales de carne y
Las Cuatro Estaciones II (acuarela, 2003)
hueso no están en condiciones de desempeñar
dos imprescindibles para detener la profundización de ese papel puesto que no todos son nacionales ni tamla crisis general resultante de la sistemática violación poco comparten intereses económicos comunes. La
de las normas democráticas y el desconocimiento de las minería, los hidrocarburos, la industria manufacturera
de exportación y la agropecuaria comercial no coinciinstituciones republicanas.
Por último, la utilización sistemática de encuestas den en los mismos mercados ni disponen de circuitos
de opinión de dudosa confiabilidad en una sociedad po- económicos convergentes.
Si bien es cierto que la economía nacional ha perlarizada al extremo, y el traslado de las deliberaciones
principalmente a los medios audiovisuales, contribuye dido su carácter monoproductor, también es preciso
por su lado al empobrecimiento de las discusiones so- reconocer que ya no funciona una dinámica de centrabre temas con consecuencias e implicaciones a media- lización del excedente, y nada hace suponer que a corto plazo se reconfigurará un nuevo centro económico
no y largo plazo.
Sin el soporte de un conjunto coherente de argu- articulador como el que proporcionó la economía del
mentos que respalden las alternativas que se someterán estaño en el pasado. Existe, en cambio, una economía
a la consulta ciudadana, lo único que puede esperarse multipolar con varias esferas inconexas de acumulación
es un voto de consigna mecánica. Y el asunto se vuelve y reproducción. Esto explica que el presidente Morales
aún más crítico a la hora de poner en escena los diálo- se empeñe casi exclusivamente en la centralización del
gos convocados por el presidente Morales. En efecto, excedente hidrocarburífero para fines políticos, mienla mediación de los mismos se torna imposible en la tras que el país necesita pensar su reorganización instimedida en que las posiciones se reducen a una pulseta tucional y económica a partir de una visión actualizada
política, carente de soportes ideológico-programáticos, de la realidad, y que no emerge por cierto automátireflexiones de contexto y evaluación de las consecuen- camente de ninguno de los intereses revelados de los
cias institucionales a largo plazo. En tal contexto, las actores empíricos de nuestra sociedad.
Sin la aparición de una nueva generación de lidepartes en discordia lo único que pretenden es instrurazgos políticos nacionales y regionales es difícil entonmentar a los mediadores a su favor.
Las consultas a la ciudadanía son ciertamente im- ces que se supere la crisis nacional, y es asimismo poco
portantes, pero no puede olvidarse que los referendos probable que en el camino al referéndum revocatorio
sólo admiten respuestas binarias de afirmación o ne- se abran paso las corrientes no alineadas con los radicagación. Y en muchas materias, las disyuntivas son más lismos políticos imperantes.
complejas que eso, y merecen desagregarse en todos sus
* Economista, presidente del Instituto prisma.
elementos. No es por tanto bueno que las materias que
6/
debate
15 al 28 de mayo de 2008
Peligro de destrucción del bolivarianismo latinoamericano
Derrota geoestratégica de Evo Morales en Santa Cruz
Heinz Dieterich*
Uno de los ideólogos de la izquierda latinoamericana, inspirador en su momento de la revolución boliviariana de Chávez, hace una crítica a
la conducción de Evo Morales y García Linera frente al desafío autonómico de Santa Cruz. Aunque Nueva Crónica no comparte sus puntos
de vista, considera importante dar a conocer a sus lectores este razonamiento muy influyente en el populismo revolucionario.
E
l autoengaño sobre la derrota
La afirmación de Evo de que
el “referendo” fue un “rotundo
fracaso” –repetida por las agencias de propaganda oficiales de los gobiernos afines y sus intelectuales liberales– es otro más de los autoengaños
que han caracterizado a la política del
Palacio Quemado frente al cáncer de la
subversión imperial-oligárquica en las
cuatro provincias separatistas, durante
los dos últimos años.
Combatiendo el cáncer con aspirinas
La esencia de esta política ha sido enfrentar ese cáncer con las aspirinas del
diálogo pacífico; de la redacción de papeles en la Asamblea Constituyente; de
la petición de socorro al Departamento
Colonial de Washington, la oea; de la
mediación de la reaccionaria Iglesia Católica; de la inoperante onu; y del, en
el contexto actual, insignificante Premio
Nobel de la Paz.
El resultado fue previsible. Mientras
el gobierno situaba su terapia en las elevadas esferas de la democracia burguesa,
del diálogo y del humanismo, el cáncer
crecía rápidamente en el darwiniano
mundo de la realpolitik boliviana –alimentado desde su cordón umbilical, la
embajada gringa, y fortalecido por las
bandas paramilitares (ujc)–, haciendo
metástasis en otras cinco provincias. El
final del desfase entre la enfermedad imperialista y la terapia humanista nacional
es pronosticable. Si el gobierno de Evo
no cambia cualitativamente su política y
si no logra un apoyo real de los países
latinoamericanos decisivos, antes de los
referenda separatistas de junio, el oriente boliviano terminará como Panamá y
Kosovo.
La largamente previsible crisis del
gobierno boliviano en Santa Cruz
La noche del sábado, 9 de diciembre
de 2006, el gabinete boliviano se reunió en el exclusivo “Hotel Portales”
de Cochabamba, para deliberar sobre
el peligro de sedición separatista de la
oligarquía de Santa Cruz. Coordinaba
la sesión uno de los tres hombres decisivos del Palacio Quemado. Durante
un breve receso comentó que la opinión del gabinete se inclinaba hacia la
militarización de las provincias sediciosas. “En algún momento el Estado
tiene que mostrar fuerza”, decía. “Este
momento ha llegado”.
capaces a determinadas capitales latinoamericanas, para que Brasil, Argentina,
Venezuela y Cuba encabezaran una
enérgica iniciativa política latinoamericana, destinada a neutralizar la conspiración oligárquica-imperial.
La calidad teórica-política y el
realismo de este documento –redactado por delegados de Perú, Paraguay,
Argentina, Venezuela y Bolivia, entre
otros países– estaba plenamente establecido, entre otros factores, por el
fracaso del planeado golpe policiacomilitar del 11 de octubre, 2006, contra
Evo; fracaso que se debe esencialmente
al brpp y a Hugo Chávez, contrario a
algunas declaraciones tontas que posteriormente hizo el entonces vocero presidencial, Alex Contreras.
El Egologista (acuarela - 31 x 41 cm)
“Recuerden el estado de sitio de Fernando de la Rúa”
Conociendo bien la historia boliviana,
y habiendo hablado con oficiales de la
Fuerza Armada de Bolivia sobre la situación, me permití decirle al amigo: “Si
mañana mandan las tropas, pasado mañana tendrán que entregar el gobierno.
Las Fuerzas Armadas de Bolivia no van
a matar por ustedes. Si decretan el estado de sitio y los civiles salen a la calle y
las Fuerzas Armadas no disparan, tienen
que entregar el poder. Recuerden lo que
pasó con Fernando de la Rúa, el 11 de
diciembre del 2001”.
Memorando del Bloque Regional de
Poder Popular (brpp), al Gobierno
Esa misma noche, una delegación del Bloque Regional de Poder Popular (BRPP)
–fundado en el “Primer Encuentro de
Pueblos y Estados por la Liberación de
La Patria Grande”, en octubre, 2006, en
Sucre, Bolivia– redactó un memorando
sobre el escenario de la subversión separatista en los departamentos de la “Media
Luna”, sugiriendo una serie de medidas
para contrarrestarla.
En esencia, el documento sostenía
que era demasiado tarde para parar la
conspiración tan sólo con la fuerza del
gobierno central. Que, entre otras medidas, era urgente organizar un programa nacional de formación de cuadros,
una campaña mundial de información
sobre la conspiración, fortalecer un movimiento multisectorial de solidaridad
latinoamericano y, lo más importante,
enviar misiones diplomáticas bolivianas
Ideas liberales y políticas legalistas,
en lugar de realpolitik antiimperialista
En la tarde del domingo 10 de diciembre de 2006, en una reunión televisiva
con el Presidente y el Vicepresidente, se
le entregó al Vicepresidente el memorando. Obviamente, no tuvo consecuencia alguna.
En lugar de implementar un plan
estratégico regional para neutralizar el
proyecto de Washington, el gobierno
seguía insinuaciones exógenas para realizar congresos de intelectuales liberales
en Bolivia y distrajo la escasa capacidad
de su aparato diplomático en el proyecto
del “Premio Nóbel de la Paz”. En vez de
realizar cursos de formación política revolucionaria en todo el país, promovió a
los intelectuales de la burguesía imperial,
desde los confusionistas “postmodernos”
de Hart y Negri, hasta la socialdemocracia europea y académicos españoles de
flaca solvencia teórica; creyó en la quimera del “conflicto local” y del posible
arreglo local con la oligarquía, aumentando sus subsidios económicos; se aferró
a la Asamblea Constituyente, aun cuando
ésta se había convertido en el caballo de
Troya de la derecha y, posteriormente, a
los buenos oficios de la jerarquía católica
y de la oea. En fin, errores teóricos-políticos garrafales en cadena.
El debacle geoestratégico y el desastre que se viene
Las consecuencias políticas de la derrota geoestratégica son potencialmente catastróficas. El vocero imperial, el
Washington Post (wp), las formuló el 6
de mayo, sin tapujos: “Si Bolivia tiene
suerte, el Señor Morales reconocerá
que la mayoría de su país jamás aceptará una política etnocéntrica… Si,
instigado por el Sr. Chávez, prosigue
imponiendo su Constitución, es probable que el resultado sea un baño de
sangre”. Más claro aviso de un golpe de
Estado no puede haber.
Los ejecutores del “baño de sangre” anunciado serán los sectores militares golpistas bolivianos y las bandas
paramilitares, al igual que en Chile. El
brazo externo lo proporcionan las bases
militares estadounidenses en Colombia,
Manta, Ecuador y la Cuarta Flota Imperial. Anunciando la reactivación de la
u.s. 4th Fleet , el Comandante de la Marina de Guerra (cno), Almirante Gary
Roughead, dijo que se trataba de mandar
“una fuerte señal a todos los servicios
marítimos civiles y militares en América
Central y América Latina”. Considerando que el Pentágono conceptualiza
actualmente sus Fuerzas Navales y Aéreas como la “reserva estratégica” de su
poderío militar y que el Comandante de
esta nueva fuerza intervencionista es el
actual Jefe del Comando Naval de Operaciones Especiales, el mensaje es tan claro
como el del Washington Post.
Los objetivos estratégicos del enemigo
La derrota geoestratégica de la política de
Evo y Álvaro en las provincias separatistas
ha convertido la situación boliviana en un
asunto hemisférico, tal como la agresión
de Uribe a Ecuador transformó el conflicto interno colombiano en un asunto
de paz y guerra regional. En este escenario de ofensiva generalizada de Washington, la próxima jugada de la Casa Blanca
es clara: con el informe de interpol
sobre las supuestas computadoras de
Raúl Reyes, que se publicará a mediados
de mayo, se pondrá a Hugo Chávez o a
Venezuela en la lista de países que apoyan
el “terrorismo internacional”; salvo que
acepte cambiar esencialmente su política
de integración latinoamericana.
Los objetivos de esa ofensiva para
este año son evidentes: neutralizar o hacer caer al gobierno de Evo Morales; facilitar la derrota electoral del presidente
Chávez en noviembre e intimidar a los
presidentes Correa, Lula y Cristina Kirchner para impedir la Constitución del
Consejo de Defensa de Sudamérica, planeada para septiembre.
/7
debate
15 al 28 de mayo de 2008
La hora del Termidor
A todo proyecto serio de desarrollismo
latinoamericano, desde el Dr. Francia en
Paraguay, el general Perón en Argentina, la Revolución Sandinista y el coronel
Hugo Chávez, le llega pronto la hora del
golpe militar. Esta es la coyuntura que vive
América Latina: es la hora del Termidor.
Ante este momento decisivo, es necesario un cambio cualitativo en la política del gobierno boliviano, porque la
continuidad de su política actual significaría la destrucción del Bolivarianismo
latinoamericano. Siendo evidente: 1. La
incapacidad del gobierno boliviano de
resolver esta crisis; 2. Que está en juego
la sobrevivencia del proyecto de la Patria
Grande; y, 3. Que el desenlace de esta
derrota geoestratégica es un asunto de
seguridad nacional para Bolivia, Venezuela, Nicaragua, Ecuador, Cuba, Brasil
y Argentina; es imprescindible que los
presidentes de estos países encuentren,
a la mayor brevedad posible, la forma de
implementar un plan estratégico para
contener el avance de la subversión separatista imperial-oligárquica.
La derrota geoestratégica de Bolivia es, al mismo tiempo, una derrota
estrepitosa de los ineptos aparatos diplomáticos latinoamericanos y la catastrófica falta de inteligencia y planeación
estratégica de esos gobiernos, que ante
un peligro mortal evidente desde enero de
2006, no lograron hacer otra cosa que
reaccionar en el último momento mediante
firmas de intelectuales y declaraciones
desdentadas de sus diplomáticos. Si este
proyecto de integración bolivariano se
malogra, no será por la falta de condiciones objetivas para triunfar, sino por el
descuido catastrófico de esos gobiernos
en cuanto a la creación de instituciones
de planeación e inteligencia estratégica
de alto nivel.
El Orden de Batalla
Ante los anuncios de matanza por los
voceros imperiales, Evo puede ahorrarse el tiempo de protestar ante el Departamento de Estado o la oea. La hora
del Termidor (contrarrevolución) es la
hora del poder real y, con eso, la hora
del Orden de Batall. Es decir: la identificación precisa de los factores que deciden la guerra, entre ellos los efectivos,
la estructura de mando, el despliegue de
las unidades y el equipo de las fuerzas
militares y civiles enemigas, así como de
las fuerzas propias.
Esta correlación de fuerzas y objetivos determina tanto los probables
cursos de acción del enemigo, como las
operaciones tácticas y estratégicas de las
fuerzas bolivarianas. Fidel Castro es el
más grande estratega militar de América
Latina. Hay que pedirle que inicie con
urgencia el análisis de este Orden de Batalla, no desde la Razón del Estado cubano, sino desde el campo de la batalla
de Tierra Firme.
¡Tal como hizo, en su momento,
Simón Bolívar!
* Cientísta Social .
4 de mayo: causas y consecuencias
Roger Emilio Tuero V.*
C
uando el mas a la cabeza de los movimientos sociales organizaba las movilizaciones
y reivindicaciones de sectores emergentes, haciendo naufragar al Estado y al
conjunto del sistema político, no podía percibir
a cabalidad que era instrumento de fuerzas históricas que marcan el rumbo de la modernidad;
es decir, la tendencia mundial contemporánea a
desmontar los aparatos burocráticos centralizados del Estado y que ha sido en nuestro país la característica dominante en 5 siglos de dominación
colonial y de vida republicana. El Estado centralista boliviano que fuera exprofesamente creado
en 1825 para administrar un territorio disperso
a partir de un centro de gravedad político, económico y administrativo, es un Estado que no ha
servido ni a los ciudadanos ni a los pueblos, y en
la actualidad se ha convertido en un freno a las
aspiraciones de progreso de las regiones del país.
Los movimientos sociales ayudaron hasta donde pudieron a descoyuntar a este Estado, desquiciaron su institucionalidad y debilitaron su legitimidad y, cuando asumieron el
poder, por la inercia de esas mismas fuerzas históricas, anularon el aparato judicial, descabezaron el Tribunal Constitucional, avasallaron al Parlamento, sin percibir que, al final,
gobernarían un Estado agonizante, en su fase terminal.
Como instrumento ciego de la historia los movimientos sociales jamás percibieron las tendencias del cambio;
por esto plantean al país la “vuelta al pasado” para saldar
cuentas con las injusticias de hace 500 años, en una vendetta inútil, como si la historia pudiera desandarse a capricho y la historia universal no fuera una sucesión de hechos
y tensiones entre justicias e injusticias sólo reencauzables
en el presente y para el futuro.
Por esto no comprenden ni aceptan las autonomías;
porque lejos de percibir sus contenidos potenciales de profundización de la democracia, de desarrollo y de modernización, califican al medio millón de ciudadanos que votaron por el ‘sí’ como dóciles instrumentos de cuatro familias
oligárquicas, soslayando la herencia neocolonial del Estado
creado hace casi dos siglos para administrar un conjunto de
regiones apartadas, despobladas y áreas vacías, débilmente
conectadas con el centro y entre sí, que respondían más a
la imagen de áreas de expansión colonial que a regiones
constitutivas de un Estado.
El derrumbe del centralismo es el principal triunfo del
gobierno del mas. Debilitadas la cultura y los instrumentos
del centralismo aparecen en escena los procesos de fondo en
los que está embarcada la historia. La readecuación del Estado a las condiciones nuevas de un país que ha dejado de
ser un gran campamento minero y que está compuesto por
regiones que han logrado una dinámica propia y una integración relativa de su economía, sociedad y cultura reclaman
una presencia activa en la construcción de lo nacional.
Ante el colapso del viejo Estado todo parece indicar
que su reestructuración será el producto de un gran acuerdo entre el gobierno central y las regiones que, con sus
propios estatutos, es decir, con las visiones, aspiraciones y
elaboraciones propias de su realidad, concierten un nuevo
Estado, por primera vez nacional, en el sentido de ser la
consecuencia de la voluntad de todas las regiones, pueblos
y culturas del país. Este es un proceso inverso al marcado
por la Asamblea Constituyente que podría considerarse,
como el último intento de reformar el Estado “desde arriba”, sin desmontar su añeja estructura centralista, para dar
(Acuarela - 15.5 x 21 cm)
paso a una reforma “desde abajo”, sustentado en la voluntad de sus regiones.
En tanto que las nuevas autonomías departamentales
no están naciendo bajo el paraguas del Estado, sino al margen de él o, más bien, en contra de él, la propuesta autonómica va quedando insuficiente, ya que en la medida que
se vayan concretando en el espacio nacional las autonomías
departamentales, el proceso se asemeja más a la constitución de un Estado de tipo federal que al de un Estado con
autonomías como el inicialmente planteado. Una figura de
estas características hunde sus raíces en la memoria histórica del oriente como del occidente del país, por lo que su
concreción no queda fuera del ámbito de las posibilidades.
En este contexto, llama la atención la coincidencia del
oficialismo y la oposición en la convocatoria de un referéndum revocatorio. Si atendemos a los efectos inmediatos que se buscan lograr con esta convocatoria podremos
señalar que el objetivo del oficialismo es retomar la iniciativa desplazando el eje de la confrontación política de
las regiones hacia los temas de liderato político, espacio
donde el oficialismo cree tener mayores ventaja. Desde la
perspectiva de la oposición, se estaría buscan reencauzar
los procesos políticos a través de los mecanismos del sistema de partidos. Ambos al final coinciden, aunque por diferentes motivos, en la necesidad de restablecer el papel del
Parlamento como mecanismo necesario para la toma de las
decisiones políticas, ya que éstas se habían desplazado hacia
afuera de las instancias del sistema.
No hay que olvidar que mientras funcionaba la Asamblea Constituyente, la política transitaba, de alguna manera, a través de los partidos de oposición; pero cuando las
regiones con sus propios literatos encabezaron los procesos
de aprobación de sus estatutos autonómicos, estos partidos quedaron al margen de los procesos, acentuándose su
desplazamiento del sistema de decisiones políticas y adquiriendo centralidad la figura de los líderes regionales.
En resumen, la convocatoria al referéndum revocatorio no tendría otro propósito que debilitar la avalancha
autonomistas de las regiones, y es muy poco lo puede aportar a la solución de la crisis política por la que atraviesa el
país. La única solución no puede ser otra que la negociación de un gran acuerdo entre el gobierno nacional y las
regiones para compatibilizar las aspiraciones autonómicas
de los departamentos con el programa de reformas sociales
propuestas por el gobierno nacional.
* Politólogo UAGRM.
8/
debate
15 al 28 de mayo de 2008
Cabalísticas alrededor del proceso autonómico
José Mirtenbaum*
¿Qué nos espera en el futuro inmediato después del “fatídico” 4 de mayo? Si somos inteligentes y razonables nos espera un futuro
brillante en el “t’inku” federal…; por supuesto, siguiendo los principios elementales del modelo federal.
“
Muy contento, muy satisfecho, algo que
deseaba se va a cumplir; sólo someternos al
pueblo boliviano”, dijo el presidente Morales, cinco días después del referéndum autonómico, refiriéndose a la aprobación senatorial del Referéndum Revocatorio del mandato Presidencial,
Vicepresidencial y Prefectural.
El 4 de mayo de 2008 fue el Día D para muchos
que esperaban la guerra civil o por lo menos sacrificios
humanos en Santa Cruz, que decidió entrar en el espacio de la autonomía departamental por tu propia cuenta,
con el apoyo contundente de un 85% de los votos válidos para la opción del sí.
Aunque hubo un ausentismo de un 39% del total
de los votantes registrados, éstos fueron asumidos por
Evo Morales como votos a favor del no, señalando una
clara división en Santa Cruz, aspecto que es una lectura
tergiversada en la medida en que el ausentismo se debió
a varios factores. Un 17% representa a aquellos que no
asisten a ninguna elección y es una tendencia normal de los votantes en Santa Cruz; el
porcentaje restante tenía relación a miedos
por las amenazas de violencia, que los lumpen-operadores del mas se encargaron de
generar en los barrios más pobres de Santa
Cruz; otra, la falta de información pertinente
y oportuna sobre la legalidad de la consulta,
acompañada de la saturación de las consignas
de propaganda oficial y contra-propaganda
autonómica; finalmente, los esperados actos
vandálicos en contra de las ánforas en poblaciones de una región de 40.000 votantes
potenciales, a quienes se les quitó el derecho
al voto de una manera fascistoide. Carlos
Valverde en su programa dijo: “Nosotros pusimos la democracia, el mas puso la violencia”; tenía toda la razón. Así se dio el primer
paso en el proceso autonómico, como parte
fundamental del momento constitutivo de
Bolivia. Los ciudadanos bolivianos de Santa
Cruz son hoy los verdaderos constituyentes de este proceso cargado de contradicciones históricas.
Por cierto, las cabalísticas del voto cruceño son un
tema que requiere mayor investigación sociopolítica,
pero lamentablemente el presidente Morales le dio una
mirada aritmética, sindicalista y pretensiosa a la legitimidad de los votos. Es decir que sumando los votos
negativos, nulos, blancos y ausentes, el argumento del
presidente es que Santa Cruz está dividida entre el sí y
el no en una proporción del 50/50, ¿a su favor?
Eso es una posición de arrogancia mezclada con
inseguridad, que nos puede dañar profundamente a todos los bolivianos, si es que Evo Morales está mentalizado inconscientemente para estimular el escalamiento
de un conflicto de proporciones continentales. Santa
Cruz está mandando un mensaje a Guayaquil.
Fácil pero muy simplista de parte de Su Excelencia, teniendo un matemático a su lado, quien por cierto
sabe algo de estadísticas sociológicas, pero que no dijo
nada, como siempre, para encubrir sus deseos fanáticos
de una revolución socialista desde el Estado burgués
en crisis. Qué pobreza en el análisis marxista. Por ello,
Evo Morales descartó medio millón de votos válidos,
calificando el referéndum por los Estatutos como un
“fracaso”. La pregunta pertinente es: ¿fracaso de su gobierno al no reconocer un movimiento social capitalista
burgués, en contra de un Estado burgués?
En otro encuadre electoral, ¿no es acaso un medio
millón de votos, aproximadamente un 15% del padrón
electoral nacional, que podría tener ya medio Presidente? A esto sumemos lo que va a pasar hasta el 22 de
junio con el último referéndum de Tarija.
Pero aquí no se trata solamente de números, proporciones e interpretaciones mecánicas; se trata de voluntades de poder encontradas en una lógica de suma,
cero por el momento, en ausencia del reconocimiento
del “otro”. Hasta la Iglesia fue castigada porque el voto
del ciudadano Julio Terrazas actuó en el referéndum
como protesta por los maltratos a los principios de la
democracia monoteísta. Falta una geometría de la vida
misma, donde el “diálogo” es la matriz de esa geometría divina. Al final de cuentas, ¿no es Evo quien predica la “cultura del diálogo” como principio de la “com-
las bases de la “fundación”. No por nada mantenemos
un curul en nuestro Parlamento republicano para recordar al “hermano perdido” que completaría la unidad
del ser primigenio de la nación.
Solamente estamos esperando el retorno de ese
hermano perdido en la matriz del mar salado, que solamente los reinos lacustres que los aymaras supieron
apreciar con sus dominios de algodón en las costas del
Pacifico, como signo de su autonomía frente a los Incas. Relativo a esto, convengamos que lo de “plurinacionalidad” en la ncpde es simplemente un saludo a la
vieja bandera de la “Santa Rusia”, que ya criticó severamente Fausto Reinaga en su momento de polémica
con Ovando Sainz. Esa cabalística de las “36 naciones
indígenas, originarias, campesinas” es simplemente un
argumento falaz frente a la contundencia de la sangre
del Tawantinsuyu y el semen del reino de España”.
En otro orden de cosas contemporáneas del campo
político, por un lado tenemos al mas, cuya deslealtad
cínica con el indigenismo profundo de Bolivia utiliza la filosofía de la “complementariedad de los opuestos”, cuando es funcional
al discurso presidencial en escenarios internacionales. “The show must go on”, pero
en la realidad local es una certera lealtad al
paradigma del “centralismo democrático”
propugnado por la vieja izquierda latinoamericana, hoy encarnada por Hugo Chávez,
y los temores de Rafael Correa.
No es gratuito que de los chequecitos hacen de Chávez ese “gran hermano”
orwelliano. En este esquema de hechos sociopolíticos bolivianos, la autonomía departamental no tiene lugar en el “centralismo
democrático” del mas, porque es sinónimo de pérdida del poder personal de Evo
Morales, y por rebote de Chávez y Correa.
Vaya ironía en el ámbito de los proyectos
Zapatista (acuarela - 31 x 41 cm) subimperialistas.
Por otro lado, tenemos a los departaplementariedad de los opuestos”? Pero su alegría por el mentos bolivianos y no bolivarianos, que buscan una
referéndum revocatorio hace de nuestro Presidente un descentralización político-administrativa sobre la base
vulgar político maquiavélico.
de intereses de una clase empresarial que ha montado
Ambos bandos, a su modo de entender la realidad una “revolución democrática burguesa” a nombre del
nacionalista occidentalizada, están en plena lucha por sentimiento de la “autonomía”, y que en su primer paso
intentar construir una nación multiétnica en la vie- gigante ha ganado contundentemente una batalla electoja lógica de los acomodos políticos. Quizás pasada la ral en las reglas de la democracia formal, aun siendo una
época de Evo, si todos somos razonables, un Estado acción ilegal, pero legítima de pleno derecho natural.
No olvidemos que los cruceños nacidos y venidos a
federal multicultural incluyente para todos emergerá
en el horizonte a mediano plazo, como lo quiso Zárate la republiqueta de Andrés Ibáñez se consideran “origina“el temible” Willka, antes de que sea traicionado por la rios” por derecho adquirido. Todos convocados por Melvin Bohan para comprobar que Santa Cruz era la “nueva
oligarquía paceña.
¿Riesgoso?; sí, sumamente riesgoso, pero nece- frontera agrícola” para los “colonizadores andinos”.
¿Qué nos espera en el futuro inmediato después
sario, si hemos de entrar en el siglo xxi con una nación de ciudadanos políticamente conscientes de una del “fatídico” 4 de mayo?. Si somos inteligentes y raidentidad multiétnica, animista y monoteísta, centrada zonables nos espera un futuro brillante en el “t’inku”
en el espacio identitario de los nueve departamentos federal de muchas subsidiaridades democráticas entre
republicanos que ya están demasiado inseminados con todos los departamentos; por supuesto, siguiendo los
sangre y fuego en el imaginario de la masas.
principios elementales del modelo federal. Si somos
Esta soldadura departamental creada con plata, necios y arrogantes, todos sucumbiremos a la Ley del
hierro, salitre y sangre se dio cuando perdimos el de- Talión, “ojo por ojo, diente por diente”, hasta que topartamento del Litoral en 1879, ese “décimo hermano” dos quedemos ciegos y sin dentadura.
que nos mantiene unidos como país, para dejar nueve
hermanos expectantes que son, de acuerdo a la cábala,
* Director de la Carrera de Sociología UMGRM.
/9
foro latino
15 al 28 de mayo de 2008
V Encuentro de Jefes de Estado y Gobierno de Europa y América Latina y el Caribe
Buscando compromisos efectivos antes que declamatorios
Nueva Crónica dialogó con Fernando Rojas Samanez, embajador del Perú en Bolivia, acerca de los temas concretos y los varios desafíos
que tendrá ante sí la Cumbre de Lima, entre el 16 y 17 de mayo de 2008.*
¿
Cómo caracteriza al V Encuentro de Jefes de Estado y Gobierno de Europa y América Latina y
el Caribe?
La V Cumbre Europa - América Latina
y el Caribe tiene como finalidad fundamental tomar acciones concretas en dos
importantes materias: pobreza, desigualdad e inclusión, por una parte, y desarrollo sostenible articulado alrededor
de tres temas: medio ambiente, cambio
climático y energía, por otra. La mañana
del 16 está destinada a tratar en primer
lugar el tema de la pobreza y la inclusión
social, y en la tarde se aborda el tema del
desarrollo sostenible. Dichas reuniones
de los Jefes de Estado y de Gobierno son
precedidas por una reunión de cancilleres, que se realizará el día 15, y acordará
los documentos fundamentales.
¿En comparación con las reuniones
anteriores cómo se evalúa ahora la
asistencia?
Hasta el día de ayer habían confirmado
su asistencia seis jefes de Estado, 16 presidentes, 17 primeros ministros y 12 cancilleres. También se habían acreditado
más de 1.600 delegados, y está prevista
la llegada de cerca de 2.000 periodistas.
En comparación con la Cumbre realizada en Viena en 2006, la concurrencia
es realmente impresionante, tanto en lo
que se refiere a la representación política
como en lo que hace a la participación
de medios de comunicación.
Nos gustaría conocer su apreciación
sobre las expectativas de resultados
con relación a los encuentros anteriores y también sobre algunos elementos
novedosos en este diálogo político al
más alto nivel entre las dos regiones.
Considero que el aspecto más importante consiste en la institucionalización de
las cumbres presidenciales. Empezaron
en Río de Janeiro en 1999; y se han realizado cinco encuentros con un nivel cada
vez mayor de compromisos efectivos. La
temática obviamente ha ido cambiando
de acuerdo con la evolución internacional general y de las relaciones entre
ambas regiones en particular. También
creo que el contexto es ahora mucho
más interesante y desafiante por los temas del cambio climático y la crisis de
los alimentos. Ambas cuestiones estarán
en el centro de las discusiones tanto de
los cancilleres como de los presidentes.
Por otro lado, hay una relación mucho más intensa entre América Latina y
la Europa comunitaria. Ambas regiones
comparten una serie de valores fundamentales, entre los que cabe mencionar
los idiomas español, portugués e inglés,
y también sus conceptos sobre la civilización y la cultura. Además, Europa es
el socio económico principal de muchos
países latinoamericanos. El modelo de
integración europeo está asociado también con la historia de la integración de
nuestra región.
Hoy existe una cooperación entre la
Unión Europea y América Latina mucho
más comprometida, como se ilustra con
los acuerdos con Centroamérica. Con la
Comunidad Andina desde hace poco menos de un año ya se han llevado a cabo
tres rondas de negociación. La Cumbre
de Lima también habrá de servir para
desbloquear las negociaciones entre la
Unión Europea y el mercosur, que es
fundamental para América Latina y también para la Unión Europea.
Por otra parte, el contexto es más
alentador no solamente por las dos
materias centrales de la pobreza y el
cambio climático, sino también por la
promoción de las inversiones. Con esta
masiva presencia de Jefes de Estado se
transmite hacia Europa una visión más
actualizada, activa y comprometida, que
ayuda a incentivar las inversiones, la
transferencia de tecnología y la cooperación en general.
Preocupa que Europa parece avanzar y consolidar su esquema integracionista, en tanto que América Latina
muestra tendencias centrífugas y falta
de acuerdo en dos aspectos básicos: el
modelo político y el modelo económico.
Hay pues dudas sobre la posibilidad de
avanzar realmente en vista de las pro-
fundas divergencias en ambas materias.
¿Existen razones para esperar compromisos concretos de parte de América
Latina que vayan más allá de una solemne declaración?
Sin duda alguna, hay expectativas
muy positivas.
¿A pesar de que la Comunidad Andina está en serios problemas? Y no
sólo ella.
Existen ciertamente diferencias de fondo, pero hay también un compromiso acordado justamente en la Cumbre
Andina de Tarija para avanzar a pesar
de las asimetrías y las diferentes capacidades de cada país. Por otra parte, el
presidente Alan García acaba de anunciar que, precisamente con relación a las
negociaciones con la Unión Europea,
convocará inmediatamente después de
la Cumbre a una reunión de presidentes
de los cuatro países andinos para establecer de la manera más franca y directa
una decisión sobre cómo avanzar en el
futuro; ha dicho que planteará un sinceramiento de la voluntad política de los
Jefes de Estado respecto del tratado de
libre comercio con Europa.
¿Podemos conocer cuáles son las diferentes visiones sobre dicho tratado?
Ecuador y Bolivia han hecho reserva
de algunos aspectos fundamentales en
los cuales no estarían en capacidad de
acompañar un compromiso de ese tipo,
aunque siguen participando del proceso
de negociación. Bolivia en particular ya
señaló mediante múltiples declaraciones
que no estaría en condiciones de suscribir los temas de
comercio de servicios, propiedad intelectual y compras estatales. Obviamente,
eso tiene en la práctica una
serie de efectos, incluso
para el propio acervo histórico de compromisos de la
Comunidad Andina.
Pero yo quisiera destacar que esta reunión de
América Latina y El Caribe
con la Unión Europea puede servir en términos globales para destrabar el proceso
negociador a nivel global.
Los intereses son contrapuestos entre la Unión
Europea, Estados Unidos
y Japón, pero la Cumbre de
Lima podría destrabarlos si
se lograr avanzar más bien
en negociaciones directas,
Las Cuatro Estaciones III (acuarela, 2003) en vista de que el proceso
Fernando Rojas Samanez
dentro de la Organización Mundial del
Comercio ya tiene un buen tiempo de
estancamiento. Reuniones informales y
bilaterales entre presidentes el día sábado en Lima pueden servir a los intereses
de cada uno de ellos, y contribuir así a
destrabar el proceso global de Doha. Se
trata entonces de otro de los efectos que
tiene esta Cumbre.
Nos parece muy importante la referencia a un avance en el marco de las
negociaciones de la Ronda de Doha.
Deseo hacer conocer además los puntos
fundamentales que el presidente García
desea abordar para darle relevancia a esta
Cumbre. Primero: ha dicho que espera
conclusiones concretas más que un ritual
declamatorio sobre la crisis de los alimentos, y plantea que es preciso dejar de lado
el compromiso sobre los biocombustibles, porque está haciendo mucho daño
a los países más pobres. Pretender cambiar petróleo por etanol va a generar un
problema muchísimo más complicado del
que quisimos resolver antes. El segundo
tema se refiere a un proyecto hidroeléctrico que nos permita utilizar las caídas
de agua de las zonas andinas para generar
electricidad, lo que nos permitiría modificar nuestra matriz energética y depender
menos de los combustibles fósiles.
En tercer lugar, en materia de cambio climático, el Presidente García quiere obtener un compromiso efectivo de
reforestación de la Amazonia. Europa
podría hacer un esfuerzo más concreto para ayudarnos a desarrollar nuestra
Amazonia de manera sostenible.
El cuarto tema consiste en la desalinización del agua mediante técnicas que
ya son conocidas, pero que requieren inversiones y transferencia de tecnología.
Al respecto, conviene tener presente
que Perú, Bolivia y Ecuador son los países andinos más afectados por el cambio
climático.
* La entrevista se llevó a cabo en La Paz, el 14 de
mayo de 2008.
vecindario
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15 al 28 de mayo de 2008
Comunicación, poder y política
Washington Uranga*
La lucha política se convierte en una disputa desigual, donde la fuerza del poder mediático (que hoy responde a intereses de sectores
económicamente poderosos) termina imponiendo sus intereses por encima de cualquier racionalidad política o legitimidad democrática.
Y
a en 1991, en un seminario sobre “Política y comunicación” organizado
en la Universidad Nacional de Córdoba, la docente e
investigadora argentina María
Cristina Mata aportó una lúcida reflexión titulada “Entre
la plaza y la platea”, buscando
sumar explicaciones (también
expuestas entonces, entre otros
teóricos de la comunicación
argentinos, por Oscar Landi, Nicolás Casullo y Héctor
Schmucler) al fenómeno de la
“mediatización” de la política.
“De la plaza a la platea –decía
Mata– sería entonces la imagen
del movimiento sustitutorio
que revela los nuevos espacios
físicos y simbólicos que se admiten como lugares de producción del sentido político y
unas estrategias propias de tales
espacios, articulados por la mediación tecnológica y el consumo cultural”.
Advertía sin embargo la autora sobre
el riesgo de la simplificación que sugeriría “la clausura de la primera (la plaza),
su oclusión, su olvido (...) su desaparición
sin rastros en el imaginario político que
se construye desde ese otro lugar central
que es la platea”. Y más adelante sostenía
que “lo que desafía nuestra comprensión
y nuestro juicio al asumir que la política
se construye hoy desde una tensión entre
la plaza y la platea, y no en virtud de una
lisa y total destrucción de la primera bajo
el imperio de la segunda”.
En 2007, el comunicador brasileño
Pedro Gilberto Gomes, vicerrector de la
Universidad Unisinos de Porto Alegre,
escribió sobre El proceso de mediatización de
la sociedad y sostuvo que aquella posición
“entonces revolucionaria” de Mata ha sido
superada porque “ahora existe un escenario del espectáculo, donde no se habla
más de la plaza y de la platea” y porque
de hecho, “si un aspecto o un hecho no es
mediatizado, parece no existir”.
Por tal motivo, sigue diciendo Gomes, es preciso “aceptar la mediatización como un nuevo modo de ser en el
mundo” que como tal construye sentido
“induciendo una forma de organización
social”. Germán Rey, colombiano y
parte del equipo de investigación de la
Fundación del Nuevo Periodismo Latinoamericano que conduce Gabriel García Márquez, afirma que “los medios de
comunicación son actores importantes
en la conformación de lo público (...) escenarios de representación de lo social y
a la vez lugares de circulación de puntos
de vista, de sistemas más o menos plurales de interpretación”.
Las reflexiones anteriores vienen a
cuento de lo que está sucediendo en las
últimas semanas en la Argentina, donde
la batalla política se está dando en el escenario comunicacional. Los debates y
las confrontaciones comunicacionales
son enfrentamientos por el poder donde
no existen los “independientes” por más
que algunos se autotitulen así.
En ese marco, la confrontación
política se transforma sustancialmente
en una lucha de relatos y de sentidos
interpretativos, donde los actores intentan imponer sus puntos de vista sobre
los hechos pero también un modelo de
desventaja en esta materia. Por
lo tanto, la lucha por la democratización de la comunicación
es, sin lugar a dudas, una lucha
por el poder –no sólo coyuntural, sino sobre los modelos– en
la sociedad actual.
Retomando la reflexión
inicial de María Cristina Mata,
habría que evitar también la
simplificación que resuelve la
tensión simplemente demonizando al poder mediático. Tan
cierto es que lo público está
dominado por los medios como
que el servicio de la acción política sigue teniendo su centro
en la construcción de la plaza,
en ese espacio donde lo tangible son las necesidades de las
personas, de los excluidos y de
los pobres.
No hay mensaje político
más contundente que la escuEl juguete rabioso (acuarela - 57 x 75 cm) cha de la ciudadanía y las respuestas a sus demandas. Tales
sociedad. El espacio público, el espacio respuestas, si son adecuadas y pertinenpolítico, está hoy mediatizado, se ha tes, se convierten ellas mismas en relato
transformado en un ámbito de lucha político y generan sentido en favor de
simbólica por el poder. Bien lo saben quien las promueve.
Dicho de otro modo: el mejor menlos dirigentes que conducen el lockout
agropecuario que hábilmente han inten- saje es la acción política positiva que se
tado discursivamente capitalizar para sí construye también con la movilización
la representación de “el campo” y hasta social y la participación ciudadana en la
privatizar la escarapela nacional como construcción de las soluciones comunes.
emblema de sus intereses sectoriales. Sin esto es difícil que el discurso y los arTambién los responsables de los medios gumentos de los dirigentes cobren sentique editorializan a diario con títulos y do en los actores sociales y en los ciudaselección de imágenes, construyendo re- danos. Con respuestas a las demandas de
la gente y la apertura de los espacios de
latos políticos y liderazgos mediáticos.
En este escenario, la lucha políti- participación, la acción se vuelve comuca se convierte en una disputa desigual, nicación y adquiere valor político.
Ambos aspectos están íntimamente
donde la fuerza del poder mediático
(que hoy responde al interés de los gru- unidos. El poder hoy no puede prescindir
pos económicos concentrados aliados de la comunicación y la defensa del deretambién con sectores económicamente cho a la comunicación, entendido como
poderosos) puede terminar imponiendo el ejercicio efectivo de todos y todas a
sus argumentos y sus intereses por enci- decir su palabra en diferencia, es parte de
ma de cualquier racionalidad política o la acción política. Para adquirir significación esta última tiene que nutrirse de reslegitimidad democrática.
Desigual porque hay muchas otras puestas que alimenten de sentido la vida
voces que hoy están excluidas de la mesa cotidiana de los ciudadanos.
de los medios y no tienen cómo decir
* Periodista uruguayo, columnista de Página12.
su palabra. Hasta el Gobierno está en
aldea global
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¿Hacia dónde quieren ir la Unión Europea
y América Latina? 
Carlos Malamud*
“… Nunca como en este comienzo del siglo xxi América Latina ha estado tan dividida y tan afectada por todo tipo de conflictos bilaterales.
Pese a la elevada concentración de gobiernos englobados en la ‘izquierda’, la ausencia de un lenguaje común dificulta no sólo avances concretos
en el proceso de integración regional, hoy seriamente tocado, sino también en el diálogo con Europa. Ya se ve, cada uno acude a la cita, como si
del mercado se tratara, con su propia lista de la compra. Mientras unos reivindican Malvinas, otros dicen ser atacados por Colombia y otros
denuncian los 500 años de explotación colonial”.
U
na gran cantidad, quizá excesiva, de jefes de
Estado y de gobierno de Europa, América Latina y el Caribe se reunirán en Lima con motivo de la v Cumbre alcue. Precisamente, el
exceso de protagonistas debería llevar a una reformulación del formato de la Cumbre, un tema nada sencillo
dada la fragmentación existente en la parte latinoamericana. De forma ritual, los mandatarios y los ministros acudirán nuevamente a la cita y también de forma
ritual la mayor parte de los participantes, así como un
gran número de los periodistas que cubren la reunión
repetirán la pregunta acerca de la utilidad del encuentro. Más allá de la estéril discusión acerca de la utilidad
de las Cumbres, que sí la tienen, creo que la pregunta
central y la esencia de todo el proceso se relaciona con
el gran interrogante acerca de lo que espera cada una
de las partes implicadas del otro, un otro a veces halagado y otras denostado. Y ese es precisamente el gran
drama que atenaza tanto a los unos como a los otros a la
hora de impulsar unas relaciones que deberían ser centrales para todos. Ocurre, sin embargo, que la ue de
27 Estados miembros no tiene nada claro acerca de lo
que espera de América Latina, ni hacia dónde querría
marchar con ella, pero también es verdad lo recíproco,
es decir, que América Latina no sabe lo que quiere ni lo
que podría esperar de Europa.
De Río a esta parte las cosas son distintas
Esta gran indefinición que está en la base del proceso
es la que ha provocado una serie de paradojas y contradicciones. Cuando hace casi diez años se iniciaron las
Cumbres, en Río de Janeiro en 1999, la situación latinoamericana era otra y el discurso centrado en el hecho
de que América Latina es occidente era unánimemente aceptado. Hoy estamos frente a algunos discursos
que se empecinan en negar lo evidente y reivindican
el etnicismo como una respuesta contradictoria con lo
anterior. Más allá de las razones históricas, el discurso
etnicista esconde una brutal lucha por el poder, al cual
se han sumado grupos políticos huérfanos de proyectos, como muestra palmariamente la nívea imagen del
Vicepresidente boliviano ataviado de ropajes indígenas.
En este sentido, el cuestionamiento de la occidentalidad americana ha servido para torpedear el diálogo birregional.
La otra gran paradoja surge del empeño de la ue
de negociar con bloques subregionales (Mercosur, la
Comunidad Andina de Naciones o América Central),
partiendo de la premisa de que se debe impulsar el proceso de integración regional. Ya se sabe, lo que es bueno para Europa debe ser bueno para los demás. Pero,
por distintos motivos, las negociaciones con Mercosur
y con la can están estancadas y las únicas que tienen
algún viso de prosperar son las que se desarrollan con
los países centroamericanos. Es más, los dos únicos
acuerdos de asociación firmados entre la ue y América Latina son con México y Chile, dos países indi-
viduales y no dos bloques de integración
subregional. Ahora bien, México, Chile
y América Central (junto a la República Dominicana) tienen tratados de libre
comercio (tlc) firmados con Estados
Unidos, lo que nos debería llevar a ver si
hay alguna relación entre estos tlc y los
Acuerdos de Asociación con la ue. En el
caso de la can cada vez son más evidentes las desavenencias internas y la práctica imposibilidad de que se avance en una
negociación común. De ahí la postura
peruana, secundada por Colombia, de
intentar negociar de forma bilateral y no
grupal con la Unión.
Problemas aquí y allá
En descargo de los limitados logros alcanzados hasta la fecha uno podría mencionar el estado problemático existente
en los dos bloques participantes. La ampliación europea y el fracaso del proceso
constitucional llevaron a Europa a una
situación de brutal introspección, cercana a la parálisis en algunos temas, y el
de las relaciones entre la ue y América
Latina fue una de ellas. La firma del Tratado de Lisboa debería poner las cosas
en su sitio y hacer avanzar el proceso.
Del otro lado las cosas no son mejores.
Nunca como en este comienzo del siglo
xxi América Latina ha estado tan dividida y tan afectada por todo tipo de conflictos bilaterales. Pese a la
elevada concentración de gobiernos englobados en la
“izquierda”, la ausencia de un lenguaje común dificulta no sólo avances concretos en el proceso de integración regional, hoy seriamente tocado, sino también en
el diálogo con Europa. Ya se ve, cada uno acude a la
cita, como si del mercado se tratara, con su propia
lista de compras. Mientras unos reivindican Malvinas,
otros dicen ser atacados por Colombia y otros denuncian los 500 años de explotación colonial.
Prueba de las dificultades que deberá afrontar el
diálogo son las duras declaraciones de Hugo Chávez
contra la canciller alemana, Angela Merkel, a quien
Itinerario de las Cumbres birregionales
Europa - América Latina y el Caribe
i Cumbre – 1999 – Río de Janeiro (Brasil)
ii Cumbre – 2002 – Madrid (España)
iii Cumbre – 2004 – Guadalajara (México)
iv Cumbre – 2006 – Viena (Austria)
v Cumbre – 2008 – Lima
Sin título (acuarela - 57 x 76 cm)
identificó con la derecha que llevó a Hitler al poder.
No podía haber existido peor insulto para un demócrata alemán y Angela Merkel ha demostrado sobradamente que lo es. El problema del discurso bolivariano
es que cree que es el legítimo propietario de la verdad,
de la historia, de la memoria y de la interpretación política. En ese marco no hay lugar para el disenso y sin él
cualquier proceso de negociación entre realidades tan
complejas es prácticamente imposible.
Es de esperar, sin embargo, que los temas vinculados al cambio climático y a la pobreza puedan movilizar
a los mandatarios y a los ministros presentes en Lima.
Sólo de ese modo, e incorporando a la discusión otras
cuestiones vitales, como las migraciones o los biocombustibles, se podrá seguir avanzando. Lamentablemente, la democracia, palabra tabú para algunos gobiernos
de la región, no puede estar en la agenda. Por el contrario, sí parece que estará Cuba, que espera el total
levantamiento de las sanciones establecidas en su día
por la ue. Tanto en éste como en otros temas España
tiene mucho que decir. Pero para que la voz española
se escuche nítida y clara en éste y otros contextos es
necesario dotar de mayor coherencia a la política hacia
América Latina.
* Investigador del Real Instituto Elcano de Madrid. Infolatam.
12 /
casa común
15 al 28 de mayo de 2008
Sobre palabras y drogas
Rodolfo López Hartmann*
Existe confusión de términos cuando se trata el tema de drogas, por lo que se hace necesario dar algunas definiciones.
S
e entiende por la palabra droga a una sustancia
que al ingresar al organismo provoca un cambio
en el funcionamiento de éste, ya sea a nivel físico,
psicológico o ambos, manifestando, según sea el
efecto principal de la sustancia, alteraciones diferentes
en la persona. Más allá de una definición de diccionario, el término es polisémico, es decir, tiene muchos
significados. Como sinónimos existen los términos “estupefacientes”, “narcóticos” y, más recientemente, el
de “psicotrópicos”, para usar sólo una denominación.
Sin embargo, estos términos tienen observaciones,
debido a que hay sustancias que no son propiamente
narcóticas ni estupefacientes
y que afectan principalmente al estado de ánimo, con
los extremos opuestos de
las sustancias estimulantes o
los depresores, por ejemplo.
Otras afectan principalmente a las percepciones, llamándose alucinógenos o, en
términos de farmacología,
psicodislépticos, mientras que
otras pueden producir un
estado de estupor, como los
narcóticos que derivan del
opio, sin ser estimulantes ni
alucinógenos.
Sustancias psicotrópicas y psicoactivas
Pronto se vio que era preciso
conocer que las diferentes
sustancias tienen diferentes
efectos y proponer un término genérico, que no especifique el efecto de la sustancia,
solamente que es “psicotrópica” o bien una “sustancia
psicoactiva”. La palabra ‘psicotrópico’ deriva le las raíces griegas ‘psiquis’ (mente)
y ‘tropos’ (atracción), por lo que etimológicamente
quiere decir “atraídas por la mente” o “ dirigidas a la
mente”; son “psicoactivas”, dado que tiene “acción sobre la mente”, en un sentido general.
Con estas consideraciones, en los últimos años los
profesionales optaron por utilizar los términos ‘psicotrópicos’ o ‘sustancias psicoactivas’ para reemplazar
al de ‘drogas’, dado que la palabra tiene una connotación negativa, sinónimo de algo dañino, creando
confusión en la gente. En muchos países se entiende
por “droguería” a una tienda o empresa farmacéutica.
En el sentido médico, drogas son todas las sustancias
tanto naturales como sintéticas que se emplean en el
tratamiento farmacológico de las enfermedades, incluyendo, por ejemplo, a los antibióticos, analgésicos,
hormonas y vitaminas, entre otros muchos medicamentos. Para la generalidad de las personas, la palabra
droga significa algo ilegal como cocaína, marihuana o
heroína. Pero en la conciencia de la gente no se asocia
a las drogas legales como el alcohol, el café y el tabaco, que también son drogas en el sentido médico, y
que igualmente poseen un efecto “psicoactivo” como
las drogas consideradas ilegales, pudiendo ser tan dañinas como las otras.
Uso “debido” y uso “indebido”
En la Bolivia de los años noventa, después de una década del crecimiento explosivo en el tráfico de cocaína,
a la vez que se hablaba de una “diplomacia de la coca”.
En el ámbito de la prevención del uso de drogas se introdujo la distinción entre el “uso debido” y el “uso
indebido” (sigla: uid), con una particular importancia
para nosotros tratándose de la coca, cuyo uso es tradicional y por lo tanto legal, así la hoja sea portadora de
cocaína, en cantidades mínimas pero que finalmente es
el “ingrediente” o “principio” activo que quita la fatiga
y el hambre.
En el debate sobre si hay drogas de “uso debido”
algunos han sostenido que no hay ningún “uso debido” de drogas, si es que se entiende como drogas las
prohibidas por la ley. Pero si se entiende en el sentido
médico, habrá una indicación terapéutica para la morfina en un paciente con cáncer o para la cocaína en la
cirugía ocular, dado que es un buen anestésico local, y
así otros ejemplos del uso de sustancias ilegales con fines médicos legales. El alcohol, entendido como droga de uso legal, puede tener un uso debido o indebido,
siendo permitido su uso legalmente pera los mayores
de 18 años, que supuestamente tienen uso de razón y
son responsables civilmente ante la sociedad por sus
actos. Sin embargo, una persona que abusa del alcohol
tarde o temprano encuentra problemas sobre su salud,
trabajo o familia, y éste por tanto viene a constituir
un “uso indebido”. De igual forma, un fumador que
consume 20 cigarrillos diarios sufrirá a la larga daños
en sus órganos que acortarán su vida, siendo también
un uso indebido. Hasta hoy nadie se ha pronunciado
sobre el número de cigarrillos diarios que podría definir el “uso debido”.
Otros términos que producen confusión son los de
“hábito”, “adicción” y “vicio”, que se originaron hace
siglos con influencia de posiciones religiosas o moralis-
tas, considerando el abuso de ciertas sustancias como
signo de “flaqueza moral”. Actualmente, la ciencia ha
demostrado que el consumo prolongado o excesivo de
muchas sustancias psicoactivas produce un estado de
dependencia, considerado como una enfermedad por
la Organización Mundial de la Salud, y por los psiquiatras como trastorno mental, porque el individuo es impotente ante la sustancia y requiere ayuda para dejarla,
si bien una vez que deje el consumo seguirá siendo un
consumidor potencial por el resto de su vida.
Abuso, dependencia y adicción
En la actualidad se usan los
términos “abuso” y “dependencia” para reemplazar los
de adicción y drogadicción.
En Europa se usa el término de “toxicomanías” utilizando una palabra genérica
como la de “psicotrópicos”.
En los Estados Unidos se
introdujeron términos como
“dependencia a sustancias
químicas” o “dependencias
químicas”, y el de “farmacodependencias”, que es discutido porque da la connotación de “una dependencia a
fármacos”, es decir, medicamentos como los estimulantes y tranquilizantes, y no es
suficientemente amplio. Sin
embargo para fines prácticos se siguen utilizando los
términos de “toxicomanía”
y “farmacodependencia” en
los diferentes países.
Con la introducción de
las distinciones en cuanto al
uso de las drogas, se pretende aclarar y establecer las responsabilidades en cuanto
al consumo de sustancias psicoactivas, siendo el individuo responsable por el uso que hace de las sustancias, ya sean éstas legales o ilegales.
En cuanto a la responsabilidad del Estado boliviano para la prevención de uso indebido de drogas, esta
instancia pasó de ser Subsecretaría a Dirección, luego a
Viceministerio y, finalmente, llegó a instituciones dispersas, y aún no encuentra el rumbo que haga notoria
su presencia en el país a pesar de que el Estado debería tener un papel fundamental con un ente rector que
ejerza autoridad y aplique políticas de salud pública en
cuanto a las drogas, el “flagelo de la humanidad”, según
dijo el papa Juan Pablo ii.
Las políticas efectivas incluyen educar a los individuos sobre los efectos y los riesgos de las mismas; informar a la sociedad en cuanto a los peligros que entrañan
las drogas, y sobre cómo detectar tempranamente al que
hace un uso indebido para hacerle tomar conciencia de
su problema y acudir a recibir ayuda incluso profesional si no es capaz de controlar su consumo antes de que
el sufrimiento sea insoportable o ya sea muy tarde.
* Médico especialista en Psiquiatría, docente titular
de la carrera Psicología de la UMSA.
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casa común
Mayo del 68
Las imprevisibles consecuencias de la acción humana
Francesc Viçens*
Fueron ante todo un movimiento liberador que conllevaba todos los elementos de este tipo de movimientos: crítica del presente y de nosotros
mismos, capacidad de ver otras posibilidades y voluntad entusiasta de realizarlas, movilidad, transformación y creación, enseñorearnos de
nuestros destinos… Liberación, sí, pero ¿de qué? ¿Cuáles eran las cadenas?
A
toro pasado, todos sabios. Alguien que fue en su
tiempo un político poderoso me decía no hace
mucho: “Lo terrible de cuando tenemos el poder
es que creemos saber lo que estamos haciendo”.
Los humanos vivimos en la ilusión de controlar el sentido
y las consecuencias de nuestras acciones y, desde el poder,
nos sentimos autorizados a descalificar (cuando no a difamar y destruir) a todo lo que se nos opone, en lo que no
vemos sino reacción o conspiración contra el progreso
que nosotros indudablemente encarnamos. Ya mayores,
mirando atrás en busca de paz interior y buena muerte,
descubrimos que ni todo lo que salió bien fue nuestro
mérito ni todo lo que salió mal nuestra culpa, que la vida
es un suceder de consecuencias no anticipadas, que bregamos inevitablemente en la incertidumbre y que quizás
en ello resida nuestra dignidad y grandeza como especie.
Los que se rebelaron en mayo del 68 también
creyeron saber lo que estaban haciendo y tampoco les
importaron ni alcanzaron a controlar las consecuencias
de sus actos. Fueron ante todo un movimiento liberador que conllevaba todos los elementos de este tipo de
movimientos: crítica del presente y de nosotros mismos,
capacidad de ver otras posibilidades y voluntad entusiasta de realizarlas, movilidad, transformación y creación,
asunción de que nada es finito ni perfecto, de que podemos cambiar las relaciones de fuerza, modificarnos
nosotros mismos, enseñorearnos de nuestros destinos…
Liberación, sí, pero ¿de qué? ¿Cuáles eran las cadenas?
La sociedad en la que se habían criado los jóvenes de mayo del 68, aunque organizada políticamente
como democracia, era la rígida sociedad del capitalismo fabril, de la mayoría de obreros de cuello azul cuyos dirigentes debatían entre el reformismo y la revolución; era una sociedad dominada por los varones jefes
y mantenedores únicos de la familia, por los patronos
–como se llamaba entonces a los jefes de empresa–, por
la autoridad vertical de los profesores, los dirigentes
de partidos y sindicatos, los funcionarios, los clérigos
o los maestros pensadores, todos supuestamente depositarios de saberes incuestionables; era una sociedad
de moral sexual tan estricta como hipócrita que apenas
atisbaba los imponentes procesos de transformación y
de liberación que estaban en puertas.
Fueron los jóvenes los que atisbaron esas potencialidades y por eso mayo del 68 tomó los caracteres
de un conflicto de edad que tomó desprevenidos a los
santones intelectuales del momento. Sartre creía que el
marxismo iba a durar 20 siglos. Fue una revolución más
social que política. Los que quisieron aprovecharla políticamente sólo comparsearon la inevitable confusión:
la triste imagen de Sartre utilizando para batir infructuosamente a De Gaulle el retrato de un tirano como
Mao. Deseos de libertad bajo banderas totalitarias.
Daniel Cohn-Bendit cuenta que “la mayoría de
los manifestantes querían tomar el control de sus vidas,
fuera en la fábrica o su vida privada. El deseo de emancipación que llevaba el movimiento no tenía ningún
concepto político para traducirlo… nuestras consignas
eran surrealistas, poéticas: ‘sed realistas, pedid lo imposible’. ¿Cómo reintegrar una revuelta existencial en
un discurso político’. Una herencia imposible. 1968 es
un mito para la izquierda… con el que no sabe muy
bien qué hacer”. Pero el capitalismo, con su terrible
eficiencia adaptativa, sí supo qué hacer con todas aquellas fuerzas liberadoras a las que acabó envileciendo,
domesticando y poniendo a su servicio.
La explosión liberadora
En torno a mayo del 68 se dieron una serie de circunstancias que posibilitaron la explosión liberadora: los
anticonceptivos, los artefactos reductores del trabajo
doméstico, el comienzo de la economía de servicios y
de la incorporación masiva de las mujeres a los estudios
y al trabajo, el descubrimiento de que la ciencia avanza
por falsación y no por acumulación de verdades verificas
(con su terrible correlato de que los maestros pueden ser
falsos maestros), la convicción de que el progreso social
no sólo es compatible sino que exige mayores grados de
libertad en todos los ámbitos, la rebelión de los trabajadores frente a su consideración de meras piezas de una
ordenación ‘científica’ del trabajo, el descontento ante
una administración que trataba a los ciudadanos como
meros administrados y que desconocía su derecho a
la participación, la posibilidad de un ‘joie de vivre’, de
gozar de la vida más allá de los muros del patriarcado
autoritario… A pesar de la guerra fría, eran tiempos de
seguridad en el empleo y en las calles y, por tanto, de
confianza en que el futuro sería necesariamente mejor.
No se sabía que el futuro nunca es lo que era.
La izquierda quedó perpleja. La rebelión no entraba en sus esquemas. La derecha convocó a las fuerzas
del orden contra la sociedad ‘amenazada’. Los empresarios, en cambio, comenzaron a leer las inmensas posibilidades de mercado que les abría el erotismo liberado.
La minifalda fue el precedente recatado de un destape
crecientemente universal y mercantilizado pronto capturado por un capitalismo cada vez más neoliberal y
global. El cuerpo ha acabado convirtiéndose en mercancía para los fines más diversos, globalizada y multiplicada por la tecnología. El eslogan “abajo la sociedad
de consumo” ha sido sepultado por otros igualmente
sesentayocheros como “prohibido prohibir”, “gozad
sin obstáculos”, “se pierde el respeto, no lo busquéis”,
sólo que en su versión neocapitalista permisiva y más
sutilmente estupidizante y manipuladora.
La impotencia antisistémica
En las alcantarillas de mayo del 68 se quedaron dispersos por el mundo puñados de hippies desdentados,
consumidos por la hierba y la impotencia antisistémica.
Quizás pocos lo simbolicen como Killian Fritsch. Él
creó el eslogan “bajo los adoquines, la playa”. Como no
la encontró, la buscó en los sumideros de los paraísos
artificiales y acabó suicidándose bajo los adoquines, en
el metro de París, mientras las calles del mundo entero
se llenaban de ofertas para un consumo cada vez más
masivo, individualizad, desatado y permisivo.
Amor libre es conceptualmente lo opuesto a sexualidad liberada, que es lo que reivindicaron en realidad
los del 68. Sin libertad no hay amor, pero tras la deter-
minación libre el amor es dedicación y fidelidad. Sólo
con la libertad de la mujer –posibilitada por su acceso al
estudio, al trabajo y a los anticonceptivos– los matrimonios y la familia han podido basarse en el amor, que ha
dejado de ser un ideal aristocrático ajeno al matrimonio
para convertirse en una aspiración humana potencialmente universal. Desde mayo del 68 la milicia del amor
exigió el divorcio al rechazar la continuidad del vínculo
matrimonial sin amor. Pero los rebeldes del 68, leves
de pensamiento, llamaron amor libre a lo que sólo era
sexualidad desatada. Las palabras de amor sencillas y
tiernas de Serrat les sonaron a ñoñerías de burguesito,
y en nuestros boleros no fueron capaces de ver sino el
instrumento para la conquista erótica.
Desatada la sexualidad, los más débiles cayeron en
las trampas y vicios más burdos. Si casi todo vale, todo
puede ser objeto de exhibición, fantasía o tráfico. Sin disciplina ética ni estética que contenga la sexualidad, mujeres, niños, hombres… todo puede ser objeto de los más
diversos tráficos, legales o ilegales. En un tiempo supuestamente de derechos humanos se permite como nunca el
alquiler y la venta de los cuerpos y sus imágenes, se masifica el turismo sexual y florecen todo tipo de perversiones. La pornografía y la prostitución no sólo han dejado
de ser transgresiones sino que se han convertido en parte
substanciosa de la producción capitalista globalizada y de
la corrupción que la acompaña. Son el tiro por la culata
de mayo del 68. Hoy nadie se siente con autoridad moral
para pedir contención, es decir, para educar en formas
y valores que dignifiquen el erotismo liberado. Todo no
está perdido, sin embargo: la milicia del amor sobrevive
y lo busca y reivindica como pan sublime de vida, fuente
de compleción, que no nos hará inmortales pero que, por
momentos, nos permite vivir lo insondable y eterno.
* Humanista, historiador y poeta valenciano.
14 /
ensayo
15 al 28 de mayo de 2008
Tribu, nación, república
Zygmunt Bauman*
Para poder reclamar una lealtad única o suprema, que supere a todo otro compromiso, la nación debe atribuirse explícitamente el lu­gar que
ocupaba la tribu sin necesidad de explicarlo, tal vez incluso sin saberlo: el tema de la sangre y el suelo, pero más crucialmente
(vivimos, después de todo, en una época consciente de esa contingencia) el tema de la historia compartida.
L
a más plena manifestación de la idea de pertenencia es la tribu, la for­ma de reunión que prevaleció durante la mayor parte de la historia de
la humanidad. De hecho, pertenecer a la tribu
es una situación total y abarcadora: vuelve invisible –y,
por lo tanto, inexistente– cualquier otra alternativa, en
vez de denigrarla o combatirla.
El modo de perte­nencia tribal proporciona lo que
sólo podríamos llamar el “mappa mundi completo”: la
totalidad del conocimiento acerca del mundo y de nuestro lugar en él. Se nace como miembro de la tribu y se
muere como tal: en el intervalo, se adoptan y se descartan una serie de identidades estrictamente definidas y no
negociables, en una sucesión estrictamente definida y no
negociable. Al miembro de la tribu se le exige solamente
que cumpla con esa sucesión y que actúe de acuerdo con
la prescripción que conlleva cada una de esas identidades sucesivas. Y eso es algo que puede aprenderse en la
práctica, simplemente observando a otros miembros de
la tribu, sin recibir ninguna instrucción especial. En la
vi­da, las cosas pueden salir bien o mal, pero rara vez son
ambiguas o son causa de confusión, por la simple razón
de que el Lebenswelt no inclu­ye la posibilidad de una vida
fuera de la tribu y, por lo tanto, no hay elecciones existenciales. De hecho, il n ‘y a pas hors de tribu.
La modernidad augura el final de totalidades tan
completas como las tribus y, por consiguiente, también
de esa clase de Lebenswelt tan cohe­rente del miembro
de la tribu. Las totalidades sociales modernas care­cen
de la cohesión típica de la tribu, porque son una combinación de dos –y, por ser dos, endémicamente incompletas– totalidades: la “repú­blica” y la ‘nación”. Cada
una de ellas tiene el apetito suficiente para ingerir o subordinar a la otra, pero la otra es útil a la primera sólo
mientras conserva su propia estructura distintiva. Así,
en general el apetito queda insatisfecho. En los raros
casos en los que se ha intentado una fusión de ambas,
como en la Rusia comunista o en la Alemania nazi, el
producto demostró ser autodestructivo o nació muerto. Esos dos monstruos híbridos, los más famosos, fueron, de acuerdo con los pará­metros históricos, de corta
vida, y por cierto eran inviables y estaban condenados a
muerte desde el nacimiento.
Dejando de lado los experi­mentos del fascismo y
del comunismo, las sociedades modernas tienden a ser
producto de la incómoda coexistencia de dos formaciones distintas, orientadas por dos conjuntos de principios
diferentes. La mayor parte del tiempo existe un compromiso entre ellas, pero la cohabitación está mina­da
de conflictos ocultos o evidentes; la posibilidad de un
enfrentamiento no puede ser aplacada para siempre ni
extirpada de la compleja estructu­ra de la sociedad moderna. Una y otra vez, tras un prolongado período de
coexistencia pacífica, el conflicto vuelve a estallar abiertamente por una u otra razón; eso es lo que ocurre, por
ejemplo, en la Europa actual, donde las repúblicas, eminentemente flexibles, se agolpan en la Unión Europea,
mientras las naciones, eminentemente rígidas, se quedan
atrás y retroceden para retener a las repúblicas en fuga.
Existe, en suma, una relación Hassliebe entre república y nación. Se necesitan mutuamente, pero les
* Profesor de sociología en las universidades de Leeds y Varsovia.
El Teatro de los Descubridores (acuarela - 57 x 75 cm)
resulta difícil cohabitar en paz y espan­tosamente difícil
negociar y conciliar sus diferencias. Se atraen y se re­
pelen al mismo tiempo, con resultados similares a los
de las ratas del famoso experimento de Miller y Dollard: se comportan incoherente­mente siempre que se
las somete a las dos presiones opuestas de “adien­cia” y
“abiencia”, atracción y repulsión. Aparte de operar en
el mismo terreno y de aspirar a ser el adhesivo que une
y mantiene junta a la misma población, la república y la
na­ción difieren una de otra en casi todos los aspectos.
Cada una, al estar condenada a la compañía de la otra,
debe desplegar también otros me­dios que los empleados por la tribu, que vivía en una situación de privi­legio
de la que ni la nación ni la república disponen: el privilegio de ser dueña única del terreno.
Por ser el único enclave de vida, con la solitaria
muerte como única alternativa, la tribu podía arreglárselas sin ideología, adoctrinamiento o propaganda, cosas de las que la nación no puede prescindir. Aunque
las tribus no necesitaban del “tribalismo”, la nación
necesita del “naciona­lismo”, ese credo curioso –por no
decir incongruente– que simultánea­mente proclama
que la esencia precede a la existencia y que la existen­cia
precede a la esencia; es decir, que la nacionalidad es y
no es al mismo tiempo objeto de elección. La nación
del nacionalismo es algo determinado antes de que sus
miembros hayan tenido la oportunidad de elegir, pero
es también un valor que sus miembros deben atesorar,
cultivar, fortalecer y adornar por medio de sus elecciones cotidianas. La tribu era una realidad, no un valor; si
la nación del credo nacionalista desea ser una realidad,
debe transformarse en un valor.
Formar parte de la nación requiere esfuerzos cotidianos. Como lo expresara Ernest Renan, la nación es
un plebiscito diario, cuya totali­dad debe ser diariamente renovada por medio del voto de lealtad. La placentera sensación de pertenencia que ofrece la nación no
es gratuita: debe ser ganada. La pertenencia ofrecida es
placentera porque, en el ca­so de la nación, implica la
oportunidad de estar a salvo; pero esa segu­ridad es algo
a lograrse, no un hecho consumado. Exige cerrar filas y
necesita una acción concertada.
Si sólo estuviera en juego esa exigencia, nada diferenciaría a la na­ción de multitud de asociaciones o
uniones voluntarias, y no quedaría claro por qué la lealtad a la nación debe ocupar un lugar de privilegio entre
todas las otras lealtades; tampoco quedaría claro por
qué se trata de un compromiso incuestionable, del tipo
“mi país siempre, equivoca­do o no”. Para poder reclamar una lealtad única o suprema, que supere a todo
otro compromiso, la nación debe atribuirse explícitamente el lu­gar que ocupaba la tribu sin necesidad de
explicarlo, tal vez incluso sin saberlo: el tema de la sangre y el suelo, pero más crucialmente (vivimos, después
de todo, en una época consciente de esa contingencia)
el tema de la historia compartida.
Ya resulta banal afirmar que toda narración histórica es selectiva. Sin embargo, resulta menos obvio afirmar algo que con frecuencia ha sido borrado o negado
ferozmente: que la narración “hace” la historia. Tal
como lo señalaron –cada uno en su estilo y a su manera– Hannah Arendt y Paul Ricoeur,1 el relato histórico
extrae los “acontecimientos” del flujo de la vida y luego
remodela esos acontecimientos desordena­dos, verdaderamente “nouménicos” y contingentes en una serie
signifi­cativa, que puede ser interpretada, absorbida y
memorizada. Arendt comparó la tarea del historiador,
que transforma la materia prima del “puro acontecer”
en una historia susceptible de ser contada, aprehendi­da
y contenida, con el trabajo del poeta, que transfigura
“el dolor en lamento” y “el lamento en alabanza”.
El nacionalismo es una opera­ción de ese tipo, un
trabajo de selección y transfiguración del pasado llevada a cabo colectivamente. Es famosa la descripción de
15 al 28 de mayo de 2008
Ernest Re­nan con respecto a la nación como el acuerdo
para recordar ciertas co­sas del pasado y olvidar otras.
(Me gustaría precisar un poco el punto: el nacionalismo
prescribe que todas las cosas que se ha convenido no
recordar deben ser olvidadas). La idea republicana ni
siquiera se detiene a disputar con su asocia­da‑adversaria
nacionalista sobre cuáles son las cosas que deben ser
con­servadas en la memoria y cuáles son las que deben
ser arrojadas al olvi­do. Hace algo más que cuestionar
la selección: niega la virtud, la autoridad y la necesidad
del recuerdo histórico, y devalúa el pasado mismo.
La idea republicana en su forma pura (que encontró su expresión más vívida durante los momentos más
violentos de la Revolución Francesa) es precisamente el
destronamiento de la historia pasada (re­cuérdese que Marx,
el heredero espiritual de la Revolución Francesa, calificó
al pasado de “prehistoria” y anunció que la historia aún
estaba por comenzar) y la posibilidad de un “nuevo comienzo”. En su discur­so de aceptación2 del premio Marc
Bloch, Mona Ozouf señaló que al menos en la época de
la Revolución los republicanos se consideraban capaces
de reconstruir la totalidad del orden político y social, y
creían que nada que perteneciera al pasado podía resultar útil al servicio de esa reconstrucción. “La historia no
proporciona precedentes ni respal­do, en tanto la duración no revela nada acerca del valor”.
El nacionalismo proclamó que la nación, el legado vivo de una larga y tortuosa historia, era un bien en
sí mismo; y no sólo un bien entre otros, sino el bien
supremo, que empequeñece y subordina a todos los
demás. Los revolucionarios republicanos, por su parte,
postularon la república como la fábrica del bien común, y
como la única fábrica ca­paz de producirlo. La sociedad
buena de los republicanos se encontraba en el futuro,
no se había logrado aún, y difícilmente se la alcanzaría
sin el trabajo de la república. Sin embargo, tras esta
declaración, la idea de la república se enredó desde el
principio en una profunda contradic­ción, que seguiría
acosándola durante casi toda la historia moderna.
La idea de “un nuevo comienzo” (en realidad, no
un solo comienzo sino una interminable serie de nuevos
comienzos) y la firme negativa a atarse al legado de la
historia por el simple reconocimiento de su longe­vidad
convirtieron a la capacidad humana de criticar, razonar y
juzgar en el único recurso del que disponía la república
para su tarea de pro­ducir el bien común. Ese mismo hecho convirtió también a la tríada de libertades –de opinión, de expresión y de asociación– en la condición sine
qua non de la vida republicana. Por otra parte, sin embargo, la in­troducción del bien común pasó a encabezar la
lista de los valores repu­blicanos; la felicidad universal fue
proclamada el propósito supremo de la república.
La gente sería libre para procurarse su propia felicidad y para negociar los medios que aseguraran que
esa felicidad fuera univer­sal; pero la causa de la felicidad universal y la de las libertades indivi­duales estaban
condenadas a entrar en conflicto en algún momento,
y una de ellas debía ceder a la otra. Era inevitable que
aparecieran pre­guntas del tipo: “¿Qué es mejor... que
la gente lea malos libros o que no lea?”, para las que
no había ninguna respuesta incuestionable. La vida
de la república era un incómodo equilibrio entre dos
conjuntos de principios de los que se esperaba cooperación, pero que eran demasia­do proclives a entrar en
conflicto, y estaba destinada a navegar eterna­mente entre dos extremos absurdos o directamente desastrosos.
El conflicto interno de la estructura de la república está siempre pre­sente, y el peligro de una concesión errónea o de darle demasiado lugar a un principio,
reduciendo indebidamente el otro, no deja de acechar
desde ambos laterales. Y sin embargo, los dos principios son como dos piernas: la república no podría caminar erguida sin uno de ellos.
Sólo juntos convierten a la república en lo que es:
una institución que no considera la libertad de sus ciu-
/ 15
ensayo
dadanos únicamente como libertad nega­tiva, como una
falta de limitaciones, sino como un poder capacitador, la
libertad de participar; una institución que intenta –siempre de mane­ra inconcluyente pero con constante celo y
vigor– lograr un equilibrio entra la libertad del individuo
de toda interferencia y el derecho de los ciudadanos a interferir.
Ese derecho de los ciudadanos a interferir, a participar
de la construcción de las leyes que definen el orden que
los abarca a todos, es la respuesta republicana a la sangre,
el suelo y el le­gado histórico de la nación: la argamasa
específicamente republicana que une a los individuos en
una comunidad, la comunidad republicana. Cornelius
Castoriadis ha bautizado a este tipo de sociedad como
“so­ciedad autónoma” y la define de la siguiente manera:
¿Qué es la identidad colectiva, el “nosotros” de una
sociedad autónoma? Que nosotros somos quienes hacemos
nuestras pro­pias leyes, que somos una colectividad autónoma
compuesta por individuos autónomos. Y que somos capaces
de observarnos, de reconocernos y de ponernos en cuestión en
nuestro tra­bajo y por medio de él.3
La democracia liberal y la república
En sí misma y por sí misma, la búsqueda del bien común
no garantiza que los ciudadanos (o más bien, en este caso,
los potenciales ciudada­nos) sean capaces de “observarse a
sí mismos” ni de “ponerse en cues­tión”, evaluando con
una mirada crítica y juzgando las leyes que los gobiernan.
Pero sin esa búsqueda, no tendría sentido pedirles a los
po­tenciales ciudadanos que se aboquen precisamente a
esa tarea. En este punto el liberalismo y el republicanismo se separan; el liberalismo está dispuesto a bajarse del
tren republicano en la estación llamada laissez faire –“ser
y dejar ser a los demás”–, pero el tren republicano sigue
ca­mino hacia la remodelación de la libertad individual
en una comunidad automonitoreada, empleando de este
modo la libertad individual en la búsqueda colectiva del
bien común. Por haberse negado a recorrer el si­guiente
tramo del camino, el liberalismo se queda con una agrupación de individuos libres pero solitarios, libres para
actuar pero que no tienen voz ni voto sobre el ambiente
en el que actúan, y que, sobre todo, no tienen ningún
interés en ocuparse de que los otros también estén li­bres
para actuar ni en hablarles del buen uso de la libertad
de todos. En una agrupación de individuos libres pero
impotentes e indiferentes, in­mediatamente aparecen las
contradicciones entre libertad e igualdad, entre individuo
y sociedad, entre bienestar privado y público; la clase de
contradicciones que el liberalismo es evidentemente incapaz de ma­nejar, pero también la clase de contradicciones que sólo el liberalismo es capaz de producir, con su
propia reticencia a respaldar el principio publicano.
Es por eso, según observa Castoriadis, que “la nación emerge como tu conejo de la galera” de “las teorías
y las ‘filosofías políticas’ contem­poráneas”, en tanto y en
cuanto, añadiría yo, la mayoría de esas teorías y filosofías siga encantada por la clase de liberalismo dispuesto a
cerrar los ojos “a las consecuencias atomizadoras de una
libertad personal no complementada por la dedicación
de los ciudadanos a perseguir el bien común, y por su
capacidad de actuar en consecuencia. El nacionalismo
al que incita la práctica liberal –aun involuntariamente–
emerge como promesa de remediar los defectos del propio liberalismo. Para mantener el nacionalismo a raya, la
sociedad liberal tendría que dar entrada al principio de la
ética y la justicia como bien común, en lugar de conside­
rarlo un asunto privado; en otras palabras, tendría que
elevarse a sí mismo hasta el nivel de la república.
Por sí mismo, el liberalismo no resuelve, entonces,
el conflicto entre la nación y la república, y menos aún
consigue decidir el litigio a favor de la república. En la
democracia liberal hay lugar para ambos; incluso podríamos definir el entorno liberal‑democrático como el
área donde el nacionalismo y la idea republicana compiten constantemente. Están la­do a lado, ofreciendo
soluciones radicalmente diferentes al mismo pro­blema:
cómo reconciliar la libertad individual y la seguridad
colectiva, problema endémico de la sociedad moderna.
Como ya se dijo, la solución que el nacionalismo
ofrece a este pro­blema es “mi país siempre, equivocado
o no”. La solución propuesta por la idea republicana, expresada con la misma brevedad epigramáti­ca, sería algo
así como “mi país mientras tenga razón y manifieste el
deseo de eludir la equivocación”, o algo aun más exigente: “Es mi país mientras esté en lo cierto y no se niegue a
reparar las equivocaciones que ha cometido”.
El nacionalismo exige firmar un cheque en blanco
y borrar del pron­tuario los hechos del pasado. Espera
que sus seguidores, los patriotas, manifiesten una virtud
principal: lealtad, en tanto el mayor defecto –en realidad,
el pecado mortal que merece el castigo más severo– es
un am­plio espectro de conductas desleales o no suficientemente leales, que van desde el flagrante disenso hasta la mera falta de entusiasmo. Algo que se espera que
los miembros de una nación no harán en ningún caso
es preguntar por la ratio de aquello a lo que deben ser
leales y por el status moral de la exigencia de obedecer
valores y normas sin cuestio­nar el grado de virtud que
poseen. Para parafrasear el famoso adagio de Hegel, podemos decir que el nacionalismo define la libertad corno
“el conocimiento del propio deber”.
La idea republicana, por el contrario, sitúa la interrogación crítica como centro de la integración comunitaria; los ciudadanos pertenecen a la república por medio
de su activa preocupación por los valores que la política
promueve o descuida. La declaración de lealtad de los
ciudada­nos podría expresarse con las siguientes palabras
de Castoriadis: “Tengo un positivo (e incluso egoísta) interes de vivir en una sociedad que se acerque más a la del
symposium que a la de El Padrino o la de Dallas”.
Si la entrega a la nacionalidad es incondicional y si
volverla condi­cional es un acto de traición, la república,
por su parte, es juzgada y evaluada por el grado de libertad
que ofrece y garantiza a sus ciudada­nos como condición
esencial. El “plebiscito diario” de Renan puede o no captar la realidad de la nación, y más de una vez fue criticado
por los defensores del nacionalismo; pero, sin duda alguna, el “plebiscito diario” es fiel reflejo de la realidad de la
república y de la sustancia de la idea republicana.
1
2
3
Véanse Hannah Arendt, “Truth and politics”, en: Between Past
and Future, Lon­dres, Penguin Books, 1968, y Paul Ricoeur.
Time and Narrative, vol. 1, University of Chicago Press, 1983.
Mona Ozouf. “L’idée republicaine et l’interprétation du passé
national”, en: Le Monde, 19 de junio de 1998.
Cornelius Castoriadis, “Dilapidation of the West”, traducción
de David Ames Curtis, en: Thesis Eleven, 41, 1995, p. 108.
16 /
memoria
15 al 28 de mayo de 2008
Adiós a Mario Miranda Pacheco
Mario Miranda Pacheco, intelectual boliviano comprometido con las mejores causas de los pueblos de América Latina y el Caribe,
falleció el 4 de mayo en Ciudad de México. Su obra científica, plasmada en numerosos libros y artículos, así como su vocación
docente, fueron ampliamente reconocidas tanto en México, donde llegó exiliado en 1971, como en Bolivia,
donde fue docente en la umsa.
Mario Miranda Pacheco
M
ario Miranda Pacheco nació el
20 de noviembre de 1925 en la
localidad de Cajuata, provincia Inquisivi del departamento
de La Paz. Obtuvo sus licenciaturas en
Filosofía y Letras (1950) y en Derecho y
Ciencias Políticas (1951) en la Universidad Mayor de San Andrés. Hizo su doctorado en Derecho Constitucional en
la Universidad de París (1952). Como
becario del Consejo Británico, realizó
sus estudios de postgrado en Filosofía
Contemporánea y Psicología Social en
la Universidad de Nottingham , Inglaterra (1956) y tuvo un trimestre de permanencia en Oxford (1957).
El Dr. Mario Miranda Pacheco –ca­
tedrático de la Universidad de La Paz en
las facultades de Filosofía y Letras, Arquitectura y Derecho, y fundador de la
Facultad de Sociología– alternó su labor
docente de 18 años con distintas actividades intelectuales y políticas. Fundó el
Frente de Liberación Nacional (1964) y
el Partido Socialista junto con Marcelo
Quiroga Santa Cruz (1971).
Aportes impereceredos
En sus primeros años de labor literaria
e intelectual publicó algunos trabajos de
orientación filosófica y social. Su contribución fue sustantiva en el libro colectivo de Gesta Bárbara, Trigo Estaño y
Mar. La revista Marka incluyó su ensayo
“El arte que espera el pueblo boliviano”.
Dos universidades publicaron sus trabajos: “Concepción marxista del hombre”
(umsa 1968) y “Marx y su pensamiento”, seguido de “El Marxismo viviente”
(Potosí 1970). Entre 1955 y 1956, fue
redactor del periódico Ultima Hora,
donde tuvo a su cargo la columna cotidiana “Actualidad”, en la que incluyó
una serie de 26 artículos sobre la realidad boliviana.
La labor intelectual de Miranda
Pacheco se proyectó con fuerza y claridad en múltiples conferencias, foros y
debates sobre diversos temas filosóficos,
políticos y sociales vinculados a grandes
problemas de Bolivia.
Su vida en Bolivia fue interrumpida
en 1971 por la dictadura de Hugo Bánzer
Suárez, que lo exilió a México, donde a
partir de ese año se incorporó a la Universidad Nacional Autónoma de México
(unam). En esa institución, mediante
concursos sucesivos obtuvo su cargo de
profesor titular de tiempo completo, nivel “C” (la categoría más alta del escalafón
universitario mexicano), en la Facultad de
Filosofía y Letras de la unam. Dedicado
a la docencia e investigación, contribuyó
a la innovación de la enseñanza superior
con la creación de áreas formativas para
profesores, entre las que destacan las de
“Comunicación Educativa” y “Enseñanza Interdisciplinaria”, en el Programa
Nacional de Formación de Profesores de
la Asociación Nacional de Universidades
de la República Mexicana.
En la década de los años setenta,
la unam asumió la vanguardia en la
difusión del conocimiento de América
Latina. En ese contexto el Dr, Miranda
Pacheco creó el Seminario de postgrado “Nacionalismo en el área andina” y
la materia “Historia de Bolivia”. Desde
1976 estuvo adscrito al Colegio de Estudios Latinoamericanos y a la División
de Estudios de Postgrado de la Facultad
de Filosofía. Con la reforma del Plan de
Estudios de esta Facultad creó el Seminario “Estudios Interdisciplinarios”, el
único de su tiempo. Sus tareas docentes
se distribuyeron impartiendo ese seminario de formación metodológica, la
asignatura “Historia económica y social
del área andina (Perú y Bolivia)” y el
curso de postgrado “Sociedad y política
en América Latina”.
Prolífico escritor
La actividad académica del Dr. Miranda
Pacheco, enraizada fundamentalmente
en la docencia, se amplificó con su producción escrita, orientada al análisis de
la realidad boliviana y latinoamericana.
Entre sus principales trabajos publicados
en México destacan: “Radicalización y
golpes de Estado en América Latina. El
Algunos escritos latinoamericanistas de Miranda
“Bolivia y Chile, un paralelo en la crisis de poder”, en Latinoamérica. Anuario
de Estudios Latinoamericanos, No. 7, unam, México, 1974.
“Textos sobre América Latina y su historia”, selección bibliográfica, periódico
El Día, julio 14, México, 1974.
“Crisis de poder y el poder ejecutivo en América Latina”, en Predominio del
Poder Ejecutivo en América Latina, Instituto de Investigaciones Jurídicas,
unam, México, 1977.
“Interdisciplinariedad en los Estudios Latinoamericanos”, en Revista de la Educación Superior, núm. 28, México, 1978. Otra publicación en Latinoamérica.
Anuario de Estudios Latinoamericanos, núm 12, unam, México, 1979.
“Alegato en pro de los estudios latinoamericanos”, en Revista de la Educación
Superior, No. 43, México, 1982.
“La crisis de poder como categoría de análisis en la historia política de América Latina”, en Los Estudios Históricos en América Latina, vol. I, T. I, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1988.
“Del pasado cautivo al colonialismo posmoderno”, ensayo publicado en dos
partes, Ediciones Especiales Excélsior, junio 12 y agosto 12, México, 1992.
“Diez notas sobre la carrera universitaria de Estudios latinoamericanos”, en
Revista de la Educación Superior, No. 43, México, 1982.
“América Latina y el descubrimiento del colonialismo posmo­derno”, ensayo
publicado en cuatro partes en periódico Excélsior 15, 17, 18 y 19 de septiembre, México, 1992.
“Consideraciones sobre el fin de la historia y la modernización de América
Latina”, en Cuadernos Americanos, No. 44, unam, México, 1994.
“Sobre la historiografía, el discurso histórico y las dimensiones de la historia
de América Latina”, en Coatepec, Revista de la Facultad de Humanidades,
Univ. Autónoma del Edo. de México, No. 6, Otoño-Invierno, Toluca,
1997. Reproducido en Memoria, ­Revista Mensual de Política y Cultura,
núm 118, México, 1998.
caso de Bolivia” (1973), “La educación
como proceso conectivo de la sociedad,
la ciencia y la política” (1978), con cuatro reimpresiones; “Interdisciplinariedad en los estudios latinoamericanos”
(1979), “Notas para un análisis de la
situación boliviana” (1981), “El país y
la memoria” (1983), “El populismo en
Bolivia” (1984), “Bolivia en la hora de
su modernización” (1993). En México
tiene escrito el libro Estudios Latinoamericanos. Pláticas y Reflexiones.
Su labor latinoamericanista de los
últimos años tomó nuevos impulsos en
disertaciones, congresos, estudios y ensayos que trasuntan una reflexión personal
sobre la historia y la sociedad de América
Latina, en las perspectivas de la posmodernidad y poshistoria. En esta línea de
investigación, sus trabajos más conocidos
son: “Sobre el oficio del latinoamericanista” (1989), “El fin de la historia, ¿diseño
o descubrimiento de un futuro?” (1991),
“El encuentro de dos mundos y el pasado cautivo” (1992), “América Latina y el
colonialismo posmoderno” (1992), “Las
‘Américas’ y el conocimiento de América
Latina” (1993).
La Universidad Nacional Autónoma de México (unam) otorgó el
Premio 2007 de esa casa superior de
estudios a Mario Miranda Pacheco por
sus 35 años como docente en Ciencias
Sociales. En 1995 fue honrado con la
placa de reconocimiento de la Universidad de Kino, Hermosillo, Sonora
(México), por la elaboración del documento Cocóspera, texto fundacional de
la institución. Asimismo, el periódico
Excelsior le hizo entrega de un diploma
por los artículos publicados en la serie
Ediciones Extraordinarias “Encuentro
de dos mundos”.
pre-textos
15 al 28 de mayo de 2008
/ 17
El derrumbe de la “res-publica”
Jorge Lazarte*
¿
Un análisis de los procesos electorales de los últimos años y sus consecuencias en la reconfiguración del sistema político boliviano.
Las observaciones sobre la democratización y descentralización del poder contribuyen a comprender los desafíos sin precedentes que debe
afrontar el orden republicano, aquejado de fragmentación e ingobernabilidad.
Gobernar o mandar? La búsqueda por el control de todo
el poder
Un factor nada desdeñable en la
producción de nuevas situaciones de
ingobernabilidad es una cierta idea del
poder y de gobierno. Como se sabe, en
democracia sólo se gana en elecciones
el derecho de gobernar, preservando la
independencia de los tres poderes del
Estado, mientras que en el mas es predominante una cierta idea de gobernar
que no que tiene mucho que ver con la
democracia. En efecto, en varias en ocasiones dirigentes de este partido han declarado que sólo ganaron el gobierno y
lo que necesitan es el poder y el control
de la “totalidad del poder”.
Esta tendencia de controlarlo todo
es mucho más que autoritarismo y conduce, como varias experiencias políticas
en el pasado lo han demostrado de manera dramática, a absorber a la sociedad
desde el poder y esto está en congruencia con la concepción dominante en el
mas de una confusión entre los niveles
sociales y políticos de una sociedad, lo
que explicaría el empeño en que lo que
llaman “movimientos sociales” ocupen
el vacío de los partidos y formen parte
de las esferas del poder en nombre de lo
que también llaman “poder social”. Desde que el nuevo gobierno se instaló, y
aun antes, se ha escuchado repetir que el
mas tiene una nueva idea del gobierno
que consiste en “mandar obedeciendo”,
que es la fórmula con la que se oponen
a una cierta forma de hacer funcionar el
poder monopolizado por las élites “tradicionales” y sustituirla por otra en la
que de lo que se trataría es de devolver
el poder al pueblo. En primer lugar, llama la atención que se use la expresión
“mandar”, tan tradicional en la historia
del país, y que se use como equivalente o
mejor sustituto de gobernar. Mandar está
asociado más con la idea de poder que
con la idea de gobierno y de autoridad,
y que el mas reproduce creyendo que es
una ruptura cuando es una prolongación
de un pasado no democrático.
En segundo lugar, al parecer lo
que se pretende dar a entender con esa
fórmula de “mandar obedeciendo” es
que hay que obedecer al pueblo y no a
las élites, que sólo habrían obedecido a
sus intereses. En los hechos, las cosas
pasan de otra manera y esto ha podido
observarse en sus relaciones con lo que
llaman movimientos sociales respecto de
los cuales dicen que tienen un mandato,
como se escucha decir todo el tiempo
en la Constituyente, en la que no son
pocos los que se piensan ser más bien
“mandatarios” que representantes. Los
movimientos sociales a los cuales dicen
obedecer son masistas, lo que quiere decir que los no masistas no son tomados
en cuenta cuando se organizan cabildos
o asambleas públicas, a las que estos últimos no son invitados, como la Central
Obrera Boliviana. Es decir, “obeceden” a
los que les son afines y que por ser tales,
difícilmente van a ofrecer resistencias
o producir disidencias. Estas últimas,
cuando existen, son simplemente eclipsadas por el mecanismo de aclamación
y cuyo resultado se declara aceptado sin
verificación alguna, como es corriente
en democracia. A ello se suman situaciones en las cuales los dirigentes del mas
tienen tal poder sobre su gente, que se
termina aprobando lo que desde arriba
se decide como líneas de acción, como
ha ocurrido ya tantas veces, y también
con los masistas en la Asamblea Constituyente, lo que está en contradicción
con lo proclamado y ha provocado ciertas fisuras internas en las filas del mas,
que no aceptan estas formas de autoritarismo, tan tradicional en la política
boliviana. Es decir, que “mandar obedeciendo” termina siendo lo contrario de
lo que se quiere dar a entender.
Un gobierno es capacidad de agregación y no simplemente obligación
de decidir según las demandas sociales,
múltiples, poco estructuradas, no siempre compatibles entre sí o excluyentes.
Sin embargo, muchos sectores sociales que apoyan al gobierno creen en la
fórmula al pie de la letra y por esta vía
crean situaciones de ingobernabilidad,
como ha podido constatarse en varios
conflictos sociales de los últimos meses,1
entre ellos los recientes de Cochabamba
en los que se ha estimulado la movilización social para imponer la renuncia del
Prefecto de oposición, pero que luego se
desbordó con los saldos trágicos que se
conocen y que obligaron al gobierno a
defender por interés propio la legalidad
y promover el retorno de los cocaleros
al Chapare sin haber logrado el objetivo de la movilización. Hasta aquí puede
constatarse una cierta familiaridad con
la in-gobernabilidad tradicional, pero si
tomamos en cuenta los probables efectos
políticos de la propuesta de “refundar”
el país, entonces podríamos entrar en un
nuevo nivel de alta ingobernabilidad.
Gobierno de las
situaciones-límites
En todo este proceso, el gobierno expuso un comportamiento que podríamos
llamar de situaciones-límite, que es
probablemente consecuencia de su idea
de hacer una “revolución democrática”,
que en los hechos es más “revolución”
que democracia, en la medida en que
los cambios que propone no siempre
son compatibles con las condiciones
mínimas de la democracia, en cuyo caso
tiene la tendencia a pasar por encima o
defiende una idea de la democracia que
no tiene mucho que ver con una cierta
idea moderna de democracia pluralista.
Estos son los únicos o los más importantes límites de hecho que el gobierno
parece reconocer, por encima de los
límites legales o lo que implica la idea
de la democracia. O dicho lo mismo en
otras palabras, el mas no se planteó en
serio la idea de cómo poner en marcha
los cambios que el país necesita respetando los límites de la democracia; al
contrario, no son pocos en el gobierno
que creen más bien que los términos
son antinómicos pues la “revolución”
en la que piensan sólo puede alcanzarse
con medios no democráticos. Esto los
ha puesto muchas veces en situacioneslímite más allí de las cuales sólo queda
el enfrentamiento o el vacío de la precipitación.
[…] En estos hechos, como en
otros, el gobierno sólo pareció entrar en
razón enfrentado a situaciones-límite, lo
que es demasiado costoso para cualquier
país y para un gobierno como el de Bolivia, muy propenso a esas situaciones de
las que se percata sólo cuando ha llegado
a ellas y ya es muy difícil volver atrás. Es
decir, una nueva historia ha empezado
con un pasado que se cierra, pero con un
futuro muy incierto y cargado de riesgos.
El proceso enfrentará grandes dificultades a corto y mediano plazo, con un go-
Jorge Lazarte
bierno muy fuerte que quiere cambiarlo
todo, no siempre con ideas claras sobre
el qué, y sin demasiadas preocupaciones
por las formas, sobre todo normativas,
reproduciendo prácticas políticas muy
ancladas en el pasado y en el presente.
Habrá resistencia de los que entiendan
que sus intereses serán afectados, junto
a sectores medios atemorizados cada vez
por lo que entienden amenazas desde el
gobierno, pero también existen sectores
sociales pobres y los llamados “originarios”, con la sensación de cierta dignidad
recuperada y la certeza de que ahora son
poder, sentimiento que muchos de ellos
amalgamaban con el derecho a imponer
una suerte de historia repetida, pero
desde el otro lado.
En suma, el porvenir del país, de
la Asamblea Constituyente y del gobierno dependerán esencialmente de la
resolución del nudo gordiano que tiene
dos ataduras. Por un lado, de cómo se
maneje la relación de integración entre
las “dos Bolivias”, separadas y atravesadas por grandes fracturas históricas.
Por el otro, de cómo se compatibilicen
los cambios que promueve el gobierno
respetando los marcos y los límites de la
democracia.
1 Según datos de Roberto Laserna, que
desde hace muchos años trabaja sobre
conflictos en Bolivia, en una comunicación personal el mes de octubre, el
volumen de conflictos mensuales en
el gobierno de Evo Morales hasta el
mes de agosto de este año es superior,
paradójicamente, al de los gobiernos
anteriores, excepto al de C. Mesa y de
Siles Zuazo a principios de los años 80
(1982-85), que fueron para Bolivia la
etapa del paroxismo de la ingobernabilidad social.
* Doctor en Ciencia Política, fue miembro de la
directiva de la Asamblea Constituyente.
18 /
libros
15 al 28 de mayo de 2008
Noticia de un secuestro
Umbrales No. 17
Prosa breve
Gabriel García Márquez
Cides-Umsa
Jaime Saenz
Grupo editorial Norma
Plural editores
Plural editores
Es de todos conocido que el Premio
Nobel de Literatura 1982 tiene asentadas sus raíces literarias en el periodismo. Gabriel García Márquez en
Noticia de un secuestro revive un hecho
que no deja de flagelar a la sociedad
colombiana: el plagio de personas,
para lo cual recurre a fuentes primarias, es decir, a quienes precisamente
sufrieron un secuestro en la realidad. El relato comienza así: “Antes
de entrar en el automóvil miró por
encima del hombro para estar segura de que nadie la acechaba. […]
Maruja se sentó detrás del chofer…
Beatriz subió por la otra puerta y se
sentó a su derecha. Tenían casi una
hora de retraso en la rutina diaria,
y ambas se veían cansadas… Sobre
todo Maruja, que la noche anterior
había tenido fiesta en su casa y no
pudo dormir más de tres horas. Estiró la las piernas entumecidas, cerró
los ojos con la cabeza apoyada en el
espaldar, y dio la orden de rutina: “A
la casa, por favor”.
En su 40° Aniversario, el Consejo
Latinoamericano de Ciencias Sociales (clacso) festejó su trayectoria y reconocimiento en el ámbito de las Ciencias Sociales con
la creación del “Fondo de Apoyo
a las revistas de ciencias sociales en
América Latina y el Caribe ‘Juan
Carlos Portantiero’”, en homenaje
al desatacado sociólogo argentino.
Luego de que el Jurado Internacional evaluase un total de 46
proyectos, fueron seleccionados
por unanimidad siete propuestas
ganadoras y cinco menciones especiales.
La revista Umbrales fue seleccionada entre los proyectos
ganadores de este primer concurso, reconocimiento al proyecto
editorial avalado por el Postgrado
de Ciencias de Desarrollo (cides-umsa), lo que ha permitido
publicar este número especial,
con aportes al análisis de la economía y política internacional
por parte de destacados estudiosos e intelectuales nacionales y
extranjeros.
Jaime Saenz (1927-1986), en el
ámbito de la prosa, además de
sus novelas Felipe Delgado y Los
papeles de Narciso Lima-Achá, y de
algunos libros de relatos, escribió
tres preciosos relatos cortos: “Los
cuartos”, “El señor Balboa” y
“Santiago de Machaca”, y un ensayo fundamental: “El aparapita”.
Estos textos que aparecieron en
diferentes publicaciones y en diferentes épocas se reúnen ahora en el
presente volumen, bajo el título de
Prosa breve.
Los textos aquí recogidos se
agrupan en tres secciones: ensayo,
narrativa y prólogos y presentación de libros, los cuales nos muestran algunas de las estructuras que
subyacen a toda la obra de Jaime
Saenz. En su conjunto nos dan otra
muestra de la profundidad y amor
con que miró a los personajes paceños que conocía, a los amigos y
familiares, y a los escritores en los
que creyó ver la misma dedicación,
compromiso y fascinación con la
vida, la muerte y la poesía, que él
tenía. Leonardo García Pabón
El despertar de las sombras
Agnes Csato
LOM ediciones
Agnes Csato, rumana nacida en
1931, enfrenta a su corta edad la
guerra, cuando no le permiten
continuar estudiando, por ser judía, aunque logra culminar la enseñanza media, a la llegada de los
soviéticos. “Ésta es mi biografía.
Ésta soy yo desde el comienzo
hasta la última página, y éstas son
mis sombras. […] Comencé a vivir
la Segunda Guerra Mundial y el
Holocausto a los seis años, y todo
se vuelve y se revuelve dentro de
mí como un mal viento… Los rumanos son un pueblo culto e inteligente, aman la buena vida, y en su
cabeza y corazón no hay lugar para
el exterminio. Tal vez si la guerra
hubiese durado más hubieran terminado por entregarnos a los alemanes”. Luego saldrá de Rumania
rumbo a Hungría, Suiza y Chile,
donde desarrollará su talento por
la literatura y será galardonada en
varios concursos literarios.
Los papeles de Narciso
Lima-Achá
Jaime Saenz
Plural editores
Plural editores publica ésta que
viene a ser una de las tan esperadas obras de Jaime Saenz que por
mucho tiempo no pudo encontrársela en las librerías del país. El
personaje de la obra, en un acápite
de ella, esboza este su perfil biográfico, que resulta ser tan interesante, como prácticamente todo lo
que nos legó este prolífico escritor
paceño: “Me llamo Narciso LimaAchá. Nací en Macata, un pueblo
de la provincia Omasuyos (departamento de La Paz). A muy tierna
edad fui traído a la ciudad por un
tío mío, después de la muerte de
mis padres, quienes encontraron
trágico fin en un accidente… y a él
se debe el apellido que llevo… toda
vez que la gente de la ciudad… dizque iba a despreciarme… Soy mestizo, y en realidad me llamo Narciso Limachi. Tal es mi verdadero
nombre. Pero me quedé con el de
Narciso Lima-Achá. ¡Qué apellido
ridículo! Seguramente a mi tío se
le antojaba muy distinguido, y de
eso no cabe duda”.
Bolivia en la Feria del Libro de Buenos Aires
G
racias a las diligentes gestiones de la Embajada de Bolivia en Argentina y a la solidaridad de las Madres de Plaza de Mayo que
cedieron una parte de su stand, los libros de
editoriales bolivianas pudieron estar presentes en la
34 Feria del libro de Buenos Aires, considerada por
muchas razones como una de las más importantes
del mundo. Durante dos semanas, cerca de un millón y medio de personas pudieron ver las novedades de las principales editoriales latinoamericanas y
españolas. Plural editores acudió con una selección
de 170 títulos y la revista Nueva Crónica, que tuvo
una gran acogida entre los visitantes. Los libros más
demandados fueron los relacionados con la actualidad política boliviana. El embajador (a.i.) Sixto
Valdez organizó conferencias de varios escritores
nacionales y una gran velada artística para mostrar
la música, el cine y el libro boliviano. Y como el referéndum autonómico de Santa Cruz se realizó en
esas fechas, no faltaron los folletos a favor y en contra de esa consulta, demostrando un gran espíritu
de pluralismo democrático. Néstor Taboada Terán,
Manuel Vargas y Carlos Soria Galvarro fueron algunos de los escritores invitados. La editorial Yerba
Mala Cartonera también se hizo presente con sus
últimas producciones, que incluyen un DVD sobre
la producción editorial alternativa.
Plural editores tuvo ocasión de exhibir las novedades de su fondo editorial, entre las que destacaron Presidencia sitiada de Carlos Mesa Gisbert y
Ni con Lima ni con Buenos Aires de José Luis Roca.
La ocasión fue propicia para que los editores bolivianos establezcan relaciones más estrechas con
distribuidores y libreros argentinos.
Esta iniciativa se realizó sin ningún auspicio
oficial. La Embajada boliviana tramitó la colaboración de Aerosur para el transporte de expositores,
escritores y libros. La experiencia demostró la importancia del esfuerzo de las editoriales bolivianas
para traspasar las fronteras y colocarse en las principales vitrinas del mundo. El interés del público
argentino confirmó la validez de esta apuesta.
15 al 28 de mayo de 2008
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15 al 28 de mayo de 2008
La otra orilla
Mario Conde, artista invitado
De los abusos del gobierno
y su tendencia a degenerar
La Paz de Mario Conde
J.J. Rousseau*
a Paz topográfica, La Paz coreográfica,
La Paz indígena o simplemente La Paz,
es y será por siempre el tema preferido
de los artistas que gozan de los embrujos y los encantamientos de este valle andino.
Pero convengamos de inicio que esta soberbia
experiencia urbana tiene pocos estetas a su altura, y sólo unos cuantos elegidos retratan a
esta ciudad con la elevación que su ajayu exige
y demanda. Entre esos pocos está el gran Mario Conde.
En su obra pletórica de imaginarios urbanos, abigarrados e intensos, podemos ver,
oler y sentir nuestro escenario cotidiano. Ahí,
se reflejan las pulsiones de nuestras vivencias y
de nuestros ritos añejos. Espacios heterogéneos
Las tres calaveras (acuarela - 31 x 41 cm)
o alegorías barrocas y andinas son siempre una
constante de su iconografía que puentea libremente entre lo pasado y lo contemporáneo, ofreciendo un transcurso temporal siempre carnal y colorido que retrata nuestro
impenitente horror vacui, nuestra tozuda voluntad de escoger entre “poco” o “todo”,
“un poco de todo”. Porque Mario Conde refleja la necesidad de llenar los vacíos, de reunir en ellos formas y colores en toda la superficie disponible, porque la nada nos mata
y porque somos espíritus más compactos que esponjosos que tienen en la inmensidad
y la soledad altiplánica el vacío existencial por excelencia; y, por ello, nos plantamos
contra ese vacío natural con la alegoría de lo recargado y lo enrevesado.
A diferencia de otros que usufructúan de los achachilas y las fiestas, la obra de
Mario Conde posee esa luminosidad hiriente de nuestra atmósfera altiplánica que se
cuela por la ventana e inunda de nuevas tonalidades la lobreguez de nuestros interiores. […] Mario Conde retrata siempre personajes, seres que reflejan sobre el espacio
pictórico tanta fiesta urbana, tanto baile y tanta música. Abundan las tubas, abundan
los morenos y las tetas en un revuelo carnavalero que cuelga por ahí, la muerte de un
pepino tricornio. Es representación intensa de la borrachera y las bandas no cesan de
tocar ni siquiera entrando en Cuaresma; porque los aymaras urbanos revolotean por
una nueva sociedad urbana y tienen varios rostros bailarines, en una nueva trinidad
que se niega mostrar la Iglesia Católica en Gran Poder, una trinidad de un padre
extraño, un hijo indígena y un moreno que vuelan como mariposas nocturnas.
Si convenimos en aceptar la imaginería propuesta por Mario Conde, es el momento de abrazar la estética del amasijo que impone nuestra cultura visual, soslayando
el insípido minimalismo norteño y de “instalacionar” en el arte boliviano nuestra alma
profusa y exuberante antes de que unos objetos inanimados higiénicamente dispuestos.
Así, la ciudad de La Paz será retratada acorde a estos tiempos de fiesta y descalabro.
D
e la misma manera que la voluntad particular obra siempre
en oposición a la voluntad general, el Gobierno hace continuamente esfuerzos contra el soberano.
Cuanto más aumenta este esfuerzo, más
se altera la Constitución; y, no habiendo
otra voluntad del cuerpo que resista a la
del príncipe y la equilibre, debe suceder, tarde o temprano, que el príncipe
oprima al soberano y rompa el pacto social. Este es el vicio inherente e inevitable que desde el nacimiento del cuerpo
político tiende sin cesar a destruirlo, lo
mismo que la vejez y la muerte destruyen el cuerpo humano.
Dos vías generales hay por las cuales un Gobierno degenera: cuando éste
se concentra o cuando el Estado se disuelve.
Se concentra el Gobierno cuando pasa de un número grande a otro pequeño, es decir, de Democracia a Aristocracia, y de ésta a Realeza. Tal es su
inclinación natural. Si retrocede de un pequeño número a otro grande, puede
afirmarse que se debilita. Pero este progreso inverso es imposible.
Efectivamente, el Gobierno no cambia de forma más que cuando, desgastados sus resortes, le dejan demasiado debilitado para conservarla.
Pero si se debilita aún más extendiéndose, su fuerza se debilitará y anulará,
y, por lo tanto, le será imposible subsistir. Es necesario entonces comprimir el
resorte a medida que cede, pues si no el Estado al cual sostiene se arruinaría.
La disolución del Estado puede producirse de dos maneras.
Primero, cuando el príncipe no administra ya el Estado con arreglo a las
leyes y usurpa el Poder soberano. Hay entonces un cambio notable: el Estado, y
no el Gobierno, se comprime. Quiero decir que el Estado grande se disuelve, y
en su seno se forma otro, compuesto solamente de los miembros del Gobierno,
el cual es para el pueblo solamente un dueño o tirano. De manera que desde el
mismo instante en que el Gobierno usurpa la soberanía, el pacto social es roto,
y todos los simples ciudadanos, despojados de su libertad natural, son forzados
pero no obligados a obedecer.
Lo mismo sucede cuando los miembros del Gobierno usurpan aisladamente el Poder, que deben ejercer sólo colectivamente, lo cual constituye una
infracción no menor de las leyes y produce un desorden mayor.
Existen entonces tantos príncipes como magistrados, y el Estado, dividido
tanto como el Gobierno, perece o cambia de forma.
Cuando el Estado se disuelve, el abuso del Gobierno, sea cual fuere, toma
el nombre genérico de Anarquía. Precisando bien los términos, diría que la
Democracia degenera en Oclocracia, la Aristocracia en Oligarquía, y la Realeza,
agregaría, degenera en Tiranía; pero esta última palabra es equívoca y exige una
explicación.
En el sentido vulgar, un tirano es un rey que gobierna con violencia y sin
respetar la justicia y las leyes. En un sentido preciso, un tirano es un particular
que se arroga la autoridad real sin tener derecho a ella. Así entendían los griegos
la palabra tirano, aplicándola indiferentemente a los buenos y malos príncipes
cuya autoridad no era legítima. Por lo tanto, tirano y usurpador son palabras
perfectamente sinónimas.
Para dar diferentes nombres a cosas distintas, llamo tirano al usurpador de
la autoridad real, y déspota al usurpador del Poder soberano. Tirano es aquel
que se ingiere contra las leyes a gobernar con arreglo a éstas. Déspota, el que se
coloca por encima de las leyes.
El tirano, por lo tanto, puede no ser déspota; pero el déspota es siempre
tirano.
* Filósofo francés, 1713-1788. Fragmento de El contrato social.
Carlos Villagómez*
L
*Arquitecto, escritor y crítico de arte.
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www.ircamericas.org
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mundo de acción ciudadana, análisis y alternativas políticas que incluye Comercio e
Integración Económica, Política de eeuu
y Asuntos Latinoamericanos, Biodiversidad y Desarrollo Sustentable, Migración y
Asuntos Fronterizos, eeuu-México, Derecho a la Información y la Comunicación
y Acción Ciudadana en las Américas.
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