Estrés , una experiencia dolorosa El estrés es un tema de moda. Existen miles de artículos y comentarios publicados en diarios y revistas de actualidad tanto como en trabajos científicos, libros e informes de investigación. La popularidad del tema no es sólo cuestión de difusión, sino principalmente, una experiencia dolorosa. El problema del estrés esta presente en todos los medios y ambientes. La bibliografía revela que uno de los ámbitos mas afectados es el laboral. Se informa que 70% de los trabajadores admiten que sufren algún tipo de estrés excesivo. En otro articulo hemos hablado acerca de la experiencia de sufrir estrés laboral, expresado a través de lo que se conoce como “burnout o “síndrome del quemado”. Por otra parte, existen factores sociales como la pobreza y los cambios constantes de situación que se viven a nivel político y social que provocan que las personas vivan en constante tensión y depresión. A nivel mundial uno de cada cuatro individuos sufre de algún problema grave de estrés, mientras se estima que en las ciudades 50% de las personas tiene algún problema de salud mental de este tipo. Que es el estrés? El termino “estrés” es de uso común y se le emplea para hacer referencia a una gama muy amplia de experiencias, por ejemplo nerviosismo, tensión, cansancio, agobio, inquietud y otras sensaciones y vivencias similares. También se aplica a miles de circunstancias o situaciones responsables de esas emociones, como una cantidad excesiva de trabajo, la desmesurada presión que se puede sufrir en cualquier situación comprometida, por ejemplo tener que rendir un examen, someterse a una operación, perder el trabajo, discutir con el esposo/a etc. Se utiliza la idea de estrés de forma tan frecuente y de manera tan indiscriminada que se ha convertido en una muletilla lingüística que pretende caracterizar todo tipo de amenaza que afecta a una persona. Durante las últimas décadas se ha investigado mucho sobre el estrés y se han elaborado complejos modelos explicativos acerca de cómo este actúa . Por lo general estos modelos coinciden en definir al estrés como un producto de la interacción entre el sujeto y el ambiente. El estrés puede entenderse como una sobrecarga para el individuo. Esta sobrecarga depende tanto de las demandas de la situación, como de los recursos con los que contamos para afrontar dicha situación. Cuánto mayores sean las demandas de la situación y cuánto menores sean los recursos, la sobrecarga será mayor y mayor la sensación de malestar. También se ha entendido como estímulo, como una serie de situaciones altamente relevantes y con una fuerte demanda de recursos para el individuo, como por ejemplo: catástrofes naturales, separación o divorcio, pérdida de un ser querido, ruina económica, matrimonio, nacimiento de un hijo, etc. En otras ocasiones el estrés es visto como respuesta: los cambios biológicos asociados a las situaciones estresantes. Es decir que cualquier cambio en nuestras vidas puede ser vivido como estresante, inclusive alguno de los más felices, como tener un hijo o comenzar un trabajo nuevo. El estrés podrá ser entonces positivo o negativo. Será positivo cuando interpretemos que las consecuencias de la situación serán favorables para nuestros intereses. Por el contrario, si percibimos que dichas consecuencias serán desagradables o perjudiciales, el estrés será negativo. En ambos casos el estrés produce cansancio, activación fisiológica, etc.; sin embargo, el estrés positivo genera emociones positivas o agradables, mientras que el estrés negativo produce emociones negativas o desagradables. Hoy en día el estrés se interpreta como un proceso interactivo, en el cual están en juego las demandas de la situación y los recursos que tenemos para hacer frente a esa situación. Las demandas de la situación dependen de la valoración subjetiva que realizamos sobre cómo dicha situación afectará nuestros intereses. Por lo tanto, una misma situación puede ser mucho más estresante para una persona que para otra. A su vez, los recursos de afrontamiento son valorados también por el propio individuo, que puede juzgarlos inadecuados, aunque realmente no lo sean. Los hombres y las mujeres no lo experimentan de la misma forma. El estrés se vive y es manejado de manera diferente por las mujeres y los hombres, pero las primeras son las que mas lo padecen . Por lo general cuando las mujeres se encuentran en situaciones estresantes no lo comunican y se atribuyen la culpa de lo sucedido. En ellas, el estrés suele manifestarse por medio de depresión y trastornos de la alimentación De acuerdo a algunas investigaciones realizadas acerca de la salud mental de las mujeres se encontró que existen una serie de condiciones que enferman a las mujeres, y todas ellas son resultado, en menor o mayor medida, de la discriminación de género: • • • • • • una socialización de género que la moldea en la pasividad, sumisión, abnegación, tolerancia, desvalorización de sí misma, dependencia, complacencia, atención y cuidado de otros pero no de sí misma, obstaculización del desarrollo propio, de la toma de contacto con sus propias necesidades, deseos, malestares; el entrenamiento en no expresar malestar, no reclamar, no pedir, no exigir, aguantar, esperar; el esfuerzo de conciliación entre las necesidades del mundo familiar, las del laboral y las propias; la postergación y/o la frustración de deseos, proyectos, necesidades; la dificultad para relacionar sus malestares con las condiciones concretas que los producen; tener una autoestima baja; ¿Cómo puedo manejar mi estrés? No permita que el estrés lo enferme. A continuación hay algunas formas de ayudar a manejar su estrés: Relájese. Aflojarse es importante. Cada persona tiene su forma de relajarse. Algunas de estas formas son la respiración profunda, el yoga, la meditación y los masajes terapéuticos. Si no puede hacer estas cosas, tómese unos minutos para sentarse, escuchar música relajante, o leer un libro. Reserve tiempo para sí mismo. Cuidarse a sí mismo es importante. Para no sentirse culpable, ¡considérelo una orden de su médico! No importa cuán ocupado esté, puede tratar de reservar al menos 15 minutos por día en su programa de actividades para hacer algo por sí mismo, tal como salir a caminar o visitar un amigo, hacer algún trabajo manual, artístico, etc. Duerma. Dormir es una muy buena forma de ayudar tanto a su cuerpo como a su mente. Si no duerme lo suficiente, su estrés puede empeorar. Tampoco puede combatir las enfermedades de la misma manera si duerme mal. Si duerme lo suficiente, puede encarar mejor sus problemas y disminuir su riesgo de enfermarse. Trate de dormir entre siete y nueve horas todas las noches. Aliméntese correctamente. Trate de obtener energía mediante el consumo de frutas, verduras y proteínas. Consuma cereales integrales, tales como el pan y las galletas de trigo. No se deje engañar por el golpe de energía que siente al consumir cafeína o azúcar, esa energía se acabará rápidamente. Muévase. Créase o no, la actividad física no sólo ayuda a aliviar la tensión muscular, ¡sino que también mejora su estado de ánimo! Antes y después de la actividad física, el organismo produce ciertos químicos llamados endorfinas, que alivian el estrés y mejoran su estado de ánimo. Hable con amigos. Hable con sus amigos para poder manejar mejor el estrés. Los amigos escuchan bien. Hace muy bien encontrar a alguien que le deje hablar libremente acerca de sus problemas y sus sentimientos sin juzgarlo. También ayuda escuchar un punto de vista diferente. Los amigos le recordarán que no está solo. Obtenga ayuda profesional si la necesita. Hable con un Psicoterapeuta. Un psicólogo puede ayudarlo a manejar el estrés y a encontrar mejores maneras de enfrentar los problemas. La terapia también puede ayudar con trastornos más graves relacionados con el estrés, tales como la depresión y ansiedad. Sea transigente. A veces, discutir no vale la pena por el estrés que genera. Ceda de vez en cuando. Tenga un pasatiempo. Encuentre algo que disfruta hacer. Asegúrese de tomarse el tiempo para explorar sus aficiones. Póngase límites. En lo referente a cosas como el trabajo y la familia, determine cuánto puede hacer en realidad. La cantidad de horas en el día es limitada. Póngase límites a usted mismo y a los demás también. No tenga miedo a decir que NO a pedidos que demanden su tiempo y energía. Planifique su tiempo. Piense por adelantado cómo utilizará su tiempo. Escriba una lista de cosas que hacer. Decida cuáles son las más importantes. No maneje el estrés en formas que no son sanas. Entre estas se encuentran beber demasiado alcohol, usar drogas, fumar o comer de más. De igual forma que podemos aprender a afrontar adecuadamente el estrés evitando conservarlo, también podemos impedir que se manifieste. Para ello es importante aprender a medir las fuerzas y no violentarse uno mismo intentando hacer algo mas allá de nuestras posibilidades; tomarnos el tiempo necesario para responder a las demandas de acuerdo con el estilo propio, es decir, seguir nuestro propio paso; pensar que no existe una solución única y perfecta para cada problema, sino que es necesario aprender a enfrentar las situaciones con los recursos propios o aquellos que tenemos a mano; cuando es posible, conviene ver los conflictos y contratiempos como desafíos y no como situaciones amenazadoras : lo trágico no son las situaciones, sino el modo de interpretarlas. Recuerde que no podemos cambiar el mundo, pero si el lugar desde donde lo miramos, y de eso dependerá nuestro bienestar.