María Kodama. El libro y el laberinto de Borges A lo largo de siete semanas, catorce conferenciantes participaron en el ciclo El libro como universo. El jueves 14 era María Kodama la encargada de clausurar una serie de conferencias que han diseccionado el mundo del libro desde puntos de vista muy diferentes. “Es difícil hablar de libros y de bibliotecas y no recurrir a Jorge Luis Borges”, señaló el coordinador del ciclo Sergio Vila-Sajuán”, al presentar a María Kodama, viuda del escritor universal y presidenta de la Fundación Internacional Jorge Luis Borges. Kodama comenzó su conferencia hacia una referencia a la Biblioteca Nacional de España, a Alfonso el Sabio y a Felipe V y recordó los 300 años de su creación y 26 años de la partida de Borges “algo que como él decía no es casualidad sino causalidad”. “Érase una vez “, con este formato de cuento comenzó María Kodama a repasar la relación de Borges con los libros y las bibliotecas, “un niño nace en La Pampa en 1899 y escucha los sonidos en inglés de su abuela paterna y español, del resto de la familia. A los cinco años se traslada al barrio bonaerense de Palermo, allí crece rodeado de los libros de la biblioteca de su padre, libros que no abandonará jamás”. Desde su infancia –afirmó Kodama- empezó a acompañar a su padre a la Biblioteca Nacional en la calle México (de la que luego sería su director). “Al abrir uno de los tomos se encuentra con un laberinto y ahí empezó la larga relación para Borges entre laberinto y libro. Libro y laberinto son un jardín de senderos que se bifurcan”. En la adolescencia emprende viaje a Ginebra, donde le esperaba otra biblioteca, Schopenhauer, para llegar al budismo… De vuelta a Buenos Aires “esa ciudad a la que consideraba eterna como el agua y el aire”, empezó a trabajar en una biblioteca de barrio. “Todo quedó, de alguna manera, reflejado en La biblioteca de Babel. Años más tarde fue director de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires, en 1955, año en el que ya no podía leer. Nada le dio más placer y al mismo tiempo más nostalgia”. ¿Qué significaba para Borges el libro? El libro –en palabras del propio Borgeses ese instrumento sin el cual no puedo imaginar mi vida y que no es menos íntimo para mí que las manos o los ojos. “Le da al libro el valor de ser un instrumento que extiende la memoria y la imaginación. Para Borges la creación poética era un recuerdo y un olvido de algo leído, no superior a la lectura”, señala Kodama. “En sus libros la presencia del libro es una constante. Traza distintos tipos de laberintos unidos al libro. Desde el título marca la bifurcación, el lenguaje como laberinto, el universo como biblioteca. Se preguntaba el escritor si la biblioteca es eterna o periódica: “si un eterno viajero la atravesará de una a otras dirección, comprobaría a lo largo de los siglos que los mismos volúmenes se repiten en el mismo desorden, que, repetido, sería un orden”. Borges también dijo: “que yo sea ultrajado y aniquilado, pero que en un instante, en un ser, tu enorme biblioteca te justifique”. “Él, sobre todo, aspiraba a ser poeta”, dijo Kodama tras leer algunos de sus poemas alusivos a los libros, “No tenía obras suyas en su biblioteca porque decía que no podían ubicarse entre autores muy superiores a él”. Tras un emocionante repaso a las bibliotecas y el mundo del libro para Borges, Kodama habló de la fascinante experiencia que era leer para él. “Interrumpía la lectura e iba haciendo comentarios y te conducía hacia otros autores. Era fascinante, porque uno aprendía muchísimo. A veces, te podías pasarte toda una tarde leyendo, mientras que otras se cansaba rápido y me decía que nos fuéramos al cine. En este sentido, no era una persona metódica, ni se imponía un horario para escribir o para la lectura. Aparentemente, era una persona aséptica, pero, en el fondo, era hedonista. Pero yo también soy hedonista”. Borges tenía muchísimos libros, y como su casa era pequeña, donó muchos de ellos a la Biblioteca Nacional de Argentina tras su despedida como director. El añadía notas, con pluma y una letra muy pequeña, en la portadilla y en la última página de cada libro, nunca en el medio. Y ponía cada fecha en la que escribía las notas: “ver esas notas supone toda una experiencia”, indica Kodama, quien descubre, finalmente, que “Borges fue quien recomendó la publicación del primer cuento de Cortazar, Casa tomada. Y con el paso del tiempo, Borges y Cortazar se encontraron en el Museo del Prado, y el segundo le dijo a mi marido: “maestro, yo nunca podré olvidar lo que usted hizo por mí”. En este caso, la política y la diferencia de ideas entre los dos, no fue un desencuentro”. Más información en http://www.bne.es/es/AreaPrensa/ Gabinete de Prensa de la Biblioteca Nacional de España Telf.: 91 5168006 ó 17 ó 23/ Fax: 91 516801 / [email protected] [email protected]