UNIVERSIDAD NACIONAL DEL NORDESTE FACULTAD DE HUMANIDADES PROFESOR: HECTOR AZZETTI AÑO LECTIVO 2007- CUATRIMESTRE: SEGUNDO REALISMO MÁGICO – MITOS Y SÍMBOLOS – LO REAL MARAVILLOSO – EL BARROCO EN LA LITERATURA IBEROAMERICANA. La novelística hispanoamericana de principios del siglo XX era regionalista, practicaba un realismo militante inscripto en variadas vertientes: indigenismo, criollismo, negrismo, costumbrismo. • Los de abajo (M:Azuaela, México, 1916) • Raza de bronce (A.Arguedas, Bolivia, 1919) • El roto (J. Edwards Bello, Chile, 1920) • La vorágine (J.E. Rivera, Colombia, 1924) • Don Segundo Sombra (R.Guiraldes, Argentina, 1926) • Doña Bárbara (R.Gallegos, Venezuela, 1929) • Las lanzas coloradas (A. Uslar Pietro, Venezuela, 1931) • Huasipungo (J.Icaza, Ecuador, 1934) • El mundo es ancho y ajeno (C.Alegría, Perú, 1941) El realismo mágico y otros ensayos. A.Anderson Imbert (fotocopia), Monte Avila. El realismo mágico en la ficción hispanoamericana. Surge de los pintores post-expresionistas que pintan objetos ordinarios pero como si volvieran a nacer, rodeados de realidad y magia, como cosas extraordinarias. El realismo mágico es lo extraño frente alo verídico del realismo y lo sobrenatural de la lit. fantástica. Asturias aplica realismo mágico al proceso de mitificación de la naturaleza que puede observarse en la concepción mágica del mundo de los pueblos indígenas de nuestra América. Los sucesos, siendo reales, producen la ilusión de irrealidad. La estrategia del escritor consiste en sugerir un clima sobrenatural sin apartarse de la naturaleza y su táctica es deformar la realidad en el magín de personajes neuróticos. El mundo es, si no maravilloso, por lo menos perturbador. Desde los 40-50 madura la nueva novela hispanoamericana que venía preparándose desde el 15-20. Incidieron las vanguardias en la generación del impulso ficcional frente a la realidad, tratada siempre desde el ingenuo enfoque realista. Por años conviven la novela realista-naturalista con los intentos alucinatorios, irrealistas, de sueños. Inciden también los diálogos que nuestros escritores entablan con los grandes creadores europeos, americanos y de la antigüedad. El Surrealismo, fue el más importante: mezcla 1 con la cosmovisión indígena y mestiza de Hispanoamérica. Hay absurdo, grotesco, espíritu deportivo y festivo, humor, ironía, doble sentido. REALISMO MÁGICO Y BARROCO Todas las expresiones estéticas, aún las más cercanas a la percepción sensible de la realidad son el producto de la fantasía creadora. Esta amplía el campo de la experiencia humana, enriqueciéndolo, modificándolo, ampliando sus franteras. Podríamos denominar “fantástico o mágico” al tipo de realismo que percibe lo fenoménico desde una conciencia emplazada en los estratos fundantes de la psique y que, por eso mismo, integra la realidad empírica con los aspectos intangibles del mundo circundante, con experiencias perceptivas extraordinarias o suprarreales que sólo pueden encarnarse en la realidad a través de imágenes y, más específicamente, del símbolo. La función simbólica en Latinoamérica surge de sus contactos con los rasgos culturales mestizos y míticos. El símbolo es una figura polivalente, transitiva, plurisemántica, universal y constante en sus estructuras temáticas que conduce, más allá de la mera significación y a través del pensamiento analógico, a una plenitud de conciencia que revela aspectos esenciales de la realidad. Al igual que el símbolo, el mito es un metalenguaje que supera en forma notoria sus manifestaciones expresivas y remite a una esfera de sentido que se encuentra más allá de las fronteras conceptuales conocidas. La esencia teofánica y arquetípica del mito, como historia verdadera y sagrada que transcurre in illo tempore y como estructura lógica peculiar que moldea las profundidades de la psique humana, lo proveen de un doble valor: cultural-religioso y psicológico-real. Reproduce la doble dimensión de lo real: físico y psíquico. “Lo maravilloso comienza a serlo de manera inequívoca cuando surge de una inesperada alteración de la realidad (el milagro), de una revelación privilegiada de la realidad, de una iluminación inhabitual o singularmente favorecedora de las inadvertidas riquezas de la realidad, de una ampliación de las escalas y categorías de la realidad, percibidas con particular intensidad en virtud de una exaltación del espíritu que lo conduce a un modo de estado límite” (Carpentier). El realismo maravilloso consiste en presentar lo real, la norma, lo “verosímil novelesco” para permitir al discurso le legibilidad como sobrenatural. En este proceso, en esta “retórica del traspaso”, se suspende la duda, a fin de evitar la contradicción entre los elementos de la naturaleza y de la sobrenaturaleza. El efecto de encantamiento del lector es provocado por la percepción de contigüidad entre las esferas de lo real y de lo irreal, por la revelación de una causalidad omnipresente, por más velada y difusa que esté: la búsqueda de contigüidad entre los órdenes físico y metafísico exige del discurso realista-maravilloso la representación de los realia, de cuya afirmación depende la verosimilitud de la representación de lo maravilloso. Pero mientras que en lo fantástico el universo familiar y cotidiano es convocado para instaurar una contrariedad insoluble con el orden sobrenatural, en el realismo maravilloso lo tético y lo no tético se combinan armónicamente, sin que las dos lógicas se contrapongan. El realismo maravilloso caracteriza entonces un cierto tipo de relato y un cierto tipo de discurso, distinguibles tanto de la narrativa fantástica como de la realista. El barroco subvierte el orden supuestamente normal de las cosas, como la elipse subvierte y deforma el trazo, que la tradición idealista supone perfecto entre todos, del círculo. El espacio barroco es el de la superabundancia y el desperdicio. Contrariamente al lenguaje comunicativo, económico, austero, reducido a su funcionalidad –servir de vehículo a una información-, el lenguaje barroco se complace en el suplemento, en la demasía y la pérdida parcial de su objeto. O mejor: en la búsqueda, por definición frustrada, del objeto parcial. El “objeto” del barroco puede precisarse: es ese que Freud 2 llama objeto parcial: seno materno, excremento, mirada, voz, cosa para siempre extranjero a todo lo que el hombre puede comprender, asimilar del otro y de sí mismo, residuo que podríamos describir como la alteridad, para marcar en el concepto del aporte de Lacan. El objeto “alterado” en tanto cantidad residual, pero también en tanto caída, pérdida o desajuste entre la realidad y la imagen fantasmática que la sostiene, entre la obra barroca visible y la saturación sin límites, la proliferación ahogante, el horror vacui, preside el espacio barroco. Fernando Burgos, La novela hispanoamericana (Un ensayo sobre el concepto literario de modernidad). La modernidad (con el Modernismo hispanoamericano) inaugura una dimensión y un espacio proteicos, permiten aplicar un discurso crítico que puede operar en el plano de la intertextualidad y el diálogo entre obras que se manifiestan plurales y multifacéticas. Se basa en un diálogo entre obras de diferentes épocas y modalidades, rompiendo el encasillamiento y el ordenamiento de la crítica sistemática. Su discurso niega lo multiforme y multívoco, al instaurar moldes y patrones, al tratar de hacer la obra inteligible. Esa crítica se aleja de lo regulativo, científico positivista, y se amplía en la expansión de la disrupción, fragmentación, dispersión, discontinuidad, silencio, sensibilidad, creación de nuevos lenguajes no verbales, etc. Esta liberación abre las puertas del laberinto, del enigma de la modernidad. Hay dos dimensiones de la modernidad: la estética o artística y la burguesa o social, que se contradicen en sus concepciones, aspiraciones e ideologías. La primera fue rebelde, se alzó contra el positivismo y el materialismo, mientras la segunda celebraba estos últimos elementos, ligados a la idea de progreso, junto al cientificismo y a la deshumanización. Los artistas modernos también cantaron a los avances tecnológicos pero vieron sus consecuencias: la incomunicación, la angustia, la soledad, el desamparo. Los caracteres de impermanencia y de lo transitorio provocan en la ciencia a) teoría de la relatividad; b) principio de indeterminación., muerte de lo permanente, novedad, diversidad, discontinuidad económica, se pasa de la era mecánica a la electrónica., aceleración de lo instantáneo, escisión generada por lo discontinuo. En literatura hay cuatro formas de lo discontinuo: 1) discontinuidad metafísica; 2) estética; 3) retórica y 4) temporal. Dispersión, fragmentación, desgranamiento del hombre. En el arte se da la superposición, el sincretismo, lo transitorio, lo inconstante, y también la heterogeneidad, disgregación, divergencias y convergencias plurales. Diversas concepciones con respecto a Modernismo, post y ultra. Problemas temporales por su coincidencia con las vanguardias, que son una proyección de los modernismos. Las vanguardias establecen un puente, un enlace con la libertad del modernismo, al que despoja de la parcelación y encierro dentro de una generación y dentro de una formulación sólo formal y lujosa. Este impuso la ruptura y el cambio como dinámicas vitales de sobrevivencia. Paz: “La vanguardia es una exasperación y una exageración de las tendencias que la precedieron”. Su impulso renovador, aniquilador, le viene de atrás, y por eso se alza contra el anquilosamiento y la fosilización. Quiebra, altera, fractura, rompe, quita coherencia, puentes lógicos, etc. El arte posmoderno y neovanguardista hispanoamericano es una realización, una plasmación de las proposiciones de las vanguardias. Escritura verdadera de cambio, ampliación y aplicación de una estética radical y audazmente renovadora. Su mejor expresión es la estética de la recepción: la productividad artística implica un correlato dialéctico del texto, la lectura como actividad productora, como un fenómeno no delimitado no programado, que adquiere significación y sentido en el intercambio dialéctico que tiene algo de lúdico e imprevisible. Escritura posmoderna, agresión y 3 desencanto contra la idea de texto como estructura o sistema. Desescritura en contra de la escritura. Móvil, dispersa, atenta a la idea de signo como producción coherente de significados. Tensión subterránea de la novela, relato como narración no referencial. Novela como proceso que se interroga sobre el sentido del escribir y el ejercicio de lo creativo como actividad, no como función. Sin embargo está lejos del ensayo porque todo está asimilado al terreno de la creación. La modernidad se reconoce en el carácter transformacional de Proteo, en la dinámica y la inestabilidad del cambio. Es suma y proliferación de búsquedas artísticas diversas. Pero también, es la conciencia de Sibila que sin la constante de una mirada puesta en el futuro, el presente se disuelve o se torna permanente o anodino. La literatura moderna revela derroche de imaginación, muestra una euforia sensual, placer, libertad, éxtasis en el uso acústico y espacial de la palabra. Desajuste entre arte, historia y razón. El modernismo es el origen de la modernidad hispanoamericana, ésta y las vanguardias son sus despliegues, como hecho y actuación. El modernismo inicia una nueva sensibilidad que se amplía y evoluciona más tarde; hay en él conciencia de realización estética, figuración de la prosa y abundante carga simbólica, también y color y sonido que desplazan a un plano secundario la secuencia de lo argumental. Según A. Nuñez, para Asturias el indio no interpreta sino identifica la realidad ideal, superreal con la realidad. Relaciona con la mentalidad infantil y primitiva. Produce las leyendas: Concepción estética que deriva de un método de conocimiento. El mestizaje, la decapitación de la cultura, la religión y la cosmovisión indígena, la sustitución por los órdenes europeos, el cristianismo, cartesianismo, la mezcla de lo indígena con lo africano, el criollismo, el nuevo contexto impulsó que sean el manierismo y el barroco las primeras grandes expresiones americanas en los siglos XVI y XVII, en la arquitectura. 4