Drama romántico español. Ángel Saavedra, duque de Rivas

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Estudios actuales de la lengua española y la literatura iberoamericana...
González Fernández A.
(Universidad MGIMO, Rusia)
Drama romántico español. Ángel Saavedra, duque de Rivas
(оpiniones de algunos críticos, historiadores del teatro,
admiradores y juradores del famoso dramaturgo
de la primera mitad del siglo XIX)
Романтическая испанская драма. Анхель Сааведра герцог Ривас
(мнения театральных критиков и историков, почитателей
и хулителей творчества знаменитого драматурга Испании
первой половины XIX века)
Анхель Сааведра сыграл важнейшую роль в развитии испанской романтической драмы. Самое знаменитое его произведение — «Дон Альваро или сила судьбы»
нанесла сильный удар по театру классицизма и положила начало романтической
драматургии в Испании.
“En el país reina mucho desengaño de los ideales en los que mucha gente creía todavía hace unos años, cuando en el horizonte se veía cierto progreso social, económico
y político. Ya muchos están descontentos con el nuevo orden de vida que apoyaron en
la lucha de lo nuevo contra lo viejo. Ya está claro a qué ha llevado este progreso. Casi
nadie espera nada bueno de la sociedad burguesa: es injusta, destructora, negativa.
Cada uno recuerda su esperanza de una vida mejor. Y mientras unos oponen a la
realidad sus sueños y aspiraciones, otros (los hay bastantes) vuelven sus miradas al
pasado que ahora se idealiza y se contrapone a la realidad. Ya muchos consideran que
antes vivían mucho mejor, que la vida era más espiritual, tranquila y segura. O miran
al Oriente (a China, por ejemplo) a donde no ha llegado todavía el dichoso progreso,
el pueblo allí conserva sus costumbres, valores tradicionales, sus relaciones personales
son más abiertas, sinceras, amistosas…” (1)
Puede parecer que se trata de Rusia a comienzos del siglo XXI. Se equivocará el que
piense así. Es un fragmento adaptado del libro de A.L. Shtein “Historia de literatura
española”, el capítulo trata de la situación en España que contribuyó al nacimiento del
romanticismo en el país.
Según la opinión de Francisco Ruiz Ramón (2) el romanticismo aparece y se impone en España más tarde que en otros países de Europa y su duración es más corta.
El retraso con que aparece tiene que ver mucho con la situación política del país: años
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Институт международных исследований МГИМО–Университет
de absolutismo y censura literaria del reinado de Fernando VII crean un clima adverso
a la libre actividad artística e impiden que encuentren su natural cauce expresivo de
ideas, creencias y actitudes que fermentan en la inteligencia española. Además de la
circunstancia política debe también tenerse en cuenta, como factor importante, la
educación literaria neoclásica de la generación que realizó la revolución literaria en
España menos por necesidad interna que por imitación de las literaturas alemana,
inglesa y, sobre todo, la francesa. En lo que se refiere al drama romántico (objeto
de nuestro estudio) tampoco hay que olvidar que no triunfó nunca plenamente ni
mereció unánime aceptación ni siquiera en los años de su mayor esplendor. Durante
sus escasos quince años (1835–1850) la polémica de “clásicos” y “románticos” llena
las páginas de todas las revistas literarias. Durante esos años los representantes de la
escuela “clásica” y los de la escuela “romántica” estrenan sus obras sin que los unos
logren derrotar a los otros, hay fugas y retornos de los partidarios de ambas escuelas
y no pocos compromisos.
Los “románticos” quieren romper la estructura del drama neoclásico. En sus obras
se rompen las unidades de tiempo, de lugar y de acción. Se destruyen las fronteras
que separaban y delimitaban los géneros dramáticos, mezclando lo trágico con lo
cómico, la prosa y el verso. Estos cambios hacen más dinámica la acción, más complicada la intriga, el número de actos varía entre tres, cuatro y cinco. Los actos a veces
se llaman jornadas, o llevan un título significativo del sentido o esencia de la acción.
Los héroes son misteriosos, las heroínas dulces, inocentes, la pasión es fatal. El tema
fundamental es el amor, un amor absoluto, más allá del bien y del mal, no admite
pacto ni compromiso. Un elemento importante de cualquier drama romántico es la
anagnórisis o reconocimiento. Es un truco que mantiene al espectador en vilo y hace
más dramática la acción.
La noche del 25 de marzo de 1835 se estrenó en Madrid Don Álvaro o la fuerza
del sino de Ángel Saavedra Duque de Rivas (3). En la historia de la literatura ese
estreno significa el triunfo del Romanticismo en España. ¿Cómo debemos examinar
este drama? ¿Tiene sentido tratar de verlo con los ojos del espectador de 1835? ¿Lo
veremos con los ojos de nuestro tiempo? ¿Qué significa para nosotros la tragedia
de don Álvaro? ¿Quién es don Álvaro? Nadie en el drama conoce exactamente su
origen, de él solo corren rumores entre la gente. La joven gitana dice que es el mejor
torero de España, un tío está seguro de que don Álvaro hizo sus riquezas siendo
pirata, otro asegura que era hijo bastardo de un grande español y de una reina
mora… Este coro de múltiples voces nos dice mucho y nada de don Álvaro. Al final
de la primera jornada seguimos preguntándonos: ¿quién es don Álvaro? La pistola
que el protagonista tira al suelo a los pies del padre de su amada Leonor (marqués
de Calatrava) para entregarse, disparó sola y la bala hirió de muerte a este. He aquí
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el principio de la tragedia donde no hay responsables. Es el sino. Luego en Italia
nuestro héroe encuentra sin quererlo al hijo primogénito del marqués. Segunda
intervención del sino: descubren cada uno quién es el otro. Don Álvaro, provocado,
mata en duelo al hijo también. Más tarde cuando don Álvaro vive retirado en un
convento el segundo hijo del marqués lo encuentra para vengar la muerte de su padre
y su honor mancillado, le insulta y provoca a duelo. Defendiéndose, abofeteado e
insultado don Álvaro hiere de muerte a su adversario. Antes de morir el hermano
mata a Leonor, don Álvaro se lanza al abismo desde lo alto de un risco, enloquecida
su razón. Final del drama.
Ni en la ciudad, ni en el campo de batalla, ni en el convento, ni como civil, ni
como soldado, ni como religioso, ni en la paz, ni en la guerra, ni en la oración, ni
en el mundo, ni fuera del mundo ha encontrado la felicidad que buscaba. La fuerza
del sino ha ido a buscarle adondequiera que se encontrara. ¿Cuál es su culpa? ¿Qué
crimen ha cometido? No hay crimen ni hay culpa. A no ser que su crimen y su culpa
sea haber nacido… Aunque no haber nacido sin más, sino haber nacido “en signo
terrible”. Pero ¿quién, entonces, le ha hecho nacer en ese signo? Nadie. La fuerza
del sino es la fuerza de nadie. Ese nadie es oscuro, irracional, cuya función es destruir. Don Álvaro es la víctima, sin culpa alguna de un azar sin sentido. Terminado
el drama a uno le parece salir de una pesadilla, le deja vacío. El mundo en que se
mueve el protagonista nada tiene que ver con la realidad del mundo. Don Álvaro o
la fuerza del sino es, en el mejor sentido de la palabra, literatura, no vida. El héroe
romántico del drama romántico español es un personaje de drama, no la encarnación del drama de una persona. A tal conclusión llega Francisco Ruiz Ramón (2).
Parece que tiene razón.
Rafael Balbín (3) en su introducción al drama dice que este cosechó sus mayores
éxitos solo cuarenta años después del estreno en interpretación del actor Rafael Calvo
que hizo del drama uno de los títulos básicos de su repertorio cuando el realismo ya
dominaba en la escena española y la gente ya echaba de menos el teatro grandilocuente
y efectista, o sea neorromántico tal vez porque “en el país reinaba mucho desengaño
de los ideales en los que mucha gente había creído todavía hace unos años, cuando en
el horizonte se veía cierto progreso social, económico y político. Ya muchos estaban
descontentos con el nuevo orden de vida…”
Literatura
А. Л. Штейн История испанской литературы УРСС, Москва 2001
Francisco Ruiz Ramón Historia del Teatro español (Desde sus orígenes hasta 1900)
Cátedra, Madrid, 2000
3. Duque de Rivas Don Álvaro o la fuerza del sino Editorial Castalia, Madrid, 1995
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