¿Es inocuo el campo?

Anuncio
Documento descargado de http://www.elsevier.es el 21/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato.
EDITORIAL
¿Es inocuo el campo?
Víctor Sobradillo Peña
Unidad de Patología Respiratoria. Hospital de Cruces. Baracaldo. Vizcaya. Universidad del País Vasco.
Enfermedades ocupacionales
En el trabajo publicado en este número de MEDICINA CLÍNICA,
Magarola et al1 aportan datos muy novedosos sobre la diferente prevalencia de las enfermedades ocupacionales en el
campo y demuestra que el riesgo de padecerlas es diferente
según la actividad desempeñada.
Las vías aéreas, de la nariz a los alveolos, entran en contacto diariamente con 19.000 l de aire, incrementándose esta
cantidad durante el esfuerzo hasta cifras 12 veces superiores. En este aire van incluidas partículas, gases y agentes
infecciosos que provocan diversas enfermedades respiratorias2. Aunque clásicamente se ha considerado que el riesgo
era superior para los habitantes de las ciudades, los últimos
estudios muestran que vivir, y sobre todo trabajar, en el
campo supone un riesgo importante para padecer enfermedades respiratorias3-5. De todas formas, ya Hipócrates señalaba que «se debe considerar el efecto de cada estación del
año con sus diferencias, así como estudiarse los vientos
fríos y cálidos. Debe valorarse si la tierra es desnuda y seca
o está cubierta por vegetación intensa», subrayando la importancia que sobre las enfermedades tiene la meteorología,
las diferentes estaciones y los diferentes climas6.
Los trabajadores en el medio rural están expuestos a padecer asma ocupacional, bronquitis con o sin limitación crónica del flujo aéreo, bronquiolitis, alveolitis alérgica extrínseca,
fiebre por inhalación, edema pulmonar y fallo respiratorio de
origen neuromuscular2,4,5. En la actualidad, el asma bronquial representa el 27% de todas las enfermedades ocupacionales respiratorias (primera causa) y se ha sugerido que
entre el 15 y el 20% del asma está relacionado con la profesión. El impacto sobre la salud de los trabajadores es muy
importante, ya que muchos pacientes permanecen con alteraciones crónicas a pesar de haber sido retirados de la exposición. El impacto económico es notable, ya que cerca de
la mitad de los trabajadores pierden su empleo7,8.
El estudio de la European Community Respiratory Health
Survey (EERCS) demuestra que la profesión más importante
para padecer asma profesional es la de granjero, mientras
que el quinto lugar lo ocupa el trabajo en la agricultura4. El
riesgo relativo de padecer asma, definido como hiperreactividad bronquial y síntomas de asma o utilización de medicación, es para un granjero de 2,62 (1,29-5,35). Es la profesión con un riesgo más consistente entre los 12 países
industrializados que participaron en este estudio. El riesgo
relativo para un agricultor es, en este estudio, de 1,79
(1,02-3,16). Magarolas et al1 demuestran que la prevalencia
de síntomas de asma es mayor en los trabajadores avícolas
y en los cultivadores de flores, aunque el análisis multiva-
Correspondencia: Dr. V. Sobradillo Peña.
Unidad de Patología Respiratoria.
Hospital de Cruces. Baracaldo. Vizcaya.
Recibido el 25-4-2000; aceptado para su publicación el 26-4-2000
Med Clin (Barc) 2000; 114: 696-697
696
riante confirma que el factor de riesgo más importante para
padecer síntomas de asma bronquial es la avicultura. La relación entre el asma y la profesión puede adoptar formas diferentes. Puede tratarse de una recaída de un asma previamente remitido o subclínico, el comienzo de un asma nuevo
por una exposición a pólenes, granos, Dermatophagoides o
epitelio de animales, o un asma que resulta de una única
exposición muy intensa a un irritante respiratorio muy potente2. En los granjeros, el asma está en relación con un
mecanismo alérgico sólo en la tercera parte de los casos9.
Es interesante comprobar que, a pesar del mayor riesgo de
padecer asma en ciertas profesiones realizadas en el campo, la prevalencia global de la enfermedad encontrada por
Magarolas et al1 no es superior a la de la población general.
Este mismo hecho se ha descrito en estudios previos realizados en España y en otros países europeos10,11. Subirats et
al10 encuentran una prevalencia de asma del 9% entre los
agricultores y también del 9-10% entre los trabajadores de
la industria, de la construcción o personas no productivas
de la misma zona. Una interpretación de estos datos puede
ser la denominada autoselección de la población basada en
la salud o efecto del trabajador sano. Según esta hipótesis,
los jóvenes con síntomas de atopia elegirían una profesión
que no los expusiera a irritantes de la vía aérea11. Sin embargo, Dalphin et al12, que en su estudio encuentran una
prevalencia similar de asma en los granjeros y en la población control, demuestran que pocas veces los granjeros y
las familias de su zona abandonan las granjas por problemas respiratorios, lo que va en contra de un efecto «trabajador sano». Esta hipótesis tampoco explicaría la mayor frecuencia de alteraciones bronquiales, no ligadas al consumo
de tabaco, que se encuentran en los trabajadores del campo. La respuesta inmunológica en el asma se realiza frente
a los alergenos que están en el entorno del ser humano, habitualmente los ácaros del interior de la casa. Sin embargo,
en zonas donde los ácaros son escasos por las malas condiciones climáticas, otros alergenos, como el hongo Alternaria
en el caso de las zonas desérticas, son los que se relacionan con la patogenia de la enfermedad, dando lugar a prevalencias muy elevadas13. El trabajador en el campo respondería con la misma frecuencia que la población general a
los alergenos de su entorno, sólo que en este caso serían
preferentemente los de su puesto de trabajo.
En los trabajadores en el campo el riesgo de padecer tos y/o
expectoración crónica y/o bronquitis crónica es muy superior al de la población control5,11,12. El tabaco, aisladamente,
no explica la aparición de estos síntomas ya que la población agrícola y/o ganadera es poco fumadora. La prevalencia del tabaquismo en la población rural en España está entre el 24 y el 30%, lo que supone 8 puntos por debajo de la
población general1,10. De hecho, después de ajustados los
factores de edad, sexo y tabaco, el riesgo relativo en los
granjeros para padecer bronquitis crónica es 10 veces superior. Existe un efecto, como mínimo aditivo, entre la expo-
Documento descargado de http://www.elsevier.es el 21/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato.
V. SOBRADILLO PEÑA.– ¿ES INOCUO EL CAMPO?
sición profesional y el tabaquismo. Los granjeros también
presentan alteraciones funcionales con más frecuencia que
los grupos control. Existe una limitación crónica al flujo aéreo (LCFA) de moderada intensidad que no es reversible al
broncodilatador, lo que apoya que esta alteración no está
producida por la existencia de asma bronquial11,15. El estudio IBERPOC16, realizado en siete regiones españolas para
conocer la prevalencia de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) en una población general entre 40 y 69
años, confirma los datos anteriormente presentados. En la
zona de Manlleu (Barcelona), con una población preferentemente rural, la prevalencia de EPOC, definida como la existencia de LCFA no reversible en una persona no diagnosticada de asma, dobla la encontrada en las otras zonas del país
(el 18% frente al 9%) con un número de no fumadores significativamente superior (el 59,4% frente al 49%). Esto hace
que en la zona de Manlleu exista la mayor proporción de casos de EPOC en no fumadores (el 39,1% frente al 23,4%) y
de casos leves (el 52,5% frente al 38,3%). Estos datos apoyan que en la aparición de alteraciones respiratorias en las
zonas rurales existen otros factores ligados a la exposición
ambiental además del factor ligado al consumo de tabaco.
De acuerdo con los datos presentados por Magarolas et al1 el
mayor riesgo de presentar esputo crónico estaría ligado al
trabajo con ganado bovino y al cultivo de flores.
La neumonitis por hipersensibilidad es una reacción inmunológica a una variedad de sustancias inhaladas. La prevalencia en el medio rural español se ha descrito entre el 0 y
el 1%10,17. La fiebre por inhalación se caracteriza por un
cuadro febril autolimitado después de una exposición, apareciendo leucocitosis periférica aunque con mínima inflamación pulmonar o sin ella. El episodio febril aparece después de pasadas 6 h de la exposición, de menos de 12 de
duración. Numerosos productos en contacto con los trabajadores en el campo como abono, esporas de heno, hierbas
o paja provocan el cuadro febril. Las citocinas de las células
residentes en el pulmón producen la movilización de los
leucocitos vasculares pulmonares, y los prostanoides producidos por estas células actúan sobre el hipotálamo provocando el episodio febril2. En ocasiones la neumonitis por hipersensibilidad y la fiebre por inhalación se confunden en la
práctica clínica.
Los datos obtenidos por medio de encuestas en el estudio
de Magarolas et al1 demuestran la importancia de las alteraciones respiratorias entre los trabajadores del campo y se-
ñalan la necesidad de realizar mediciones funcionales respiratorias y estudios inmunológicos para caracterizar las alteraciones encontradas. Además, es evidente la necesidad de
disponer de datos longitudinales que ayuden a comprender
mejor estas alteraciones, lo cual es posible ya que disponemos de estudios transversales publicados1,10,17.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
1. Magarolas R, Monsó E, Aguilar X, Radon K, Nowak D, Martínez C et al.
Prevalencia y factores de riesgo de síntomas respiratorios en la agricultura y la ganadería. Med Clin (Barc) 2000; 114: 685-689.
2. Beckett WS. Occupational respiratory diseases. N Engl J Med 2000;
342: 406-413.
3. Asgari MM, DuBois A, Asgari M, Gent J, Beckett WS. Association of ambient air quality with children’s lung function in urban and rural Iran.
Arch Environ Health 1998; 53: 222-230.
4. Kogevinas M, Antó JM, Sunyer J, Tobias A, Kromhout H, Burney and the
European Community Respiratory Health Survey Study Group. Occupational asthma in Europe and other industrialised areas: a population-based study. Lancet 1999; 353: 1750-1754.
5. De Pico GA. Hazardous exposure and lung disease among farm workers.
Clin Chest Med 1992; 13: 311-328.
6. Lloyd GER. Airs, Waters, Places. En: Lloyd GER, editor. Hippocratic writings. Harmondsworth, Middlesex: Penguin Book, 1978; 148-169.
7. Ross DJ. Ten years of the SWORD project. Clin Exp Allerg 1999; 29:
750-753.
8. Venables KM, Chang-Yeung M. Occupational asthma. Lancet 1997;
349: 1465-1469.
9. Johnston N, Rask-Andersen A, Lundin A, Talbäck AL. Asthma increase
in farmers: a 12-year follow-up. Eur Respir J 1996; 9 (Supl 23): 378S.
10. Subirats A, Vila Ll, Vila T, Morell F, Vallescar R, Margalef N. Prevalencia
de enfermedades respiratorias en una población rural del norte de Cataluña: La Cerdanya. Med Clin (Barc) 1994; 103: 481-484.
11. Vogelzang PFJ, Van der Gulden JWJ, Tielen MJM, Folgering H, Van
Schayck CP. Health-based selection for asthma, but not chronic bronchitis in pig farmers: an evidence-based hypothesis. Eur Respir J 1999;
13: 187-189.
12. Dalphin JC, Dubiez A, Monnet E, Gora D, Westeel V, Pernet D et al. Prevalence of asthma and respiratory symptoms in dairy farmers in the
French province of the Doubs. Am J Respir Crit Care Med 1998; 158:
1493-1498.
13. Halonen M, Stern DA, Wright AL, Taussig LM, Martinez ED. Alernaria as
a major allergen for asthma in children raised in a desert environment.
Am J Respir Crit Care Med 1997; 155: 1356-1361.
14. Christianini D, Cormier Y, Dimichi-Ward H. Respiratory health hazards in
agriculture. Am J Respir Crit Care Med 1998; 158: S1-S76.
15. Garshick E, Schenker MB, Dosman JA. Occupationally induced airways
obstruction. Med Clin North Am 1996; 80: 851-878.
16. Sobradillo V, Miravitlles M, Gabriel R, Jiménez C, Villasante C, Masa F et
al. Geographical variations in prevalence and underdiagnosis of COPD.
Results of IBERPOC multicentre epidemiological study. Chest. En prensa.
17. Marco L, Zubillaga G, Tapiz V, Sáenz MP, Laparra J, Altolaguirre C. Encuesta respiratoria en una población rural. Arch Bronconeumol 1992;
28: 165-172.
697
Descargar