COLEGIO LOS OLIVOS HISTORIA DE ESPAÑA Tema 10.- Revolución liberal en el reinado de Isabel II. Carlismo y guerra civil. Construcción y evolución del estado liberal. Como introducción, comenzamos con el periodo que engloba las regencias de María Cristina, de 1833 al 1841, y de Espartero, de 1841 a 1843, preceden al reinado de Isabel II, y se enmarcan dentro de un conjunto de movimientos políticos con denominadores comunes, como el cuestionamiento del Antiguo Régimen como forma política y social, el desarrollo de los nacionalismos europeos, que van fragmentando los antiguos imperios y modifican fronteras, y el empuje de nuevas maneras de interpretar la economía, impulsada por las burguesías nacionales, que se lanzan a la conquista de nuevos territorios. Centrándonos en España, tenemos una etapa de transición hacia una sociedad con carácter liberal capitalista. Pero frente a esto, tenemos un bloque tradicionalista configurado en torno al carlismo, que lleva al país a un contexto de guerra civil. El establecimiento del régimen liberal en España comenzó con el estallido de la primera guerra carlista (1833-1840), y tuvo lugar durante la primera regencia de la minoría de edad de la reina. Carlos María Isidro no se subleva hasta la muerte de su hermano, el monarca Fernando VII, y le siguen los que se resisten al nacimiento de una nueva sociedad; pequeños nobles rurales, una parte del bajo clero, el campesinado no propietario y una masa del pueblo influida por el clero que defienden las antiguas tradiciones forales. Por el contrario, el aparato militar del estado permanecerá fiel a la reina regente María Cristina, junto con las clases medias urbanas, burguesía comercial y financiera y la mayor parte de la jerarquía eclesiástica. Además, de las ayudas internacionales de Francia, Reino Unido y Portugal. La primera guerra carlista o guerra de los siete años comienza a los dos días de la muerte del monarca, y con el infante Carlos reivindicando sus derechos al trono desde Portugal. Será proclamado soberano en varios puntos de España, con lo que inician las hostilidades contra los Isabelinos. En una primera etapa, de 1833 a 1835 el general carlista Tomás Zumalacárregui controla el País Vasco, Navarra y puntos de Aragón y Valencia. En el asedio a Bilbao, morirá el general. La segunda etapa durará de 1835 a 1837 y habrá operaciones militares por todo el territorio nacional, por parte de los carlistas en busca de apoyos. El propio Carlos asedia Madrid sin éxito. El general Isabelino Espartero será fundamental en la defensa de nuevo de Bilbao. La tercera etapa se extiende entre 1837 y 1840 y se caracteriza por la ofensiva isabelina bajo el mando de Espartero. Finalmente, los carlistas desmoralizados, firman el Convenio de Vergara aceptando a Isabel II como reina de España. Las guerras carlistas suponen para España la inestabilidad política en el conjunto del país, la aparición del ejército como protagonista en la vida política y el agravamiento de la hacienda española, que ha de tomar medidas como la ampliación de la deuda y las desamortizaciones de bienes eclesiásticos. Habrá dos guerras carlistas más, la del 1846 al 1849, coincidiendo con los planes fallidos de boda entre Isabel y el hijo de D. Carlos y la tercera, de 1872 al 1876, con la instauración de Amadeo de Saboya. Pero ambas carecieron de la importancia de la primera. A la muerte de Fernando VII, y dada la minoría de edad de Isabel, su madre, María Cristina, para garantizarle el trono a su hija, ha de alcanzar acuerdos con la fracción liberal. Ya aquí, surgen tendencias políticas que darían lugar a los primeros partidos de corte liberal: el moderado y el progresista. Por un lado los 1 COLEGIO LOS OLIVOS HISTORIA DE ESPAÑA moderados intentan conciliar los intereses de los liberales con algunos de los absolutistas. Por otro, los progresistas o exaltados, de corte más radical, se oponen casi por completo a la corona. De ahí que nunca se les ofreciera el gobierno. En los primeros años de regencia, el gobierno contará con la figura de Cea Bermúdez, un monárquico del reinado anterior. A él, le sucedería Martínez de la Rosa, un liberal moderado, que elaborará el Estatuto Real de 1834 cuyo propósito era preparar la transición política entre el absolutismo monárquico y el sistema liberal. Este estatuto no satisfizo las expectativas de nadie, todos pedían más concesiones. Así, se pasa al breve gobierno del conde de Toreno, que tras no poder controlar la exaltación de los progresistas, la reina regente María Cristina nombrará para el gobierno a Juan Álvarez Mendizábal. Este llevará a cabo las desamortizaciones de los bienes eclesiásticos y su posterior venta, pero será cesado al poco tiempo por sus reformas en el seno del ejército y por las consecuencias no tan positivas de las desamortizaciones. Al nombrar de nuevo a un moderado, Francisco Javier Istúriz, los militares progresistas protagonizan los sucesos de la Granja de San Ildefonso de 1836, suspendiendo el Estatuto Real de 1834 y restablecer la constitución de 1812, iniciando así el periodo de dominio progresista (1835 a 1837). El nuevo gobierno, dirigido por Calatrava emprende la elaboración de la Constitución de 1837, con la que se produce la ruptura definitiva con el antiguo régimen. Se convocan elecciones en octubre de 1837, y el radicalismo de Calatrava hace que los moderados se hagan de nuevo con el poder. Se sucederán varios gobiernos de signo moderado hasta 1840, revelando la inestabilidad en el gobierno. El choque entre progresistas y la regenta era un hecho. Estallan algunos disturbios y María Cristina se marchó a Francia, eligiendo las cortes a Espartero como regente. Sus años de regente, de 1840 a 1843 se caracterizan por su carácter personalista y autoritario, lo que provoca inestabilidad y su fin tras varias revueltas y disturbios, el último de ellos integrado por moderados y progresistas, liderados por el general Narváez. Será el fin de las regencias. Con tan solo 13 años, Isabel será coronada reina de España en 1843. Ella pondrá como cabeza del gobierno al moderado general Narváez, con quien dará comienzo esta primera etapa de su reinado, la Década Moderada, de 1844 a 1854. Destaca su política autoritaria y represiva, y su persecución a los progresistas, suprimiendo la Milicia Nacional e imponiendo la ley de ayuntamientos. También creará la Guardia Civil y reformará la hacienda. Pero lo más importante será la nueva constitución de 1845, que impone una soberanía compartida entre las Cortes y la Monarquía, e instaura la confesionalidad del estado a la religión católica. Debido a la crisis financiera y a su enfrentamiento con la camarilla real, Narváez dimitirá, saliendo Bravo Murillo y posteriormente Sartorius. Lo más importante del primero fue la firma del Concordato con la Santa Sede para poner fin a las desamortizaciones. Pero los escándalos de corrupción llevan a que el 28 de junio de 1854 se produzca un pronunciamiento en Vicálvaro por el general O´Donnell. Tras publicar el Manifiesto de Manzanares, redactado por Cánovas del Castillo, la reina encargó de nuevo al general Espartero la formación de un nuevo gobierno al frente de los progresistas. Así comienza esta etapa, llamada El Bienio Progresista, de 1854 a 1856. Estos dos años fueron muy inestables. Comenzaron de nuevo las desamortizaciones, llevadas a cabo por Pascual Madoz, ministro de hacienda, y se restaurarán leyes de la década de 1830. También se elabora una constitución que nunca llegará a aprobarse, la de 2 COLEGIO LOS OLIVOS HISTORIA DE ESPAÑA 1856. Pero la gran inestabilidad política y las revueltas sociales provoca la sustitución de Espartero por O´Donnell, que creará un nuevo partido; La Unión Liberal, que pretende agrupar a los moderados y a los progresistas. Esta nueva fuerza se decantará por un constitucionalismo moderado. Tras un breve gobierno de O´Donnell, en el mismo 1856 la reina confió la presidencia del consejo de ministros a Narváez. Pero los gobiernos moderados quedan desacreditados por sus divisiones internas, por lo que vuelve O´Donnell con la Unión Liberal, de 1858 a 1863, consiguiendo cierta estabilidad política y manteniendo el orden publico. Esta será una época de progreso económico, promovido por los unionistas, al expandir la industria metalúrgica y la expansión del ferrocarril. Desde 1863 se sucederán gobiernos de moderados y unionistas muy inestables y autoritarios, alternativamente presididos por O´Donnell o por Narváez. A esto se le suma la depresión económica de 1864 al 1868, y tras muchas intentonas de derrocar al gobierno por parte de todos, progresistas, demócratas, republicanos y también los unionistas firmarán el Pacto de Ostende para derrocar a Isabel II. En él, toma importancia la labor conspiradora del general Prim. 3