El Arco de la Ambición

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El Arco de la Ambición
por Sebastián Molgaray *
James Champy es un pionero en temas relacionados con reingeniería organizacional y director de la publicación
Fast Forward, en la cual se ofrecen las mejores ideas sobre administración de empresas. Nitin Nohria es
profesor de administración en la Facultad de Negocios de Hardvard, donde se especializa en liderazgo y
renovación de las corporaciones.
Juntos escribieron este libro en el año 2000 que trata sobre la cualidad que establece la diferencia entre
gerenciar y liderar. Ellos están convencidos que la ambición individual es el ímpetu que lleva al éxito.
El libro que comento está basado en entrevistas originales con figuras sobresalientes en todas las actividades de
la vida contemporánea, inclusive los negocios, la política, las ciencias y las artes. Según los autores, el arco de la
ambición se compone de varias características identificadas en las personas entrevistadas. Este es un breve
resumen de las que identificaron:
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
Ver lo que otros no ven: Muchas personas tienen grandes ideas, hasta ideas visionarias, pero si no hacen
nada sobre ellas, luego surge otra persona que las ejecuta; la experiencia sugiere que virtualmente todo el
mundo lleva en sí el potencial de triunfar si cuenta con adecuada motivación e inspiración.
Perseverar en el camino: El éxito no llega fácilmente. La perseverancia es escencial. Se debe avanzar
siempre hacia una meta, aún cuando los pasos sean pequeños, lleva al fin a lograr lo que uno se propone.
Ser optimista: Los pesimistas piensan que las cosas malas son permanentes y seguirán ocurriendo. Es una
actitud que incapacita para la acción. Si uno está seguro que puede hacer una cosa, probablemente la hará;
si está convencido que no puede, probablemente no podrá. Los optimistas tienden a aislar la causa de los
sucesos adversos y buscan razones específicas para revertir la situación indeseada.
Aprovechar el momento: Captar una gran oportunidad es atreverse. Nadie realizó jamás cosa alguna
que valiera la pena sin el valor o audacia de probar lo desconocido. Atreverse y elegir bien el momento van
de la mano. No se puede aprovechar una oportunidad en un mal momento, ni ella va a esperar si, en el
momento oportuno, uno se asusta. Pero a veces una oportunidad es tan poderosa, tan correcta en algún
sentido, que no se puede negar.
Hay otra cualidad que con frecuencia exhiben los realizadores: piensan en grande, mientras que otros
siguen pensando en pequeño.
Templanza en la ambición: La habilidad para andar sobre la cuerda floja sin caerse, de jugarse el todo
por el todo y salir bien, es rara en los negocios o en cualquier otro campo. Es cuestión de conocer uno sus
limitaciones, de no dejarse asustar ni seducir por una oportunidad embriagadora. Pero hay algunos
realizadores que se imaginan que son invencibles y pagan el alto precio del éxito: “forjarse vanas ilusiones”.
El crecimiento es la vida de la ambición, todos queremos más: más reconocimiento, más dinero, más poder,
más placer. Sin embargo, aún cuando no nos guste reconocerlo, el crecimiento tiene sus límites y los que
violan esos límites son castigados. La falta de templanza en la ambición se transforma en soberbia o codicia,
dos cualidades negativas y destructivas en el camino a la obtención de objetivos de largo plazo.
Buscar un propósito más alto: Como la ambición misma, un propósito es a la vez la meta que uno
persigue y el motor que anima y disciplina sus esfuerzos. Pero un propósito correcto es más que una guía
estabilizadora para la acción. Debe enriquecer la vida, darle significado, de preferencia un significado más
alto que llegar a ser la persona más rica de la población o el director ejecutivo de la compañía, por atractivo
que esto pueda parecer.
Lo que lleva a los realizadores a perseverar es sin duda su devoción a una causa superior. Además son
reforzados por su capacidad para compartir ese entusiasmo con los demás. Saben que no pueden realizar su
ambición por sí solos. Nadie puede.
No violar jamás los valores: No hay duda que fuertes valores morales llevan a un negocio a tratar a sus
clientes con equidad y ganarse a cambio su lealtad. Una organización con alta integridad tiene como
beneficio que se descubren rápidamente las infracciones, todo el mundo siente orgullo de la reputación que
han ganado para sí mismos y para la compañía. Todos están tan resueltos como uno a impedir que unas
pocas manzanas podridas dañen la reputación de la organización.
8. Mantener el control entregándolo: Todos se necesitan los unos a los otros para llevar a cabo sus
ambiciones, unidos pueden alcanzar sus ambiciones comunes. Es preciso rodearse de personas que hagan lo
mejor posible por alcanzar sus metas (y las nuestras), personas que compartan nuestras ambiciones.
Necesitamos su respecto, no su temor, y para ganar ese respeto hay que empezar por respetar su dignidad.
Cuando se sientan realmente respetadas darán a la compañía lo mejor de sí.
9. Cambiar o morir: El reto más fuerte de las personas ambiciosas es cómo reaccionar ante el fracaso.
Cuando éste ocurre, en lugar de actuar intempestivamente, una actitud mesurada es la mejor manera de
aumentar las probabilidades de que su siguiente esfuerzo tenga éxito. Además de protegerse uno mismo y
proteger a sus colegas, un claro sentido de cuándo retirarse le da a uno el control. Lo importante es estar en
posición de dar ese paso, es decir, uno tiene que ser suficientemente independiente y estar bien seguro para
retirarse y esa puede ser la única defensa para no ser víctima de las medidas que a veces toman las
corporaciones en tiempos difíciles.
El arco de la ambición es muy poderoso y es capaz de impulsar un rápido ascenso o una caída desastrosa. Si su
ambición es crear una gran compañía, por ejemplo, obtener desde el principio el equilibrio correcto entre
propósito y valores llevará muy probablemente a establecer todo el contexto de la compañía, desde su
nacimiento hasta su éxito o fracaso.
Los que dejan que la arrogancia triunfe sobre la realidad sólo sobreviven un tiempo limitado.
* Sebastián Molgaray
Sebastián Molgaray es Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad de Morón y
especialista en entrepreneurship. Trabajó 15 años en empresas de Telecomunicaciones y desde 2005
dirige su propia empresa de productos electrónicos orientados al público masivo.
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