metros), factores ambos que cumplen sobre todo las plantas anemófilas; en segundo lugar, que las plantas posean una distribución amplia, o que sus poblaciones sean abundantes en las inmediaciones de los asentamientos humanos y, en tercer lugar, que los granos porten en su superficie las glicoproteínas antigénicas. Si una especie cumple todos estos requisitos puede ser considerada alergógena de primer orden y si por el contrario incumple algunos, entonces podrá ser un problema sólo para algunos individuos, o incluso alergénicamente despreciable (algunas coniferas del género Juniperus producen grandes cantidades de polen pero, aparentemente, hipoalérgico). Las plantas entomófilas en líneas generales no se consideran alergógenas, aunque algunas en particular producen polen con alto poder antigénico mas en pequeña cantidad. Sólo cuando el hombre propicia la abundancia de éstas en su entorno mediante el cultivo agrícola extensivo o su uso generalizado en ornamentación, es cuando localmente pueden convertirse en elementos peligrosos. Es el caso del girasol (Helianthus annuus), los sauces (Salix spp.) y arces (Acer spp.), el diente de león (Taraxacum offícinale), los eucaliptos (en nuestras latitudes fundamentalmente Eucaliptus camaldulensis) y las acacias (Acacia spp.), entre otras especies de probada alergenicidad. m.2.6.2. Antígenos polínicos más importantes de la flora extremeña El seguimiento de la incidencia de pólenes en la atmósfera a lo largo del día y del año es algo que puede efectuarse mediante los denominados "captadores de polen", aparatos que hacen incidir en un intervalo de tiempo volúmenes conocidos de aire sobre una cinta adhesiva, quedando en ella atrapados granos de polen y otras partículas aerovagantes. Gracias a ellos puede obtenerse información objetiva sobre la diversidad y variabilidad interanual de la flora alergógena, algo que en Extremadura viene efectuándose ya al menos en las poblaciones de Mérida y Badajoz, en esta última desde fechas más recientes. No obstante lo anterior, es posible también efectuar una aproximación teórica en base al conocimiento de la flora regional y de la información sobre alergenicidad de muchas de sus especies que han sido estudiadas en otras zonas de España. En la actualidad, con toda la información disponible en el territorio, puede avanzarse en una primera aproximación cuáles son los elementos florísticos de mayor importancia alergénica (Anexo III. 12), sin menoscabo de que en algunas áreas algunos elementos adquieran una importancia puntual, como sucede con el cinamomo (Melia azeradch) en poblaciones donde se usa como árbol ornamental. Entre todos ellos destacan por su importancia e incidencia las gramíneas (Poaceaé), el olivo (Olea europea subsp. europaed), la encina (Quercus rotundifolid), los cenizos y tornasoles (Chenopodiaceae y Amaranthaceae, respectivamente), las ortigas y parietarias (Urtica spp. y Parietaria spp.) y los llantenes (Plantago spp.), taxones que se comentan brevemente a continuación.