EL NUEVO AMO: EL ESTADO COMUNISTA

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EL N U E V O
AMO:
EL ESTADO COMUNISTA
LABOR RBSBABCH INSTITUTO
CENTRO
INTERNACIONAL DE
PARIS
LOS SINDICALISTAS
- NEW YORK
LIMfl
EN
EXILIO
El Nuevo Amo:
61
fetado
Comunista
PREPARADO Y EDITADO POR EL PERSONAL DEL
INSTITUTO D E INVESTIGACIONES D E L TRABAJO
(LABOR
RESEARCH
INSTITUTE)
CENTRO INTERNACIONAL DE LOS
SINDICALISTAS LIBRES EN
*
P. O . Box 82,
New York 18,
EXILIO
-K
Midtown Station
N. Y.,
U. S. A .
El verano de 1944 vio al ejército rojo barriendo la Europa
oriental en persecución de los alemanes, para alcanzar Viena en la
primavera de 1945. Tras la huella de las fuerzas soviéticas que
avanzaban, bien organizados grupos comunistas se movían para
ocupar las posiciones que les habían sido asignadas en los pequeños
países situados entre Rusia y el Occidente industrial. Como parte
de un apararato imperial, estaban preparados para actuar como
agentes de Moscú en países cuyas lenguas y costumbres conocían y
de los cuales, a menudo, eran nativos. No revolucionarios, sino instrumentos de un imperio ruso en expansión, se les había escogido
y entrenado cuidadosamente para ejecutar planes que interesaban
a Moscú. Su cometido era apoderarse del Gobierno en las fronteras occidentales de la Unión Soviética para así proveer a ésta de
una zona de seguridad.
"LA ZONA MEDIA"
Geográficamente la zona media entre Rusia y el industrializado Occidente, es una región no subdividida por características o límites obvios. A lo largo del período de consolidación de Ja Europa
moderna, dicha región permaneció en un flujo constante, como tierra de paso que atraía el apetito de los imperios vecinos. Difícilmente había en la zona media algún país que no estuviese marcado
por el sello de adquisiciones, particiones o compensaciones entre las grandes potencias, meros objetos en la diplomática toma y
daca durante la larga lucha por un equilibrio de poder entre los
imperos. Las particiones sucesivas de Polonia, por ejm., fueron
solamente un episodio especialmente dramático dentro de !a práctica
general. En compensación por su primer reparto, se le ofreció a
Polonia una parte de Rumania. A Rumania se le ofreció parte de
Bulgaria en 1878 para compensarla de la cesión a Rusia de su pro-
vincia nor-oriental. Puesto que ninguna gran potencia europea deseaba permitir que alguna otra adquiriera predominio en la región,
y cuando adquisiciones directas de territorio, como en el caso del
reparto de Polonia, resultaban difíciles, se recurría al establecimiento de vínculos dinásticos y al entendimiento con diques políticas
con el fin de asegurarse la influencia predominante. Por último, hacia fines del siglo XIX, se; introdujo una forma de dominación más
sutil: la penetración pacífica. Las varias formas de la seguridad
colectiva en el siglo XX demostraron no ser un obstáculo para los
medios económicos y culturales empleados en esta especie de penetración .
Difícilmente se podría decir que ninguno de los países de la zona media tuviese, hasta fechas muy recientes, una política exterior
independiente. Mientras en la Europa occidental se desarrollaban
Estados nacionales y sociedades democráticas, fracasaban sistemáticamente los esfuerzos que se hacían en la Europa oriental para
iniciar procesos semejantes. Cuando éstos no eran aplastados por
las clases dirigentes locales, las autocracias rusa o austríaca intervenían. Después de la primera guerra mundial, una reorganización
radical de toda la región se convirtió en la principal preocupación
de las grandes potencias victoriosas. El nuevo orden que ellas crearon se basaba completamente en lineamientos políticos que no temaron en cuenta la gran agitación social de la Europa oriental y fracasaron en cuanto a proveer a dichos pueblos de base para vivir, en
paz los unos al lado de los otros, lo cual habría quitado pretextos
a la interferencia extranjera.
Sin embargo, bajo esta cambiante estructura política de la Europa oriental, existían vastas masas de campesinos, que proveían un
importante factor de unidad y de casi uniformidad. Este preponderante sector de los estratos sociales de la Europa oriental, constituye de hecho el único basamente firme sobre el 6ual pudieran construirse una sociedad democrática y perdurables instituciones políticas. Los campesinos del Este europeo pueden hablar varias lenguas diferentes, pero de una historia similar han derivado costumbres y sistemas de vida semejantes, así como perspectivas e intereses comunes.
EL CAMPESINO DE LA ZONA MEDIA
La servidumbre fue abolida en la Europa oriental a mediados del siglo XIX. La emancipación del campesino no solucionó sin
embar,go los problemas de la sociedad rural. La incorporación de la
Europa oriental en el mercado mundial de productos agrícolas es-
I i mulo la expansión o creación de grandes propiedades. Se comercializó la explotación de la tierra. Se incrementaron las exportaciones y la Europa oriental se convirtió en el "granero de Europa", a expensas del standard de vida del campesinado. Por no haber
tenido lugar ui} considerable desarrollo urbano, como fue el caso en
la Europa occidental, no había salida para el aumento de la población campesina. Como resultado, las propiedades de los campesinos
disminuían constantemente. Mientras en Bulgaria por ejemplo, el
tamaño de la granja del campesino'medio era de 7.3 hectáreas en
1897, durante los 50 años subsiguientes esa extensión bajó gradualmente a 4.5 hectáreas. Sin medios técnicos de importancia para
el cultivo de la tierra, el rendimiento de ésta permanecía constante
y así, era cada vez menor la producción de alimento por persona
en las reducidas granjas. Eh Rumania el consumo de cereales, que
es alimento básico del campesino, cayó de 280 kilogramos por cabeza en 1890 a 146 kilogramos en 1903. Estos diferentes factores combinados condujeron al gradual empobrecimiento del campesino.
Los levantamientos campesinos fueron numerosos en el pasado,
aunque la mayor parte de ellos, estallidos locales contra la miseria
y la opresión. Hasta el siglo XX, estimulados entonces por los procesos electorales, no llegaron los campesinos a formar sus organizaciones políticas y económicas propias con un propósito y lina acción continuos. En la mayor parte de los países de la Europa oriental, las bases para partidos campesinos fueron echadas antes de la
primera guerra mundial. De las-convulsiones militares y sociales de
la guerra surgieron poderosos partidos campesinos de masas. Su
presión en pro de una reforma agraria se hizo imperativa y bajo ésta, se cumplieron verdaderas reformas agrarias en todos los países,
excepto Hungría. Allí, una revolución comunista de corta duración
y la subsecuente reacción de las clases dirigentes," cerraron el paso
al progreso.
Los partidos campesinos tuvieron acceso al poder en Bulgaria
en 1919; en Checoeslovaquia y Polonia el año siguiente y en Rumania en 1928. Como consecuencia, el 50% de la tierra arable en Rumania fue distribuida entre los campesinos; lo mismo se hizo con
el 12% en Checoeslovaquia, mientras en Polonia cerca de 2.5 millones de acres fueron de igual manera repartidos. En toda la región, los partidos campesinos se hallaban identificados con las aspiraciones democráticas de las masas populares. No obstante, una violenta reacción se abatió sobre ellos desde otras direcciones. El líder campesino búlgaro Stamboliski fue' asesinado y una dictadura
del Rey se estableció en su país en 1923; llegó el turno a Polonia,
donde la'dictadura del Mariscal Pilzudski arrebató el poder al partido campesino de 1926; y finalmente, el partido campesino rumano
fue también arrojado del Gobierno en 1831. Así excepto en Checoeslovaquia, donde el partido campesino siguió con participación mayoritaria en él Gobierno hasta el desmembramiento del país, en to— 5—
das partes se impusieron gobiernos conservadores o semifascistas.
A pesar de todo, las realizaciones de los partidos campesinos en el
despertar de la primera guerra mundial estaban allí; las reformas
agrarias habían sentado las bases para una saludable revolución.
El período entre las dos guerras fue de la mayor importancia
en el desarrollo de las organizaciones políticas del campesinado euroriental, aún en momentos en que dichas organizaciones no participaban en el ejercicio del poder. Al fin de la primera guerra mundial, los partidos campesinos emergieron como organizaciones jóvenes y dinámicas cuya mira casi exclusiva era la eliminación de la
miseria campesina mediante el reparto de la tierra. Con la importante excepción de Hungría, este objetivo primordial se alcanzó casi
totalmente. Pero se reveló entonces que la sola distribución de la
tierra no solucionaba los problemas del campesinado. "El reconocimiento de este hecho y la búsqueda de soluciones que tomaron en
consideración otros factores varios, condujeron a la madurez política
del campesinado. En Rumania y Bulgaria, los dos países con una
desproporción menor en la distribución de las propiedades según su
extensión, la densndad de la población por kilómetro cuadrado de
tierra arable era de 116.3 y*119, respectivamente, en 1935. El rendimiento de la tierra, por otra parte, había permanecido prácticamente el mismo desde mediados del siglo XIX, esto, es 9.1 quintales
de trigo por hectárea en Rumania, y 11.9 en Bulgaria. En los
otros países de la zona media la relación entre la densidad de la
población agraria y la productividad no era apreciablemente mejor. En comparación, en un país de la Europa occidental con un
cultivo intensivo de la tierra, como Dinamarca, se producían 22.9
quintales de trigo por hectárea por sólo 36.6 personas por kilómetro cuadrado de tierra arable. Los planes para incrementar la
productividad, para intensificar el cultivo y para solucionar los problemas del crédito y del mercado, atraían la atención de los campesinos en la zona media. La noción de cooperátivas libres también
ganó mucho auge; en Checoeslovaquia y Bulgaria las cooperativas
campesinas tenían una ya larga tradición La persecusión de métodos que mejoraran la suerte del campesino, condujo a los partidos campesinos a ensanchar sus miras hasta el punto de incluir todas las clases de la sociedad y de mirar como
un todo la estructura económica. Varias tendencias y movimientos
florecienron en la Europa oriental durante este período, ya sea que se
originaran en las aldeas o llegaran a ellas, y todos contribuían a la
maduración de proyectos altamente desarrollados con vista a una
economía balanceada y al fomento del bienestar social.
Sin duda, los partidos y movimientos campesinos eran campo
propicio para el florecimiento de las ideas. Algunos miraban al campesino como -la base para un resurgimiento nacional; otros, creían
que el campesino como clase social debería consolidarse y ligarse
estrechamente con la clase trabajadora, su aliado natural. Fue particularmente este último-punto de vista el que ganó especial impulso
,como resultado de la crisis económica de los años 30 y condujo a
la consolidación de los partidos campesinos nacionales. Cualesquiera
que hayan sido las tendencias particulares en determinado país, el
resultado común para los partidos campesinos fue el ensanchamiento de sus bases de masas y un concepto amplio que contemplaba
a la nación como un todo.
En Hungría, donde estructuras agrarias semifeudales todavía
prevalecían, la presión en pro de la distribución de la tierra alcanzó
tales proporciones hacia el fin de la guerra, que no se la pudo de.norar por mas tiempo. Las actividades de los "exploradores aldeanos", particularmente, revelaron el descontento de los campesinos y
llamaron la atención sobre los problemas rurales.
Por encima de las fronteras políticas, sus objetivos comunes
afincados en la similitud de sus problemas y conceptos, condujeron
a la unión de los partidos campesinos de la Europa oriental. Ideas
de estrecha coordinación y de federación política surgieron a un
primer plano. Primero, en su buró de Praga y luego en la Unión Internacional Campesina, los paítidos campesinos colaboraban para
independizar a la zona media de los caprichos de las grandes potencias apoyando su estructura política en las vastas masas de campesinos . No puede haber duda de que las tendencias de los líderes campesinos eran anticomunistas, como que estaban contra cualquiera clase de totalitarismo ya fuese de izquierda o de derecha. Sinembargo,
en el período entre las dos guerras los líderes campesinos de la Europa oriental fueron quienes propugnaron relaciones amistosas con
la Unión Soviética, el poderoso vecino del Este. Destacados entre ellos,
Mikolajczyk en Polonia, y Maniu en Rumania mantenían esta opinión en momentos difíciles frente a los furiosos ataques del "antibolehevismo reaccionario".
No es dudoso que una vez pasado el torbellino de la guerra en
la zona media, el campesinado en alianza con los partidos socialistas hubiera formado la columna vertebral de la estructura política
europeo-oriental. Tal hubiera sido un resultado natural. El papel
importante que desempeñaron los partidos campesinos en los gobiernos formados en el exilio, eran ya un anuncio de ese resultado, como
lo fue también el hecho de que en los países ocupados por los alemanes el cese de las hostilidades fue, la mayoría de las veces, negociado en nombre de los líderes campesinos.
La guerra sacudió la estructura política de los países de la zona media. El sistema administrativo fue destruido. Las clases dirigentes habían sido dispersadas, cuando no eliminadas por la ocupación alemana. Las clases medias estaban desprovistas de medios
de vida. El funcionamiento de las profundamente dañadas economías nacionales había llegado a punto muerto. La vida de las naciones europeas fue severamente dislocada y así, cuando llegó el ejército rojo, penetró en un vacío político. Como las menos afectadas,
las masas campesinas se enfrentaron a los escuadrones de los agentes imperiales de Moscú. Era un campesinado con desarrollada conciencia política, con propósitos y aspiraciones definidos, que dependía de sus líderes a los cuales conocía y en quienes creía. Desde
allí en adelante, la historia de la Europa oriental consiste principalmente en los esfuerzos de los comunistas para aplastar el campesinado, el mayor obstáculo que existe en su camino.
PRIMERA FASE: LA REFORMA AGRARIA.
Los comunistas tenían poco o ningún ambiente en la zona media. No existían bases de masas para una revolución, como había
sido el caso en Rusia hacia el fin de la primera guerra mundial. Los
menos numerosos eran los comunistas en Rumania, donde el partido
tenía menos de 1,000 miembros antes de la llegada del ejército rojo.
En Polonia, las elecciones gremiales de 1946 demostraron que los socialistas eran tres veces más populares que los comunistas..
En tales condiciones, la "revolución" tenía que ser administrada
desde arriba y por grados. Para este fin los comunistas tenían que
ganar primeramente el control de los órganos del Estado. Así, los
primeros tiempos de la postguerra en la Europa oriental presencia—8—
ron los esfuerzos de los grupos comunistas para ganar el control del
aparato del Estado. Sus objetivos primordiales fueron los Ministerios del Interior con sus fuerzas de Policía, los Ministerios de Justicia con su mecanismo de coersión y las fuerzas armadas de reciente creación, todo ello especialmente en Checoeslovaquia, Polonia y
Rumania.
Careciendo de apoyo entre los nacionales, los comunistas tuvieron que depender del poder de la Rusia soviética. Indudablemente la presión diplomática rusa en la conferencia de Yalta impuso un
corte severo a la participación de los campesinos y de los partidos
socialistas en el Gobierno de postguérra organizado en Polonia. Ya
en 1945 la diplomacia de Moscú había obtenido el mismo resultado
en relación con el gobierno rumano. En ambos casos, se dio a los
comunistas una posición capital desde la cual pudieran ganar el control del poder central con desprecio absoluto de la voluntad de las
masas.
Todavía en ambos países como en otros se necesitaba un tiempo preciso para infiltrarse o crear los órganos centrales de represión. No debía manifestarse el antagonismo con las masas de la población hasta que no se tuviesen firmemente en mano los medios
para reprimirlas. Por lo consiguiente, había que contemporizar durante algún tiempo con las tendencias políticas populares. Entre éstas la más importante, la reforma agraria comenzada un cuarto de siglo antes, no debía ser combatida. De esta manera, se promulgaron decretos de reforma en toda la región.
En Rumania la reforma agraria afectó una extensión equivalente a 1/3 de 'la afectada por la reforma que siguió a la primera
guerra mundial y aproximadamente 900 mil familias campesinas recibieron esa tierra; el decreto de 1945 fijó el límite máximo de las
propiedades en 50 hectáreas. En Bulgaria, ya un país de pequeñas
propiedades, solamente un 3% de la tierra pudo ser afectada por
la distribución. En Checoeslovaquia la reforma agraria apuntaba simultáneamente al fortalecimiento del nacionalismo, pues los primeros 2.6 millones de hectáreas distribuidas fueron confiscadas a propietarios alemanes y húngaros; luego, en 1947-48, 900 mil hectáreas
adicionales se tomaron de los excedentes, por encima de 50 hectáreas, de tierras pertenecientes a granjeros checos y eslovacos. En Polonia, aproximadamente el 10% de la tierra arable fue redistribuida,
tomándosela de los excedentes de las granjas mayores de 50 hectáreas .
En Hungría la reforma agraria fue el comienzo de un cambio
revolucionario: la rápida ejecución del decreto de reforma del 5 de
marzo de 1945 destruyó los grandes latifundios y alteró radicalmente la estructura agraria (Ver la tabla que aparece a continuación).
Bajo la ley todas las propiedades que excedían las 57 hectáreas fueron confiscadas y redistribuidas, mientras que las que pasaban de
570 hectáreas fueron expropiadas en su totalidad.
Estructura de la propiedad en Hungría antes y después
de la reforma de post-guerra.
1946
1935
Categoría
(acres según catastro).
Porcentaje
de terratenientes
1-10
10-50
50-200
200-3.000
sobre 3.000
85.0
13.3
1.2
0.4
0.1
Porcentaje Porcentaje
de
( de terratesuperficie
nientes
19.3
26.1
11.5
21.0
22.1
86.9
12.9
1.0
0.2
0.0
Porcentaje
de
superficie
39.0
32.0
12.5
12.4
3.2
Considerando el carácter semi-feudal de la estructura agraria
húngara anterior a la guerra, el 34.6% del total de tierra arable
fue redistribuida, y esto afectó a cerca de la mitad de los 9 millones
que componen la población total del país. La arrolladora reforma
tuvo un carácter revolucionario en este país y el entusiasmo general
de las masas campesinas llevándola a cabo aldea por aldea a través
de sus propias comisiones locales por ellas elegidas no era buen presagio para los designios que escondía el programa comunista de
"construcción del socialismo". Aún granjas modelos fueron afectadas en Hungría y el dirigente comunista- Rakosi se apresuraba a declarar: "No queremos kolkhozes, sino pequeñas granjas fuertes y
prósperas".
Através de la Europa oriental los comunistas soportaban aparecer como sostenedores del principio de propiedad privada, ' como
lo demostraba su apoyo a las reformas agrarias. Lo poco que se
sabía acerca de las drásticas medidas tomadas contra los campesinos rusos en el movimiento de 1928 a 1932 para forzarlos a colectiborrarse tenía que ser disimulado. Aún más difícil, era necesario
borrar el recuerdo del programa agrario proclamado por la efímera dictadura comunista de Bela Kun en Hungría. En 1919 los comunistas
húngaros decretaron la apropiación de la tierra por el Estado; como consecuencia, los campesinos sometieron a Budapest, la capital,
a un boicot regular y así contribuyeron grandemente a la caída del
régimen. Había que negar cualquier conexión con un pasado tan impopular y con el fin de poder trabajar sin perturbaciones en la infiltración del aparato estatal, los comunistas tenían que aparecer como fuerzas benévolas, inclinadas a cooperar con otros partidos en
la reconstrucción de los países devastados por la guerra.
De esta manera, el comunista búlgaro Antón Yugov declaró en
1944 que "este gobierno del cual yo soy un miembro y en cuyo nombre hablo, niega categóricamente que tenga ninguna intención de
establecer un régimen comunista en Bulgaria". O, como lo declaró
— 10 —
en 1946 el líder comunista húngaro Imre Nagy, la lucha no estaba
planteada entre "capitalismo y socialismo", sino entre "democracia
y reacción dentro del capitalismo". Mediante consignas en apoyo a
la propiedad privada, los partidos comunistas hicieron su campaña
en las primeras elecciones de la post-guerra; en Checoeslovaquia,
aún después de haber adquirido el control pleno, los comunistas presentaron al país una Constitución que garantizaba la propiedad privada.
SEGUNDA FASE:
LIQUIDACION DE LOS PARTIDOS CAMPESINOS
La actitud oportunista de los comunistas al respaldar las reformas agrarias y tratar aún de aparecer como sus instigadores, no
dio frutos. Los partidos campesinos tenían un historial de un cuarto
de siglo de lucha en pro de la distribución de la tierra. Fue bajo sus
banderas que se ejecutaron las reformas agrarias después de la primera guerra mundial, y fueron ellos quienes incitaban las demandas
para mayores progresos durante el período entre las dos guerras.
En Hungría donde se celebraron elecciones libres después de la reforma agraria,
en 1945, los comunistas no fueron capaces de obtener más del 17% de los votos a pesar de su democrático y patriótico programa y pese a que controlaban
los servicios del ejército rojo de ocupación. El Partido de los Pequeños Propietarios por sí solo, totalizó el 58% de los
votos. Tal fue la respuesta de las masas
campesinas en su mayoría. Era una indiración de que los comunistas se encontraban frente a un duro problema: adquirir
el control total sin el concurso de los nativos. Las organizaciones políticas del campesinado les obstruían el camino y era
necesario destruirlas. El ataque contra los partidos campesinos comenzó en Bulgaria donde el doctor Dimitrov, el líder del grupa "Pladne", fue obligado a renunciar y abandonó el país. Su sucesor inmediato Petkov fue echado y más tarde ejecutado, mientras se reducía a prisión a los mejores cuadros del partido campesino. En Rumania, Maniu, jefe del partido campesino fue arrestado en 1947 y
subsiguientemente murió en la prisión. En Polonia. Mikolajezyk fue
— 11 —
obligado a huir de nuevo como lo había hecho del agresor alemán
8 años antes. En Hungría, el Premier Ferenc Nagy fue expulsado en 1947 con un grupo de líderes campesinos, mientras a otros
se les encarceló o se les sometió a incesantes ataques.
Si su encarcelamiento no podía obtenerse por medios legales, el
ejército ruso intervenía para efectuar el arresto, como en el caso del
líder campesino húngaro Bela Kovacs. De hecho cada paso en esta
ofensiva comunista contra los partidos campesinos implicaba una
amenaza del ejército soviético.
Paso a paso, una tras otra, fueron destruidas las organizaciones políticas del campesinado en la Europa oriental. Hubo diferencias en cuanto al tiempo de país a país, de acuerdo con el grado de
control obtenido por los comunistas sobre la maquinaria del Estado,
la policía y el ejército. En algunos, una mayor porción del poder lo
habían alcanzado los comunistas inicialmente mediante la presión
diplomática y militar de la Unión Soviética. Pero el procedimiento
usado fue el mismo en todos los Estados: primero, el apaciguamiento del campesinado mediante el apoyo ofrecido a la reforma agraria;
luego, el aplastamiento de los partidos campesinos con los cuales habían cooperado para las reformas y para la reconstrucción de las
economías destruidas por la guerra.
Los comunistas habían evitado cuidadosamente un ataque frontal contra cualquiera de los partidos campesinos como tales. El proceso había sido gradual afectando en un momento determinado sólo,
a un sector del partido al cual se denominaba "ala derecha" y sobre
el cual se concentraban los esfuerzos para aislarlo y destruirlo. Pero
tan pronto como esta operación se cumplía, surgía de nuevo un "ala
derecha" que había que liquidar, siguiendo un proceso que terminaba solamente cuando el partido desaparecía . Posteriormente, el dirigente comunista Rakosi denominó muy apropiadamente este método "la táctica del salchichón", jactándose de que los comunistas
habían acabado con la oposición cortándola en rebanadas. Después
de los partidos campesinos le llegó el turno a los socialistas. Con
éstos se usó de nuevo la fórmula empleada con los campesinos; las
"alas derechas" de los partidos social-demócratas fueron separadas
primero y luego, el resto fue absorbido. Para 1948-49,- los comunistas habían logrado destruir toda forma de vida política-organizada
en la Europa oriental, salvo la suya propia. Firmemente establecidos
en el poder, ya no necesitaron más disimular su programa para la
re-estructuración de los países de la zona media. La forzada regimentación de éstos podía comenzar.
— 12 —
TERCERA FASE :
EL NUEVO AMO SE IMPONE
La liquidación de los progresistas partidos campesinos y de los
social —demócratas en los centros urbanos, significó para los comunistas de la Europa oriental que la "batalla contra el capitalismo",
según el concepto leninista, había terminado. ¿ Cuál iba a ser la suerte de ese campesinado privado de sus organizaciones políticas ? Lenin
define esto en su "Dos tácticas para la democracia social", cuando
escribió que después de la victoria sobre el capitalismo "sería ridículo hablar .de unidad de miras del proletariado y del campesinado, y
de régimen democrático.. . Entonces tendremos que pensar como
socialistas en la dictadura del proletariado".
En cualquiera formulación ideológica de la política agraria de
los comunistas aparecida en la Europa oriental después de 1948, se
establece que su propósito es forzar a los campesinos dentro de un
sistema de granjas sobre las cuales el Estado ejerza un control directo. Una vez cancelado el período durante el cual la propiedad privada se presentaba como consigna de los partidos comunistas, se
declaraba que el suministro de alimento no debía depender de "la
buena voluntad de productores privados", según la expresión de un
comunista euroriental. Sin duda, como lo reconoció Stalin mismo
en 1928, el objetivo primordial de la colectivización era el aumento
de la porción de producción agrícola destinada al Estado
En los países cautivos de la Europa oriental sé lanzaron planes
para la construcción de vastos establecimientos industriales. En el
febril esfuerzo para erigir una desmesurada estructura industrial,
el Estado tenía que controlar el suministro de alimento a las ciudades así como el de materia prima para la industria. También se necesitaban los alimentos para la exportación y la consiguiente obtención de fondos para la expansión industrial. El productor campesino tenía que ser regimentado dentro de granjas colectivas si es
que el Estado aspiraba a extraerles productos agrícolas en cantidades suficientes para sus ambiciosos planes. Además, sólo un campesinado regimentado podía suministrar una fuerza de trabajo dirigida por la burocracia central, conforme a las necesidades de la
economía del Estado.
En el programa comunista existe, por lo tanto, una íntima conexión entre la edificación de un imperio industrial totalitario y la
política agraria. El campesino debe ser desarraigado de su propiedad
y empujado hacia un sistema de granja colectiva centralmente controlado. Sólo entonces será el Estado capaz de imponer la magnitud
de su participación en la producción y de regular ésta. Esto es,
sólo entonces el Estado podrá explotar al campesino hasta un grado antes imposible. Si alguien tiene que perecer de hambre, que pe— 13 —
rezca el campesino primero. Un campesinado independiente no sólo
significa un obstáculo para la edificación de la economía de tipo soviético, sino que también representa una posible oposición política.
El fundamento económico de tal oposición, o sea, las granjas de propiedad privada, tenía que ser destruido. Así las necesidades y fines de los comunistas requerían la liquidación del campesino independiente .
Como consecuencia de las reformas agrarias posteriores a las
dos guerras mundiales, la zona media había llegado a convertirse en
un mar de pequeñas propiedades agrarias. Puesto que los comunistas, por oportunismo, tuvieron que respaldar las reformas, contribuyeron a crear una situación en virtud de la cual se vieron luego
obligados a enfrentarse a una más amplia clase de propietarios territoriales. Ya no combatían a clases dirigentes y populares sino contra innumerables campesinos, cada cual apegado $ su pequeño lote
de tierra.
El ataque contra el campesinado comenzó en 1948-49 con el anuncio de que los países de Europa oriental controlados por los comúnistas iban a convertirse en "dictaduras del proletariado". "Una
dictadura significa. . . el empleo de la fuerza para suprimir a nuestros enemigos", escribió el teórico dirigente comunista Joseph Revai en 1949, y agregaba que en esta dictadura "el proletariado" no
puede compartir el poder con los campesinos ni con ninguna otra
clase. Contra ellos justamente se iba a usar la "fuerza".
Primeramente, el campesinado debía dividirse entre campesinos
pobres y medios, por un lado, y "kulaks" por el otro, de manera que
pudiera tratárseles según la táctica del "salchichón", rebanada a rebanada. Así, el aparato de propaganda comunista comenzó con
amargos ataques contra el "kulak" lo que en la terminología comunistas se supone designa a un campesino rico. Pero los regímenes satélites dejaron prevalecer cierta vaguedad en cuanto al significado
del término desde el punto de vista económico, esto es, cuál era
exactamente la extensión de tierra que hacía que un campesino fuera un "kulak". El tamaño de la propiedad no era el factor determinante y el término "kulak" podía aplicarse a casi cualquier campesino que obstruyera la política agraria comunista. Una lucha de
clases artificial se trasladó al campo através de las células comunistas en el aparato local, estimulada por los frenéticos ataques de
la propagenda comunista contra el "enemigo" en los poblados. Tenía
que hacerse creer a los campesinos que ellos estaban divididos en
dos grupos antagónicos, que el movimiento para liquidar a los "kulaks"
tenía por objeto favorecer a los sectores más pobres del campesinado. Esta propaganda tenía realmente que gritarse, pues tal diferenciación social no existía de hecho entre los campesinos eurorientales El movimiento "por la liquidación de los kulaks" fue la primera
medida contra el campesinado en su conjunto. Asumió un tono anticampesino venenoso. En este ataque general, la propaganda anti— 14 —
;
kulak servía solamente como una pantalla ideológica, y el líder comunista búlgaro Vulko Chervenkov llegó tan lejos como a admitir
abiertamente que la campaña contra los "kulaks" perseguía la eliminación del "sentido de propiedad privada" en los campesinos. El
clamor tradicional de éstos con respecto a la tierra, iba a ser suprimido .
Simultáneamente con los ataques contra los "kulaks", la maquinaria de propaganda comunista se valió de los seguros para el asalto de propiedades privadas en una campaña de colectivización. El
antiguo terrateniente había desaparecido y ahora el Estado comunista ocupaba su lugar. El campesino debía ser obligado a entregar
su tierra, de manera que los grandes fundos de los cuales se había liberado hacía poco pudieran reconstruirse, convirtiéndose él en
un siervo del Estado.
Varias formas de granjas colectivas fueron presentadas por
los regímenes comunistas con el fin de inducir al campesinado a
la servidumbre. Aún los términos usados para describir las granjas colectivas, se calculaban algunas veces como para disimular el
propósito final de colectivización. En Bulgaria, el nombre de las
granjas colectivas —sadrugi— era un calculado esfuerzo para establecer artificialmente un vínculo con una ancestral tradición comunal. Las tradiciones y pasadas tendencias de los campesinos hacia las cooperativas libres se utilizaban también, y la granja colectiva se presentaba como una realización de aquélla. Así el falso título de "Cooperativas de productores agrícolas" se usa en Polonia para
describir las granjas colectivas comunistas. En total, cuatro tipos
más o menos avanzados de granja colectiva fueron impuestos al campesinado de Europa oriental. Tales eran:
Tipo I.—Labranza conjunta de la tierra, pero retención del título de la propiedad que se aporta, así como de los animales de trabajo, equipo de la granja y cosechas.
Tipo II. Labranza conjunta de la tierra con retención del tí
tulo sobre la propiedad, animales de trabajo y el equipo. Los linderos quedan borrados en el arado general y los lotes se agrupan en
"compuestos" agrícolas. La renta se recibe con base en tierra, ganado y el equipo aportado.
Tipo III.—Labranza conjunta de la tierra y cuido conjunto del
-ganado. Los medios básicos de producción se adquieren mediante
la cooperativa. La renta todavía se reconoce, pero se limita entre el
10 y el 2% del rendimiento total de la granja. El resto del beneficio de distribuye de acuerdo con el trabajo rendido.
Tipo IV.—La tierra y los medios de producción son propiedad
— 15 —
común. La renta de la tierra queda abolida como "beneficio no ganado", y a cada miembro se paga conforme a unidades de trabajo.
El tipo IV era el verdadero kolkhoz tipo soviético. Los primeros tres tipos servían como transición hacia el kolkohz y como un
medio para facilitar su aceptación por el campesino. Una vez que
los campesinos adherían a ellos, la forma de la granja colectiva
podían ir cambiándose gradualmente. Bulgaria tenía solamente un
tipo de granja colectiva, el más estricto, mientras Hungría y Rumania tenían tres y Polonia y Checoeslovaquia cuatro.
Además de las colectivas, se establecieron granjas del Estado en
toda la región de los satélites. En el origen fueron tierras confiscadas de antiguos propietarios alemanes, como en Polonia y Checoeslovaquia; o bien, tierras de la Corona, como en Rumania, que
constituían reservas de las cuales podía disponer el Estado. Sin embargo, en el curso de la campaña para liquidar a los kulaks la propiedad del Estado creció considerablemente; lo que se quitó a los
campesinos se sumó a las ya más altas formas existentes de "agricultura socialista".
La aplicación de la fuerza, acción policíaca, sevicia, encarcela^
mientos y aún ocasionalmente, ejecuciones de kulaks "terroristas",
se cuentan entre los métodos de colectivización empleados por lo»
regímenes comunistas de la Europa oriental. En el período entre
1949 y 1953, la radio y los periódicos de los satélites reportaban diariamente las sentencias dictadas contra los campesinos que no se sometían a los deseos del régimen. El número de los sentenciados en
cada uno de los países cautivos monta a decenas de millares. Los
campesinos eran condenados a largos períodos de cárcel y a fuertes
multas por delitos como: matar un puerco sin permiso de las autoridades competentes; no almacenar la cosecha cuidadosamente; no
arar la tierra en el debido tiempo ni con suficiente profundidad; no
limpiar los senderos, y sobre todo, no cumplir plenamente con la«
entregas debidas al Estado. En Hungría, la sentencia de muerte
fue introducida aún por trillar "ilegalmente".
Pero, cualesquiera que fuesen
los amañados cargos, los condenar
dos eran culpables de un solo crimen : no querían unirse a las granjas colectivas. Los nuevos fondos
de propiedad del Estado se incrementaron añadiéndoles las posesiones expropiadas a los campesinos
condenados. Y como las sentencias a menudo incluían la deportación del campesino condenado después del término de encarcelamiento,
se le podía luego dirigir hacia el sector industrial donde se necesitaba mano de obra, lo que era en realidad doblemente favorable para el
— 16 —
Estado. La amplia publicidad dada a las sentencias contra los campesinos demostraba que los encarcelados se usaban como un ejemplo
para atemorizar y mantener en cintura a las masas campesinas.
En verdad, los cargos lanzados contra los millares que fueron sentenciados, no podían aplicarse a casi ninguno de ellos. Así, todos se
podían sentir personalmente amenazados a menos que se acogieran
a la seguridad que les ofrecía la granja colectiva.
Pero los comunistas en los países- satélites no contaban con un
verdadero apoyo de masas y por lo consiguiente, no estaban en capacidad de lanzar un ataque total contra el campesinado, semejante
a la campafía realmente militar que Stalin desarrolló contra los campesinos rusos y en el curso de la cual entre 3 y 6 millones de campesinos fueron aniquilados por hambre. Un fanatismo comunista comparable al de Rusia al final de la década de los 20, no existía en las
filas de los partidos comunistas de los satélites. Los miembros de
ias organizaciones comunistas en las comarcas rurales debían ser
constantemente removidos; no podía confiarse en éllos. La prensa
comunistas los acusaba repetidamente de solidaridad con los kulaks,
o simplemente, de que no se mostraban suficientemente "efectivos"
en la ejecución de la política agraria comunista. Por eso, aún al comienzo ya de la campaña de colectivización en los países cautivos
de la Europa oriental, se hizo evidente que sólo se podía intentar
una estrangulación gradual del agricultor independiente. Desde el
punto de vista político, ninguno de los satélites podía permitirse seguir el ejemplo de Stalin y exterminar masas de campesinos independientes en obsequio de una rápida colectivización. La guerra contra
el "campesino tenía por lo tanto que librarse primordialmente con
armas económicas.
Se introdujo un sistema de entrega forzada de cosechas con dos
propósitos, el menos importante de los cuales era el aseguramiento
de los suministros; el primordial, era' su empleo como un arma en
favor de la colectivización. Los prospectos de las entregas establecían pesada discriminación contra el campesino independiente. No
sólo favorecían a la granja colectiva en contra del campesinado independiente en su conjunto, sino que también se usaban para fomentar divisiones entre los campesinos mediante discriminaciones excesivas en contra de los sujetos medios y ricos. En Checoeslovaquia
por ejemplo, en 1953, las entregas de grano al Estado por hectárea, eran 3 veces más crecidas para las granjas de 5 hectáreas que
para las de 2. En Rumania el mismo año, la discriminación de que
era víctima el pequeño campesino fue aún más severa; un campesino rumano que poseyera 4 hectáreas tenía que suministrar al Estado, por hectárea, tres veces y media tanto grano como su vecino
que poseyese 2 hectáreas.
Pero, un aspecto más importante de estas cuotas forzosas radicaba en el hecho de que era casi imposible satisfacer la demanda
local. Esas cuotas se fijaban a un nivel tan alto, —en numerosos
— 17 —
casos por encima de la capacidad de producción del campesino— qu«
su sometimiento a trabajo forzado no daba lugar a dudas. La finalidad de este procedimiento era reducir al campesino al status de
simple tenedor de la tierra, siempre a merced del Estado aún cuando tuviese nominalmente el título de la propiedad. El Estado podía
decidir cuando debían aplicarse penas por entregas inferiores a las
cuotas. El campesino se mantenía desesperadamente adeudado con
el Estado y podía ser expropiado legalmente cuando ello conviniese
al régimen.
El control de las instituciones de crédito fue otra arma que el
régimen usó posteriormente para alcanzar los objetivos de su política agraria. De los créditos destinados a la agricultura, las granjas colectivas recibían una parte desproporcionada. El campesino independiente casi no tenía posibilidad alguna de invertir un crédit©
similar para fomentar la fertilidad de su tierra, o bien para adquirir
implementos. Como consecuencia, la productividad de su fondo tendía a declinar y esto mismo, a su vez, hacía más difícil aún resistir a la presión del Estado por razón de las entregas. Si quería escapar de esta carga... la granja colectiva estaba allí para recibirlo.
Bajo tales condiciones, la marcha gradual de la colectivización
en los satélites demuestra la general desgana del campesinado a convertirse en una brigada de labradores. No se le podía engañar fácilmente con las ventajas de las más suaves formas de la granja colectiva que los regímenes comunistas consideraban de aceptación menos difícil. Las tradiciones de esos campesinos con respecto a propiedad privada de la tierra y el contacto que habían tenido en ciertas regiones con las cooperativas campesinas libres, o su apego emocional a lo que consideraban como fruto de su victoria sobre los
terratenientes, como en el caso de Hungría, los inclinaba tozudamente a mantenerse como dueños de sí mismo.
LOS PLANES COMUNISTAS
En su concentrado esfuerzo para construir una maquinaria industrial semi-militar, los líderes de los países satélites tuvieron tendencia a descuidar el sector agrícola de la economía. Eran años de
aguda tensión internacional; la Unión Soviética estaba en posición
agresiva y los satélites construían febrilmente su parte de la industria bélica integrada por el Soviet. Todos los medios disponibles debían movilizarse para poner en práctica los planes de rápido crecimiento industrial y con prioridad para la industria pesada. Las
fuentes de inversiones tenían que exprimirse hasta la última gota.
— 18 —
En tales condiciones, la agricultura se convirtió en la cenicienta
dentro de la estructura general de los planes económicos de la Europa oriental. El porcentaje de la renta nacional invertido en la
agricultura es prueba de este abandono. Las cifras verían de un mínimo de 6% de la renta nacional en Bulgaria durante los años 194748 a 7% en Checoeslovaquia durante el mismo período, 9% en Hungría para 1947-49, el mismo porcentaje en Rumania para 1949, y
finalmente, 13% en Polonia para el período 1947-49. Los niveles comparativamente bajos de las apropiaciones destinadas á las necesidades de la agricultura son tanto más notables cuanto que los países
de la Europa oriental, con la excepción de Checoeslovaquia, eran todavía primordialmente agrícolas.
Las metas fijadas para mejoras en la agricultura durante los
cinco años del plan, prueban que esos regímenes, de hecho proyectaban la discrepancia entre la producción agrícola y la industrial; o,
en otras palabras, la expansión de la industria a expensas de la agricultura. Bulgaria, por ejemplo, planeaba aumentar la producción de
bienes de consumo en 226% durante los cinco años del período comprendido entre 1948 y 1953, tomando como base el año precedente
de 1947. Para el mismo período un aumento del 37% justo fue la
meta fijada para la agricultura. Aún más ambiciosa, Hungría planeaba aumentar su producción de bienes de consumo en un 280% entre 1950 y 1954, mientras que el incremento de la producción agrícola fue fijado solamente en un 57% para el mismo período. La desproporción entre las metas señaladas a la producción industrial y a
la agrícola, no era sustancialmente diferente entre los otros países
de la región. Hasta la industrial Checoeslovaquia proyectaba duplicar su producción industrial para 1953 con relación a 1948, y aumentar solamente en un tercio su producción agrícola para el mismo
período. .
Un importante resultado de este abandono general de la agricultura en las economías de los satélites, se hizo evidente con la
incapacidad de suplir a las granjas colectivas suficiente maquinaria
agrícola. Uno de los argumentos comunistas en favor de la colectivización, es que la moderna maquinaria agrícola puede usarse más
provechosamente en explotaciones colectivizadas y en gran escala.
Teóricamente, la colectivización y la mecanización deberían seguir
un curso paralelo. En realidad, entre 1951 y 1953, la tierra colectivizada en Hungría aumentó en un 218% mientras que el número de
tractores para el mismo período sólo presentó un aumento del
40.7%. En Rumania, en esos mismos dos años se vio un aumento
del 144% de las tierras colectivizadas contra un aumento del 32%
en el número de los tractores, mientras que en Polonia menos del
10% de las granjas estaban mecanizadas para 1954.
También faltaba un personal técnico capacitado para respaldar
la colectivización en gran escala. Los informes de la prensa acerca
de organización desordenada e ineficiente en las granjas colectivas,
— 19 —
COLECTIVIZACION
FORZADA
CHECOESLOVAQUIA
De los 10.3 millones de hectáreas de tierra arable de
Checoeslovaquia, había un
9% bajo propiedad del Estado (sovkhoz) y 35% bajo
control del Estado (kolkhoz)
para el i"? de Enero de 1954
ALEMANIA ORIENTAL
1
La llamada "República Democrática Alemana" tiene 5.2 millones
de hectáreas de tierra arable. Para el 1? de Enero de 1954, el 5%
eran granjas o haciendas del Estado, 13% cooperativas controla-'
das por el Estado y 12% empreRHs, "localmente administradas".i
POLONIA
27.6 millones de hectáreas de
tierra arable de Polonia estaban en un 7% colectivizadas
en kolkhozes, mientras un 129?
adicional fue expropiado por e'
Estado, para Enero l<? de 1954.
EN L O S
PAISES
HUNGRIA
Para Enero 1? de 1954, 5.8 millones de
hectáreas de tierra arable de Hungría
fueron "socializados" en un 32% de "lo
cual el 12.5% consistía de granjas o
haciendas del Estado mientras el 19.5%
estaba administrado por kolkhozes controlados por el Estado.
RUMANIA
De los 19>. 9 millones de hectáreas de tierra arable del pais,
10.7% estaba bajo la administración de cooperativas con-'
troladas por el Estado y 14%
bajo la dipecta propiedad del
Estado comunista.
»
CAUTIVOS
m
BULGARIA
Bulgaria tiene solamente 7.9 millortes
de tierra arable. 60.5% de este territorio,fue "socializado" en Enero 1? de
1954. De estas tierras el 2.5% pertenecía al Estado en pi-opiedad.
ALBANIA
El más pequeño de los países cautivos tiene solamente 2.16 millones de hectáreas
de tierra arable, y se ha "quedado atrás",
en la colectivización. 7.1% de kolkhozes
y 5.7% de sovkhozes fue el resultado obtenido para Enero 1? de 1954.-
se hacían cada vez más frecuentes. El mejor personal técnico y administrativo se dirigía hacia la industria pesada a la cual se había
acordado toda la prioridad, o bien, se le dedicaba a entendérselas con
el tremendo papeleo requerido por la burocracia del Estado comunista .
No obstante, cualquier cosa que hubiera disponible para la agricultura dentro de la estructura económica del Estado, se invertía en
las explotaciones colectivas, para fortalecerlas. Había que hacerlas
atractivas y por lo tanto más fácilmente aceptables para el campesino independiente. El consentimiento de éste no podía obtenerse por
la fuerza simplemente, so pena de hambre y posiblemente de guerra
civil. Así, créditos para la adquisición de semillas, forraje y fertilizantes, para las construcciones de nuevos edificios o para satisfacer otras necesidades, se vertían en el sector socialista. Igualmente, la gran mayoría de la maquinaria agrícola .pertenecía al Estado
y operaba para beneficio de las granjas colectivas y del Estado. En
Polonia, por ejemplo, el 98% de todos los tractores que se hallaban
en el campo en 1951, pertenecían al sector socialista de la economía,
que solamente abarcaba el 3.5% de la tierra arable. En Bulgaria
igualmente en 1948, ios kolkhozes comprendían solamente un 8% de
la tierra y ya tenían a su disposición el 81% de todos los tractores
en operación. Supremas entre todas las ventajan de que gozaban las
granjas colectivas, eran sin embargo las que se relacionaban con los
impuestos y con las cuotas de entrega, pues estus estaban calculados esencialmente para establecer una discriminación en contra de
los campesinos.
Pero, si para mantener su posición privilegiada las granjas colectivas se trababan las inversiones, también daban menor rendimiento puesto que sus cuotas se fijaban en escala oaja. Esto redujo
su utilidad para el Estado (El valor económico de la granja colectiva para el Estado no consiste en la posibilidad de extraer de ella
mayores suministros?).
En Hungría, por ejemplo, los fondos comunistas suplían el mercado con cerca de un 10% menos, como promedio, de lo que lo hacían las antiguas prepiedades de 200 acres y más antes de la guerra. Desde un punto de vista diferente, en 1949 el "sector socialista" de la agricultura húngara comprendía el 4.6% del total de
la tierra arable del país; mientras producía el 1.5% del total de la
cosecha de cereales, solamente aportaba el 1.2% del total de las
entregas de granos recibida por el Estado. El mismo año,- las granjas "kulaks" se estimaban por el régimen húngaro extendidas sobre
el 17% de la tierra arable; producían el 16.3% de la cosecha de
granos, mientras que su porción en las entregas totales era del
23.5%.
El establecimiento de granjas colectivas en tierras aprovechables
de propiedad privada de los campesinos, se convirtió en un objetivo
primordial en la campaña de colectivización. Granjas de tamaño me— 22 —
dio, propiedades campesinas por encima de 5 hectáreas, eran las más
aptas para la producción de suministros para el mercado. La inclusión de éstas dentro de las estructuras colectivas, pareció como
más ventajosa que la de los minifundios, cuya producción apenas
alcanzaba para cubrir las necesidades de la familia del dueño. Las
granjas de tamaño medio constituían una importante categoría; su
proporción en el área de los satélites variaba de país a país entre
un tercio y una mitad del total de las propiedades campesinas. El
área que cubrían oscilaba entre la mitad y las tres cuartas partes
de la tierra arable. Eran la espina dorsal de esos países en cuanto
a producción concierne y, por ello, los comunistas querían tomarlas
bajo su control con mayor empeño.
Con el fin de lograr este propósito, los regímenes establecieron
una discriminación contra los dueños de ese tipo de propiedades mucho más dura que la empleada contra el pequeño agricultor. Pero
el propietario medio era precisamente el que podía resistir mejor
la presión económica, mientras que el dueño del minifundio resultó
mucho más vulnerable a dicha presión. La discriminación contra el
primero —negativa del crédito, de equipo mecánico, etc., y la imposición de las más altas cuotas— todo tendía a destruir su vitalidad. Como consecuencia, su producción declinó. En conclusión, se
produjo la siguiente situación: mientras el propietario de la granja
mediana ofreció resistencia al kolkhoz, las medidas tomadas contra
él acarreaban disminución en su productividad. Es cierto que las
entregas forzosas de productos agrícolas de las granjas medias excedían a la de las colectivizadas; pero, cada año la parte del campesino independiente en la producción total declinaba como consecuencia de la acción del Estado sobre su tierra. Una vez el campesino
independiente incluido en las granjas colectivas, se beneficiaba de los
privilegios acordados a éstas, los cuales incluían menores entregas
al Estado. Así, las granjas colectivas no compensaban el empobrecimiento del agricultor independiente con aumento de sus propias
cuotas.
Este fue y continúa siendo el gran problema resultante del sistema de esta colectivización a pedazos. Si los regímenes de los países satélites hubieran dispuesto de la fuerza suficiente para imponer la colectivización en un corto período de tiempo, este punto oscuro no se hubiera presentado. Si el campesinado entero se hubiera
incluido de una buena vez en el sector socialista, no hubiera habido
necesidad de recurrir a tácticas discriminatorias contra ningún grupo particular de campesinos y todos hubieran podido ser igualmente
explotados. Pero puesto que tienen que recurrir a una estrangulación gradual de los independientes de manera que no se suscite un
antagonismo general, los comunistas se embarcaron en una aventura que ya no puede valerse de la experiencia de la Unión Soviética. En esta aventura, los líderes satélites están actuando por su
cuenta.
— 23 —
Y LOS RESULTADOS
A medida que crecía el hostigamiento de los campesinos, la producción agrícola descendía muy por debajo de las metas fijadas por
los líderes comunistas. Los niveles de la producción agrícola de la
pre-guerra no pudieron mantenerse. De acuerdo con las cifras —
muy conservadoras por cierto— de la FAO ("Organismo de las Naciones Unidas), la producción agrícola básica en la Europa oriental
(incluyendo Yogoeslevia) bajó de 62 .millones de toneladas métricas,
promedio en los años 1934-1938, alcanzando 52.6 millones de toneladas en 1950 y 57.3 millones de toneladas en 1951.
Pero el más grave indicio de la bancarrota agrícola vino de la
acentuada disminución del ganado. Yá que solamente una economía
con una productividad muy alta puede permitirse usar parte del
grano como forraje para aumentar la producción del ganado, esta
producción se . considera muy acertadamente como un índice de la
prosperidad y del bienestar agrícola. No solamente de ella se extraen productos alimenticios, como mantequilla, huevos y manteca pa-
ra la población urbana, sino también importantes materias primas,
tales como lanas para la industria textil, cuero para zapatos, estiércol para fertilizantes. Provee, además, animales de carga, bueyes
y caballos en una región donde los tractores y demás maquinaria
agrícola escasean. Antes de la guerra, los países de Europa oriental figuraban entre los 'mayores exportadores mundiales de ganado
y de productos animales.
Bajo los regímenes comunistas ni siquiera pudo conservarse
el ganado existente. En 1952 en Polonia, el número de cabezas de
ganado había descendido a las tres cuartas partes de las existentes
en 1938, mientras el régimen checoeslovaco declaraba orgullosamente que para 1952 había finalmente alcanzado el 98% del número
de cabezas que tenía 14 años antes. Pero aún así el Premier checoeslovaco Siroky tuvo qué agregar que: "...las cabezas de ganado
han aumentado en detrimento de su calidad y productividad". Pero
la mayor requisitoria, sin embargo, se produjo cuando el líder comunista Joseph Revai declaró en 1953 que la situación ganadera en
Hungría era "peor que en la Unión Soviética".
El deterioro de la producción agripóla debe contemplarse en
relación con el conjunto de la economía. Los regímenes comunistas
perseguían una despiadada política de industrialización forzada. Hicieron esto mediante el terror, enviando millares de personas a la
cárcel o a campos de trabajo forzado, y extrayendo capitales de la
diferencia de valor entre el trabajo que se hace en las factorías y
en la tierra por una parte, y las escuálidas compensaciones atribuidas a los obreros y campesinos, por la otra. Arrostraron desconfianza y odios, a causa de sus planes ejecutados a expensa del standard
de vida y de los sufrimientos de la población.
A pesar de todo, los planes industriales avanzaron; las industrias de los países satélites se expandían y aumentaron en dos y
tres veces con relación a los niveles de pre-guerra. La mano de
obra industrial, compuesta casi - exclusivamente de trabajadores reclutados entre los campesinos, creció entre 30 y 45% y tenía que
,ser alimentada. Las necesidades de la industria en cuanto a materias primas producidas por la agricultura, aumentaron proporcionalmente con el crecimiento de aquélla. El capital se podía obtener mediante la exportación de alimentos. Para satisfacer esas necesidades
los regímenes satélites alicaron una presión creciente sobre los campesinos . Pero los comunistas subestimaron al campesino a quien despreciaban .
— 25 —
LA RESPUESTA DEL CAMPESINO
¿Cuál habría de ser la respuesta del campesinado de la Europa
oriental? ¿Soportaría un indefinido hostigamiento? En el pasado ese
campesinado fue explotado por conquistadores extranjeros y pollas clases dirigentes de los respectivos países y sin embargo, sobrevivió. Su reacción ante la explotación hecha en beneficio de los planes soviéticos se ha amoldado a la línea tradicional que le ha permitido sobrevivir: resistencia pasiva.
Día a día un espíritu de no cooperación se difundió por el campo, a medida que la presión aumentaba. Y como no se usaban fuerzas masivas contra ellos, rara vez los campesinos recurrían a la violencia. La prensa comunista ocasionalmente informa de que en uno
u otro poblado el Secretario del partido comunista ha sido muerto
por los campesinos —los llamados terroristas "kulaks"—, señal de
que los excesos comunistas habían alcanzado un límite. El campesino
escondía sus productos, mataba el ganado para evidar las cuotas,
hacía trampas con las entregas forzosas. La prensa comunista se
veía sobrecargada con informaciones como...
elementos hostiles que, durante la campaña para la recolección de las cosechas y para el arado y siembras del otoño,
desarrollaron sus destructivas actividades, tratan ahora de
sabotear la cría y alimentación del ganado en los kolkhozes.
Millares de cabezas de ganado y ovejas han sido declaradas
inútiles y apartadas para al matadero.
O bien que en tal o cual pueblo "durante la compra de granos
centenares de escondites de trigo y maíz han sido descubiertos".
En síntesis, el campesino luchaba por sus derechos y por sus intereses económicos mediante actos individuales y lo mejor que podía.
Pero estos actos, individuales tomados en conjunto demostraron ser
un formidable desafío a los planes comunistas.
Si el campesino se veía forzado a unirse a un kolkhoz, esto no
implicaba necesariamente que de la noche a la mañana se hubiera
propuesto servir a la prosperidad de su amo comunista. En mayo
de 1953, el teórico comunista Mod tuvo que reconocer la situación
de la agricultura en los términos siguientes:
El productor que acostumbraba producir para el mercado, produce mucho menos hoy y al mismo tiempo consume
mucho más y lleva al mercado mucho menos que en el pasado.
En cuanto a la situación después de que el campesino independiente se unió al kolkhoz, el mismo artículo continúa:
— 26 —
Nuestras grandes granjas socialistas, parcialmente polla misma razón y parcialmente a causa de los todavía existentes desórdenes infantiles (dirección inadecuada, relajamiento de la disciplina de trabajo) son por ahora incapaces
de sacarnos de la escasez.
La situación constante de tensión entre el campesinado y el Estado, ha revelado también el hecho de que los campesinos rehusaron
dejarse dividir en grupos antagónicos opuestos los unos a los otros.
Es más fácil controlar la población urbana, concentrada como está en las ciudades sin bastarse a sí' misma económicamente, que mantener en un puño al campesinado disperso por todo el país.. Esta es
una de las razones por las cuales los comunistas se proponen desarraigar a los campesinos y convertirlos en brigadas de labradores
que trabajan en grandes "fábricas de granos". Sin embargo, los regímenes satélites aún no han logrado cambiar la configuración básica de la sociedad rural. Cientos de miles fueron canalizados hacia
la industria, pero los que permanecieron en el campo se mantienen
apegados a\sus antiguas costumbres. Estas costumbres son un obstáculo en el camino que siguen los comunistas para integrar el campesinado dentro de la maquinaria industrial del Estado. Pero esta
tendencia actual hacia el "conservatismo" es una forma de defensa
de sus propios intereses por parte del campesino de Europa oriental. El campesinado quiere cambios para su provecho, tales como
mejores métodos de "ultivo, adecuada maquinaria moderna, cooperativas libres de prc:..actores y consumidores, Cultivos intensivos de
huertos y jardines, en ciertas regiones, antes que producción de
granos.
Los proyectos de mejoras y reformas maduraban en la conciencia del campesinado de la zona media aún en lugares donde nunca
se pensó en aplicarlos en el pasado. En Hungría, por ejemplo, totodavía prevalecían las condiciones semi-feudales cuando entre los
campesinos se debatía ampliamente el éxito de las cooperativas danesas. Precisamente a causa de estas nociones acerca de las reformas deseables, los campesinos de Europa oriental saben muy bien
dónde están sus intereses y no puede engañárseles fácilmente haciéndoles creer que los planes comunistas los benefician. Ellos toman esas proposiciones por lo que son: trucos para explotarlos mejor. Los comunistas destruyeron las organizaciones de los campesinos porque éstas eran un obstáculo en su camino. Tuvieron éxito
en la destrucción de la resistencia organizada. A la larga, sin embargo, la resistencia pasiva individual de millones de campesinos
puede significar algo mucho más peligroso que la insurrección
abierta.
Esta resistencia pasiva de los campesinos creó dificultades crecientes para la marcha de la maquinaria industrial del Estado. Los
esfuerzos de las burocracias comunistas para seguir tenazmente con
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sus ensayos económicos, necesitaban continuamente apoyarse en medidas más violentas. En el curso de 1952 y en la primavera de 1953,
el comunismo en los satélites revistió la forma más brutal. Se convirtió en una pesadilla: los jóvenes eran empujados en rebaños hacia las factorías y las minas y la escasez de mano de obra se lleriú
con gente de edad. Los trabajadores fueron llevados al límite de su
capacidad. Los campos de concentración rebosaban de gente condenada a trabajos forzados. Listas de "kulaks" se preparaban en
as localidades y los que figuraban en ellas esperaban día y noche
¿er arrastrados ante un "tribunal" y condenados por crímenes que
íio habían cometido.
En vez de producir más, el campesino producía aún menos y la
desproporción entre el crecimiento industrial y la producción agrícola no hacía más que agravarse. El standard de vida bajaba a un
aivel hasta entonces desconocido. La frenética carrera comunista
no podía continuar más tiempo, pues estaba agotando las capacidades de las burocracias comunistas hasta el límite último. La situación se acercaba a un punto de ruptura.
La incertidumbre momentánea que en la dirección comunista
produjo la repentina muerte de Stalin, fue la última complicación.
Una advertencia a los amos rojos se produjo en junio de 1953 cuando
os trabajadores de Alemania Oriental se sublevaron contra sus opresores. Si querían salvar algo, los líderes satélites tenían que abandonar por lo menos parcialmente la presión sobre las masas.
Finalmente, el 4 de julio el Premier comunista de Hungría Imre
Wagi anunció: "Debemos anotar y debemos declarar francamente
ante el país que los objetivos del plan quinquenal aumentado no están al alcance de nuestras fuerzas. La admisión del fracaso en la
realización del plan se voceó en toda la región satélite. Una población que no cooperaba y, más que todo, la resistencia pasiva del campesinado, rompieron los planes económicos comunistas.
Casi todo aquello que los líderes satélites habían sostenido durante cinco años o más de su dominación, tenía que ser revisado
ahora. La agricultura fue reconocida como el factor más importante
de la producción. La campaña contra los "kulaks" fue detenida en
seco. Según las palabras de un líder satélite "se usó demasiada
brutalidad, que no solamente ofendió el sentido de justicia del campesino sino que también ocasionó serio daño económico". La discriminación en contra del campesinado independiente tenía qiae ser
suspendida, pues "...los trabajadores campesinos, particularmente
el apreciable sector de los campesinos medios, no están todavía convencidos de los aciertos del programa socialista y pretenden continuar cultivando individualmente" según el periódico oficial comunista Szabad NEP. Hubo que hacer concesiones al campesinado como para obtener su cooperación. Así, se redujeron las cuotas de
productos, se aumentaron los precios fijados para los productos
— 28 —
agrícolas, las contribuciones de toda especie se disminuyeron, pagos
atrasados de diversas categorías fueron cancelados.
Pero la mayor concesión le fue ofrecida al campesinado húngaro cuando, en julio de 1953, el gobierno prometió a todos los campesinos que podían dejar las granjas colectivas si así lo deseaban.
La reacción ante este anuncio fue tal que una semana después la
disposición tuvo que ser corregida para aplicarla únicamente a aquéllos que habían sido miembros de kolkhozes durante 3 años por lo
menos. Una atmósfera casi revolucionaria invadió el campo; en
ciertos poblados, la policía local y el Secretario del partido comunista
tuvieron que huir. La forma modificada de la disposición no fue tomada en cuenta por los campesinos que abandonaron en masa legal
o ilegalmente las granjas colectivas produciendo casi un colapso a
todo el sistema. Según se informó más tarde en este corto período
en 1953, el número total de miembros de las granjas colectivas húngaras decreció de cerca de 500 mil a 263 mil, antes de que pudiera
detenerse efectivamente el movimiento.' Este abandono en masa de
las granjas colectivas es de lo más revelador pues los que se marchaban apenas podían readquirir parte de sus antiguos fundos. Mientras el número de miembros de las granjas colectivas bajó en un
41%, el total de la tierra colectivizada solamente se redujo a un
19% en el mismo período. Además, a los que abandonaron los fundos
se les pidió el pago de su parte en la deuda de la granja colectiva con
el Estado, lo que significó que el campesino perdió su participación en
los beneficios obtenidos. El hecho de que los campesinos aún así
preferían marcharse, sin un céntimo y coñ menos de la mitad de sus
antiguas propiedades, es una prueba reveladora de los sentimientos del campesino hacia el programa agrario comunista.
Después de ésta peligrosa experiencia húngara, los demás satélites tuvieron cuidado de no permitir la repetición de acontecimientos similares. Una disolución circunscrita a parte de los kolkhozes
en Checoeslovaquia y Polonia, ocurrió luego, mientras que Rumania
y Bulgaria no fueron tan lejos como para permitir la partida de los
campesinos, pero paralizaron la colectivización durante los 2 años
subsiguientes.
LOS COMUNISTAS EN APRIETOS
Las concesiones al campesinado no podían permanecer aisladas
del resto de la vida política y económica. De hecho, ellas desataron
una reacción en cadena que estremeció hasta sus cimientos a todo el sistema.
— 29 —
Para cumplir las promesas hechas al campesinado se necesitaba duplicar los recursos nacionales que antes se adjudicaban a la
agricultura. De esta manera, las inversiones en otros sectores de la
economía tenían que ser reducidas. También había que estimular mediante incentivos una producción más alta del campesino y ello en
la forma de productos que tuviesen interés en comprar. Por lo tanto,
las industrias de bienes de consumo tenían que ensancharse en detrimento de la industria pesada. El éxito de los bienes de consumo
como incentivo se mide, no obstante en términos de la satisfacción
humana que ellos procuran, y no en términos de millones de toneladas de acero o carbón que es lo que señala el éxito de la industria pesada. Los bienes de consumo tienen que complacer el gusto
de los consumidores, tienen que satisfacer sus deseos. Por lo consiguiente, la iniciativa pertenece al consumidor, pues su demanda es
lo que determina lo que debe ser producido y en qué cantidades.
Pero la política y la orgailización económica comunistas, autoritarias
como son, excluyen la posibilidad de tales iniciativas de las masas.
En consecuencia, hubo que iniciar una cautelosa descentralización de
ciertos poderes políticos y económicos para dar paso a dichas iniciativas .
Los líderes satélites comprendieron hacia dónde iban. Sabían
que las- concesiones a los campesinos posiblemente no darían el resultado de aguijonear a éstos para que produjeran, a menos que
las concesiones se acompañaran por una disminución de la tensión
interna en general. Simultáneamente con las concesiones al campesinado, los regímenes satélites de la Europa oriental dieron, pollo tanto, una serie de pasos para granjearse el favor de la población.
Se decretaron amnistías, la presión sobre los trabajadores industriales disminuyó, personas deportadas e internadas fueron puestas en libertad, se reconoció mayor libertad para críticas, y todas
estas innovaciones .tenían por objeto aminorar el antagonismo entre
la población y el régimen. Una de las medidas más importantes fue
la institución de frentes populares patrióticos, organizaciones de masas que aceptaban la participación y la dirección de no comunistas recientemente excarcelados. El objeto de esas medidas era tratar de establecer un vínculo entre la dirección comunista, completamente aislada, y las masas; también conseguir el apoyo de éstas
para los planes del régimen.
Estas medidas para suavizar la tensión demostraron más tarde,
sinembargo, ser armas de doble filo. Las concesiones al campesinado
no produjeron los resultados esperados en cuanto a aumento de la
población y en vez de ello originaron demandas de nuevas concesiones. Apesar de las reducciones en las cuotas de productos, los planes no se cumplieron en 1954 (En 1956, Checoeslovaquia y luego
Hungría tuvieron que comenzar a importar granos del Canadá para
combatir la escasez doméstica). En otros campos también, surgieron audaces reclamaciones en pro de la "liberalización". Los comu— 30 —
nistas tenían que vigilar constantemente estos "excesos", aún en sus
propias filas, con el fin de poder preservar la estructura política y
económica básica. La dirección en los satélites se conducía con una
debilidad engendrada y mantenida por una situación crítica en la
agricultura, por una inadecuada producción de bienes de consumo
y, más que todo, por la resistencia del pueblo que sabía distinguir
entre sus propios intereses y las aspiraciones soviéticas. Desde 1955
los regímenes han comenzado de nuevo la campaña de colectivización de la agricultura, un objetivo que no pueden abandonar si quieren llevar a cabo la regimentación de los países subyugados. Sinembargo, los incentivos para el campesino independiente tienen que
mantenerse hasta tanto la realización de los planes económicos comunistas dependan del nivel de productividades del campesino.
La misión de los agentes de Moscú en la zona media es la organización de los países satélites como parachoques de la Rusia soviética, de manera que ésta se halle provista de una zona de seguridad. Sin poderes dictatoriales esto sería imposible. Los poderes dictatoriales, á su vez, no podrían sobrevivir en estos países sin la transformación económica que por la fuerza somete a los campesinos,
quienes tienen intereses e inclinaciones propios. De ahí que la regimentación de los campesinos dentro de granjas colectivas sea una
meta que no puede abandonarse. En el logro de este propósito, los
comunistas han demostrado un total desprecio hacia la población,
apoyándose exclusivamente en los poderes del Gobierno, y así fracasaron. Sin un respaldo de las masas mayor del que actualmente
tienen, no podrán realizar esos planes en un futuro previsible. Para
ganarse ese respaldo, los comunistas están dispuestos a hacer concesiones a las masas, pero sin alterar lo básico de la estructura social, política y económica, y esto es imposible. Cuando decidieron
cambios en 1953-1955, los comunistas tenían el constante temor de
ser llevados "demasiado lejos".
El problema que todavía persiste es cómo combinar dos fines
inconciliables, a saber: ganarse el respaldo necesario para que su
programa no se paralice, sin permitir al mismo tiempo que las masas tomen la iniciativa y los despojen del poder. Los comunistas tienen que acomodarse al estrecho márgen entre la capitulación y el
fracaso.
UN MENSAJE
La lucha en la Europa oriental entre los comunistas y el pueblo no ha terminado aún; apenas ha comenzado. Las diques comunistas han llegado al poder con la ayuda de sus amos de Moscú y al
— 31 —
CRIANZA DE GANADO POR DECRETO
Aun los Comunistas admiten la incompetencia y los descuidos de la colectivización. La presente caricatura fue publicada en la Polish Spoldzielnia Produkcyjna (Varsovia, Octubre 14 de 1954).
hacer esto ellos "han podido evitar la guerra civil porque conta^
ban con la Unión Soviética", según lo reconoció abiertamente en
1949 el líder húngaro Joseph Revai. Los acontecimientos han demostrado que por falta del apoyo de los nacionales, han fracasado
en su misión de regimentar los países de la zona media. Están incapacitados apara lograr el apoyo necesario para sus fines, sin abandonar estos mismos fines. Las esperanzas que podían depositar
en una nueva generación que, desprovista de raíces, pudiera servirles obedientemente, se ve frustrada por el hecho de que son precisamente los jóvenes quienes más vigorosamente se les oponen. Los
elementos dinámicos y progresivos de la Europa oriental constituyen el mayor peligro para los opresores. Es oscuro sin duda el
futuro de éstos.
A medida que pasa el tiempo, las masas acumulan experiencia y perfeccionan los medios para contrarrestar la burocracia dei
Estado. Una de las- valiosas experiencias de los últimos tres años ha
sido la prueba de que los intereses de los campesinos y de los obreros se entrelazan. Ninguno de estos dos grupos de trabajadores
puede alcanzar sus fines a expensas del otro. En los satélites fue
la resistencia pasiva de los campesinos lo que, principalmente, condujo a los señores rojos a tomar decisiones de las cuales aún no se
han recuperado. Pero los trabajadores industriales fueron los primeros en beneficiarse de la situación.
En ninguno de los satélites de la Europa oriental existen sig— 32 —
nos de que los obreros puedan volverse contra los campesinos. ¿Cómo podría ser así en países cuyo proletariado industrial apenas acaba de abandonar las filas del campesinado? Ni siquiera se les puede
aislar el uno del otro, pues la forzada industrialización de los regímenes comunistas canaliza hacia la industria a centenares de miles de
campesinos. Parte de éstos campesino-obreros ha vuelto a la tierra.
Junto con los obreros de las estaciones de tractores establecidas en
el campo, aquellos constituyen un vínculo físico entre dos grandes
grupos de trabajadores.
Sin duda, un gran alianza de trabajadores y campesinos está
tomando forma en la Europa oriental, pero no en el sentido que
sugieren las consignas comunistas. Muy al contrario, es la alianza del pueblo trabajador contra el opresor común, el amo comunista.
La lucha puede continuar durante mucho tiempo en el futuro, pero ya constituye un mensaje para los obreros y campesinos
de todas partes. Ei mensajero no puede traducirse en palabras, pues
quienes viven detrás de la Cortina de Hierro no pueden hablar.
Consiste solamente de un signo... un dedo que apunta hacia sus
propias experiencias.
INDICE
Pág.
"La Zona Media"
El campesino de la Zona Media
Primera fase: la Reforma Agraria
Segunda fase: liquidación de los Partidos Campesinos
Tercera fase: el Nuevo Amo se impone
Los planes comunistas
.. .y los resultados
La respuesta del campesino
Los Comunistas en aprietos
¥n mensaje
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4
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29
31
L Centro Internacional de Sindicalistas Libres en Exilio, creado en París, Francia, en 1948, está integrado
por líderes sindicales exilados, pertenecientes al suprimido movimiento sindical libre de la Europa Centro-Oriental.
En estrecha cooperación con la Confederación Internacional de
Organizaciones Sindicales Libres, los sindicalistas exilados ayudan a millones de trabajadores esclavizados de Bulgaria, Checoeslovaquia, Estonia, Hungría, Latvia, Lituania, Polonia, Rumania y Yugoeslavia en su lucha contra la explotación soviética y la dictaaura comunista.
El movimiento sindical democrático de la Europa CentroOriental tiene una tradición de más de medio siglo de activa y
militante lucha tanto contra la opresión extranjera como contra los regímenes nacionales reaccionarios o totalitarios. Junto con otras democráticas fuerzas, el movimiento sindical libre
de la Europa Centro-Oriental ha estado siempre en la vanguardia de la lucha por la independencia nacional y por la democracia política, económica y social. Convencidos de los derechos
naturales de casi 100.000.000 de europeos centro-orientales,
para el disfrute de su independencia nacional y de sus derechos
cívicos democráticos, así como del justo fruto de su trabajo, los
sindicalistas libres están determinados a dirigir la lucha contra los invasores soviéticos y sus regímenes títeres comunistas,
hasta el logro de la victoria final.
La lucha de los trabajadores de la Europa Centro-Oriental,
amantes de la libertad, es parte integral de la lucha mundial
dirigida en todas partes por sindicalistas libres hacia un mañana mejor. Solidariamente unidos, ganaremos la batalla por
el PAN, la PAZ y la LIBERTAD.
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