los robos en el campo

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Robos en el campo
De interés
29 • LA TIERRA Nº 238 MAYO-JUNIO 2013
Las crisis dispara
los robos en el campo
UPA exige más seguridad en las zonas rurales y perseguir los circuitos comerciales
que venden los materiales y productos robados en explotaciones agrícolas y
ganaderas
A crisis económica está teniendo consecuencias muy
negativas y muy diversas.
Una de ellas es el aumento de la
delincuencia y, especialmente,
de los robos, con un colectivo
especialmente afectado: los agricultores y las agricultoras, los ganaderos y las ganaderas, a los
que se roba, en todas las zonas
rurales españolas, cualquier producto susceptible de ser vendido y en cualquier momento: cobre, hierro, maquinaria, grupos
electrógenos, gasoil, aperos y
equipos, puertas y ventanas de
las casas, productos fitosanitarios, sistemas de riego, placas
solares y, también, alimentos elaborados, terneros, cerdos, corderos, aves, frutas y hortalizas.
L
Nada parece escapar a la codicia de los ladrones.
Desde UPA se ha dado la voz de
alarma ante esta situación realmente insoportable, exigiendo a
las autoridades que tomen las
medidas imprescindibles para garantizar la seguridad en las explotaciones agrarias, pero hasta ahora todo sigue más o menos igual.
El campo se encuentra abandonado a su suerte y nadie parece
poner remedio.
Las cifras de la
delincuencia en el campo
No es fácil disponer de cifras definitivas sobre los fenómenos de
delincuencia en el ámbito rural.
Las estadísticas se encuentran
atrasadas y, además, con la llegada al gobierno del PP se variaron
las metodologías de los registros,
con lo que los datos no son directamente comparables. Sea como
sea, con los números disponibles,
con las noticias que publican los
medios de comunicación y con la
información directa que aportan,
como afectados directos, los afiliados y afiliadas de UPA, es indudable que los robos en las zonas rurales han aumentado de
manera tremenda durante los últimos cuatro años, coincidiendo
con la agudización de la crisis.
Así, en 2010 se registraron
15.434 sustracciones en explotaciones agrícolas y ganaderas,
mientras que en 2011 esa cifra
aumentó en un 32%, hasta llegar
a 20.481 sustracciones. De momento, y sin datos comparables,
fuentes de Interior indican que en
2012 las cifras serían similares a
las del año precedente, aunque
reconocían un incremento durante el último cuatrimestre. Es difícil
hablar de un repunte cuando no
disponemos de datos homologados, pero la percepción de todos
los operadores del sector es que,
lejos de encontrarnos ante una situación de estabilidad, la realidad
indica que la problemática se encuentra completamente desbocada y que no para de crecer,
afectando a casi todas las regiones rurales.
Utilizando datos oficiales, podemos señalar que cada hora se
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vigilante rural en la Comunidad
Valenciana, una de las zonas donde este tipo de delitos ha adquirido una mayor intensidad.
Los ladrones en el medio rural se
llevan todo lo que puede ser posteriormente vendido. La novedad
de los últimos tiempos es que el
volumen de los objetos robados
ha tendido a aumentar y ya no se
trata de hurtos más o menos pequeños que se dirigen hacia los
mercados informales o de segunda mano, sino de robos de grandes dimensiones que exigen de
redes extensas y muy organizadas para garantizar la comercialización de lo sustraído.
Originalmente se habló mucho de
robos de metales, como el cobre
y el hierro, que posteriormente se
vendían en las chatarrerías. Las
instalaciones de riego resultaban
ser un auténtico caladero para estos ladrones de metales, que iban
desde los hurtos puntuales hasta
auténticas razias masivas que
destrozaban sistemas de regadío
de muchas hectáreas.
En junio de 2013, la Guardia Civil
ha llevado a cabo la última de las
operaciones para controlar los
centros de gestión de residuos sólidos y ha recuperado más de 25
toneladas de cobre y otros metales valiosos. Se señala que en esa
operación han participado más de
4.500 agentes que han colaborado con la policía portuguesa en las
zonas fronterizas de Galicia, Castilla y León, Extremadura y Andalucía. El cobre robado provendría
preferentemente, según la Guardia Civil, de tendidos eléctricos,
antenas de telefonía, huertos solares y sistemas de regadío.
gistrado algunos robos aislados de cabezas de vacuno y,
también, de las bañeras de hierro que se usan como bebederos. Cantabria, por su parte, es
una de las zonas más tranquilas con un índice muy bajo de
robos. En el País Vasco, Navarra y La Rioja tampoco parece
que la situación sea muy preocupante, aunque se han reportado algunos robos de instalaciones de riego y vitivinícolas.
En Aragón, la situación resulta
más preocupante, con robos
de aspersores de riego y cables
de cobre, cabezales de riego,
grupos electrógenos, gasoil y
placas solares. En Teruel se
han reportado varios robos de
tractores y en Huesca se organizaron patrullas de vigilancia
para enfrentarse a la situación.
Cataluña es en la actualidad
una de las zonas más calientes
donde se registran robos de
material metálico de todo tipo,
de maquinaría e insumos agrí-
colas, de cabezas de ganado
(ovino, avícola y porcino) y de
cultivos.
En Lleida se han organizado
patrullas de vigilancia para proteger la cosecha de fruta. Algo
similar ocurre en la Comunidad
Valenciana, donde han destacado importantes robos de la
cosecha de cítricos, a los que
hay que añadir otros cultivos,
metales, maquinaria, productos
fitosanitarios y cabezas de ganado. Murcia también presenta
una situación preocupante con
robos de fruta, cítricos, frutos
secos, hortalizas y material metálico de todo tipo. En Andalucía los robos varían de una provincia a otra. Almería parece
encabezar el ranking autonómico, con numerosos robos en
sus explotaciones hortícolas.
En las zonas olivareras la situación parece ahora más
tranquila, aunque ha habido
momentos donde los robos
han sido muy comunes. En las
Los objetos del delito
producen, al menos, tres robos
en el campo español. En la mayoría de las ocasiones se trata de
delitos sin violencia, pero ya ha
habido casos en los que los asaltos han ido acompañados de actos violentos contra las personas.
Incluso se registró la muerte de un
Geografía de los robos rurales
O hay un patrón único
que sirva para definir al
colectivo de los ladrones rurales. Buena parte de
las noticias difundidas en los
medios de comunicación ha
incidido en la existencia de
bandas de ciudadanos de
algunos países del este europeo o del Magreb para, a
continuación, hacer algunas
denuncias un tanto xenófobas. Es cierto que entre los
detenidos aparecen bastantes rumanos y marroquíes,
pero también nos encontramos con un número significativo de ciudadanos españoles dedicados a estas actividades delictivas. El buen
conocimiento de las zonas y
de los momentos más idóneos
para cometer los delitos
parece indicar que estas
bandas disponen de informantes dentro del propio
mundo rural. En resumen,
que se trata de redes
N
amplias y organizadas que
se dedican al despojo sistemático del sector agrícola y
ganadero, más desprotegido
que nunca.
Prácticamente todas las comunidades autónomas se encuentran afectadas por los robos rurales. Quizás las situaciones
más dramáticas se han registrado en la Comunidad Valenciana, Andalucía (especialmente en Almería), Cataluña, Murcia, Madrid y Galicia, pero el
fenómeno se encuentra repartido por todo el territorio nacional.
Comenzando por las comunidades del norte peninsular, Galicia parece presentar una situación bastante negativa, con
bastantes robos de cultivos y
de ganado, de aperos y de metales. Se han dado casos de robos con violencia en casas aisladas del medio rural. En Asturias parece haber más
tranquilidad, aunque se han re-
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Los objetos robados se han ampliado hasta la maquinaria, el gasoil, los aperos y los equipos agrícolas y, también, cualquier objeto de valor en las casas rurales
aisladas (puertas, ventanas, equipos electrógenos, etc.). En ocasiones se desguaza la maquinaria para comercializar las piezas
más valiosas, pero otras veces se
las llevan completas, lo que implica que los ladrones cuentan
con una infraestructura muy compleja.
En los últimos tiempos, los robos
afectan cada vez más a los productos agrarios más típicos, es
decir, al ganado y a las frutas y
hortalizas. Los casos se reparten
por muchas zonas rurales de
nuestro país. Así, desde enero a
mayo se robaron en algunos pueblos de Ourense cercanos a la
frontera con Portugal alrededor de
100 terneros, lo que supone más
dos Castillas y Extremadura se registran
los consabidos robos de metales y
maquinaria, además
de cabezas de ganado (ovino y porcino
de manera preferente). Por su parte, Madrid es otra de las
zonas donde los robos se han convertido en una pesadilla
cotidiana. Productos
cultivados, cabezas
de ganado, metales,
etc., son saqueados
de manera continuada.
Por último, en Canarias se han producido algunos robos de
hortalizas, fundamentalmente de patatas, mientras que
en Baleares la situación parece estar
bastante tranquila.
de 15.000 kilos de carne. Evidentemente robos de estas dimensiones exigen disponer de veterinarios, mataderos, redes de comercialización, etc. No solo han
sido los terneros el objeto de este
tipo de robos y no solo ha sido
Galicia la comunidad autónoma
afectada por estos delitos. Corderos, ovejas, aves y cerdos han
sido también robados en grandes
cantidades.
Los robos se han extendido también a los productos agrícolas y
en unas dimensiones desconocidas. Naranjas, limones, melones,
sandías, hortalizas, vino, aceite,
etc., constituyen bienes muy codiciados por los ladrones. Algunos casos significativos que han
puesto de manifiesto las dimensiones de este problema han sido la recuperación de 25.000 kilos de naranjas en Valencia y la
detención de 50 personas dedi-
cadas a su sustracción continuada. El año pasado, la Guardia Civil desmanteló una banda que llevaba a cabo grandes robos de
aceite de oliva en almazaras de
Extremadura, Andalucía, CastillaLa Mancha y Murcia, con destino
a Italia. El último de los robos de
esa banda fue de 45.000 kilos de
aceite en una almazara de Bullas.
Almería y sus invernaderos constituyen otro objetivo privilegiado
de los ladrones. En el pasado
mes se ha detenido a una banda
responsable de 27 robos en esa
zona.
Los recortes reducen la
seguridad
Frente a esta situación crítica, la
respuesta oficial está siendo entre tibia y nula. En abril de 2011
se estableció con el entonces mi-
nistro de Interior, Alfredo Pérez
Rubalcaba, y con la ministra de
Agricultura, Rosa Aguilar, un plan
de actuación para disminuir la delincuencia en el medio rural. Las
principales medidas establecidas
eran el incremento en 1.170 efectivos de la Guardia Civil para reforzar la vigilancia en áreas rurales y la elaboración de mapas de
cultivos para efectuar esfuerzos
adicionales en los momentos claves para los ladrones. Pero lo
cierto es que los recortes en todo tipo de inversión y gasto público también han afectado a la
seguridad en el campo, porque
se ha reducido el número de
cuarteles de la Guardia Civil en
los pueblos, dejando desprotegidas a muchas zonas que ahora
pagan las consecuencias, sin
apenas vigilancia, y donde los ladrones actúan con total impunidad.
Cultivos
Ganado
Aperos y herramientas
Violencia
Patrullas de vigilancia
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Robos en el campo
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Propuestas de UPA para frenar la escalada de robos en el campo
RENAR la escalada de
robos en el campo es
posible. Solo hace falta
tomar las medidas necesarias
para recuperar la tranquilidad
en las explotaciones agrarias,
considerando de entrada que
no es viable mantener las rondas de vigilancia porque los
agricultores no son policías y
no pueden dedicarse por las
noches a vigilar lo que producen durante el día.
Desde UPA se han avanzado algunas propuestas que ayudarían a resolver, aunque fuera en
parte, este problema que destruye infraestructuras, equipos,
cultivos y cabañas ganaderas.
Las principales son las que se
mencionan a continuación:
■ Es necesario realizar un control mucho más riguroso a
las chatarrerías y a los establecimientos que compran
material de segunda mano.
Buena parte de los objetos
robados acaba en esos establecimientos y un plan ri-
F
■
guroso de inspecciones dificultaría de manera muy clara la venta de los objetos robados.
Debe establecerse un sistema de predenuncia que facilite que los agricultores pue■
■
dan, a través de las organizaciones agrarias, realizar de
una manera ágil la denuncia
de los robos, sirviendo además como información para
que la Guardia Civil establezca sus planes de vigilancia.
También es necesario mantener a las fuerzas de seguridad en las zonas rurales.
No puede permitirse el continuo cierre de cuarteles de
la Guardia Civil en los pueblos y la disminución de sus
efectivos. Si los agentes se
limitan a recorrer las zonas
rurales, pero desconocen
sus realidades, su tarea tiende a ser muy poco eficaz.
Puede ser oportuno modificar el Código Penal para que
los pequeños robos sean
considerados delitos más
graves. Actualmente se tiene
en cuenta una valoración
económica de los elementos
sustraídos, pero el coste que
supone para la víctima es
mucho mayor ya que en muchas ocasiones los ingresos
y el rendimiento de la actividad se ven reducidos durante un tiempo hasta que se
■
■
■
vuelve a alcanzar la situación
anterior al robo.
También es necesario endurecer las penas para las personas que reciben la mercancía robada. En numerosas ocasiones, las personas
que efectúan los robos lo hacen por encargo del material
que sustraen. En este sentido es necesario actuar también de manera enérgica sobre los receptores del material robado.
Se considera importante el
aumento de los controles y la
vigilancia, intensificándolos
cuando se produzca un robo
en una zona en concreto. Se
tiene comprobado que los
robos prácticamente se cortan cuando se aumentan los
controles.
Por último, es importante llevar a cabo una actuación
mediática dando a conocer,
por una parte, el aumento de
los robos en el campo y, por
otra, informando acerca de
las actuaciones que se van a
llevar a cabo por parte de la
Administración para combatir esta amenaza.
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