1 Si quieres encontrarte con el Señor: primero entra en ti, y segundo haz silencio. Y descubriremos que……. A veces comenzamos a tenerle miedo a la vida, sin antes habernos comprometido a nada. A veces criticamos la vida de los demás, sin haber criticado la nuestra. A veces envidiamos los logros de los demás, en vez de aprender de ellos. A veces le pedimos ayuda a alguien, a pesar que no sabemos ser agradecidos. A veces creemos ser el mejor amigo, sin saber realmente lo que es la amistad. A veces creemos ayudar a los demás, a pesar que somos egoístas con nosotros mismos. A veces nos instalamos en la rutina, pudiendo mejorar nuestra vida cristiana. A veces queremos tener más poder, sin conocer el poder del Amor que lo puede todo. A veces creemos saberlo todo, sin siquiera habernos informado y nos dedicamos a repetir algo que ni siquiera sabemos si es verdad. A veces creemos haber triunfado, sin saber lo que es haber perdido. A veces nos decepcionamos de las personas, sin antes haberlos conocido bien, tan solo las rechazamos porque no son de nuestra línea de pensamiento. A veces no entendemos que cada uno de nosotros es un novato de todo lo que comenzamos a descubrir. Aprendamos a descubrir por nosotros mismos la verdad y si es el caso, que nos ayuden, pero no, no dejemos que nos las impongan. Así como el mundo se nos presenta como una caja de sorpresas, lo mismo sucede con las personas... Nosotros creemos conocer a una persona (por lo que hace, lo que parece, lo que quiere). Pero en realidad lo que debe interesarnos para conocer a esa persona es: aquello que no vemos. Hay que descubrir aquello que no vemos, porque es parte de la esencia de cada uno. Comencemos por descubrir nuestra esencia. Y para eso…haz silencio y conseguirás la paz interior para encontrarte con el Señor. Y como se consigue la paz interior…………………… Si el desaliento te abate, medita; la serenidad confortará tu espíritu y te hará más sabio para el futuro. Si estas, enojado, no te alteres, pon en la herida un poco de bondad, y castiga al culpable, con toda la ternura que, en ese momento, tengas en tu corazón. Si el odio quiere alcanzarte, sonríe y perdona. Tu amor ha de ser poderoso, muy poderoso. Si la envidia pretende trabar tus pasos, elévate y vuela sobre ella. Si la indiferencia te rodea, derrótala con una sonrisa. Si se ha apoderado de ti la intransigencia, amplía tu espíritu de comprensión con la Palabra de Dios y tu palabra logrará penetrar hasta lo más íntimo de tus hermanos. Si el dolor se ceba en ti, transfórmalo en luz, en luz de experiencia,y en el camino tropezarás menos. Si el laurel del triunfo te alcanza, alerta, permanece sereno. Sé aún más sencillo. El orgullo puede destruir tu obra. Si el silencio resuena a tu paso, alégrate. La soledad en compañía de Dios, te dará alientos para volver y proseguir tu labor con tranquilidad. 2 Ya sabes pues, entra en ti, haz silencio, y te encontrarás con el Señor. Es una formula que nunca falla. Lo que pasa es que has de tener en cuenta que todo lo que vale la pena cuesta trabajo y empeño y constancia. ¿Entendido?