El joven labrador FICHA 2.3

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El joven labrador
FICHA
2.3
A continuación vais a leer la historia de un joven labrador que no tenía suerte con su
cosecha. Después de leer lo que le ocurrió a este buen hombre, debatid y contestad a
cada una de las preguntas que se hacen en la ficha.
Un joven labrador decidió visitar y pedir consejo a un anciano que vivía en una casa de madera en la
cima de una alta montaña. Después de caminar entre piedras, barro, agua y matorrales, y de subir, como
nunca lo había hecho antes, las más empinadas laderas que había visto en su vida, acabó encontrando al
que fue, a partir de ese momento, su maestro.
–Necesito su ayuda –dijo el joven labrador, agotado por el esfuerzo que había realizado para hablar
con el gentil anciano. Llevo muchos años sembrando mis tierras y no he conseguido aún tener una
buena cosecha –continuó diciendo.
–Siéntate joven muchacho –solicitó el anciano-, sé que ha supuesto para ti un gran esfuerzo venir a
verme. Siéntate y cuéntame tranquila y detalladamente qué es lo que haces para conseguir el fruto
de tu trabajo.
–Yo creo que hago lo que hace todo el mundo –respondió el labrador-, aunque el resultado es bien
distinto.
–Ya entiendo, pero ¿qué es lo que hace todo el mundo exactamente? –preguntó el anciano.
–Yo siembro las semillas en la época de lluvias, como así lo hiciera mi padre y el padre de mi
padre, y espero con ilusión, encomendándome a los Dioses, a que el tiempo sea favorable para
que la cosecha sea rica en frutos.
–Según me cuentas joven labrador –contestó el anciano-, después de haber sembrado las semillas, e
incluso antes de hacerlo, abandonas a la suerte del destino a tus preciadas plantas.
–Y ¿qué puedo hacer yo, un humilde labrador que desconoce los misterios de la labranza?–
preguntó ansioso el joven.
–El primer gran paso ya lo has dado, lo cual te honra.
–Pero... ¿qué he hecho yo? –preguntó con cierta sorpresa el joven labrador.
–Muestras una actitud receptiva para aprender, lo que te permitirá adquirir los conocimientos que
te ayudarán a sacar el mayor provecho de tu trabajo.
– ¿Qué tengo que aprender maestro? –preguntó impaciente el joven.
–Lo primero que debes hacer, antes de plantar las semillas, es labrar y abonar la tierra. Esto
ayudará, en un primer momento, a que las semillas germinen y, después, a que se nutran y
crezcan con mayor rapidez y fortaleza. Una vez germinadas, debes hacer todo lo posible para
facilitar su crecimiento: riégalas, quítales las malas hierbas, protégelas del granizo y de las plagas
de insectos, etc. Sólo así, dedicándolas tiempo y esfuerzo, conseguirás obtener la mejor de las
cosechas.
– ¡Qué equivocado estaba al pensar que las plantas crecerían por sí mismas sin más ayuda que el
deseo de que se hiciesen grandes y diesen sus frutos! –exclamó con entusiasmo el joven.
–Parece que has aprendido algo de todo esto, ahora es el tiempo de ponerlo en práctica.
–Sí maestro -reflexionó el joven labrador-, he aprendido que no basta con desear que la tierra dé
sus frutos para que esto suceda realmente. Primero hay que elegir o pensar la semilla que se
quiere plantar y después hay que labrar la tierra para facilitar su germinación. Cuando la planta
haya crecido se debe regar y evitar aquellos elementos que dificultan su crecimiento, sólo de este
modo obtendremos una hermosa planta que rebosará de deliciosos frutos.
–Ahora marcha y, aprovechando el entusiasmo que genera en ti lo aprendido, convierte en realidad
lo que todavía es una idea.
Programa EDUCA. Escuela de padres. Sesión 2
El joven labrador
FICHA
2.3
Preguntas de reflexión sobre el cuento del joven labrador
¿Qué relación existe entre la historia del joven labrador y la escuela de padres?
Suponiendo que las plantas fueran nuestros hijos, ¿qué habría aprendido el joven
labrador acerca de la educación?
Los consejos del anciano, ¿podrían considerarse educación positiva?
Programa EDUCA. Escuela de padres. Sesión 2
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