entrevist María Galiana Es María Galiana. O Herminia, la abuela de España por su papel en Cuéntame, una actriz que debutó después de cumplir los cincuenta. Como aficionada es de las que se ha puesto en cola a las cinco de la mañana para sacar entradas y ver a Curro torear en Sevilla. Como entrevistada resulta un chollo, casi no hace falta que le pregunte, ella sola habla, va ensartando un rosario de vivencias, todo un aquelarre de recuerdos; esta vez, de recuerdos taurinos, buenos y no tan buenos. Texto: Laura Tenorio Fotos: Juan Pelegrín “Si has tenido la suerte de ver a Curro parar el tiempo, entonces ya lo has visto todo” Verbigracia, una tarde en el Puerto de Santa María, adonde llegó en coche –“¡Y sin aire acondicionado!. La corrida no se dio –comenta–, hacía viento y los toreros dijeron que no toreaban. ¡Vamos!, que no vimos ni el paseíllo. La empresa comunicó que devolvería el precio de las localidades, pero al día siguiente. Como me tenía que volver p’a Sevilla, le pregunté a unos señores mu emperchaos que había en la plaza que si me hacían el favor de quedarse ellos con mis dos entradas. Me dijeron que sí, pero que me daban sólo la mitad de lo que había pagado. Por no rompérselas en la cara me las traje de vuelta”. Así es ella: tal faena parida de un folletín, un sainete y un melodrama, todo junto; divertido batiburrillo de mujer. Pregunta | María, ¿de qué barrio es usted? Respuesta | De Triana, del barrio Voluntad, pero con cinco años me llevaron al Arenal, cerca de la plaza de toros. 30 P | ¿La del Baratillo, claro? R | Sí, sí. La otra plaza, la Monumental, no la conocí. En casa tengo una foto muy curiosa de ella: se ve en el palco a la reina Victoria Eugenia asistiendo, cosa rara en ella, a la que probablemente sería la inauguración. P | Sobre el año 1918… R |Podría ser, porque mi padre, que nació en 1905, decía que él por entonces era un chavalillo. P | Ni qué decir que fue de él de quién heredó la afición. R | Sí. Él, siendo todavía mocito, vivió un momento irrepetible: la llegada a Sevilla del ataúd de Joselito, en la antigua Estación de Córdoba. Toda Sevilla estaba allí, había gente por todos lados. Mi padre fue con sus amiguetes y contaba que acompañaron el féretro desde la estación hasta la Alameda, hasta la casa de la señá Gabriela, la madre de los Gallo, y desde allí al cementerio... Yo, por ejemplo, recuerdo cuando lo de Belmonte, en el 62. Me había casado el año antes y vivía en Madrid. Iba en el tren cuando me dieron la noticia de que se había suicidado. P | ¿Le llegó a conocer? R | Vamos a ver, lo que se dice conocerle, no; aunque sí sabía muy bien quién era. Verás, durante muchos años, cuando mi padre me llevaba al colegio, pasábamos por el bar Los Corales. Allí, a una mesa en la puerta, había una tertulia a la que asistían Bollaín, Rafael ‘El Gallo’, Fuentes Bejarano y Belmonte, entre otros. Mi padre me decía: “Fíjate, niña, ese que tiene la boca p’alante y la mascota ladeá es Juan Belmonte”. Y, claro, me fijaba en él todos los días. P | ¿Su padre fue, quizá, partidario de El Pasmo? R | Sí, aunque de quien verdaderamente fue partidario era de Pepe Luis Vázquez. De hecho, la primera corrida de la que tengo conciencia es de una en la feria de Sevilla con Manolete, Arruza y Pepe Luis. Todavía recuerdo lo bien que estuvo Manolete y el lío que formó Pepe Luis, quien tuvo una tarde de las de ‘cartuchito de pescao’, de cites muy de largo y todas esas cosas que tenía Pepeluí. ¡Ah!, de aquella tarde, lo de torear mirando al tendido de Manolete tampoco se me ha olvidao. Lo que pasa es que a mí me parecía un poco malaje, por lo serio que era. De Arruza me acuerdo de lo del teléfono, el toreo de rodillas, los desplantes… P | ¿Dónde estaba cuando se enteró de la cogida de Manolete? R | En casa, era temprano, serían las ocho de la mañana. Fue una vecina quien se lo dijo a mi tía Consuelo, que a esas horas andaba regando las macetas. Al saber la noticia, enseguida pusimos la radio. Recuerdo que la gente lo comentaba en las colas del mercado, hablaban de que si había tenido una gangrena gaseosa o algo así. Los periódicos, como el ABC, hicieron ediciones especiales. P | Noticias así son difíciles de olvidar; sobre todo, de olvidar dónde le coge a una cuando se la dan. R | Sí, porque impactan mucho... P | Sigamos... ¿La afición en su casa daba como para desplazarse a otras plazas? R | Sí, claro. Recuerdo haber ido, por ejemplo, a la plaza de Cádiz, donde ya no hay. Allí vi torear a Manuel Álvarez ‘El Andaluz’. La verdad es que no me acuerdo mucho de cómo quedó la cosa, aunque sí recuerdo que fue una tarde difícil, por el mucho viento que hubo; los toreros no pararon de empapar las muletas a golpe de botijo y la gente no dejó de protestar. Puede que otro de los que aquel día torease fuera Mondeño, el que se metió a fraile… Otra plaza a la que también fui de niña fue a la del Puerto de Santa María; en tren, en tercera clase, con mi padre y mi tío Pepe. Era época de poca capacidad adquisitiva, por lo que el viaje lo aprovechábamos pa ir a los toros y echar el día en la playa. Llevábamos tarteras con bistés empanados, tortillas de papa, chorizo, unos panes mu grandes y el botijo. P | Herminia, toreros de su cuerda han sido... R | ¡Uy!, yo viví la época de esplendor de Ordóñez, y la de Camino, y la de Dieguito Puerta, a quien iba a ver encantada porque como sabía que era del matadero, siempre descabellaba a la primera. P | No me creo que no vaya a citar usted a Curro… R | Espera, que ahora llegaremos... ¡Como Curro ha estado tantos años y con tantos toreros! P | Tiene usted razón. R | A Curro lo he visto salir por la del Príncipe, también a almohadillazos y con romero en la mano y pisando rollos de papel higiénico. Vamos, que a Curro lo he visto de todas las maneras. P | Cuente uno de sus diítas. R | De los buenos, viví la maravilla de la corrida de él con Manolo Vázquez y el Paula, creo que fue un Corpus. Estuvieron pa reventar, la banda ya no podía más de tanto como tocó: Amparito Roca, Nerva, Churumbelería… De Curro no recuerdo si llegó a matar, pero desde luego sí de que puso a la gente en pie. “Ay, ay, que tiene ganas, que la gustao el toro”, decía to er mundo. Después, a Manolo Vázquez le dio por citar de lejos, mu de frente, en los medios de la plaza, con la muleta plegada... Y el Paula, más de lo mismo. Pa qué... P | Cambiando de época, ¿cómo vivió usted la de El Cordobés? R | Reconozco que soy clásica en mis gustos M i padre me decía: “Fíjate, niña, ese que tiene la boca p’alante y la mascota ladeá es Juan Belmonte”. y que nunca me impresionaron los alardes. Quizá por eso, a El Cordobés le vi sólo una vez y me pareció espantoso; para colmo, los toros eran de risa, chicos y afeitaítos. Aquella no fue mi época ni El Cordobés mi torero. P | Gustándole toreros como los que ha citado, se entiende. R | Pues sí, aunque también he tenido preferencia por toreros muy puros como El Viti o Bienvenida, al margen de los artistas como Curro. Porque una media de Curro, bien pegá, es pa reventar. Aquello que se decía en Sevilla que sólo verle hacer el paseíllo bien valía el precio de la entrada, una lo entiende. Y es que Curro, cuando hacía así (y simula el gesto de una verónica), no se sabía qué tiempo podía tardar en pegarla... La gente decía que si le habían puesto la cámara lenta. Y estábamos tos allí, en directo. ¡Vamos!, que no es que lo estuviéramos viendo por televisión. Era algo especial. P | Y que difícilmente se olvida... R | Desde luego. Si has conseguido estar en la plaza cuando Curro ha parado el tiempo, eso no se te olvida, es como levitar. Herminia sigue describiendo ese momento, cuando a Curro le daba por parar los relojes; habla con afición y gracejo, también desparpajo, y siempre, como se diría en el argot, con mucho sentimiento. “Mira –continúa la veterana actriz–, yo he sido de las que he hecho cola pa sacar entradas pa poder ver a Curro en Domingo de Resurrección. Como he sido siempre muy mañanera, llegaba la primera, con mi hamaquita bajo el brazo. No sé cómo pero cuando aparecían por allí los que decían que iban a poner orden, de repente tenía a diez por delante. Se formaba una bulla innominada que no te digo ná…Y, claro, cuando me tocaba ya no había las entradas que quería. Eso sí, al día siguiente, en el hotel Alfonso XIII había las que quisieras pa los guiris a los precios que le diera al tío la gana”. P | ¿En esas colas le daban a usted número? R |¿Número?, ¿qué dices de número? Número he cogido yo pa ir a la Ópera, cuando no era abonada, que ahora ya lo soy. Lo de los toros es otra historia, los taurinos son pa echarles de comer aparte. Hay mucha picaresca y mucho sinvergüenza y eso hace que una termine diciendo que ya no va más a los toros. Cosa que es mentira, porque después sigo yendo, claro. P | María, usted ya se jubiló como docente, su gran vocación, porque lo de actriz le vino bien tarde… R |Sí, después de cumplir los 50 y mira en todos los líos que ando ahora metida… Mejor que nadie puedo decir que en la vida nunca es tarde, ¡nunca! P | ¿Y es la jubilación un buen momento para aficionarse a los toros? R | Puede que sí, pero a uno tiene antes que haberle gustado de joven. Porque esto es como todo, hay que hacer la madre. 31