Aprender a descansar - Colegio Montessori

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ABRIL 2015
APRENDER A DESCANSAR
Hay personas que han logrado un equilibrio entre el trabajo y el descanso;
mejor, entre tareas que cansan y que descansan. Otros, están en un equilibrio
inestable y deben estar pendientes para mantenerlo. Un tercer grupo, no sabe
descansar y necesitan, al menos en un primer momento que se les ayude a
hacerlo. El descanso es una necesidad del ser humano; el lector puede aplicar
estas ideas a su propia vida o bien, pensar en cómo ayudar a otros a descansar,
lo que no siempre es sencillo, pero sí deseable y posible.
Se habla mucho del TDH, trastorno
de déficit de atención que presentan
algunos niños; se habla menos de SPA,
síndrome de pensamiento acelerado,
que abunda más entre personas de
toda edad. Un alto porcentaje va por
la vida a un ritmo acelerado. Al conducir todos sabemos cuándo controlamos
el coche y cuándo estamos forzando
la marcha. Se puede alcanzar una velocidad punta en un adelantamiento
que se complica, pero si una persona
va de forma habitual más rápida de
lo debido, antes o después tendrá un
percance, con las consecuencias que
se deriven. No basta pensar que nos
conocemos o que nuestra salud
es razonable; se trata de estar
en buena forma física y psíquica
para afrontar del mejor modo
posible las responsabilidades
que adquirimos en la vida: familiares, laborales, personales. No
es cierto que no podamos modificar nada de nuestro estilo de
vida; hay variables que sí puedo
gobernar; son las que me permitirán hacer bien lo que debo, sin
caer en el estrés y la ansiedad,
fruto de una falta de equilibrio entre
cansancio y descanso.
Quién piense que él no está en ese
grupo de personas, le puede bastar
pensar unos minutos qué pasaría si le
diera un infarto: lo más probable es
que, con ganas o sin ellas, cambiaría el
estilo de vivir.
ALGUNAS CAUSAS DEL CANSANCIO
Hay un cansancio ocasional, derivado de una acción o circunstancia
concreta, pero hay otro crónico, fruto
de la manera de vivir. Aquí nos centraremos en el segundo caso. Dice el
psiquiatra Dr. Sarráis que hay muchas
personas que ponen toda su atención
en lo que deben hacer (…) pero no saben cuidarse a sí mismas. Con el paso
del tiempo disminuyen su resistencia
al esfuerzo y se presentan síntomas de
cansancio crónico. Pero esas personas,
añade este médico, no son conscientes de la relación entre ese cansancio
y el estrés crónico en el que viven. No
basta poner remedio a los síntomas
sino se va a las causas; de lo contrario,
concluye: después de la tensión viene
la depresión. No se trata de medicarse para seguir viviendo igual, sino de
aprovechar esa ayuda médica para
cambiar el estilo de vida. En unos casos, su origen está en un carácter perfeccionista, en otros en un cansancio
de vivir, porque no encuentran sentido a lo que hacen, el excelente libro
de Frankl titulado: El hombre en busca
de sentido, responde a este segundo
grupo.
Si no se cuida el descanso, viene el
afán de evasión, al menos unas horas, de los problemas; si no se tiene
cuidado se puede caer en adicciones
peligrosas. Todos conocemos personas
que comenzaron usando el alcohol
para olvidar o para vencer la timidez,
y llegaron a una dependencia que les
genera un problema mayor. Una persona agotada tiene la energía interior
disminuida y es más vulnerable a ceder en lo que no tiene que ceder, o
a omitir lo que debe hacer. Entre las
consecuencias del cansancio que señala Sarráis, están la disminución de la
fuerza de voluntad y una cierta atrofia de la afectividad, que les dificulta
disfrutar y que suele ir acompañada
de una irritabilidad que dificulta la relación social.
MÁS VALE PREVENIR QUE...
Algunas personas no captan los
indicadores de cansancio; además,
cuando se sienten aliviadas, vuelven
al ritmo anterior. La prevención del
agotamiento se consigue llevando
una vida en la que el cansancio y el
descanso estén equilibrados: Todos los
días debemos disfrutar, porque todos
los días sufrimos; todos los días debemos relajarnos, porque todos los días
nos ponemos tensos. El descanso no
es un capricho sino un deber, para con
uno mismo y con los demás; una persona que cuida el descanso es más fácil que tenga reacciones emocionales
positivas, esté más alegre y optimista,
piense con mayor claridad mental.
La forma de descansar varía según
la edad y estilo, pero hay rasgos beneficiosos para todos. Entre ellos están
el reposo y el sueño. El reposo, además del descanso físico, debe ayudar a
lograr una serenidad interior; además
del tono muscular acorde a su edad,
se debe aprender a controlar la ansiedad; se logra mejor si se parte de una
buena situación física y mental. Un aspecto esencial es cuidar el sueño; para
la mayoría, ocho horas; algunas necesitan más. Recortar de forma frecuente ese tiempo, va minando las fuerzas;
lo habitual es que sea más sencillo irse
pronto a dormir que
levantarse más tarde. A dormirse antes
ayuda evitar actividades excitantes en las
horas previas, como
ver películas que nos
provocan emociones
fuertes.
Otras veces el interesado lleva las
preocupaciones con
él y no le resulta fácil desconectar; para
no terminar agotado,
debe asumir las limitaciones propias y
ajenas e ir cambiando el estilo de enfocar las cuestiones. No sentirse mal
por no resolver todos los problemas,
aprender a decir no sin sentirse culpable, implicar a otros en tareas que
hacemos, dejarse ayudar para descansar, son varios medios posibles. A algunos no se trata de decirles que tienen
que descansar, sino de hacer planes
con ellos que les relajen; suelen ser
personas que saben trabajar pero no
descansar. Poco a poco, deben aprender a descansar ellos mismos; pero al
inicio necesitan ayuda externa. Es frecuente que quien más necesita el descanso considera que no debe hacerlo,
por no abandonar una tarea, por eso,
cada uno necesita los medios adecuados a su situación, fuerzas, etc. Algunas personas se ven sometidas a un
cierto chantaje; desde su entorno les
envían mensajes de que son insustituibles. Algunos no sólo es conveniente
que sean sustituidos sino que es necesario. Les dicen que se les necesita y
ellos desean ser imprescindibles, aunque digan otra cosa; posiblemente no
son muy conscientes del círculo vicioso
en el que están inmersos. Aprender a
ceder el paso a otros no es fácil.
Un jefe agobiado y agobiante no es
bueno ni para él ni para el resto. Si no
aceptan con serenidad los fallos, los
fracasos, las limitaciones, el no hacer
todo perfecto, es deseable, por ellos y
por los demás, que ajusten sus obligaciones a las que les permite su salud.
Sarráis aporta una idea esencial: Lo
importante es trabajar bien, no que
todo salga bien. En una sociedad que
valora más el éxito que el trabajo bien
hecho, es fácil caer en esa trampa; sin
embargo, lo segundo está a nuestro
alcance y lo otro no. La felicidad no
puede depender de un reconocimiento externo, que llegará o no.
Otro campo de descanso es no
crearse obligaciones innecesarias; la
gratuidad y la libertad interior, que
van unidas, ayudan a no sentirse víctima. Si la entrega no es alegre, algo
falla; o generosidad, o se ha desvirtuado algo que comenzó siendo un acto
gratuito y se ha convertido en una
cadena. Dar siempre cuesta, pero el
amor hace llevadera la entrega. Con
razón se insiste en la necesidad de cuidar al cuidador. Hay personas que no
se sienten bien dejándose servir y olvi-
dan que es la forma de ayudar a que
otros vivan la generosidad; algo falla
si en una reunión familiar, con hijos y
nietos, la abuela sirve siempre. El buen
humor es barato y saludable; aprender
a llevar con garbo las dificultades ordinarias de la vida, es importante para
conseguir un entorno grato. No estar
en tensión permanente, con sensación de prisa; pararse y dedicar unos
minutos a otra persona es una forma
de vivir la caridad; si correomos ni nos
fijamos en sus necesidades ni transmitimos paz. Alguna vez hay que correr,
pero no puede ser el estilo habitual de
vida. Esto es aplicable a la conducta y
a la mente; a veces necesitamos unos
minutos de serenidad para recuperar
las riendas de una situación, pensar lo
que procede o rezar pidiendo paz y serenidad.
DESCANSO FÍSICO Y MENTAL
Como somos seres con alma y cuerpo, necesitamos el reposo físico necesario que el organismo necesita y que
precisa la mente. Una actividad recomendable es el ejercicio físico adecuado a la edad y forma física. El ejercicio
genera serotonina, una sustancia del
organismo que ayuda a mantener alto
el estado de ánimo; pero el deporte
desproporcionado genera fracturas.
Ver a personas haciendo algunos deportes, parece más que descanso un
culto al cuerpo. Disfrutar con actividades sanas que cultiven la mente,
fomenten la amistad, ayudan a estar
al día, a vivir en el mundo que nos ha
tocado vivir. Escuchar buena música
está al alcance de todos en occidente;
disfrutar de la lectura o de una buena película, son otras actividades posibles. Son aconsejables por varias razones, siempre que la lectura y el cine
nos acerquen a la verdad, el bien y la
belleza. Si por su contenido, en la forma o en el fondo, desdicen de la dignidad de la persona, degradan a quien
las practica.
Como medios, deben servir para
el fin previsto sin provocar efectos secundarios dañinos. Eso requiere elegir
bien y saber dónde encontrar referencias seguras y claras sobre lo que vamos a leer o ver. Aprender a disfrutar
de un buen paisaje, de una buena vista, pero sobre todo, con las personas
que nos rodean, son otras formas. La
conversación es una fuente de intercambio que nos llevará a aprender o a
reírnos; alguna vez, las dos cosas. Las
personas que hacen la vida amable a
los demás, viven con finura una delicadeza que no tiene precio. Como nadie
da lo que no tiene, necesitamos ser felices para ayudar a otros a serlo. Junto a lo anterior, vale la pena pensar lo
que añadía al hablar del descanso un
sacerdote santo: aprender a descansar
en Dios. A veces, para olvidar durante un tiempo un problema que pesa,
se precisa saber que mientras descansamos, lo hemos dejado en buenas
manos. El creyente sabe que puede
confiar en Dios, omnipotente y misericordioso, que nos quiere más que
una madre a su hijo. Luego, puestos
los medios sobrenaturales, pondremos
con más serenidad los humanos.
José Manuel Mañú Noain
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