De la culpa a la paz y al amor

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Luis Valdez Castellanos, S.J.
De la culpa
a la paz y al amor
ÍNDICE
Prólogo................................................................................. 7
Introducción......................................................................11
1. Definiciones de culpa..................................................15
Distinción entre culpa y vergüenza
2. ¿De dónde viene la culpa?..........................................21
• Psicoanálisis
• Logoterapia
• Heridas de la infancia
• La educación
• Perfeccionismo
• Psicología humanista
3. Distintos tipos de culpa..............................................35
• Sana
• Insana
• Merecida
• Inmerecida
4. La culpa religiosa.........................................................39
5. La culpa en los padres y madres de familia............45
6. La culpa en pareja........................................................51
7. La culpa en las y los divorciados..............................57
8. La culpa en las y los homosexuales..........................61
9. La culpa en los sacerdotes,
religiosos y religiosas..................................................65
10. El castigo ¿ayuda para cambiar?..............................71
11. Aprender a manejar la culpa....................................77
• Aceptar todos los sentimientos
• Clasificar el tipo de culpa
• Aceptar la imperfección
•Ayudas desde el conductismo
•Ayudas desde la fe
Anexo 1...............................................................................91
Anexo 2...............................................................................92
Anexo 3..............................................................................93
Anexo 4..............................................................................94
Bibliografía.......................................................................95
PRÓLOGO
Hace algunos meses, cuando daba un taller sobre el manejo de las culpas, me quedé impresionado por lo que dijo
una señora mayor. Confieso que cuando la vi entrar al taller dudé de que si esta persona tan mayor sería capaz de
aguantar el esfuerzo que implicaría. Al final, ella nos dijo:
“Estoy feliz pues hace más de setenta años que cargaba con
una culpa inmensa y ahora la aventé lejos de mí. Ya no me
aplasta, estoy profundamente feliz”.
Esta experiencia y muchas más de las que fui testigo, me impulsaron a escribir este libro. Tengo el deseo de
ayudar a otras personas en su camino hacia la felicidad luchando contra el mal en sus vidas. Yo mismo he vivido un
proceso intenso de aprender a manejar mis culpas. No me
fue fácil empezar a enfrentarlas, pues me hice perfeccionista, y el juez interior que tengo es fuerte y exigente. He
tenido que aprender a negociar con él. Al principio quería
matarlo, pero entendí que si me quedaba sin juez me iría
mal, porque también tiene un lado positivo que me instruye e impide que me destruya.
He aprendido que las culpas esclavizan y hacen vivir
con la sensación de deuda y por eso se aceptan los castigos.
Con la culpa insana perdemos nuestra libertad.
Dios creó a los hombres y a las mujeres, libres para
elegir. Él ama y respeta hasta límites insospechados la libertad del ser humano. Como lo presenta san Lucas en su
evangelio, en la parábola del hijo pródigo, experimenta la
impotencia ante el hijo que le pide la herencia y se marcha
de su casa libremente engañado.
Creo firmemente que Dios desea que, desde la libertad
honda del corazón, elijamos amarlo a él, a los próximos y
a nosotros mismos. Los tres grandes amores que, en realidad, son un solo amor.
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La culpa
Con este nuevo trabajo quiero colaborar para que crezca la libertad de mis lectores y lectoras. Que al soltar las
culpas inmerecidas e insanas puedan ser realmente libres
para amar. Por supuesto que es posible lograrlo.
Jesucristo dice en el evangelio de san Juan: “La verdad
los hará libres” (Jn 8, 32), y la verdad a la que se refiere no
es la verdad occidental, la verdad científica donde el objeto
coincide con lo subjetivo. Para Jesús, lo que realmente nos
hará libres es la siguiente verdad: Dios es fiel. Es decir, no
abandona ni rechaza. Esto Dios lo demostró en su fidelidad, al pueblo de Israel, y a todos los pueblos de la Tierra.
Y, cuando llegó la plenitud de los tiempos, la fidelidad y la
misericordia de Dios se mostraron en Jesucristo.
Aunque las autoridades religiosas y los fariseos querían que Jesús rechazara a los pecadores que no cumplían
la ley de Dios, Jesús les fue fiel, y también a los enfermos
y a los excluidos de la sociedad, como ahora son los homosexuales y los enfermos de VIH y Sida.
Esta verdad de que Dios nos ama de manera incondicional, aún siendo pecadores, es la que nos ayuda a liberarnos de la culpa destructiva e insana. Creer en este Dios,
y no en el dios exigente y cruel de los fariseos, nos dará la
confianza para enmendar los errores cometidos y los pecados que nos hacen sentir culpas. Es la misericordia, el
ambiente más propicio para la sanación integral.
Las personas que han vivido en un ambiente amenazado por otras personas o por una imagen dura de Dios,
no han podido crecer ni dar frutos de amor en su vida. Se
parecen al tercer administrador de la parábola de los talentos (Mt 25, 14-30), que tenía una idea terrible de su amo
y por ese miedo enterró el dinero y no lo multiplicó. Los
otros dos administradores no tenían la misma imagen de
su amo, sino otra muy distinta de cercanía, confianza y por
eso se animaron a arriesgar el dinero y así dieron frutos
en abundancia. Los que se sentían asegurados pudieron
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Presentación
amar. El que se sentía amenazado, se dedicó a lo seguro, a
cumplir con la ley y no supo amar. Cuando nos sentimos
amados, podemos amar.
Nuestra felicidad es una tarea interior y tiene que
ver con lograr que nuestras tendencias amorosas y constructivas prevalezcan por sobre nuestras tendencias más
agresivas.
La felicidad tiene que ver con la capacidad de amar, de
valorar, de apreciar, de sentirnos agradecidos, de encontrar
la belleza en lo que estamos viviendo, junto al doloroso reconocimiento de las limitaciones, carencias y errores.
La capacidad de amar tiene que ver con nuestra capacidad de sentirnos queribles, valiosos, de que se provean
entornos amorosos para con nosotros. Y puede signficar
abandonar situaciones carentes de amor o situaciones de
franco maltrato.
Si los sentimientos de culpa no son elaborados, difícilmente se logrará adquirir una armonía interior para relacionarse y reconocer la belleza de la vida, aun cuando esa
belleza esté acompañada de dolores y frustraciones. Sólo a
través de tolerar la limitación de la existencia humana se
nos permite acceder, aunque parezca paradójico, a lo ilimitado de ella. Sólo cuando somos capaces de tolerar la necesidad que tenemos de otros, es cuando, en algún sentido,
nos hacemos más libres.
Luis Valdez Castellanos s.j.
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