MALINCHE Y DOÑA MARINA: MITO Y PARADIGMA DEL MESTIZAJE

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Malinche y Doña Marina: Mito y Paradigma del Mestizaje
María Celina Tapia
MALINCHE Y DOÑA MARINA: MITO Y PARADIGMA DEL
MESTIZAJE
Ma. Celina Tapia
En el negro espacio
sideral
La galaxia brilla.
Pronto estalla y evoluciona
En tierra, agua, aire y
fuego,
Luego en hombre y mujer,
En Civilizaciones de Mitos
Y en leyendas de
paradigmas.
En los círculos expansivos
Se proyectan los nombres
De mortales y dioses,
Todos orbitando en la
historia
Y para credo de orgullo,
O estigma de vergüenza
Con la Malinche indígena
Y el Doña Marina Español.
Cátedra • Facultad de Educación e Idiomas (UNAN-Managua) • N°13 • julio-diciembre 2007
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Malinche y Doña Marina: Mito y Paradigma del Mestizaje
María Celina Tapia
Algunos años antes de la llegada de Hernán Cortés a tierras mexicanas, se dieron
algunas condiciones subjetivas, que posiblemente prepararon el ánimo de
Moctezuma y consecuentemente de los mexicas en general. Las mismas,
surgieron como consecuencia de una serie de presagios funestos, entre ellos
tenemos: el incendio que sufrió el templo de Huitzilopochtli, sin que
aparentemente, nadie le prendiera fuego, la caída de un rayo sobre el templo de
Xiuhtecuhtli, sin que se escuchara el trueno a pesar de que solamente caía una
leve llovizna, el agua de la laguna hirvió sin motivo aparente, se levantaron las
aguas en México, sin viento alguno, se oyeron voces en el aire, la aparición de un
ave con una especie de espejo en la mollera en la cual se veían hombres
montados en una especie de venados, la presencia de hombres deformes y
monstruosos, la aparición de una cometa en 1516 y que de acuerdo con los
astrólogos europeos anunció la muerte del Rey Fernando el Católico y según los
mexicas, la de Netzahualpilli y por último el recorrido de una mujer que llorando
por la noche daba grandes voces llamando a sus hijos porque ya tenían que irse
lejos. Esta última es la leyenda de La Llorona, detrás de la cual se encuentra un
mito, un rito y un culto, el de la mujer serpiente. Aceves señala al respecto lo
siguiente:
“ ... unos diez años antes de la llegada de los españoles, cerca del Templo
Mayor se apareció una mujer que lloraba; iba gritando por la noche: “Hijitos
míos, pues ya tenemos que irnos lejos, ¿A dónde los llevaré?” Otras muchas
noches los aztecas escucharon la misma gritería. Dijeron que era la mujer
culebra (Cihuacóatl). Consumada la conquista, los nuevos habitantes de la
ciudad escucharon unos lamentos agudos y tristísimos. Los que se atrevieron
a salir de la casa vieron a una mujer vestida de blanco, con el rostro cubierto
por un espeso velo. Los que la siguieron cuentan que se detenía en la Plaza
Mayor y de rodillas daba el último, languidísimo lamento por sus hijos. Con
paso lento regresaba por las calles y desaparecía a orillas de la laguna.
Dijeron entonces que era un ánima en pena, luego La Llorona y, al fin, doña
Marina, la Malinche”.
Antiguas tradiciones de México, según el noble mestizo Fernando de Alba
Ixtlilxochitl, hablaban de Quetzalcóatl, “hombre justo, santo y bueno”, que en
tiempo inmemorial vino a los aztecas “enseñándole por obras y palabras el camino
de la virtud, y evitándoles los vicios y pecados, dando leyes y buena doctrina”.
Predicó especialmente en la zona de Cholula, y “viendo el poco fruto que hacía
con su doctrina, se volvió por la misma parte por donde había venido, que fue por
la de oriente”, asegurando antes de irse que “en un año que se llamaría Ceácatl
volvería, y entonces su doctrina sería recibida, y sus hijos serían señores y
poseerían las tierras”
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Por su parte, Moctezuma, era considerado un dios en la tierra. Nadie lo podía
tocar, quien se atreviera a mirarlo perdería los ojos, quien osara hablarle sin que él
lo deseara, perdería la lengua. Contaba con todo Chapultepec para bañarse tres
veces al día. Nunca se ponía una misma capa dos veces, pues éstas eran hiladas
con hilo de oro y de plata y tenía incrustaciones de piedras preciosas y las mismas
luego se deshilaban. Contaba con 2000 esposas y 300 platillos eran preparados
diariamente para él, de los cuales solamente escogía uno. Los tamemes siempre
lo cargaban por la calle, e incluso en algunas ocasiones le colocaban alfombra de
flores a su paso. En su imponente palacio contaba con su zoológico particular,
donde no solamente tenía animales sino también algunos hombres que habían
nacido con deformidades.
Pero el regreso de Quetzalcóatl significaba perderlo todo y tenía la certeza que el
pueblo no iba a pensarlo dos veces para cambiar de emperador. Preocupado ante
esta situación pretende mantenerse informado ante cualquier situación
sospechosa que sucediese. Una de las previsiones que tomó, fue la de enviar a
algunos espías enrumbados hacia diferentes direcciones. El espía que se dirigió a
la zona maya, le comunica que éstos se encuentran muriéndose de hambre. Pero,
para sus intereses lo más importante que le comunicó, es que 7 años antes,
aproximadamente en 1512, una docena de tipos raros llegaron a tierra maya
producto de un naufragio en el que los mismos se dirigían de Darién a Santo
Domingo para entregar un recado a Diego Colón. Al ser rescatados por los mayas
que estaban en situación de hambruna total, éstos fueron incluidos en su menú.
Cinco de ellos fueron rápidamente cocinados y los otros siete fueron obligados a
engordar porque se encontraban muy delgados para su gusto. Pero esta comilona
fue nefasta para los mayas, ya que 18 de ellos murieron intoxicados y con terribles
dolores. Los prisioneros que quedaron vivos huyeron por la selva y solamente
sobrevivieron dos: Jerónimo de Aguilar y Gonzalo de Guerrero. Ambos fueron
rescatados por otra tribu y enterados de que no eran comestibles, los bañaron, les
asignaron mujer, y los mismos, convivieron socialmente en dicha comunidad,
aprendiendo el idioma maya. El espía le comunicó además a Moctezuma, que
parecía ser que había una isla llena de ellos, más allá del mar (Cuba).
Por su parte, en 1492 Cristóbal Colón había descubierto la isla a la cual
colonizaron y para el año de 1511 no quedaba ni un solo nativo, los habían
matado a todos. Pronto se dieron cuenta de su error por que sin indígenas,
¿Quién iba a trabajar para ellos? Su mirada se dirigió hacia el mundo mexica. En
la nación azteca, con su gran capital, México-Tenochtitlán, habían templos y
palacios extraordinarios, con esculturas y pinturas murales, con sus centros de
educación y con una conciencia histórica preservada en sus códices o libros de
pinturas. Era un Estado poderoso que dominaba vastas regiones, desde el Golfo
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de México hasta el Pacífico, y que llegaba hacia el sur, casi a las fronteras de la
actual Guatemala. Su gloria y su fama eran bien conocidas por todos los rumbos
del mundo indígena. Precisamente por todos estos hechos tuvieron información de
la misma los conquistadores españoles, que se encontraban establecidos en
Cuba.
Tres años después de la aparición del cometa, el 18 de febrero de 1519 Hernán
Cortés zarpó de la isla de Cuba, llevando 11 navíos, más de 500 soldados, cerca
de 100 marineros, 16 caballos, 14 cañones, 32 ballestas y 13 escopetas. Pocos
días después llegó a la isla de Cozumel y al entrar en contacto con algunos de sus
habitantes, le sorprendió mucho que pequeñas embarcaciones indígenas se
acercaran a sus navíos, y que éstos al verlos gritaran “castellani, castellani”.
Cortés extrañado de que los nombrasen por su gentilicio envió a un grupo de
soldados para que averiguaran la causa de tan extraña coincidencia y con este
hecho la “buena suerte” comenzó a ponerse de su lado.
Los soldados regresaron, llevando con ellos a Jerónimo de Aguilar, el fraile
español superviviente del naufragio ocurrido 7 años antes, el que inmediatamente
se unió a Cortés, convirtiéndose en un elemento primordial de la conquista, pues
había aprendido el idioma maya, por lo demás, común en toda esa región, por lo
que Cortés, apenas pisadas las nuevas tierras, comenzaba a enterarse de las
costumbres que prevalecían en la región, podía hacerse entender de los nativos y
empezó a escuchar del inmenso Imperio Mexica y de su emperador Moctezuma.
Al continuar su camino y con las embarcaciones bordeando los litorales de la
península de Yucatán hasta el río de Tabasco que se conoció a partir de entonces
como Grijalva, en el pueblo de Centla, en Tabasco, ocurrió el primer
enfrentamiento bélico con sus habitantes. Consumada la victoria de Cortés, los
señores maya tomaron la decisión de buscar favores de los españoles en lugar de
pelear con ellos. Se celebró una entrevista entre Cortés y los principales señores
de esta región y pudieron entenderse, gracias a Jerónimo de Aguilar, que sirvió de
intérprete. De esta manera Cortés se enteró de que la región se encontraba sujeta
a la tiranía de los mexicas, y que éstos eran odiados, sobre todo por los inmensos
tributos que les hacían pagar, a la vez se informó de que el poderío de ese imperio
era inmenso y que sus riquezas eran muy cuantiosas.
Hernán Cortés, magnífico diplomático como siempre fue, de inmediato les
prometió que los liberaría de la tiranía mexica si a cambio se convertían en sus
aliados. Con esto él resolvía dos problemas; al marcharse no dejaba enemigos a
sus espaldas y a la vez, tendría quien le cuidara la retaguardia. En son de paz, los
españoles fueron agasajados y recibieron regalías que consistieron en alimentos,
vestidos, oro y esclavos. Este botín incluyó a veinte jóvenes mujeres, entre las que
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se encontraba la célebre Malintzin o Malinche, que posiblemente tendría
aproximadamente veinte años cuando fue entregada como obsequio. Es en este
momento que se da el punto de partida de la significación que esta mujer tuvo en
la historia de la conquista de México. ¿Quién fue en realidad esta mujer, cuyo
nombre ha pasado a la historia como sinónimo de traición, de preferencia de lo
extranjero sobre lo patrio, originando el término malinchismo? Conociendo su
historia personal, resulta mucho más sencillo explicarnos las posibles causas de
su comportamiento.
La Malinche, figura fundacional de la historia méxicana y de las interpretaciones
acerca de la identidad latinoamericana, se convirtió en uno de los personajes más
apasionantes y controversiales que han existido desde esta época. Su existencia,
además de mítica es histórica. Se ignora el año exacto de su nacimiento, la
mayoría de los estudiosos de su vida lo ubican entre l500 y l502. A partir de aquí,
surgen las opiniones encontradas que su historia le ha legado al mundo
latinoamericano y que tiene que ver con interpretaciones acerca de nuestra
identidad. Fue vista por los conquistadores españoles como una heroína y como
una traidora por su propia gente, los indígenas aztecas. Lizandro Chávez Alfaro en
su Apología de Malintzin ha señalado al respecto: “Es así que un hecho de la
conquista española del Imperio Mexica –el enlace de El Cortés y la Malinche- ha
trascendido su espacio y su tiempo para latinoamericanizarse y llegar hasta
nosotros convertido en falso estigma, en salivoso vituperio, en símbolo maldito”.
En la historia de México, Malinche se convertirá en un símbolo del indio seducido y
abandonado, dando lugar al término malinchismo, con el que se señala la entrega
a lo que viene de fuera y la incapacidad para valorar lo propio. Esta imagen,
además, ha sido usada para juzgar a la mujer como símbolo de traición y de poder
a lo largo de la historia. Pero, Malinche también fue querida y admirada tanto por
hombres como por mujeres que creían en ella y se admiraban tanto de su
conocimientos como de su belleza. Parece ser, que desde su infancia demostró
una inteligencia superior y grandes habilidades aunadas a un inmenso interés por
aprender. Creció en Tabasco donde también fue admirada por las mismas
razones. En relación a esto último Matt Lazenby, en relación a una leyenda tejida
en su nombre, dice de ella:
“...lucía un huipil de vistosos colores, en su pecho, pendían las gargantillas de
cuentas de vidrio, imitando esmeraldas, turquesas y amatistas, que como
valiosas joyas había recibido de Cortés, y que resaltaban su singular
hermosura; pues era de cutis bronceado, pupilas cintilantes, cabellos de
azabache, dientes perlados, cuerpo grácil y labios ardientes, como toda mujer
tropical...”
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Los estudiosos del tema, se contradicen cuando se trata de profundizar en la
infancia de Malintzin. Unos señalan que la fecha y localización exacta de su
nacimiento son inciertas por no tener archivos confiables y que tampoco se
pueden explicar las circunstancias de su vida antes de la llegada de los españoles.
Pero la mayoría coincide en que antes de convertirse en propiedad del cacique de
Tabasco, su infancia y adolescencia transcurrieron sin cariño, sin protección, ni
respeto de nadie, sin sentir amor por sus tradiciones, ni afecto por los de su raza.
Malintzin, conocía todas las tradiciones del país, pues con los comerciantes, a los
cuales pertenecía, había recorrido casi todo mesoamérica y sabía expresarse en
maya, por ser el idioma que aprendió en Tabasco, y tenía un dominio absoluto del
náhuatl, en tanto fue el idioma que aprendió en su infancia y que usó todo el
tiempo que convivió con los comerciantes mexicas.
Volviendo a Cortés, quien ya con intérpretes, siguió avanzando y combatiendo.
Resultó ventajoso para él, el hecho de que las culturas mesoamericanas nunca
habían visto un caballo. Así que cuando vieron a los españoles montados,
pensaron que era un solo hombre o animal, pero su sorpresa fue mayor aún,
cuando vieron y escucharon los cañones. Se sorprendieron ante un tubo que
escupía fuego y obviamente pensaron que eran dioses, posiblemente los hijos de
Quetzalcóatl. Los informantes de Moctezuma describieron de la siguiente forma lo
que ellos observaron:
“Sus grandes cerros que van sobre el agua de un lado a otro, con sus tubos
que escupen fuego, todo retumba, va lloviendo fuego y el humo que de él sale
huele a lodo podrido y si va a dar a un cerro como que lo hiende y lo
desquebraja. Son todos de hierro, de hierro se visten, de hierro son sus
armas. Los soportan en lo alto sus venados, tan altos están como los techos
de las casas, sus perros son enormes, de orejas ondulantes y aplastadas, de
grandes lenguas colgantes y los ojos amarillos”.
Por supuesto, todos estos informes hicieron que Moctezuma, se pusiera más
nervioso de lo que ya se encontraba, y este evidente miedo era comprensible.
Siendo él un hombre profundamente religioso, como guardián del reino y del culto,
“quedó lleno de terror, de miedo y todo el mundo estaba muy temeroso.
Moctezuma tenía ganas de huir, esconderse… pero los blancos barbados, se
aproximaban a Tenochtitlán, y el tlatoani, no hizo más que esperarlos, se resignó:
había vuelto Quetzalcóalt que ahora se llamaba Hernán Cortés”.
Para su benefico, Cortés en el trayecto, no encontró enemigos sino aliados. Los
Totonacas colaboraron con ellos para que llegaran a Tenochtitlán y por supuesto
no eran los únicos, ya que casi la totalidad de habitantes que se encontraba
poblando desde la costa hasta la ciudad de Tenochtitlán eran vasallos de
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Moctezuma y deseaban vengarse de los aztecas. Los españoles con todas estas
condiciones a su favor se tomaron Cempoala creyendo, entre otras cosas, que era
una ciudad construida con plata, pero pronto se percataron que en realidad lo que
sucedía era que la ciudad se encontraba recién encalada. De todas formas
saquearon la ciudad, entraron a los templos y a las casas de habitación llevándose
consigo todo lo que brillaba.
Si acaso Cortés, como es lógico de suponer, sintió miedo de internarse al país con
solamente la cantidad de hombres que llevaba, fue el mismo, ingenuo y temeroso
Moctezuma, el que logró hacer desaparecer todo temor, ya que le hizo llegar, al
poco tiempo de estar instalado en Veracruz, la visita de cuatro príncipes aliados,
cargados de bellos y costosos presentes, a la vez que, por palabras traducidas por
Malintzin, Cortés comprendió lo que le parecía inconcebible: era confundido con
un dios llamado Quetzalcóaltl y se le estaba dando el trato sumiso y respetuoso
que se le otorga a una deidad!! Y el emperador del más vasto imperio hasta
entonces descubierto, se inclinaba ante él y se declaraba su vasallo. Fueron los
mismos protagonistas quienes señalaron:
...“y envió Moctezuma que le fueran entregados: una máscara de hechura de
turquesas, un escudo de travesaños de oro con plumas de quetzal en el borde,
una ajorca de jade con cascabelitos de oro, una lanza de dardos guarnecida de
turquesas, un capacete en forma cónica con travesaño todo de oro y concha
nácar, unas orejeras de jade, un chalequito matizado de turquesas, una diadema
de piel de tigre con plumas de faisán y sobre ella una enorme esmeralda y muchos
otros objetos elaborados con piedras preciosas”. Contribuyendo de esta forma -sin
pretenderlo- exacerbar la ambición de los invasores españoles.
Retomando el hilo de nuestra protagonista, hay que señalar que existen diferentes
teorías acerca de la infancia de Malintzin. Una de ellas, señala que la misma era
hija de Taxumal, quien gobernaba a la tribu Payla, dominada por los aztecas y su
madre se llamaba Chituche. A los nueve años, la misma tenía muchos
conocimientos que le eran transmitidos por su abuela paterna. Entre ellos, sabía
leer el calendario sagrado, dibujar los signos de los 18 meses del año, conocía las
unidades del tiempo, también los nombres de todos los dioses, así como el día en
que se celebraba la fiesta de cada uno de ellos, distinguía las fases de la luna, las
mejores épocas para plantar y recoger las cosechas y también conocía todo sobre
los volcanes y terremotos, pues Payla era una zona sísmica. Cuando ella tenía
esta edad, una picadura de serpiente causó la muerte de su padre, quien en su
lecho de muerte dijo que dejaba su lugar de líder a su primogénita. Sin embargo,
su madre no quería que ella sucediera a su padre, con el argumento de que una
mujer no era capaz de gobernar ninguna ciudad. Por ello, ante la insistencia de
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Malinche de cumplir los deseos de su padre, Chituche la vendió como esclava a
hombres de Tabasco y aseguró ante la gente de su pueblo que su hija había
muerto. Otra teoría acerca de su infancia, se conoce por la narración de Bernal
Díaz del Castillo quien dice haber conocido a la madre de Marina, -nombre con
que Cortés la llama después del encuentro entre ambos-, el escritor señala que el
nacimiento de la niña ocurrió en la provincia de Painala o Paynalla en la provincia
azteca de Coatzalcoalcos, en la región de Veracruz. Hija de un cacique. Su
nombre original era Malinalli. Según el autor del famoso libro, La verdadera
historia de la Conquista de México, La Malinche, Malinalli, Malintzin, Malintzin
Tenepal, Malinal, Malinalli Tenepal o Doña Marina, distintos nombres con que se
le conoce, era hija de un cacique, que murió siendo ella muy niña. Luego su madre
se casó con otro cacique y dio a luz a un niño. Aunque Marina era la primogénita y
heredera legítima, su madre y su padrastro quisieron favorecer al nuevo bebé.
Para que el niño no tuviera ningún impedimento de obtener el puesto de poder en
la familia, su madre vendió o entregó a Malinalli como esclava a unos mercaderes
y aprovechó la muerte de la hija de una esclava suya para celebrar una entierro
con gran solemnidad y hacer pasar a su propia hija por muerta. Las fuentes
señalan que posteriormente se le vio eventualmente en condición de esclava de
un cacique maya de Chokan-Patun en Tabasco.
Otra teoría, posiblemente la menos difundida, nos informa que la Malinche fue una
indígena que nació en la provincia azteca de Coatzacoalcos que desde su infancia
demostró grandes habilidades e interés por aprender y que después de la muerte
de sus padres, su abuela la vendió al cacique de Tabasco. Una última narración
de los hechos señala que fue el mismo progenitor de la niña quien la entregó a
unos mercaderes.
Obviamente la verdad se debe encontrar en esta mezcolanza. En este caso da
igual y como podemos ver, en lo que todos los autores coinciden es en el linaje de
su origen y su posterior condición de esclava. Cuando los hechos son tan
lamentables, las condiciones en que se suscitaron no son relevantes y ninguna de
las narraciones acerca del rumbo en la infancia de Malintzin alivia o gusta. Al
respecto Chávez Alfaro señala: “No menos escabroso ha sido el tránsito de
nuestra madre maldecida. La Malinche, desde su condición de maltratada niña
precoz hasta su transmutación en polo convocador de un hostil sentimiento ya
generalizado en la América Mestiza”.
Retrospectivamente, se visualiza a una niña, de unos 8 o 9 años
aproximadamente, muy asustada y confusa ante tal actitud. Seguramente debió
sentirse empequeñecida, rechazada y muy poco valorada al verse convertida en
mercancía a tan temprana edad y con el posible consentimiento o iniciativa de un
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ser querido para ella y del cual solamente se espera protección y cariño.
Posiblemente éste sea el capítulo más importante, el momento clave en la vida de
esta mujer, que nos brinde las pautas
para comprender su posterior
comportamiento.
Su existencia a partir de este momento, será una odiosa repetición de aquel
suceso en el que ella fue vendida como esclava. El segundo trueque en el que ella
de nuevo es la víctima y protagonista tiene lugar el 12 marzo de 1519, en la que
es ofrecida como “presente” junto con las otras 19 esclavas a Hernán Cortés y sus
hombres de parte de los asustados caciques de Tabasco, que con este obsequio
creían lograr calmar los ánimos del invasor.Aguilar, quien también se había
ordenado como sacerdote, además de servir como intérprete ayudó en la
conversión de los maya. Las mujeres, Marina entre ellas, fueron bautizadas en
marzo de l519. Así nace Mallinali, por segunda vez a la leyenda y, para este
bautizo histórico contará con dos nombres: Doña Marina, el nombre oficial tras su
bautizo cristiano, conservando el Doña, indicador de nobleza y rango; y el
segundo nombre, Malinche, voz desvirtuada de Malintzin, usadas por los
españoles. Carlos Hernández, citado por Aceves al respecto ha señalado lo
siguiente:
“Los indios que a diario se agrupaban al campo del conquistador, adoraban a
Doña Marina entrañablemente y como ellos pronunciaran con dificultad su nuevo
nombre, al agregarle según gramática nahualeca la partícula “tzin”, que equivale al
don, nació la palabra “Malinche”.”Chávez Alfaro, en relación a su nombre dice lo
siguiente: “Si su nombre derivó de ce malinalli, octavo signo de la astrología
judiciaria elaborada por Quetzalcóatl según los adivinos mexicas; si de la ausencia
del sonido r en las fonéticas indígenas, por lo que el nombre cristiano de Marina se
convirtió en Malina y luego, ya investido del sufijo reverencial, en Malinatzin o
Malintzin, si Malintzin Tenepal es la conjunción del día de su nacimiento y de su
alcurnia, atribuyéndole a Tenepal el significado de “persona que habla muncho y
con animación”, todo ello me parece menos sorprendente que el nombre de
Malinche haya sido para los autóctonos tan válido para ella, la mujer-amanteintérprete, como para el Cortés, tan poderoso como inseparable de la mujer que lo
asistía en todo.
Federico Gómez de Orozco, descendiente de La Malinche y Cortés en undécima
generación quien es citado por el mismo Chávez Alfaro propone la tesis“ de que
fue una resentida ironía de Moctezuma prisionero la que originó la ambivalencia
del nombre Malinche. Veía Moctezuma tan inseparable al conquistador y su
imprescindible intérprete, que con amarga sutileza se refirió al Cortés como el
“Señor Malinche”. Expresaba así desaire al que con sus actos había negado ser
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reencarnación del Dios Qutzalcóatl, y ahora se mostraba mortal común,
merecedor del mismo nombre de la mujer mortal que adonde quiera lo
acompañaba; era su sombra parlante…”
Considera el mismo Chávez que “ por la interpretación que Federico Gómez de
Orozco da a una enigmática línea de Bernal Díaz del Castillo, en el primer
encuentro de Cortés con Moctezuma, Malintzin la intérprete desacatadora le
tendió la mano derecha a Moctezuma para saludarlo de igual a igual, cuando los
cánones mandaban que nadie osara levantar la vista ante el tlatoani (…).
Naturalmente que el tlatoani esquivó a la desacatada mujercita para ir frente a
Cortés-Quetzalcóatl. Sin embargo, cuando moctezuma ya convertido en prisionero
de Cortés y Marina vivía su momento de dueña y señora del palacio de Axayácatl,
en las crónicas puede entreverse, cierta inclinación compasiva de ella hacia el
tlatoani caído…
Cuando Cortés recibió como regalo a las esclavas no dio mucha importancia a ese
„presente‟ ya que a su vez repartió a estas mujeres a los militares que le
acompañaban. Malintzin fue destinada en un primer momento a Alonso Hernández
de Puertocarrero, sin embargo después de transcurrido algunos pocos meses,
Cortés se percata de la habilidad de ella en el manejo de los idiomas, así como
para ganarse el respeto y la confianza de su pueblo. No hay que perder de vista
que ella fue una princesa india, poseedora de una vasta cultura, que dominaba a
la perfección las lenguas maya y náhuatl, y que, poco tiempo después aprendió el
castellano. Al ganar la confianza de su amo, se convirtió primero en su secretaria,
luego en su intérprete y diplomática y finalmente en su mujer y madre del único
fruto producto de esta relación: su hijo Martín, quien recibió el mismo nombre de
su abuelo paterno, hecho muy significativo por cierto.
Posiblemente el amor que ella le profesó a Cortés fue muy grande con
independencia de si él le amó o no, aunque aparentemente fue correspondida. En
esta historia, resulta relevante señalar que el mismo fue estudiante universitario,
tenía conocimientos de latín, los romances y la historia, lo que le permitió
expresarse con soltura, fue escribano en Valladolid, tenía mucha experiencia con
las mujeres y era físicamente atractivo. Razones suficientes para que Malitzin,
quien también era una mujer bella e inteligente se sintiera atraída por él.
Posiblemente ésta se haya constituído en una relación en la que los dos se
complementaban. Además, ella creció sin el amor de la figura paterna y pudo
haber encontrado en él todo: protección, amor y un lugar en la sociedad, que por
derecho le pertenecía. No hay que perder de vista que Cortés le doblaba la edad
cuando la recibió “en calidad de concubina tortillera. Era una entre las veinte
muchachas regaladas para que durante la noche yaciera con sus nuevos dueños y
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durante el día repitiera el duro trabajo de hacer el “pan de maíz” que alimentaba a
los recién venidos”.
Por otro lado, también son muchos los que piensan que Cortés nunca la amó y
que lo único que hizo fue utilizarla para conquistar a los aztecas, pero a lo mejor
no fue así, y él mismo, también la quiso intensamente, o a lo mejor fue una gran
pasión. Una prueba de este hecho podría ser el comportamiento de Cortés
posterior a su convivencia con Malintzin. Al conquistador a menudo se le ofrecían
otras mujeres y él siempre las rechazó a pesar de tener una imagen ganada como
un hombre que mostraba debilidad ante el sexo opuesto y aunado a esto, sus
biógrafos lo describen como un hombre que además de ser bien parecido, no se
preocupaba por ocultar esa fogosidad sexual tan intensa que le caracterizaba. El
mismo Bernal Díaz del Castillo lo señala: “Era con demasía dado a las mujeres, y
se acuchilló con hombres y siempre salió con victoria”.
Existe además una carta en la que el conquistador se refiere a ella con mucho
respeto y en la cual escribió lo siguiente: “Después de Dios, le debemos la
conquista de la Nueva España a Doña Marina”, lo cual se puede interpretar de
multiples formas, pero, es esta expresión posiblemente una de las que ha
contribuido a que la imagen y el recuerdo de esta mujer haya sido tan polémico y
tan enjuiciado durante tantos años. Además, ella estuvo a su lado todo el tiempo,
a quien en un principio creyó un Dios, lo ayudó a combatir y conquistar a los
indígenas, esta situación hizo que se ganara el odio de algunos indígenas quienes
hasta el día de su muerte la llamaban “la traidora o la chingada”.
Según Chávez, “el símbolo se construye con deseos respondidos, certidumbres
derrumbadas, amores y rencores, o con instintos y fantasmas del simbolizado.
Cada noche creamos en sueños nuestros efímeros símbolos individuales. Más
lentos en su formación y mucho más duraderos son los símbolos culturales.
Arraigados en la conciencia y la subconciencia colectiva, se levantan con fuerza
representativa, aunque no necesariamente para representar nuestro flanco más
lúcido ni el más razonable. Por lo contrario tienden a funcionar estos símbolos con
características semejantes a las del prejuicio, según lo estudia Jung”.
En Cholula tuvo lugar un acontecimiento por el cual el adjetivo “malinchista” es
sinónimo de traición. Estando en la ciudad, una anciana advierte a Marina de la
emboscada a la que estaban expuestos los españoles. Los aztecas habían
planificado todas las condiciones para sorprenderlos al día siguiente y luego
asesinarlos. La anciana mujer la previene para que ella abandone lo más pronto
posible a los enemigos, si desea salvar su vida. Pero, ella hizo todo lo contrario de
lo que se le aconsejó y previno a Cortés y a sus hombres y la furia vengativa del
mismo no se hizo esperar y ese mismo día, mandó a asesinar a 2,000 guerreros
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aztecas, informándoles así mismo el motivo de esta masiva ejecución. Otro
elemento de controversia en torno a la Malinche, es que algunos señalan que si no
hubiera sido por la ayuda que ésta le ofreció a los españoles, ellos jamás hubieran
conquistado a los aztecas y desde ese ángulo la perciben como una traidora de su
propia gente, otros la visualizan como una víctima explotada por Hernán Cortés y
algunos, la consideran el chivo expiatorio del fracaso de Moctezuma, quien no fue
capaz de defender su reino. Sin embargo el punto coincidente de todos es que La
Malinche es la que le dio vida a una nueva raza, la mestiza.
El 8 de noviembre de 1519, Cortés y su gente hicieron su primera entrada en
México-Tenochtitlán, llegando por la calzada de Iztapalapa que unía a la ciudad
con la ribera del lago por el lado sur. Alojados en los palacios reales, pudieron
percatarse de la grandeza y poderío de la ciudad. Moctezuma que los recibió
como huéspedes, pronto se convirtió en su prisionero. En mayo de 1520 llegó
Pánfilo de Narváez a la región de Zempoala, enviado por el gobernador de Cuba
para deponer y hacer preso a Cortés. Este salió de México-Tenochtitlán para
hacerle frente y lo derrotó. Esto le permitió acrecentar el número de sus hombres
pero, en el período en que Cortés estuvo fuera, Pedro de Alvarado acometió a los
mexicas durante la gran fiesta de Tóxcatl, en honor de su Dios Hutzilopochtli.
Al regresar Cortés a la ciudad, la encontró conmocionada y consideró que era
mejor salir a escondidas de ella. Fue entonces que perdió la vida Moctezuma.
Según unos, al tratar de apaciguar a los mexicas, éstos le lanzaron varias
pedradas, una de las cuales lo hirió en la cabeza. Según otros, murió de manos de
los españoles que le dieron más de una cuchillada en el bajo vientre.
La noche del 30 de junio de ese año Cortés y sus hombres con gran sigilo
abandonaron la ciudad. Los mexicas que dieron la voz de alarma, los atacaron con
furia. Los españoles perdieron entonces más de la mitad de sus hombres, así
como todos los tesoros de los que se habían apoderado. Esta noche se conoce
como la “noche triste” del 30 de junio de 1520. ¿Porqué los mexicanos le llaman la
“noche triste”, y no la noche de la derrota española? En todo caso es triste para
los invasores.
Los conquistadores marcharon en busca del auxilio de sus aliados tlaxcaltecas y
fue hasta casi un año después, el 30 de mayo de 1521, cuando dieron inicio al
asedio formal de la ciudad de México-Tenochtitlán. Para tal fin concentró Cortés
más de 80,000 tlaxcaltecas y reforzó sus tropas con la llegada de otras varias
expediciones a Veracruz.
Las crónicas hablan de la elección del señor Cuitláhuac como sucesor de
Moctezuma y de la epidemia de viruelas en la que murieron él y muchos otros,
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peste que a la vez sirvió de aliada a los propósitos de Cortés. Tomó entonces el
poder el joven príncipe Cuauhtémoc. El asedio y la resistencia indígena se
extendió aproximadamente por casi ochenta días. El 13 de agosto de 1521 cayó la
ciudad de México-Tenochtitlán en manos de Hernán Cortés que aprisionó al joven
príncipe gobernante, quien más tarde fue torturado y asesinado en la actual región
de Chiapas. Después de la conquista de México, Doña Marina acompañó a Cortés
a Hibueras, donde se encontró a su madre y hermano y perdonó a la primera por
lo que hizo, lo cual la adjetiva como un ser humano extraordinario.
En relación a los últimos tiempos vividos por Doña Marina, las crónicas señalan
que en 1524, Cortés, en absoluto estado de embriaguez hizo que ésta contrajera
matrimonio con Juan Jaramillo, uno de sus capitanes, en el pueblo de Ostotipec, y
de la que se dice fue una buena esposa. Tuvieron una hija llamada María, que
quedó huérfana al morir Malintzin en el año 1530, posiblemente a causa de la
peste de viruela, muy común en la época. Algunos historiadores interpretan que
Cortés consigue consumar este matrimonio para “deshacerse” de Doña Marina.
Sin embargo, las actuaciones humanas y los hechos históricos deben ser
analizados en su contexto. No hay que perder de vista, que una mujer sin esposo
en aquella época, era una mujer devaluada y al ser Hernán Cortés un hombre
casado y tener otros intereses, no podía convertirla en su esposa, nada más justo
que dejar a la mujer amada protegida por un hombre de su confianza que le diera
su apellido y que la enalteciera ante la sociedad.
Más de quinientos años después, gran parte de las sociedad continúan pensando
de esta manera. Sin embargo, obviamente, hay diferencias de opinión al respecto.
La opinión de Chávez es la siguiente:
“…fue entregada una vez más a un tercer marido: Juan Jaramillo. Era la quinta
vez que Malintzin en cuerpo y alma era lanzada como ficha rodante entre
manos de hombres. En el apogeo de su trayectoria, El Cortés colmaba su
imagen de señor feudal, casándola con su amigo fiel y convirtiéndola en
encomendera. En la misma ceremonia matrimonial le entregó públicamente
los títulos de posesión de los pueblos que habían pertenecido a sus
progenitores”.
Entregada como instrumento necesario para cumplir y hacer llevaderas las tareas
de la vida diaria de los soldados, incluidas las tareas reproductivas, Malinche, cuyo
nombre designa una fatalidad, según el calendario o tonalpoualli azteca, y
condenada al silencio historiográfico como dice Angelo Morino en su libro La
donna Marina, citado por Glantz, su liga con Cortés la convierte en uno de los
personajes más frecuentados de la escritura de los conquistadores y en figura
esencial de los códices de los vencidos, a tal punto que en algunas crónicas y en
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algunos códices es convertida en diosa. Glantz señala lo siguiente:
“Cada vez que consulto las fuentes tradicionales que sobre ella existen, soy
objeto de manera invariable, de una fascinación peculiar. Procedo, de
inmediato, a un ejercicio de limpieza para recuperarla debajo de tantas
gallinas y gallipavos, mantas de algodón bien labradas, joyezuelas, turquesas
de poco valor, maíz y las otras diecinueve mujeres que formaban parte del lote
entregado a Cortés después de la batalla de Cintla”. Se comparte de manera
absoluta esta opinión.
La imagen de Malinche ha sido percibida de diferentes maneras. Los diversos
comentarios de los escritores que la han estudiado, son producto del momento
histórico que les tocó vivir, su origen, su concepción del mundo, y sobre todo, de
sus propios principios e intereses. A través de la historia una dicotomía singular la
persigue, ya sea como elemento providencial para el triunfo de Cortés o como la
culpable de la desgracia de su pueblo, al extremo que en El Laberinto de la
Soledad, uno de los más difundidos e importantes escritos de Octavio Paz, el
mismo, la fusiona con La Chingada. Este escritor, recordando la imagen de
nuestra protagonista, dedica toda una sección de su obra para hablar de los hijos
de la malinche. Al analizar este personaje, Paz la relaciona con “todas las
indígenas que fueron fascinadas, violadas o seducidas por los españoles”. Al
hablar de las mujeres “chingadas”, las describe como seres pasivos que no
oponen resistencia. Al contrastar la imagen de la Malinche con la de Cuauhtémoc,
la primera es la chingada, y el segundo, es el héroe, imagen del hijo sacrificado.
Esta visión corresponde a la de una sociedad patriarcal, en la que los hombres
deben se los ambiciosos y fuertes, en cambio las mujeres deben ser tiernas,
sumisas y preocuparse únicamente por los asuntos domésticos.
Al comprarar la imagen de la Virgen de Guadalupe, con la de la Malinche, Paz
aclara que las dos son madres, sólo que una, por ser Virgen, es aceptada,
respetada y venerada; y la otra, por haber sido violada, es rechazada. Paz refleja
el rechazo que muchos mexicanos aún sienten por lo que consideran la deslealtad
de la Malinche, un desprecio que dio origen al calificativo “malinchista”, para
denunciar a todas aquellas personas que tienen tendencias extranjerizantes.
Al respecto, refiere Chávez:
“Rica es la imaginería que los códices recogen de Malintzin en los años que
fue sombra del conquistador: Malinche ella y malinche él. Luego se esfuma en
un anonimato tan oscuro que no hubo mano que recogiera la fecha de su
muerte ni el sitio de entierro de aquella protagonista a quien nadie había
pedido permiso para venderla, regalarla, permutarla, traspasarla, exprimirla,
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apartarla o negarla en su auténtica humanidad”.
Sin embargo, en el caso de Cortés, no ocurrió la misma cosa. Tras una serie de
acontecimientos irrelevantes en este estudio, Cortés murió a la edad de 62 años,
el dos de diciembre de 1547. Su primer entierro fue en la Iglesia de San Isidro del
Campo en Sevilla. Años después sus restos fueron trasladados a la Nueva
España y enterrados en la Iglesia adjunta al Convento de San Francisco en
Tezcoco. De ahí pasaron a la Capilla Mayor del Convento de San Francisco en la
ciudad de México. Su último reposo lo alcanzó en la Iglesia de Jesús Nazareno,
contiguo al hospital de Jesús fundado por él. Actualmente, se conservan en una
urna colocada en un nicho en el muro del costado del evangelio. ¿Porqué el sí y
ella no?
Gracias a esta obra, en la que Paz hace una crítica de principios, el mismo pasó a
formar parte del gran movimiento cultural, conocido como filosofía de lo mexicano,
o como posteriormente se le llamó, búsqueda de la esencia del Ser del mexicano,
movimiento que además de filosófico es psicológico, y que incluye a pensadores
tan eminentes como Antonio Caso, Samuel Ramos, Leopoldo Zea, entre los más
importantes filósofos latinoamericanos.
Aceves, en su obra Alquimia y Mito del Mexicano, refuta las ideas esenciales de
Paz, en El Laberinto de la Soledad, con su antilaberinto. Como su nombre lo
indica, éste se propone refutar las ideas de Octavio Paz, acerca de los mexicanos
y señala:
“ ¿Somos hijos de la nada -la chingada-, de la orfandad y el abandono -de ahí
nuestra condición de solitarios-?. Esta concepción de tomarse en serio,
produce efectos despersonalizadores y desnacionalizadores. Según Paz, los
dioses precolombinos traicionaron a su pueblo y, de acuerdo con un mito que
él mismo compone, La Malinche, como madre de la nueva raza mestiza, es “la
Chingada en Persona”. Un pueblo así, al que se le ha escamoteado su
verdadero origen, efectivamente no es nada, ni aún poéticamente”
La imagen de la Malinche en Carlos Fuentes, es la de la intérprete, pero también
la amante, la mujer de Cortés, la fundadora del hecho central de la civilización
multirracial, mezclando el sexo con el lenguaje. Fue la madre del hijo que
simbólicamente se constituyó en el primer mestizo. En él, esta imagen se
encuentra más ligada a los valores de la modernidad, como la iniciativa, el
esfuerzo, el respeto, la dignidad, la inteligencia y la audacia, cuando dice que La
Malinche:
“parió hablando la nueva lengua que aprendió de Cortés, la lengua castellana,
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lengua de la rebelión y de la esperanza, de la vida y la muerte, que habría de
convertir en la liga más fuerte entre los descendientes de indios, europeos y
negros del hemisferio americano”.
Abiertamente, Fuentes pide el reconocimiento de Malinche como madre del
mestizaje, al igual que la paternidad de Cortés, con lo que enfatiza la equidad
entre colegas. Su representación de la misma, es la de un personaje de hibridismo
cultural, que asume el entrelazamiento de prácticas que generarán nuevas formas
sin desplazar a las anteriores.
Jordi Corominas, aborda esta temática en su trabajo “¿Malinhe, Marina o
Malitin?...”La tragedia de la identidad latinoamericana” y lo hace desde el
punto de vista del mito, del símbolo y señala lo siguiente:
“La historia de la Malinche constituye una historia ejemplar, un mito de origen
donde podemos leernos a nosotros mismos. Su comprensión quizá sea el
mejor camino para exorcizar las fuerzas que a veces nos atenazan y
subyugan. Además de ser un símbolo de la mujer, del alma mestiza y de la
tragedia de la identidad latinoamericana, es un símbolo universal, con toda la
fuerza, fascinación, terror y ambigüedad que guardan los símbolos de
cualquier cultura. […]. La Malinche es el Edipo de nuestra Grecia, de nuestros
orígenes. Su relato nos conmueve porque toca fibras profundas de nuestro
ser. [...] Los símbolos siempre dan que pensar, todo es que los recuperemos
en su plenitud y riqueza de significado.”
Aceves, presenta un conjunto de testimonios históricos que de alguna manera
permiten reconstruir de una manera relativamente fiel la personalidad de Malintzin,
de tal forma que los investigadores, novelistas y todos aquellos interesados en la
apasionante historia de esta mujer extraordinaria puedan disponer de la casi
totalidad de cinco siglos de información acerca de la misma. Veamos algunos de
ellos:
Mariano G. Somonte:
“Hubo vez que el Padre Olmedo bautizó a más de 15 mil indios en un solo día,
y se catequizaron, antes que los frailes pudieran hacerlo, más de un millón y
medio de personas. ¿Quién sino Doña Marina pudo llevar a cabo tal
catequización?”
Gutiérrez Tibón
“La Malinche fue la diosa que se opuso al sacrificio humano y la mujer
graciosa por cuya participación en la conquista se acabaron tales
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holocaustos.”
César Cantú
“Una india que había recibido Cortés como regalo (…), instrumento de su
elocuencia y sus manejos, intérprete y consejera suya, le prestó más servicios
que un ejército.”
Tzvetan Tódorov
“Malinche es el primer ejemplo y por eso mismo el símbolo del mestizaje
cultural, comprendido éste como afirmación de lo propio en la asimilación de lo
ajeno.”
William H. Prescott
“(…) Siempre será recordada con gratitud, tanto por los españoles por los
importantes servicios que les hizo ayudándolos en la conquista, como por los
mexicanos también por su benevolencia, y la simpatía que les mostró,
mitigando sus infortunios.”Rosa María Zúñiga
“Octavio Paz es el único que coloca a La Malinche en el extremo exacerbante
y la coloca peor que una prostituta, es decir, ella es la Chingada, la nada, la
mujer que ha parido a los mexicanos y por lo tanto somos hijos de la
Chingada. Paz escribió esta versión para los franceses y para justificarse ante
ellos como mexicano, y la distorsión que hace de ese personaje es
absoluta…”
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Mariano G. Somonte, quien la valora en su plano espiritual y de valores, así como
en el de mujer señaló:
“Durante toda la conquista, Doña Marina fue el único amor del conquistador, y
acabada la misma, él dio expansión a su fogocidad sexual y tuvo muchas
amantes y varios hijos. Pero ella, hasta casarse con Juan Jaramillo, nunca se
separó de Cortés, y aún después, olvidada toda relación sexual, siguió
sirviéndole y colaborando en pro de su grandeza. ¿Se le puede pedir más a
una mujer? (…) Si Cortés se casa con Marina y permanece en México, se
hubiera evitado todos los sinsabores que arruinaron su vejez. Le perdió su
vanidad, el deseo de títulos nobiliarios…”
Como se parcibe, nuestra protagonista, es deificada por algunos y satanizada por
otros, Malinche o Doña Marina, ha inspirado tragedias, dramas románticos,
crónicas, poemas, canciones y hasta caricaturas. Como todo personaje mítico e
histórico, se debe necesariamente revisar y replantear, con el ánimo de intentar
aclarar los múltiples significados de esta mujer que se ha convertido en uno de los
enigmas culturales más poderosos en latinoamerica.
Todos los hechos históricos que se han entretejido en este relato, tienen su
intencionalidad, y obviamente serán de gran utilidad teórica, para visualizar de la
manera más objetiva posible este fenómeno cultural. Son precisamente estos
mismos acontecimientos, los que nos ofrecen las pautas para intentar comprender
desde el plano humano, social y cultural, el comportamiento de este personaje
femenino en su contexto y que ha sido motivo de controversia de connotados
intelectuales a lo largo de los siglos, no sólo de latinoamérica, sino también de
otros continentes.
Aceves, asevera como un hecho histórico y religioso, (…) que como último recurso
en la defensa de Tenochtitlán contra los españoles, se usó el arma misma de Dios
y esa arma divina fracasó. Sin embargo, a pesar de que Paz considera que los
dioses traicionaron a su pueblo, en la realidad los que traicionaron a su pueblo
fueron las tribus que apoyaron a Cortés movidos por el odio hacia Moctezuma
quien era considerado un tirano, que cometió muchos abusos imperdonables, que
los tenía oprimidos y que además les hacía pagar grandes tributos.
El argumento de Paz sobre la traición de los dioses tiene su base en un hecho
histórico. Se conoce que como último recurso en la defensa de Tenochtitlán, se
intentó usar el arma del dios, la Serpiente de Fuego Xiuhcóatl. Ignacio Bernal
citado por Aceves cuenta este episodio:
“En 1521, en los últimos días de la defensa de la capital azteca contra Cortés,
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Cuauhtémoc decide que ha llegado el momento de recurrir al arma suprema.
Se implora al Dios Huitzilopochtli y se viste a un guerrero joven y valiente con
los vestidos de un antiguo emperador conocido como general victorioso. Sobre
todo se le pone en la mano el arma del Dios con la cual podrá vencer a los
españoles. Sale a la lucha, pero tras una ligera escaramuza en la que sólo
logra tomar prisioneros, tiene que retirarse. El arma divina había fracasado. La
conquista era inevitable. […]. Lo que faltó fue la magia de una serpiente de
turquesa frente a la espada y a la pólvora de los invasores”.
Nuevamente, es imperante destacar la superstición de los mexicas y su
emperador que después de los supuestos presagios funestos, y que tuvieron un
significado simbólico negativo en la toma de decisiones importantes para defender
el poder, aunado a la espera de Quetzalcóatl, hicieron que las decisiones tomadas
por él mismo, fueran absolutamente subjetivas. Tampoco Malintzin tiene nada que
ver en este asunto. Sin embargo, según opinión de Aceves, tampoco Quetzalcóatl
es un desertor ni “un gran dios pecador” como lo juzga Paz, ya que según el mito,
fue el dios que impuso de nuevo los sacrificios humanos, Tezcatlipoca, que lo
enloqueció con su espejo mágico de resplandores, y logró que se contemplara en
él y obviamente se vio a sí mismo envejecido. “Prueba de este elixir de la
juventud, me lo agradecerás”, le dijo. Quetzaolcóatl bebe el pulque, se
emborracha y manda a traer a su hermana mayor, la sacerdotisa Quetzalpétatl,
con la cual cometió el pecado de incesto. Como expiación de su falta, el Dios se
inmoló en Tlillapa o Tizapan, cerca del mar. Juró que regresaría bajo la forma de
otro arquetipo.
Hernán Cortés capitalizó el mito del regreso de Quetzalcóatl, cuando se enteró
que se espera el regreso del mismo, quien “habría de venir por la mar de hacia
donde sale el sol”, y el gran emperador mexicano entregó su reino a aquel hombre
venido de otras tierras.
Se dice que Malinche fue una traidora, que desprecia a los suyos por su
inferioridad, y se humilla ante la superioridad del conquistador, según Rubén
Salazar Mallén, citado por Aceves o como lo dijo Carlos Fuentes, somos hijos de
la prostituta del conquistador, interesada en el poder y el dinero, Sin embargo las
fuentes reflejan a una mujer que no fue dueña de nada de valor, no poseyó tierras,
ni joyas. Cortés, España y la Iglesia jamás dieron nada a Marina. Tampoco tomó
nada de los despojos de la guerra. Eso muestra que ella nunca estuvo interesada
en ser dueña de ningún bien. Por otro lado, siendo el pueblo mexicano tan
religioso y deboto, especialmente de la Virgen de Guadalupe, deberían agradecer
en ella el esmero con que evangelizó a los indígenas, fue la primera catequizadora
de América, simboliza así mismo, a la primera mujer que recibió la fe en Cristo.
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Malinche, es despreciada por que supuestamente sin su ayuda la conquista de
México no se hubiera dado, sin embargo, después de la muerte del Conquistador,
los mexicanos cargaron sus restos desde España hasta que finalmente lo
colocaron en un lugar de honor en México. ¿Cómo debe entenderse tal actitud?
Tampoco la historia refleja un odio de manera exacerbada a Moctezuma, ni a los
nobles que llenaron de agasajos a Hernán Cortés y que obsequiaron a Malinali, ni
maldicen a los miles de indígenas que seducidos por las palabras del mismo le
acompañaron para que finalmente el pueblo mexica cayera en sus manos
ambiciosas. Es la Malinche la que ha recibido todos los insultos a través de las
generaciones, por ser mujer es ella quien debe cargar con la culpa y toda la
responsabilidad al respecto Aceves cita a Shirlene Soto, quien ha dicho:
“Malinche ha sido definida a partir de su sexualidad, más que ser reconocida
por su inteligencia, su determinación, su coraje y su diplomacia en momentos
de gran incertidumbre. Aún así, es acusada de ser una traidora ¿porqué? ¿a
quién traicionó?”
Para concluir queremos retomar las reflexiones finales del trabajo de Chávez
Alfaro por compartirlas de manera absoluta: “También el símbolo maldito surgió de
la mala conciencia de quienes siglos después captaron la herencia histórica de los
encomenderos. Ninguno de los historiadores de la primera generación de
mexicanos -Chimalpahin, Alvarado Tezozomoc, Alva Ixtlixóchitl- se atrevió a
satanizarla, entre otras cosas porque ninguno de ellos, próximos a los hechos,
hubiera podido señalar a qué pueblo, a qué patria, a qué rey había traicionado, la
traicionada tantas veces.
Fueron los patriotas del S XIX quienes en su odio necesario al ejército realista, el
origen mismo de ese ejército opuesto a la independencia, fijaron su abominación
en la persona de Hernán Cortés, arrastrando con él a su esclava-concubinaintérprete. Hicieron de ella la endemoniada culpable de todos los males de la
conquista. Una mujer, claro, un blanco fácil, irracionalmente reproducible, y no los
centenares de miles de indígenas de todo Anáhuac que gozosos murieron en la
campaña militar contra Tenochtitlán.
Me parece por completo un inicuo recurso para proyectar nuestras culpas, para
resistirnos a admitir nuestra mitad sepultada, donde encontraremos la carne, los
huesos y los suspiros de una gran madre simbólica para amarnos, la única que
nos rescataría de la confusión.
No obstante, seguimos cobrándole a aquella mujer, Malintzin, el atrevimiento
transgresor del mandato que de sus dueños originales había recibido: ser tortilleraconcubina, y nada más; nunca se le mandó ser protagonista de nuestra
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semienterrada historia de latinoamericanos.
Esta es la manipulación que los mestizos de todo el continente seguimos
usufructuando, al grado de transmitirle a los movimientos indígenas de hoy la
ficticia maldición, el falso estigma. Así, culpable de la continuada opresión del indio
real es el fantasama de la Malinche, y no el sistema sostenido por la dominación
mestiza que todavía está por resolverse”.
Bibliografía
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