5 Quinto tema DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DIA

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Hasta ahora la atención estaba centrada en Dios y nuestra relación con Él: tu nombre, tu
reino, tu voluntad. De ahí que hemos recurrido a las virtudes teologales. El palo horizontal
de la cruz.
Ahora la atención se dirige hacia nosotros mismos:
nuestro pan,
nuestras deudas,
no nos dejes caer en la tentación,
líbranos del mal.
Estas peticiones responden a las necesidades más básicas del ser
humano. Diríamos que el nivel social que se complemente con el nivel
teológico y forman un único panorama con dos vertientes
complementarias, no contrapuestas. Si solamente tenemos en cuenta
la primera parte caeríamos en un espiritualismo desencarnado y si
tuviéramos en cuenta la segunda parte del Padrenuestro en conquistar
el reino en la tierra seria utópico.
Ya la gloria de Dios, por mucho que nosotros queramos proclamarla por amor
subjetivamente gratuito a Él, en realidad redunda en beneficio nuestro: Dios no se deja
vencer en generosidad y nos quiere hacer participar en su felicidad eterna. Pero ahora
pedimos expresamente los bienes trascendentes más decisivos para nuestra existencia
humana.
Dios no puede dejar de darnos todo lo que necesitamos para ser nosotros mismos. Seria
ridículo un dios que se preocupara solo de lo que se le pide y se olvidara de lo que no se
le pide. No se trata sólo del pan o del alimento en general, sino de todo lo que el ser
humano necesita, tanto lo necesario material como lo espiritual. Jesús dijo: “Yo soy el pan
de Vida”. Al pedir que nos dé el pan de mañana, estamos manifestando la confianza de
un futuro que se puede adelantar.
El imperativo que abre esta petición nos sitúa en comunión con nuestros hermanos.
Vuelve el pronombre nuestro. Del principio. Del tú de peticiones anteriores volvemos ante
nuestro Padre.
4ª petición:
1) PETICIÓN O DESEO: EL ALIMENTO INDISPENSABLE DEL QUE DEPENDE
NUESTRA VIDA
2) COMPROMISO: TRABAJAR para ganar el pan
3) VIRTUD: a cultivar: la LARGUEZA, LA GENEROSIDAD
4) VALOR que conseguimos cuando compartimos: LA SOLIDARIDAD
1. PEDIR PAN
El pan es alimento. Pedir pan es gesto propio de los pobres que no tienen lo que
necesitan para vivir. En la lengua de Jesús, pan significa alimento en general, pues era el
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alimento básico y esencial de los israelitas. La vida depende del pan. El ser humano no
puede subsistir sin alimentarse. “El hombre o la mujer son mucho más que el cuerpo, pero
no existen sin el cuerpo; la vida humana es mucho más que el pan,
pero no se puede hacer nada sin el “pan”.
El pan es alimento. Dejando de lado diferentes pareceres sobre si
se trata del pan material o del pan espiritual, nos quedamos con la
interpretación en la que ambos significados pueden coexistir. El
pan, es aquí:
Realidad y
Símbolo.
No nos bastamos a nosotros mismos. Necesitamos constantemente alimento.
Reconocemos nuestra dependencia radical de Dios, incluso para nuestro sustento
material. La vida y cuanto la alimenta proviene, en último término, de Dios. Cuando
pedimos pan a nuestro Padre Dios, le estamos pidiendo algo bueno y necesario, lo que
necesitamos para vivir. “Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le va a dar una
piedra? (…) cuánto más vuestro Padre del cielo dará cosas buenas a los que le piden (Mt
7,9-11)”.
2. EL PAN NUESTRO: virtud del COMPARTIR, valor de la SOLIDARIDAD
Pedimos el PAN “nuestro”, de todos, no el pan mío. No es solo la necesidad particular y
exclusiva la que me mueve a dirigirme a Dios, sino las necesidades de todos mis
hermanos, los hombres y mujeres de la tierra.
Estamos ante una de esas palabras enraizadas en la experiencia
humana que plurisignificatividad. El pan nuestro es importante
para vivir. Presentamos esta súplica en “solidaridad” con todos los
que tienen hambre, sintiendo las necesidades y sufrimientos de
todos.
Está muy lejos del espíritu de Jesús pedir al Dios Abbá, Padre
querido de todos, pan para mí, olvidándome o desentendiéndome
de los demás. Nuestra oración es siempre en plural. Pedimos a
Dios el pan que cada ser humano necesita para vivir.
Esta petición nos urge a la conversión. No tengo derecho a
pensar solo en mi satisfacción y bienestar material, olvidando a esos millones de seres
hambrientos y desnutridos que no tienen ni siquiera lo necesario para vivir. El pan que
comemos explotando a los pobres u olvidando a los hambrientos no es un pan bendecido
por Dios. No tiene la dignidad propia de quienes se sienten hermanos. Mientras no lo
compartamos con el hambriento, no es un pan de Dios, nuestro Padre. Mientras haya
alguien que siga pasando hambre y no tenga nada para comer, el pan que yo me guardo
o acumulo es un pan injusto. Es permanente “Campaña contra el
Hambre”.
Los profetas lo expresaban así: “Parte tu pan con el hambriento,
hospeda a los pobres sin techo, viste al que va desnudo, y no te cierres
a tu propia carne (Is 58,7)”. Tuve hambre y me disteis de comer, tuve
sed y me disteis de beber (Mt 25, 35) –nos diría Jesús.
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“Partir el pan” es mucho más que un gesto ritual, es una forma de comer que expresa una
forma de vivir. Hacemos memoria de Jesús para seguir haciendo lo que él hizo: “partirse
la vida”, “vaciarse hasta la muerte”, según la expresión del cuarto canto del Siervo (Is 53,
12). De esa memoria nace nuestra fraternidad y solo se “reconoce a Jesús al partir el
Pan” cuando el estilo de vida que él expresó en su entrega se hace presente, aunque sea
germinalmente, en los que pretendemos seguirle.
3. EL PAN DE CADA DÍA
Pedimos el pan indispensable para subsistir hoy, en el momento presente. Sabiendo que
cada día lo necesitamos, pero sin la preocupación por acumular bienes para el futuro. Así
lo advertía Jesús: “No andéis agobiados pensando qué vais a comer, o qué vais a beber,
o con qué os vais a vestir… No os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su
propio agobio (Mt 6, 31-34)”. “No me des riqueza ni pobreza, concédeme mi ración de pan
(Prov 30,8)”.
El hoy nos transmite sensaciones y experiencias de provisionalidad, asumiendo nuestra
condición de peregrinos, caminantes. El pan de hoy es pan para el camino, necesario
para no desfallecer, y con el rico significado que encierra el término “pan”, estamos
pidiendo para el camino:
el amor,
la justicia,
la libertad.
No pedimos a Dios riquezas ni bienestar, sino lo necesario para alimentarnos día a día,
cubriendo nuestras necesidades fundamentales. Esta petición implica un estilo de vivir
sencillo, sobrio y confiando plenamente en el Padre. Es la actitud
de quienes han descubierto el Reino de Dios como su único
absoluto y no saben vivir para enriquecerse.
Cuando se cierne la especulación sobre los bienes de consumo,
oír un ofrecimiento de agua, pan, abundantes y gratuitos, es
muy extraño. Sin embargo, si interpretamos la profecía a la luz
del Evangelio, comprenderemos bien de qué bebida y de qué
pan se trata.
La prodigalidad divina, que canta el salmista: “Los ojos de todos
te están aguardando, tú les das la comida a su tiempo; abres tú
la mano, y sacias de favores a todo viviente”, puede interpretarse como agradecimiento a
Dios en el tiempo de las cosechas de los cereales. Pero sobre todo, desde la imagen de
Jesús multiplicando el pan, compadecido de la multitud, nos evoca un paralelismo con el
gesto eucarístico.
Esta petición solo la pueden pronunciar quienes viven sirviendo a Dios y no al dinero (Lc
16, 13), los que “buscan el reino de Dios y su justicia”, sabiendo que lo demás “se dará
por añadidura” (Mt 6, 33, los que “lo venden todo” al descubrir el valor del Reino de Dios.
4. NO SOLO DE PAN VIVE EL HOMBRE
Al pedir a Dios pan, reconocemos nuestra completa dependencia de él. Necesitamos
también el pan de la Palabra de Dios para alimentar nuestro espíritu, “no solo de pan vive
el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Al pedir el pan de cada día,
pedimos también el Evangelio, la Palabra de Dios que alimente nuestro vivir diario.
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Para el cristiano, el verdadero pan es el mismo Cristo. “Yo soy el pan de vida. El que
viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí no pasará nunca sed (Jn 6, 35)”. Solo
Cristo puede saciar el hambre del corazón humano: “Yo soy el pan vivo, bajado del cielo.
Si uno come de este pan, vivirá para siempre (Jn 6, 51)”. Pedimos el sustento material y el
alimento espiritual, todo lo que necesitamos para vivir como seres humanos.
No solo del buen pan el hombre vive,
también de la alegría que lo llena,
de la fe y el amor, la dulce cena,
el alma a esos manjares es proclive.
Una caricia es siempre el alimento
del corazón vacío y solitario,
dulces sonrisas son como un rosario
bendito que apacigua al más violento.
El cuerpo y el espíritu son uno,
precisan de cuidados minuciosos,
debemos de cuidarlos con dulzura.
Solo de la malicia hacer ayuno,
al físico nutrir sin ser golosos
y al alma sustentarla con ternura.
5. EL PAN DE LA VIDA ETERNA
Pedimos el pan del banquete final. O sea el pan de la vida eterna. Jesús en las parábolas
suele comparar el Reino definitivo de Dios con un banquete (Mt 22, 1). Declara dichosos a
los que pasan hambre porque serán saciados (Lc 6, 21). A los discípulos que han
perseverado con él en las pruebas les promete que “comerán y beberán a su mesa en el
Reino (Lc 22, 30)”. Pedimos al Señor que nos lo dé ya, queremos conocer ya el pan de la
vida eterna.
Nos dice Joachim Jeremias: “Para Jesús no se oponen pan terreno y
pan de vida eterna, pues en el ámbito del reinado de Dios consideró
santificado todo lo terreno… El pan ofrecido por él, cuando se sentaba a
la mesa con publicanos y pecadores, era pan de cada día y algo más:
pan de vida. El pan en la Última Cena era pan terreno y algo más.: su
cuerpo entregado a la muerte por todos.. cada comida de sus discípulos
con él era una comida ordinaria y algo más: banquete de salvación, figura y anticipación
del banquete escatológico”.
6. EL TRABAJO HUMANO
La vida y cuanto la alimenta es regalo de Dios, pero también fruto del trabajo humano. El
pan no cae milagrosamente del cielo. Dios está al origen de la fuerza y la energía que lo
mueve todo, pero es necesario el trabajo del hombre. Estamos llamados a trabajar,
transformar y mejorar la vida. En esta petición se incluye la Doctrina Social de la Iglesia
sobre el trabajo, podemos citar las Encíclicas Rerum novarum, Quadragesimo anno y
Laborem excercens1.
El pan, símbolo de vida y de cuanto alimenta, es una realidad sagrada, que se trata con
respeto y veneración en muchos pueblos y culturas. No se tira ni se debe tratar de
cualquier manera.
1
Cfr. Compendio de la doctrina social de la Iglesia. Capítulo VI
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El P. Luis Amigó resume el trabajo en el que debemos ocuparnos: “Les envío copiosa
bendición, pidiendo al Señor haga fructífero el trabajo que se imponen para fomento de la
grande obra de la reforma de la juventud que el Señor ha encomendado a nuestra
Congregación”2
También el trabajo es uno de los medios para conseguir los fines
educativos propuestos: “Santa Rita no es un colegio, sino una casa
de reforma y protección, la cual no se ha de conseguir por medio
del estudio, sino por la moralización y el trabajo”3
Un criterio muy válido que no debemos olvidar sería: No se puede
recibir el Cuerpo de Cristo y sentirnos alejados de los que tienen hambre y sed.
Dejemos que resuene en nuestro interior la “petición de pan”, como petición de hambre de
la Palabra de Dios. Porque esta Palabra nos convertirá. “No sólo de pan…”. “Hambre de
oír la Palabra de Dios…” (Dt 8,3 – Mt 4,4)
1) VEO, VEO… palabras que empiezan por C de COMPARTIR
2) Testimonios de SOLIDARIDAD. Personas que admiramos
que son para nosotros ejemplo de desprendimiento
3) Compromiso: alimentar con pan material y pan espiritual
Iniciativas para apoyar la Campaña contra el Hambre en el
Mundo.
Señor: nosotros nos entregamos totalmente a ti, confiadamente y con esperanza,
queremos pedirte también por aquello de lo que tenemos necesidad cotidianamente en
nuestras vidas y primero por “el pan que necesitamos para vivir”. No pedimos provisiones
para siempre, sino que cada día te pedimos, porque cada día tenemos necesidad de Ti,
para nuestra existencia.
No te pedimos este pan:
sólo para “nosotros”, sino
para toda la humanidad y
primero para los que pasan hambre.
Dales el alimento del que tienen necesidad y suscita en nosotros el deseo de compartir
con toda persona a la que le falta lo necesario.
Tú nos has dicho: “no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra
que sale de tu boca” danos, Señor, cada día el pan de tu Palabra: que
sea nuestro alimento para que podamos vivir de ella y compartirla con
otros.
Deseamos ardientemente que llegue el día en que todos los
bautizados podamos comulgar juntos tu Cuerpo y tu Sangre. Este será el “signo” de que
participamos de la vida de Cristo y que formamos un mismo cuerpo.
Haz que llegue pronto el día que estemos todos unidos en una misma Eucaristía y
podamos juntos decir: “Danos hoy nuestro pan de cada día”.
2
3
OCLA, 1891
OCLA, 2068
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DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA4
Es la más modesta de las peticiones pero también la que nos
afecta de una manera más inmediata.
“El pan” se refiere a todo lo que es necesario e indispensable
para sobrevivir. En un principio se interpreta como la petición
del discípulo itinerante, que va en misión sin alforja ni dinero.
Después se adapta a otras situaciones, por ejemplo, a la
situación de todo discípulo que ha decidido seguir a Jesús y no
tiene en cuenta sus riquezas ni tiene grandes pretensiones y
pide solo la ayuda, día a día. También la del hombre que se
sabe frágil, débil, y confía en Dios.
Es una hermosa oración de confianza en el Padre, venciendo
las preocupaciones y los miedos al mañana. Recuerda los
pasajes del evangelio donde dice: “No andéis preocupados por
lo que vais a comer o a beber…” “No andéis preocupados por
el día de mañana…” Sugiere contentarse con lo necesario, es
decir, dar gracias a Dios por lo que nos ha dado. Suscita
nuestra solidaridad, la atención a los pobres, movimiento a
favor de la justicia.
También se refiere al pan eucarístico, el pan de la Palabra, con
la que nos alimentamos cada día, y nos da esa perseverancia
que es capaz de responder a las promesas de Dios.
Es la espiritualidad que Juan XXIII llamaba “la pobreza
contenta”, propia de quien no pretende mucho, está satisfecho
con lo que tiene y pide al Señor que le mantenga lo necesario.
4
Cf. CARLO MARÍA MARTINI: “No nos perdamos en palabras”. Ejercicios espirituales con el
Padrenuestro. Resumen elaborado por Conchi Saura del grupo de Godella.
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