la iglesia de San Pedro de Alagón

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Alagón. Museo Contemporáneo Hispano-Mexicano (Casa de Cultura. Antiguo convento de jesuitas)
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El arte mudéjar en la Ribera Alta.
La iglesia de San Pedro de Alagón
GONZALO M. BORRÁS GUALIS
El arte mudéjar aragonés ha sido definido con toda
propiedad por Jesús Arpal como una cultura de valle y
ya en la monografía clásica de Francisco Iñiguez sobre
la geografía de la arquitectura mudéjar en Aragón,
publicada en 1934, se llamaba la atención sobre la densidad monumental mudéjar en el eje del valle del Ebro
y de sus afluentes meridionales, en especial en los del
Jalón y del Jiloca. Por ello no sorprenderá que en esta
comarca de la Ribera Alta del Ebro nos encontremos
con un monumento de singular importancia en el contexto del arte mudéjar aragonés, que sobresale entre los
demás testimonios monumentales mudéjares de esta
comarca. Se trata de la iglesia y de la torre octogonal de San Pedro en la villa de
Alagón.
La iglesia parroquial de San Pedro se halla emplazada en lo más alto de la villa de
Alagón, sobre una muela que domina el caserío urbano, en la que también se erige
la iglesia de Nuestra Señora del Castillo. La fábrica de la iglesia de San Pedro queda
enmascarada al exterior por construcciones que la envuelven en la parte del ábside y en su lado norte, por lo que sólo a occidente y en el lado meridional se halla
exenta.
La importancia artística de esta iglesia de San Pedro de Alagón radica en que tanto
la tipología de su fábrica de nave única como la de su torre octogonal se relacionan estrechamente con otros dos monumentos de indiscutible singularidad en el
contexto del mudéjar aragonés del periodo clásico, a saber, con la iglesia parroquial de San Pablo, ésta antes de ser ampliada a tres naves, en la ciudad de Zaragoza y con la iglesia parroquial de Santa María de Tauste, la más meridional de las
Cinco Villas. Con estas dos iglesias comparte, además, la circunstancia de disponer de una torre de planta octogonal que, como las mencionadas, se data entre las
más antiguas de Aragón y que a pesar de su forma prismática octogonal, que tradicionalmente se ha relacionado con el influjo de la arquitectura gótica, responden
por su disposición interior a la tipología de alminar.
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No son muchas las noticias documentales de que disponemos sobre esta iglesia de
San Pedro de Alagón, y ello a pesar de las incansables investigaciones de Pilar
Pérez, quien ha exhumado documentos relacionados con obras de sustitución de
cubiertas y reparación de tejados, datadas en 1428 y 1429, en esta última fecha
encargadas al maestro moro Ybraym de Lopellyon, vecino de Bardallur.
Pero en todo caso se trata de noticias documentales muy posteriores al
momento de la fábrica de la iglesia y de su torre, que al igual que sucede con
las iglesias de San Pablo de Zaragoza y de Santa María de Tauste, ya citadas,
hay que datar por cronología relativa, a partir de las características formales
y estructurales de la obra mudéjar, a las que conviene una fecha que podría
situarse en el primer tercio del siglo XIV. Tal vez próxima a la conclusión de
las obras se halle la noticia documental del primer matrimonio del rey Pedro
IV el Ceremonioso con María de Navarra, celebrado en Alagón el 25 de julio
de 1338, que bien pudo tener como marco escénico la ya concluida iglesia de
San Pedro.
A esta primera fábrica mudéjar de la iglesia de San Pedro corresponde la nave
actual, con un ábside poligonal de cinco lados al exterior y semicircular al interior,
solución similar a la del ábside de la iglesia de Santa María de Tauste, y dos tramos
de nave, todo abovedado con crucería sencilla, como es característico del arte
mudéjar aragonés. En esta obra mudéjar primitiva el ladrillo se apareja a soga y
tizón alternativamente, midiendo los ladrillos 35 cm de largo, 17´5 cm de ancho y
4´5 cm de grueso, según es habitual en el molde zaragozano. Se asientan los ladrillos en hiladas con generoso tendel de yeso, cuyo grueso oscila entre dos y tres
centímetros de espesor.
El ábside poligonal de cinco lados carece de contrafuertes al exterior, como es
habitual en los ábsides de las iglesias mudéjares aragonesas y ello a pesar del modelo gótico, ya que aquí se impone un sistema decorativo que desplaza a la estructura. Los dos paños del ábside que están contiguos al central quedan rasgados por
vanos en arco apuntado de considerables proporciones, que se han cegado con
posterioridad, alojando en su interior otros vanos más pequeños. Los cinco paños
del ábside van decorados a la altura de estos vanos, que rompen el ritmo ornamental, por estrechas fajas de ladrillos en esquinilla, ladrillos en zig-zag y cruces
formando rombos.
Por el exterior, tanto el ábside como la nave de esta primitiva fábrica mudéjar culmina en altura en una imposta corrida, formada por ladrillos en saledizo, sobre la
que cargaba el tejado original, ya ruinoso en el siglo XV según hemos visto por la
noticias documentales. Ya en la segunda mitad del siglo XVI (hay noticias documentales de reparación de bóvedas el 3 de diciembre de 1554) se levanta la actual
galería de arcos de medio punto doblados, que recorre toda la fábrica por encima
del ábside poligonal y de los dos tramos de la nave. La finalidad de estas galerías
de arquillos es la de realzar el muro original de la nave a fin de que el tejado no
cargue directamente sobre las bóvedas, creando una cámara de ventilación y aire-
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Comarca de Ribera Alta del Ebro
amiento, resolviendo de este modo
el problema de las goteras, que era
uno de los azotes y causa de ruina
de muchas iglesias.
Adosada al ángulo suroccidental de
esta fábrica primitiva, y con carácter exento, como era habitual en las
torres mudéjares aragonesas más
antiguas, se alza la torre de planta
octogonal. Por el interior la estructura de esta torre responde a la de
los alminares almohades, es decir,
Exterior de la iglesia de San Pedro de Alagón, con la
está formada por dos torres, una
galería de arquillos de la segunda mitad del siglo XVI
envolviendo a la otra, desarrollándose entre ambas la subida de las
escaleras, que se cubren con bovedillas de ladrillo por aproximación de hiladas. En
este caso de Alagón, y a diferencia de las torres de San Pablo de Zaragoza y de
Santa María de Tauste, debido a su menor volumen y altura, la torre interior es de
escaso grosor, el de un ladrillo aparejado a tizón, tal como más adelante sucederá
en las torres de Santa María y San Andrés de Calatayud. Esta torre interior se halla
dividida en angostas estancias cubiertas con casquetes esféricos, que se han roto
con posterioridad para instalar la maquinaria de las pesas del reloj.
Por el exterior la torre de San Pedro de Alagón carece de contrafuertes, presentando limpias las aristas del octógono, al igual que sucede en las torres coetáneas
de San Pablo de Zaragoza y de Santa María de Tauste; Francisco Iñiguez ya señaló que la carencia de contrafuertes en los ángulos es una nota característica de las
torres mudéjares octogonales más antiguas de Aragón, a diferencia de las más
recientes, como las ya mencionadas de Santa María y San Andrés de Calatayud, que
presentan contrafuertes en los ángulos.
La torre queda dividida en altura en tres cuerpos, que van separados por impostas formadas por ménsulas de ladrillo en saledizo, con las características formales de la tipología más antigua. El cuerpo inferior de la torre está concebido
a modo de sólido basamento y carece de ornamentación, una solución frecuente a partir del 1300, en que se dispone la ornamentación en los cuerpos más
altos de las torres, para que sea visible desde lejos y por encima de las alturas
del caserío urbano. En este cuerpo bajo cabe diferenciar dos zonas separadas
por una faja de esquinillas; en la zona inferior las paredes de la torre se disponen en talud para conseguir una mayor solidez, mientras que en la parte superior de este primer cuerpo y sobre el lado suroccidental del octógono se colocó un reloj de sol en el año 1649.
El segundo cuerpo carece, al igual que el cuerpo bajo, de vanos de iluminación,
si se exceptúan unas estrechas aspilleras, de derrame interior, para dar luz a la
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caja de escaleras. Este cuerpo intermedio se halla concebido a modo de tapiz
decorativo, ornamentado en todos sus lados del mismo modo, teniendo en
cuenta que en origen volaba exento sobre las bóvedas de la primitiva fábrica de
la iglesia, antes de la construcción de la galería superior de arquillos. La ornamentación de este cuerpo se dispone en tres bandas o fajas superpuestas, de
tamaño decreciente en altura, con lo que se tienen en cuenta la distancia y la
composición para lograr efectos ópticos de mayor esbeltez. Estas fajas ornamentales van separadas por frisos de ladrillos en esquina y de abajo a arriba disponen los siguientes motivos: arcos mixtilíneos entrecruzados, cruces de múltiples brazos formando rombos y medias cruces, a modo de merlones
escalonados.
El tercer y último cuerpo de la torre se destina para campanar, una función que
ha sido causa de múltiples transformaciones a lo largo del tiempo. Está compuesto por dos series de vanos, separadas por la consabida faja de ladrillos en
esquina, que aquí se refuerza por un friso de doble zig-zag, a modo de antepecho bajo los vanos de la zona superior. La serie inferior de vanos es de mayores proporciones, y en cada lado dispone un gran arco apuntado que cobija dos
arcos gemelos apuntados sobre un parteluz octogonal. En la serie superior se
disponen dos arcos gemelos túmidos por cada lado del octógono, en una solución formal que nos remite a la torre de la iglesia de San Martín del palacio de
la Aljafería de Zaragoza.
Esta torre de San Pedro de Alagón, por las características estructurales y ornamentales ya descritas, pertenece a la misma época de la fábrica mudéjar de la iglesia, es decir, al primer tercio del siglo XIV, formando con ella un conjunto excepcional del mayor interés en el contexto del arte mudéjar de Aragón.
Todavía en el interior de la iglesia pueden verse dos embocaduras de capilla, trabajadas en yeso tallado, de gran belleza formal. La capilla del Santo Cristo, fundación de Francisco Pérez de Ayala, abre en arco carpanel ricamente decorado con
yeserías talladas dentro del lenguaje formal del gótico florido de fines del siglo XV.
Frente a esta capilla del Santo Cristo, abre la capilla de la Virgen del Carmen, que
ahora cumple función de atrio de acceso al templo. La embocadura de esta capilla
de la Virgen del Carmen es de singular belleza, y abre en arco de medio punto
recuadrado en alfiz, conjugando en su composición motivos ornamentales de
diversa procedencia, tardogóticos, renacentistas y mudéjares, en una integración
formal propia del arte mudéjar de comienzos del siglo XVI. Lo más interesante
desde el punto de vista de la tradición islámica es la decoración de las albanegas
del arco de acceso, resuelta a base de lazos de seis, formando hexágonos y estrellas de seis puntas, uno de los motivos geométricos de mayor raigambre en el
mudéjar aragonés, que se remontan al palacio hudí de la Aljafería de Zaragoza.
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