Error táctico-militar el asalto al cuartel de Madera

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El Heraldo de Chihuahua, DOMINGO 22 de SEPTIEMBRE del 2002
Hablan viejos dirigentes
Error táctico-militar el asalto al cuartel de Madera
FROILAN MEZA RIVERA
No estaba previsto asaltar un cuartel. "Ese fue un error, porque desde el punto de vista táctico-militar, era una acción muy difícil,
dado que no había preparación suficiente, ni había logística, ni había armas", aseguró Alvaro Ríos, iniciador del movimiento
campesino que tuvo su punto más dramático en el intento por tomar el cuartel del Ejército en Ciudad Madera, el 23 de septiembre
del lejano 1965.
Más aún, la acción militar de los hombres que ofrecieron el pecho a las bayonetas en la toma del cuartel en Madera, no estaba
planeada, no formaba parte de la estrategia a largo plazo, ni era parte tampoco de ningún plan táctico en lo inmediato del
movimiento campesino. Alvaro Ríos y Salvador Gaytán, protagonistas y fundadores de la lucha agraria y del movimiento de
reivindicación y defensa de las comunidades de la Sierra de Chihuahua, se enteraron del golpe, y del sacrificio de sus compañeros,
cuando todo había sucedido. Cuando ya nada se podía hacer.
"A los dirigentes más viejos nos tomó por sorpresa el asalto, era algo que no estaba programado", dice Ríos. "A mí, que estuve en
estudios con ellos, me sorprende que a esas alturas había ya dos comandos fuertes, dos fuerzas armadas", revela a su vez
Gaytán. En entrevista con El Heraldo, ambos personajes, quienes coinciden no sólo en la edad -cuentan con 69 años cada uno-,
rememoran su participación y sus vivencias en un hecho histórico que los marcó para toda la vida.
Alvaro Ríos señala que Arturo Gamiz y Salomón Gaytán actuaron bajo la influencia de otras personas, que fueron quienes los
animaron a proseguir la ruta armada. "Se contactaron con una persona, un capitán del Ejército llamado Lorenzo Cárdenas Barajas,
quien les dio adiestramiento militar y los empezó a contactar en México".
El episodio epopéyico del asalto al cuartel de Madera, en la alborada de aquel 23 de septiembre de 1965, se puede ver con nuevos
ojos hoy, a 37 años de distancia en el tiempo, y a muchos años luz de experiencia política.
"Muchos se cuestionan por qué los muchachos tomaron la decisión de asaltar el cuartel", expresa Alvaro Ríos. Los "muchachos"
eran los estudiantes que se incorporaron al movimiento campesino de Madera, y de los cuales tal vez el más destacado y
representativo fue Arturo Gamiz García; eran también los maestros que formaron filas con los campesinos y que ayudaron a formar
una dirección colectiva del quehacer político-reinvindicativo, y si se puede señalar entre ellos una figura señera, ese es Pablo
Gómez.
Aunque siempre pretendieron marchar como un todo, en la práctica los caminos de los dirigentes campesinos y de la vanguardia
intelectual -maestros y estudiantes- tomaron diferentes rumbos, aunque se volvieran a juntar después de la masacre del cuartel.
En los años posteriores, líderes campesinos que no participaron en el asalto, como Salvador Gaytán, sí formaron parte de la
estructura del Comando Político-Militar Arturo Gamiz, brazo armado del movimiento campesino que se constituyó después del
fracasado golpe y de la represión que atrajo sobre ellos. Aunque se intentó sostener una lucha armada contra el Gobierno, la
postrer estructura armada no prendió como foco guerrillero, ni pretendió serlo, y se disolvió en medio de las contradicciones
inherentes a una masa campesina perseguida, asediada y a la que se le atacaba desde todos los ángulos.
LOS ORIGENES
La visión que muchos tienen acerca de que con el asalto al cuartel inició y terminó un movimiento, está equivocada por completo.
La lucha se puede rastrear hacia atrás en el pasado, hasta un personaje que se llamó Francisco Luján Adame, dirigente de sus
coterráneos, cuyo asesinato por parte de los guardias blancas de los caciques serranos indignó a los campesinos.
La lucha continuó en Dolores con Rosendo Gaytán, cuyo medio hermano fue Francisco Cázares, quien peleó al lado de Francisco
Villa, en la División del Norte.
Alvaro Ríos llegó a Madera en 1958, comisionado por la dirección de la Unión General de Obreros y Campesinos de México
(UGOCM) para apoyar las demandas de los diferentes grupos de campesinos, y para organizar aquí una Federación campesina
filial de su organización.
"Hicimos un estudio de la situación de la región, y detectamos que había un grave problema agrario, consistente en el derrumbe de
las comunidades campesinas tradicionales, a causa de la expansión de la empresa Bosques de Chihuahua, que acaparaba cerca
de un millón de hectáreas", informa Ríos.
Con la intención de obtener mayores beneficios con la "concesión" que le otorgó el gobierno de Miguel Alemán, desde 1952 y
extendida hasta el lejanísimo año 2000, Bosques de Chihuahua optó por negar y pasar por encima de los derechos de posesión de
muchos campesinos.
Los hombres de los poblados de la Sierra habían organizado su vida dentro de posesiones que pasaron de generación en
generación, pero que legalmente eran irregulares, y por lo mismo, blancos fáciles para empresarios con poder.
La defensa de sus tierras era su demanda más inmediata, y cada quien se defendía como podía, y si podía.
Eso fue lo que encontró la UGOCM.
Los dirigentes recién llegados empezaron a hacer recorridos y a escuchar a los diferentes núcleos, empezaron a organizar lo que
se llama Nuevos Centros de Población Ejidal, y metieron solicitudes de dotación de tierras al Departamento Agrario, y después al
Departamento de Asuntos Agrarios, antecesores de la Secretaría de la Reforma Agraria.
Las primeras acciones fueron: Un mitin y manifestación pública en Ciudad Madera, que servirían para dar confianza a los reprimidos
campesinos. En segundo lugar, se empezaron gestiones y recurrieron a todos los recursos legales para regularizar los ejidos. Y
pensaron recurrir a movilizaciones de masas de todo tipo, que impactaran cada vez más, para llegar a más sectores de la
población y conseguir solidaridad para el movimiento.
Ese fue el plan inicial, y las movilizaciones iniciales.
LA CARAVANA Y EL MEMORANDUM DE MADERA
Inspirados en la experiencia de los mineros de Nueva Rosita, Coahuila, quienes realizaron una marcha a la Ciudad de México, los
campesinos de la Sierra marcharon también a Chihuahua, a pie, e hicieron nueve días en el camino desde Madera. La intención
inicial era irse hasta México, pero el presidente Adolfo López Mateos vino a Chihuahua y aquí se entrevistó con ellos y, con
promesas que nunca cumplió, desactivó la marcha.
Al presidente de la República le fue entregado el memorándum de Madera, documento en el que se resumían las demandas del
movimiento.
Sin embargo, junto con la represión y el bloqueo a las demandas de los campesinos, el Gobierno empezó a conceder algunas
pocas demandas, y así fue como salieron favorables las dotaciones de tierras del Ejido Huichopa, casi totalmente ganadero, en
1963, con 83 mil hectáreas, así como Cuatro Vientos de Cebadilla, con 64 mil hectáreas, Conoachi, con 72 mil hectáreas,
Revolución, Libertad, Socorro Rivera... "Estos logros hablaban por sí mismos de que a nosotros nos asistía la razón legal, la razón
moral, y la razón histórica", expresa Ríos a este respecto.
ANTECEDENTE ARMADO Y ESTUDIANTES
El incidente del cuartel de Madera, con todo y que no fue planeado por el pleno de la dirigencia del movimiento, no fue tampoco un
suceso aislado que se explique por sí mismo: En un hecho en el que pocos han reparado, y que contradice la visión de muchos, la
dirigencia campesina recorrió el estado y trabó contacto con estudiantes y maestros, esto es, con la intelectualidad de izquierda, y
los cooptó para el movimiento campesino. No fue al revés, no fueron los intelectuales los que contactaron a los campesinos y los
empezaron a concientizar.
En 1961, Salvador Gaytán, recién salido de uno de sus muchos ingresos a las cárceles del estado, regresó a Madera y se echó la
responsabilidad de restablecer la red de escuelas primarias rurales de la zona, destruidas y convertidas muchas en caballerizas por
la Policía Judicial. A Madera estaba llegando un jovencito llamado Arturo Gamiz, quien de entrada inspiró a Salvador muy poca
confianza, pero que muy pronto se ganó al veterano luchador.
Arturo Gamiz no llegó a la Sierra por casualidad, ni por propia iniciativa siguiendo un simple impulso de su corazón: "Todo era parte
de un plan muy amplio", explicó Alvaro Ríos, quien participó en la elaboración de una estrategia que consistía en reforzar las
organizaciones de masas con cuadros de intelectuales revolucionarios.
El antecedente armado, previo a Madera 1965, fue un incidente en el Ejido Santa Rita, municipio de Temósachi, contra el cual se
dio la amenaza de que los ejidatarios iban a ser desalojados. La dirigencia de la UGOCM no podía dejar que sucediera ni un solo
desalojo, porque sentaría un precedente funesto para la causa, y eran acciones que el Gobierno podría empezar a generalizar en
todas las comunidades.
Así que se preparó en Madera un contingente de campesinos que se fueron a Santa Rita, pero que recibieron la orden de acudir
armados, para enfrentar lo que se presentara. Por fortuna, el enfrentamiento se pudo conjurar, y como se dice, el agua no llegó al
río.
Y llegó el 23 de septiembre de 1965.
Los luchadores que tomaron la decisión suprema de enfrentar desventajosamente con las armas a un destacamento del Ejército,
no estaban separados, no constituían una fracción escindida de la corriente principal de la organización, aunque sí tuvieron una
apreciación distinta a la de sus compañeros, y en un momento dado prefirieron actuar por cuenta propia.
Lo cierto es que las divergencias, las diferencias al interior del grupo dirigente, sí existieron, y tuvieron como fondo la diferente
formación política de los "muchachos" y de los "viejos": Estos últimos, los campesinos y quienes los dirigían, eran personas más
prácticas, que se formaron al calor de luchas por demandas concretas, tangibles, como la defensa de tierras que siempre
consideraron suyas, y quienes también tuvieron siempre intereses muy terrenales en su calidad de propietarios. Por otro lado, los
"muchachos", estudiantes en su mayoría, tenían consigo no sólo los ímpetus de la juventud, sino una formación ideológica de corte
socialista que implicaba una visión más amplia de la lucha, y con un espíritu más libre, sin ataduras a ninguna posesión material.
La entrega de los estudiantes es, por esas razones, más generosa, más pura.
Ese 23 de septiembre, el grupo integrado por 13 personas y comandados por Arturo Gamiz, Pablo Gómez y Salomón Gaytán,
intentó sorprender a los soldados de la guarnición. Al rayar el alba, irrumpieron a tiros.
El saldo fue de ocho guerrilleros muertos, cinco más que alcanzaron a escapar, seis militares caídos, diez heridos, y una memoria
histórica que se va enriqueciendo con los años, y que año tras año se revalora.
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