Com. Cinco Villas 3 2/10/07 13:21 Página 181 El arte mudéjar en la comarca de las Cinco Villas ICIAR ALCALÁ PRATS ANA MARÍA REVILLA HERNANDO El arte mudéjar es, por definición, el resultado de la pervivencia de las formas artísticas islámicas en la España cristiana y, por tanto, su surgimiento y desarrollo sólo se pueden entender en el contexto hispánico medieval. Los ocho siglos de ocupación musulmana de la península Ibérica dejaron, como es lógico, una honda huella en el sustrato cultural hispánico, que perduró mucho tiempo después de la reconquista cristiana. El proceso reconquistador se inició en el antiguo Reino de Aragón a finales del siglo XI y fue avanzando paulatinamente hacia el sur hasta completar la recuperación territorial, a la que siguió una importante labor repobladora para afianzar población en los nuevos dominios cristianos. En el caso concreto de las Cinco Villas, la reconquista se produjo a comienzos del siglo XII, a lo largo del reinado de Alfonso I el Batallador, quien tomó las villas de Ejea de los Caballeros y Tauste en 1105, ya que los núcleos más septentrionales de la actual comarca como Sos, Uncastillo, Luesia o Biel ya estaban bajo el dominio del Reino de Pamplona desde el siglo X y en 1035 habían pasado a manos de Ramiro I, el primer rey privativo del Reino de Aragón. Otra diferencia importante entre las Altas y Bajas Cinco Villas, derivada de la circunstancia anterior, fue la composición de su población en el momento de arranque del fenómeno mudéjar, pues mientras al norte de Ejea la población era casi exclusivamente cristiana, al sur de esta localidad el porcentaje de población mora, denominada mudéjar a partir de entonces, era considerable. Pero, como ocurrió en el resto de los territorios hispánicos, la falta de población cristiana suficiente para mantener la seguridad y la estabilidad económica obligó a los monarcas y señores feudales a establecer una serie de pactos o capitulaciones por los que se permitió permanecer a estos moros de paz en territorio cristiano en unas condiciones bastante favorables. De hecho, estos mudéjares (término que se traduce habitualmente por aquel a quien es permitido quedarse) pudieron conservar su religión, lengua, leyes, cos- De las Artes 181 Com. Cinco Villas 2/10/07 13:21 Página 182 tumbres, etc., hecho que supone un inusual caso histórico de tolerancia, justificada, como hemos visto, por una necesidad práctica. De cualquier modo, aunque algunos especialistas prefieran últimamente utilizar el término de «coexistencia» frente al de «convivencia», lo cierto es que cristianos, musulmanes y judíos convivieron de manera más o menos pacífica durante más de cuatro siglos en suelo aragonés, hasta que en 1526 el monarca Carlos I ordenó la conversión de todos los mudéjares del Reino de Aragón al cristianismo, algo que ya había ocurrido en el Reino de Castilla en 1502. A estos musulmanes bautizados se les denominó a partir de entonces moriscos y siempre fueron mirados con recelo por los cristianos viejos hasta su expulsión definitiva de la Península en 1610. Centrándonos ya en la comarca de las Cinco Villas, es fácil comprender, por lo antes expuesto, que el arte mudéjar tuvo una presencia casi exclusiva en el área más meridional de la comarca, cercana al valle del Ebro, donde la existencia de población mudéjar permitió la pervivencia y desarrollo de las formas artísticas herederas de la tradición musulmana, que siempre habían fascinado a los pobladores cristianos, por lo que su asimilación fue natural y relativamente sencilla. Para entender su adopción también debemos tener en cuenta que el sistema de trabajo mudéjar era muy versátil, ya que se adaptaba perfectamente a las múltiples necesidades cristianas, bastante económico y fácil de implantar en un medio geográfico donde escaseaba la piedra, material predominante en otros sistemas constructivos occidentales coetáneos como el románico y el gótico. A pesar de que con toda seguridad el número de obras mudéjares en las Cinco Villas debió ser mayor, en la actualidad únicamente se conservan tres monumentos reseñables, uno de los cuales destaca claramente sobre los demás. Se trata de la iglesia parroquial de Santa María de Tauste. Esta iglesia se construyó sobre el solar de la antigua mezquita de la localidad, que tal vez incluso se reutilizó durante algunos años como parroquia tras su consagración, hecho muy frecuente en esta época, ya que, por un lado, era una manera de ahorrar en edilicia en unos tiempos en que había otras prioridades económicas, y, por otro lado, era una manera de hacer visible ante los ojos del pueblo la dominación efectiva sobre el enemigo musulmán. Estas razones motivaron no sólo la reutilización de mezquitas islámicas sino también de palacios por parte de los nuevos gobernantes cristianos. La construcción de la fábrica que hoy contemplamos se puede situar, a falta de documentación conservada y siguiendo las tesis de Gonzalo M. Borrás Gualis, a finales del siglo XIII. Presenta una tipología bastante extendida por todo el levante español en los siglos XIII y XIV basada en una fábrica de amplia nave única cubierta con bóvedas de crucería sencilla, con pequeñas capillas laterales entre los contrafuertes y ábside poligonal, en este caso sólo al exterior, ya que al interior su cabecera es semicircular. Este mismo modelo presentan otras iglesias mudéjares aragonesas como las de San Pablo de Zaragoza y San Pedro de Alagón, ambas cercanas en el espacio y en el tiempo de su construcción. 182 Comarca de las Cinco Villas Com. Cinco Villas 2/10/07 13:21 Página 183 La iglesia de Santa María fue construida siguiendo el sistema de trabajo mudéjar, en el que el ladrillo es el material por excelencia, utilizado tanto en la estructura como en la decoración, pues en el arte mudéjar, como en el islámico, estructura y decoración son indisolubles y sólo se entienden conjuntamente. En este caso vemos cómo el ladrillo puede colocarse bien a soga y tizón o bien en otras posiciones para dar lugar a los distintos motivos decorativos del ábside y la torre. Tauste. Exterior de la parroquial de Santa María desde el ábside El ábside es pentagonal y, al igual que la mayoría de los ábsides mudéjares carece de contrafuertes precisamente para permitir la continuidad de la decoración, sin la cesura que suponen dichos elementos constructivos de refuerzo. Esto implica muchas veces que los muros deban tener un grosor considerable en la zona de la cabecera. Los motivos que observamos en su decoración exterior son dos series, la primera discurre por debajo de los tres grandes ventanales apuntados, hoy cegados, y la segunda por encima de los mismos, justo debajo del alero sostenido por ménsulas en forma de pirámides invertidas, que recorre todo el perímetro de la iglesia. La primera de las series decorativas muestra una banda de zig-zag formada por tres hiladas de ladrillo y a su vez enmarcada por dos filas de esquinillas, uno de los motivos más sencillos, pero más difundidos del arte mudéjar aragonés. Por otro lado, la serie superior muestra de nuevo dos filas de esquinillas, pero esta vez enmarcando una banda de arcos de medio punto entrecruzados, motivo heredado de la tradición musulmana local, pues ya se encuentra en la fachada del oratorio o mezquita del palacio de la Aljafería en Zaragoza. Pero el elemento más destacado de este conjunto es sin duda alguna la magnífica torre que se sitúa a los pies del templo, conocida como la «bien plantá». Tiene planta octogonal y su estructura deriva de modelos islámicos, ya que es idéntica a la de algunos alminares almohades, es decir, está formada realmente por dos torres de planta octogonal, una exterior y otra interior, entre las que se desarrolla una escalera cubierta con bóvedas por aproximación de las hiladas de ladrillo y que da acceso a las diferentes plantas en que se divide la torre interior, estas estancias superpuestas se cubren con bóvedas esquifadas. Lateralmente aparece flanqueada por dos torreoncillos también octogonales y divididos interiormente en estancias abovedadas. Al igual que el resto de la iglesia, esta torre presenta muchas similitudes con las de las parroquiales de San Pablo de Zaragoza y San Pedro de Alagón. Exteriormente se encuentra dividida en cuatro cuerpos por medio de tres impostas decoradas con pirámides invertidas, similares a las ménsulas del alero. El De las Artes 183 Com. Cinco Villas 2/10/07 13:21 Página 184 primer cuerpo únicamente presenta decoración en su parte superior, un friso de arcos mixtilíneos entrecruzados de nuevo enmarcados por cintas de esquinillas. El segundo cuerpo es el más interesante, ya que contiene, además de esquinillas, dos paños de entrelazo, el inferior es de lazos de cuatro que conforman estrellas de ocho puntas y el superior muestra un complejo diseño, que algunos autores como Ángel Ramírez Martínez y Carlos Usón Villalba opinan que podría contener una profesión de fe islámica oculta en caligrafía árabe esquemática realizada en ladrillo resaltado. El tercer cuerpo es el que cumple verdaderamente la función de campanario, elemento necesario en un templo cristiano, es hueco y presenta un vano apuntado en cada frente, que acoge en su interior de manera alternante otro vano apuntado menor o uno geminado abierto por medio de dos arcos túmidos. Sobre estos vanos, donde se colocan las campanas, se extiende una nueva banda decorativa, en este caso de sebqa, un motivo islámico consistente en una retícula de rombos de perfil mixtilíneo. Finalmente, el cuerpo de coronación vuelve a presentar un paño de arcos de medio punto entrecruzados en cada lado y su remate es en forma de terraza protegida por almenas escalonadas. El interior del templo debió presentar en su día algún tipo de decoración mural mudéjar en forma de agramilados, pinturas o yeserías, que se han perdido con el paso del tiempo, ya que actualmente sus revestimientos son modernos, aunque Marisancho Menjón Ruiz afirma que se conservan algunos restos en el hemiciclo absidial, tras el retablo mayor. Este espectacular retablo mayor renacentista, así como el resto de las obras de Tauste. Interior de la parroquia de Santa María arte mueble que custodia, como la imagen gótica de la Virgen de Sancho Abarca, hacen todavía más imprescindible una visita a la parroquial taustana que acabamos de describir, que goza de la declaración de Bien de Interés Cultural. La relevancia y belleza de este monumento mudéjar siempre ha hecho pasar en parte desapercibido otro edificio de compleja evolución constructiva en Tauste, que conserva también una pequeña torre mudéjar. Se trata de la iglesia de San Antón Abad, dedicada originalmente y hasta el siglo XIX a San Miguel. El comienzo de su fábrica en estilo románico se puede situar, a falta de documentación, a finales del siglo XII, aunque sufrió importantes ampliaciones tanto en época medieval (finales siglo XIII-principios siglo XIV), época de la que se conservan restos de pintura mural gótica en el interior, como moderna (mediados siglo XVI) e incluso alguna pequeña reforma ya entrado el siglo XVIII. 184 Comarca de las Cinco Villas Com. Cinco Villas 2/10/07 13:21 Página 185 Presenta fábrica de mampostería combinada con ladrillo en la zona alta del ábside y tapial en los pies, todo ello revestido por un enlucido moderno en tono rosáceo fruto de su restauración entre 1984 y 1987, que en la zona del ábside pretender evocar una galería decorativa de arquillos de medio punto ciegos, tal y como tuvo en origen. Cuenta con dos ingresos, uno medieval abierto en el muro septentrional, que es el que se utiliza actualmente, y otro perteneciente a la última ampliación del templo, la del siglo XVI, abierto en alto en el muro meridional. Tiene planta rectangular dividida en siete tramos un tanto irregulares por medio de arcos diafragmas apuntados, que descansan sobre pilastras y sostienen una armadura de parhilera, que se traduce al exterior en una cubierta de teja árabe a dos aguas. Únicamente el último tramo, donde se ubica el coro alto, se cubre con una bóveda de cañón con lunetos y el ábside semicircular con una bóveda de horno, a la que precede una bóveda de cañón apuntado sobre el antepresbiterio. Exteriormente, además de su volumen alargado jalonado por contrafuertes, destaca la torre mudéjar situada en el ángulo noroccidental, que es el elemento que aquí nos interesa. Se trata de una torre de estructura cristiana (hueca) y planta mixta, con un primer cuerpo de planta cuadrada dividido interiormente en tres pisos y un segundo cuerpo de planta octogonal y dos alturas, que cumple la función de campanario. La transición entre ambos se realiza por medio de torreoncillos de ángulo, como es habitual. Toda ella está construida en ladrillo sobre una base de piedra enfoscada y presenta como único elemento decorativo del cuerpo inferior dos bandas de esquinillas simples y una serie de vanos de medio punto en cada frente (dos o tres vanos), sobre los que discurre un friso de cerámica en tonos blanco y azul, formando un zig-zag. Este friso de azulejos de cartabón se repite como remate de los dos cuerpos octogonales, que tienen un vano de medio punto doblado en cada frente para el volteo de las campanas. Este cuerpo presenta pequeñas pilastras a modo de contrafuertes en las aristas del octógono y se remata con un chapitel piramidal de teja azul vidriada con aristas cóncavas en color blanco. Actualmente la iglesia es visitable, pero no tiene uso definido, y en el chapitel anidan varias cigüeñas que están causando graves daños al inmueble. Ambos problemas piden pronta solución para este edificio declarado Bien Catalogado del Patrimonio Cultural Aragonés. Tauste. Torre de la iglesia de San Antón De las Artes 185 Com. Cinco Villas 2/10/07 13:21 Página 186 Además de estos dos ejemplos destacados, en la cercana localidad de Castejón de Valdejasa se conserva, aunque muy transformada a causa de una profunda intervención en los años 50 del siglo XX, la iglesia parroquial de Santa María la Mayor, una construcción medieval con algunos elementos mudéjares de interés, también declarada Bien Catalogado del Patrimonio Cultural Aragonés. Se trata de una fábrica de ladrillo revestido totalmente por sillares regulaCastejón de Valdejasa. Iglesia parroquial res de pequeño tamaño durante la citada intervención, manteniendo el ladrillo en zonas como el alero, el recercado de los vanos apuntados y los óculos y la portada adintelada, enmarcada por un arco apuntado y un alfiz doblado, que se abre en el frente meridional y que, como es visible, también ha sido profundamente restaurada y muestra abundantes piezas repuestas. Presenta una planta similar a la de Santa María de Tauste, aunque de menor tamaño. Tiene nave única de tres tramos cubiertos con bóvedas de crucería sencilla, capillas laterales entre los contrafuertes abiertas en arco de medio punto y ábside poligonal. Su construcción se puede datar a finales del siglo XIV o principios del siglo XV. El elemento mudéjar más importante de este conjunto es la torre que presenta adosada en el ángulo noroccidental, de nuevo restaurada en el 2000-2001. Tiene planta cuadrada con machón central y dos cuerpos diferenciados, el inferior aparece enfoscado y el superior es de ladrillo cara vista. La decoración mudéjar se concentra en este cuerpo en forma de diversos motivos en ladrillo resaltado como frisos de esquinillas al tresbolillo, bandas de rombos y una serie de arcos de medio punto. También de medio punto son los vanos que se abren en sus frentes para volteo de las campanas y que, como se observa, también han sufrido modificaciones. Además, el frente meridional de la torre no conserva actualmente ningún tipo de decoración. Por otro lado, en el interior de la iglesia, además de varios retablos de diversas épocas, se conserva en el coro alto un pretil realizado en yeso calado con diseños de clara raigambre mudéjar. Se trata de un pretil dividido en cuatro tramos, de los cuales el del extremo izquierdo es fruto de la reposición, mientras que los otros tres presentan diversos motivos vegetales estilizados compuestos según los ritmos propios del arte mudéjar basados en la simetría y la repetición hasta el infinito, herederos de la tradición artística islámica. Como ya hemos apuntado, el yeso fue uno de los materiales utilizados con mayor asiduidad y destreza por los maestros de obras mudéjares y otra prueba de 186 Comarca de las Cinco Villas Com. Cinco Villas 2/10/07 13:21 Página 187 ello se encuentra en la iglesia parroquial de Santa María de la Corona en Ejea de los Caballeros, declarada Bien de Interés Cultural. Este templo medieval custodia en su interior un precioso púlpito decorado con finísimas labores de yeso tallado y calado, en las que de nuevo la vegetación estilizada y seriada, incluyendo motivos de tradición gótica como cardinas, es la protagonista. Este tipo de decoración se localiza también en el pretil del coro alto y en la embocadura de la capilla de Santa Ana de esta misma iglesia, situada en el lado del Evangelio. Todos estos elementos se pueden datar a finales del siglo XV y son un ejemplo perfecto de cómo la versatiliIglesia de Santa María de Ejea. Púlpito dad del arte mudéjar permite adoptar elementos provenientes de la tradición artística medieval del occidente cristiano, en este caso de la tradición gótica, y reinterpretarlos siguiendo sus propias concepciones estéticas y sistemas de trabajo, consiguiendo resultados excepcionales. Bibliografía ALMERÍA, José Antonio, y otros, El patrimonio artístico de la comarca de las Cinco Villas, Centro de Estudios de las Cinco Villas-Institución «Fernando el Católico», Ejea de los Caballeros, 1998. 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El material empleado con mayor profusión fue sin lugar a dudas el ladrillo o rejola, que con sus dimensiones habituales (doble largo que ancho) se convirtió de hecho en el módulo de la arquitectura mudéjar y se impuso como unidad de medida en los contratos de obras y en el establecimiento de las proporciones de determinadas partes de los edificios. Además de su función estructural, los rejoleros le otorgaban a este material un valor ornamental y creaban diseños a partir de hiladas aparejadas en esquina, en zig-zag, formando rombos e incluso paños más complejos como los entrelazos. En estos casos se utilizaban ladrillos atizonados, más pequeños que los normales, y en otras zonas como portadas, ventanas, arcos, nervios, etc. se recurría al ladrillo aplantillado, que se adaptaba perfectamente a las formas curvas. Estos ladrillos se cocían en hornos repartidos por todo el territorio aragonés, donde además de cocer materiales constructivos como las rejolas, las tejas o los azulejos para decoración arquitectónica, también se producían todo tipo de piezas de tinajería, cantarería, ollería y vajillas para uso doméstico. Los yesaires trabajaban el yeso o aljez y se dedicaban al enlucido de los interiores de los edificios una vez acabada la obra de ladrillo, que era posteriormente decorado por medio de la técnica del agramilado y pintado en colores fuertes como negro, rojo y blanco. El agramilado consistía en la incisión con punzón a partir de plantillas de diferentes motivos: el despiece del propio aparejo, entrelazos, series de arcos mixtilíneos y lobulados, etc., que quedaban suavemente grabados sobre el enlucido de yeso para ser posteriormente policromados. También realizaban todas aquellas labores de tallado de celosías, pretiles de coros y tribunas, púlpitos, embocaduras de capillas, capiteles, revestimientos de bóvedas, etc. Este trabajo del yeso se prolongó hasta el siglo XVIII con la pervivencia de muchos motivos mudéjares asimilados por la tradición barroca. Por último, los fusteros o carpinteros trabajaban la madera con la que se armaban las techumbres, que podían tener estructuras muy variadas y algunas muy complejas, que además solían estar doradas y policromadas, tarea en la que curiosamente intervenían mujeres. Además la madera se utilizaba para fabricar muchos utensilios e incluso mobiliario de lujo, tanto para uso doméstico como litúrgico, en el que se utilizó excepcionalmente la técnica de la taracea. Al frente de todos estos trabajos estaba el maestro de obras. La lista de los maestros de obras documentados en Aragón es amplia y ha sido estudiada por diferentes investigadores que han aportado detalles sumamente interesantes sobre duración de las jornadas laborales, sueldos, modalidades de contratación, costes de los materiales y el transporte, etc., que nos permiten reconstruir fielmente el ambiente laboral y el sistema de trabajo mudéjar utilizado en obras como las descritas. 188 Comarca de las Cinco Villas