TEMA 5_guía de estudio_ALUMNADO

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TEMA 5 LA RESTAURACIÓN Y LOS ELEMENTOS
OPOSITORES AL SISTEMA
GUÍA DE ESTUDIO
En este tema, dedicado a la época de la Restauración (1874-1923/31) nos vamos a centrar en
el análisis de sus características generales, en el estudio del reinado de Alfonso XII y de la
regencia de María Cristina de Habsburgo (1875/1902) y en las oposiciones que surgen al
sistema.
El sistema de la Restauración
Para entender bien el sistema de la Restauración hemos de centrarnos en la figura de Cánovas
del Castillo, quien preparó en pleno Sexenio la vuelta de los Borbones. Ya desde el Manifiesto
de Sandhurst , inspirado en el sistema político inglés, se defiende como prioridad la existencia
de unos gobiernos estables, con dos garantías para esta situación: La monarquía, herencia de
la Tradición, y la Constitución, como el imperio de la ley. A pesar de su desagrado por la
irrupción de los militares en sus planes (Pronunciamiento de Sagunto en 1874), Cánovas
controla todo el proceso de reinstauración de los Borbones en el trono español, pero ya no en
la persona de Isabel, sino en la de su joven hijo Alfonso, el futuro Alfonso XII.
Desde el punto de vista ideológico, el sistema canovista se basa en:
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Para Cánovas, las naciones presentan una “constitución interna”. En el caso de
España, las dos características básicas de la nación, existentes desde su inicio, eran la
Monarquía y las Cortes, y en torno a estas instituciones debía constituirse el orden
político.
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Frente al movido reinado de Isabel II y el descontrol del Sexenio Democrático, lo que
Cánovas pretendía era “civilizar” la política, excluyendo de ella a los militares y a la
opinión pública, considerada muy débil en nuestro país, mediante la sustitución del
pronunciamiento o de las elecciones libres por el acuerdo entre los partidos para la
alternancia pacífica en el poder. Un pacto entre la clase política (el turnismo de los
dos partidos “dinásticos”, el conservador y el fusionista o liberal) garantizaba esta
situación, condenando de antemano al fracaso cualquier intento de alternativa.
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Un liberalismo conservador: defensa de la monarquía, de la propiedad privada, de la
importancia de la Iglesia, etc.
Desde el punto de vista político, es esencial la Constitución de 1876, un documento ecléctico
(en vigor hasta 1931, aunque con suspensiones y vulneraciones), que podían aceptar
cualquiera de los partidos que acepten la Restauración, pero que presenta claras influencias
conservadoras. Destacamos algunos de sus principios:
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Soberanía compartida. La Corona tiene un papel político muy importante
Cortes bicamerales: Congreso elegido por sufragio, Senado de composición restringida.
Organización territorial centralista
Amplia relación de derechos (aunque leyes posteriores las restringen)
Estado confesional católico (aunque se permiten, sin ostentación, otras religiones)
El funcionamiento real de la alternancia pacífica en el poder se basaba no en las decisiones del
electorado sino en el falseamiento general de las elecciones:
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en la actualidad, de manera periódica, se celebran elecciones, que pueden ser anticipadas si el
gobierno pierde la confianza del Parlamento. Se convoca fecha electoral, las Cortes se
disuelven, los partidos presentan listas y se convocan elecciones ; el nuevo presidente de
gobierno saldrá de las mayorías (o pactos) entre los nuevos parlamentarios elegidos libremente
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En la Restauración, el sistema es el siguiente: el desgaste del gobierno, o el acuerdo
previo de los partidos dinásticos, es el primer paso. Ante la crisis del gobierno, la
Corona elige a un nuevo presidente de gobierno, que es quien convoca las elecciones.
Estas elecciones están manipuladas por el ministro de la Gobernación desde el inicio
(encasillado, pucherazo)y el resultado electoral es el esperado (vence en número de
diputados el partido del nuevo gobierno, pero en una posición” honrosa” queda el
otro partido dinástico).
Cánovas (y todos los que aceptan el sistema) rechazan por tanto cualquier principio
democrático. El cuerpo electoral (da igual que sean 850.000 electores en 1878, o ya 5
millones en 1890) no se tiene en cuenta, frente al poder de la Corona o los partidos de
notables que son los partidos conservador y liberal. Consideran que la legitimidad de un
gobernante dependía más de su dedicación al bien común que del medio por el que hubiera
alcanzado el poder. A nivel social, y tras la agitada era del Sexenio y la aparición de nuevas
fuerzas políticas (anarquismo, socialismo) la vieja oligarquía, aristocrática latifundista y
burguesa, muy atenta a conservar sus intereses, no tiene demasiado interés en ensayar
nuevos experimentos políticos.
En todo este sistema es esencial la figura del cacique. El cacique es la persona importante del
lugar, controla el Ayuntamiento, siendo alcalde o nombrándolo. Proporciona trabajo a los
jornaleros agrícolas y arrendamientos a los campesinos; distribuye las contribuciones o
impuestos municipales, cargando a los enemigos y favoreciendo a los fieles; del cacique
depende que trabajen, paguen pocas contribuciones o vivan en la miseria y mueran de
hambre. Las “fuerzas vivas” de la aldea le obedecen: el alcalde, el párroco, el maestro, el juez,
la guardia civil.
Las trampas electorales son varias: ya desde el Ministerio de Gobernación se decide qué
diputado va a ganar las elecciones de su circunscripción (encasillado). A pie de urna, el cacique
da instrucciones de a quién votar y, si no, se recurre a otros métodos: poner la urna en lugares
inaccesibles, voto de muertos, recuentos ilusorios (pucherazo), métodos violentos… A finales
del siglo XIX, y en zonas urbanas, tal falseamiento ya era más difícil de conseguirse, por lo que
diputados republicano-socialistas llegan al Congreso.
Evolución de la Restauración en el siglo XIX
Sobre Alfonso XII y su corto reinado destacamos dos aspectos: en primer lugar, su imagen de
“pacificador”, ya que se pone fin a la tercera Guerra carlista y a la llamada “Guerra de los diez
años” en Cuba (Paz de Zanjón, 1878). En segundo, y con apoyo de Cánovas, la estabilidad
institucional: Constitución de 1876, supresión de los fueros vasco y navarro (pero con
concierto económico), alejamiento de los militares de la política, consolidación de los partidos
dinásticos (conservador y “fusionista”, luego liberal). El gobierno lo ejerció básicamente el
Partido Conservador, con un breve gobierno liberal (1881-1884), primera aplicación del
turnismo pacífico.
Ante la temprana muerte de Alfonso XII y la nueva regencia (María Cristina de Habsburgo), el
sistema ha de responder a esta primera crisis, que se soluciona con el Pacto del Pardo (1885)
entre Cánovas del Castillo y Práxedes Mateo Sagasta, líderes de los dos partidos dinásticos,
que deciden seguir con el turnismo pacífico y apoyar a la regenta. Así, Sagasta será el nuevo
presidente de gobierno (gobierno largo liberal, de 1885 a 1890), en el que destaca la
aprobación del sufragio universal masculino para mayores de 25 años.
La oposición al sistema de la Restauración
El sistema canovista fue una fachada institucional que ocultaba el poder político ejercido por la
oligarquía. Consiguió una estabilidad política y, apoyado en una coyuntura económica
favorable, una relativa implantación del capitalismo moderno. Pero la estrechez de miras de la
Corona y de la oligarquía dominante, y su desprecio por la opinión pública hicieron que, a
punto de llegar al siglo XX, “el siglo de las masas”, gran parte de la ciudadanía y muchas
opciones políticas quedaban apartadas del sistema y, sobre todo, del poder. Esto hizo que la
oposición a la Restauración fuera cada vez mayor.
Podemos distinguir dos tipos de oposición:
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La que podemos considerar “tradicional”: republicanos (más o menos radicales)
distribuidos en varios partidos; carlistas, que van perdiendo su influencia en beneficio
de católicos y nacionalistas; y liberales burgueses de varias tendencias, desde
ultracatólicos a radicales.
Fuerzas opositoras que surgen ante nuevas demandas sociales, políticas o territoriales
que la Restauración no satisface, e incluso reprime. Distinguiremos aquí dos básicas, el
nacionalismo y las ideologías obreras.
El nacionalismo es, junto al liberalismo, la gran ideología de la época contemporánea. En
España, como respuesta al centralismo liberal del XIX ( con antecedentes en, por ejemplo, los
Decretos de Nueva Planta) y a los efectos de la industrialización, surgen nacionalismos que
podríamos denominar “periféricos” por su localización geográfica y su relación disgregadora
con el Estado español. Inicialmente suele surgir un nacionalismo “cultural” (recuperación y
normalización de la lengua propia) que avanza hacia un nacionalismo más “político”, que se
debate entre la autonomía y la independencia.
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En Cataluña el desarrollo industrial contrasta con el poco peso sobre la política general
del Estado. A la “Renaixença” cultural se le añade un nacionalismo más político en el
que destacan las Bases de Manresa (1892), un conjunto de reclamaciones políticas, y la
aparición de partidos nacionalistas (1901, Lliga Regionalista).
En el País Vasco la industrialización provoca una respuesta política ante el temor
sobre sus efectos sobre el mundo vasco (rural, lingüística y étnicamente puro). Sabino
Arana crea en 1895 el Partido Nacionalista Vasco.
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En Galicia, la emigración es solo un reflejo del retroceso de la zona, lo que moviliza a
intelectuales (Rosalía de Castro) y políticos.
Socialistas y anarquistas había llegado a la España del Sexenio, en los inicios de la Primera
Internacional, para difundir sus ideologías entre el naciente proletariado industrial. Prohibidos
desde la dictadura de Serrano y los primeros gobiernos de Cánovas, consiguen aire con la Ley
de Asociaciones de Sagasta (1881).La ruptura del internacionalismo obrero hizo que ambas
tendencias fueran cada una por su lado, con diferentes opciones políticas y sindicales, con la
particularidad española de que, aquí, el anarquismo tuvo mucho más importancia que el
socialismo, tal vez por la escasez de proletarios especializados y la abundancia de jornaleros
agrícolas.
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Al igual que en el resto de los países europeos, el socialismo marxista tiene una rama
política (PSOE, partido político) y sindical (UGT). Con coalición con los republicanos,
Pablo Iglesias consigue su primer escaño en 1910.
En 1881 surge la Federación de Trabajadores de la Región Española, conjunto de
federaciones anarquistas que, pese a su represión, tuvo rápidamente millares de
afiliados. Partidarios del apoliticismo y de los sindicatos revolucionarios, en 1910 se
crea la CNT, el mayor sindicato anarquista español. Una rama del anarquismo rechaza
no obstante el anarcosindicalismo como método de lucha y defiende una vía terrorista
(magnicidios, bomba del Liceu, etc.)
La crisis del 98
1898 es considerado tradicionalmente como un año clave de la Historia contemporánea de
España. Es el año del “desastre”, el año que marca a “la generación del 98”, el final del
“imperio”. La derrota en la guerra hispano-norteamericana de aquel año – aunque fácilmente
previsible, fue una sorpresa para la engañada opinión pública española- visibilizó las flaquezas
económicas, sociales pero, sobre todo, políticas, del país y de su sistema.
En el comentario de texto sobre la Paz de Paris analizaremos más en detalle el proceso de
independencia cubana y la guerra contra los EE.UU. Aquí nos interesa analizar más las
consecuencias de la derrota, reflejadas en una palabra mágica, “regeneracionismo”. Utilizada
por los críticos del sistema canovista, como Joaquín Costa, denuncia toda la estructura políticosocial del país, resumida en su expresión (“oligarquía y caciquismo”) a las que enfrenta
“Despensa y escuela” como alternativa reformadora. Pero también será utilizada por el propio
sistema, para promover (o simular) una reforma interna, lo que Maura, presidente de gobierno
conservador, denominará la “revolución desde arriba”. A la puertas del convulso siglo XX
español, hemos de señalar otra consecuencia: los militares salen muy quejosos de la derrota, y
buscan alternativas, tanto militares (Guerra en Marruecos) como políticas.
En 1902, Alfonso XIII asume como rey su mayoría de edad.¿ Es el inicio de una nueva época?,
¿o el principio del fin de la Restauración?
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