1 Estudio de caso Pracam Manuel Martínez, director general del Programa Regional de Apoyo al Campesino (Pracam), elaboró en el año 2003 un programa a 5 años en el que establecía los objetivos, acciones, recursos y medidas de control. Este programa tenía como Misión: Mejorar la calidad de vida de campesinos pequeños propietarios, con base en el financiamiento a tasas preferenciales, la capacitación para la productividad y la asesoría para la creación de alianzas, al generar sinergias en pro de la reducción de riesgos y el aumento de ganancias. El objetivo de Manuel: Llegar a 25,500 pequeños propietarios de la región. El apoyo institucional a su programa fue muy bueno desde el principio; estaba considerado como un importante compromiso electoral del gobierno. Durante el primer semestre el Pracam marchó sin problemas. Manuel armó su equipo de trabajo, realizó las adquisiciones necesarias y estableció apoyos con las instituciones locales. Aplicó el presupuesto conforme estaba establecido: realizó los primeros cursos de capacitación para 150 campesinos e inició el otorgamiento de créditos. En el segundo semestre las cosas empezaron a cambiar. Un grupo de campesinos, liderados por miembros de partidos opositores al gobernante, presentó ante los medios de comunicación, un reclamo: el Pracam era sólo una herramienta política y se estaba obligando a los campesinos a comprometer su voto a favor del partido en el gobierno, a cambio de recibir el financiamiento del programa. Manuel los ignoró inicialmente, puesto que, pensaba, se trataba de “sólo un puñado” de campesinos, comparado con quienes estaban incorporados al Pracam. Además consideraba sus reclamos infundados. Sin embargo, sus superiores le recomendaron que atendiera el problema de inmediato; antes de que se convirtiera en una bola de nieve. Aconsejaron como solución: la asignación de recursos a ese grupo campesino. 2 Manuel acató la orden, pero lo hizo bajo protesta. Expresó a su jefe: “esto me saca del programa establecido y me complica todo, no es justo que por un grupito se vea afectada la mayoría”. Al terminar el primer año del programa, el balance fue positivo, había llegando a un 90% de sus metas de asignación de créditos e impartición de cursos. Además, la imagen de su programa ante las comunidades era razonablemente buena. Al arrancar el segundo año los problemas se acumularon. Debido a la solución dada al grupo opositor en el primer año, tres grupos de campesinos hicieron un plantón en la capital reclamando haber sido marginados del programa y acusaron de malos manejos al personal del Pracam. Sus quejas, no sólo eran de índole político, sino también acusaban a los funcionarios por desviación de recursos. Otro problema fue que el cultivo en el 35% de las tierras beneficiadas por el programa se perdió por sequía y otras causas naturales, lo cual superó el 25% considerado como margen de pérdida aceptada originalmente. El presupuesto para este segundo año de Pracam fue recortado en un 20%, debido a una decisión federal. Manuel buscó al secretario para pedirle ayuda. De no haberla obtenido no habría podido llegar ni al 50% de sus metas y el programa se habría vuelto una “bomba de tiempo”, porque al reducirse su alcance, se convertiría en un problema político, más que ser un servicio público. El secretario no podía hacer nada. Pronto dejaría el puesto para iniciar una campaña electoral, pero se comprometió a hablar con el Jefe del Ejecutivo para pedir que el nuevo secretario le diera seguimiento al programa. Manuel se encontraba en una disyuntiva: por un lado, los resultados del primer año fueron alentadores; sin embargo el futuro se veía incierto, sobretodo a mediano plazo. No encontraba cómo recuperar programa de las pérdidas de este segundo año, las cuales afectaban tanto lo financiero como lo político y, a final de cuentas: el beneficio a la comunidad. Además, el plan de 5 años superaba el periodo de la administración actual en el poder; el tercer año sería electoral, y los 2 últimos años del plan le corresponderían a la nueva administración.