Ser discípulos y misioneros, aquí y ahora DISCÍPULOS DEL BUEN DISCÍPULO NACE EL MISIONERO Lo que caracteriza al discípulo es el encuentro con Jesús y el seguimiento de su persona. “El que ha sido evangelizado evangeliza a su vez. He ahí la prueba de la verdad, la piedra de toque de la evangelización”. Pablo VI. Este discipulado se manifiesta en estar con Él, compartiendo su estilo de vida e incluso estando dispuesto a compartir su destino. Conocer, creer, amar y seguir a Jesús, eso es ser su discípulo. “¿Qué significa ser discípulos de Cristo? En primer lugar, significa llegar a conocerlo. ¿Cómo se realiza esto? Es una invitación a escucharlo tal como nos habla en el texto de la Sagrada Escritura, como se dirige a nosotros y sale a nuestro encuentro en la oración común de la Iglesia, en los sacramentos y en el testimonio de los santos… Nunca se puede conocer a Cristo sólo teóricamente. Con una gran doctrina se puede saber todo sobre las Sagradas Escrituras, sin haberse encontrado jamás con él. Para conocer a Jesucristo es necesario: caminar juntamente con él, tener sus mismos sentimientos. El encuentro con Jesucristo requiere: escucha, la respuesta en la oración y en la práctica de lo que él nos dice.” Benedicto XVI El discípulo, como la Virgen, acoje la Palabra y la pone por obra. “Ser misionero” es un deber y una necesidad que brota del corazón del discípulo. El buen misionero es el que cree lo que anuncia, vive lo que cree, y predica verdaderamente lo que vive. Ser misionero es amar primero. No se puede anunciar el Evangelio a quien no se ama. El amor del misionero se hace efectivo trabajando para que todos y todo sea conducido hacia Dios. Sólo se puede ser misionero de Jesucristo con el Espíritu Santo y en la Iglesia. El buen discípulo es misionero. Son las dos caras de una misma moneda. “Por Cristo, con Él y en Él”. Sólo si estamos en Cristo y Él en nosotros podremos vivir, como Él, según los criterios de las “bienaventuranzas” y anunciarlo a los demás. El misionero cuenta con María, la madre del Señor, que siempre le acompaña en su caminar. Objetivo general: HACIA UNA IGLESIA DIOCESANA DE DISCÍPULOS Y MISIONEROS Lema: “Lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos” (1Jn. 1, 3) Nueva EvangelizacIón en orden a: Impulsar lo que va bien, corregir lo que va mal, implantar lo que falta LÍNEAS GENERALES DE ACCIÓN Implantar una específica formación y capacitación en relación a la Nueva Evangelización. Corregir e impulsar el Área de Evangelización en vistas a coordinar mejor las acciones pastorales en consonacia con la Nueva Evangelización. Implantar cauces de reflexión y de concreción de iniciativas para tomar conciencia y posibilitar la necesaria conversión personal y pastoral en la línea de la Nueva Evangelización. Impulsar acciones en parroquias, arciprestazgos, grupos, etc., para fortalecer la identidad cristiana, la espiritualidad de comunión, la oración y la parresía apostólica. Impulsar una mejor pastoral de conjunto o integrada, al igual que la corresponsabilidad de laicos, presbíteros y vida consagrada. LÍNEAS DE ACCIÓN EN ORDEN A SER MEJORES DISCÍPULOS LÍNEAS DE ACCIÓN EN ORDEN A SER MEJORES MISIONEROS La Mesa de la Palabra: escuchar, meditar, acoger y guardar la Palabra en el corazón. Urgencia educativa y la hora del laicado: potenciar un laicado adulto en la fe. La Mesa de la Eucaristía: comulgar con el Cuerpo de Cristo y con la Iglesia. Cultura vocacional: Educar en la conciencia de ser Pueblo elegido y en la comprensión de la vida como vocación. Hacia un nuevo dinamismo de la Caridad: vivir con mayor intensidad la dimensión fraterna y social de la fe. Proceso de renovación: conversión personal y pastoral en la línea de la Nueva Evangelización. n Pla astoral P e d o n a es c o i D