HIGIENE RURAL

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propia incapacidad al ceder á sociedades privadas las minas de Riotinto, el negocio de Tabacos, el Timbre y la recaudación de otros impuestos; tampoco se puede pensar aquí en explotar directamente las vías férreas, tanto por la perturbadora ingerencia de la política, como por los
míseros sueldos del Gobierno español, con los que no sería posible tener
buenos directores, consagrados exclusivamente al perfeccionamiento del
servicio. Hay entre las diversas regiones de España enormes diferencias
en punto á moralidad y capacidad administrativa; de modo que mientras han dado excelentes resultados ciertos negocios industriales explotados por las Diputaciones provinciales y Ayuntamientos del Norte de
la Península, serían fatales los resultados en algunas otras comarcas.
(Se concluirá)
HIGIENE RURAL
No puedo precisar, por falta de datos, el número de defunciones
por fiebre tifoidea en la población rural de Guipúzcoa, pero no temo
afirmar que tiene notoria influencia en la mortalidad prefijada á este
grupo: influencia que se acentúa, al considerar que esta enfermedad
elige sus víctimas entre el elemento joven, desarrollado y útil ya para
el trabajo.
Todos, absolutamente todos los casos de fiebre tifoidea, endémica
en la aldea, reconocen un origen fecal; son hijos del poco aseo, de la
putridez que reina en el suelo y en el aire de la vivienda agrícola; putridez que ofrece violento contraste, con el ambiente saludable y puro
que transpuestos sus muros se respira.
Adúcese en defensa de las malas condiciones de vida del labrador
en su domicilio, que son ineludible factor y consecuencia de la índole
misma de la industria agrícola; y nada más alejado de lo cierto: la habitación del labrador es perfectamente higienizable, sin que por ello
desmerezcan en un ápice, ni los rendimientos ni las facilidades á que
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aquél está acostumbrado. Las causas fundamentales de la permanencia
de la familia rural en condiciones de vida anti-higiénicas son: la ya
apuntada y desgraciadamente equivocada creencia en las perfecciones
higiénicas de la vivienda del campo: el desconocimiento de la importancia de la higiene, que lleva aparejado el menosprecio hacia sus preceptos: la rutina con que el labrador ejecuta todas sus faenas, sin procurar
el menor perfeccionamiento y un espíritu económico estrecho, que elude toda reforma por lo dispendiosa: y á separar y vencer estos motivos
de atraso, tanto más lamentable cuanto que afecta á la salud de un grupo étnico cuyo bienestar a todos interesa, debemos dirigir el esfuerzo
necesario.
Inmensamente superiores dificultades ofreció al higienista el saneamiento de los centros urbanos, edificados en tiempos de barbarie higiénica, cuando la necesidad de la defensa, agrupó las viviendas en el estrecho espacio que la infranqueable cintura de piedra concedía á la edificación. Las mismas ó parecidas razones que hoy pudieran aducirse en
defensa de la actual casería, salieron al encuentro del higienista; pero
la crítica serena, la fuerza de la verdad científica se impusieron y la piqueta puesta al servicio y órdenes de aquél arrasó murallas, derribó
por igual casucas y palacios, canalizo el suelo para dar entrada al elemento purificador, el agua y alejar las inmundicias: el aire y la luz
substituyeron á las lobregueces de los angostos callejones; y en agradecida compensación de su triunfo, exhibe el higienista esas estadísticas comparativas de la mortalidad en los centros de población, antes y
después de su saludable ingerencia, demostrando con la elocuencia de
los hechos el sorprendente éxito humanitario y civilizador, á la par
que económico, obtenido allí donde se acatan los dictados de la higiene
sin reparar en aparentes sacrificios de momento, fuente de felicidad
futura.
El importantísimo problema de la higienización de la vivienda rural ha sido planteado ante la Excma. Diputación provincial, que animada de los mejores deseos, acordó la celebración de un concurso de
caserío modelo, llevado felizmente á solución teórica y que de seguro
veremos realizado en forma práctica en algún punto de la provincia
para enseñanza y estímulo de los propietarios y colonos. Pero ésta,
que es ciertamente la solución radical del problema, adquiere cierto
viso utópico ante la evidencia de la realidad, que nos patentiza la limitación que ésta única solución representa. Las nuevas construcciones
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rurales; la reforma de la vivienda subsiguiente á incendios, estado ruinoso, etc.. ajustaránse, ¿quien lo duda? á la pauta higiénica del caserío
modelo, por el que la Corporación provincial se ha hecho acreedora á
las alabanzas de todos; más si reflexionamos en el modestísimo tanto
por ciento que las nuevas ó reformadas viviendas representarán al lado
de los muchos miles de caseríos que continuarán en el actual estado,
se impone la disyuntiva de la permanencia del mal que lamentamos, ó
de la necesidad de buscar soluciones factibles dentro del aspecto económico muy respetable y digno de ser tenido en cuenta.
El problema del saneamiento del grupo rural, no es distinto del que
afecta al grupo urbano, diferenciándolos tan sólo la facilidad inmensamente mayor con que pueda solucionarse el primero. La higiene ha
dicho cómo debe ser la ciudad ideal y el caserío modelo para los casos
de erección de viviendas agrupadas ó aisladas; pero ha enseñado también á modificar favorablemente las condiciones preestablecidas en una
y otra de aquellas entidades; y si el triunfo más ruidoso de ésta bienhechora ciencia fuera, ciertamente, el representado por una población
que surgiera de la nada con todos los requisitos sanitarios, ideal no realizado hasta el presente, el motivo más legítimo y justo de su orgullo,
estriba en el saneamiento efectuado en centenares de poblaciones, antes
mefíticas y malsanas, hoy saludables y gratas mansiones. De igual manera debe procederse para la higienización de la vivienda agrícola; nuevas é higiénicas construcciones donde sea posible; reforma de las existentes á fin de mejorar sus condiciones higiénicas; y todo ello unido á
la necesaria instrucción higiénica del labrador; puntos á que consagraré
algún otro artículo.
RICARDO
DE
AÑÍBARRO.
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