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México, Distrito Federal I Diciembre 2009 – Enero 2010 I Año 4 I Número 23 I
UN CURIOSO ESPEJISMO ORIENTALISTA:
TAMERLÁN Y BAYACETO EN LAS SERGAS DE ESPLANDIÁN
CARLOS SAINZ DE LA MAZA
UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID
Página | 364
E
n un breve trabajo incluido en el volumen de homenaje al fallecido
Germán Orduna, Francisco López Estrada pasa revista a las huellas
que en la literatura hispana del Cuatrocientos ha dejado la figura
de Tamerlán, el emperador tártaro en el que Occidente quiso ver, a comienzos de esa centuria, la ocasión providencial de vencer al anticristo otomano que se preparaba para el asalto definitivo a los claudicantes restos
del Imperio Bizantino. 1
En la página 373, tras postular la relación del Tirant lo Blanc con los
libros de viajes medievales como la Embajada a Tamorlán, cuya “realidad
geográfica y política [...] pasa a ser fondo novelesco”, leemos:
Y esto ocurre en las Sergas de Esplandián, en donde Tamorlán
aparece como vencedor de Bayaceto, y lo tiene como rey del Imperio de Persia. A Bayaceto atribuye que “con el emperador de Constantinopla, vencido en el campo, cabalgaba sobre él; y luego Bayaceto fue vencido por Tamorlán”.[14] Y en otra parte, en una carta
del rey persa Armato [...], el comienzo es éste: “A todos los soldanes, califas, tamorlanes y reyes y otros cualesquiera señores de
la ley pagana de las partes de Oriente, así de la mano diestra
como de la siniestra”.[15] Y aquí el nombre de Tamorlán queda asociado para los castellanos como una denominación común de
estos señores orientales.
Las notas rezan como sigue:
López Estrada, Francisco: “Fama literaria de Tamorlán en España durante el siglo XV”,
en Studia in Honorem Germán Orduna, eds. Leonardo Funes y José Luis Moure. Alcalá de
Henares, Universidad, 2001, pp. 369-374. López Estrada es el responsable de la resurrección contemporánea del interés por la Embajada a Tamorlán, la crónica que Ruy González
de Clavijo redactó de la embajada que, por mandato de Enrique III de Castilla, partió en
1403 hacia Samarcanda para visitar al temible señor de Asia Central; vid. sus eds. de Madrid, CSIC, 1943, y Madrid, Castalia, 1999.
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CABALLERÍAS (Colección de libros Dossiers)
México, Distrito Federal I Diciembre 2009 – Enero 2010 I Año 4 I Número 23 I
Sergas de Esplandián, ed. Biblioteca de Autores Españoles,
volumen 40, Libros de caballerías, reedición Madrid, Atlas, 1963,
cap. CIX, p. 509.
[14]
Página | 365
[15]
Idem, cap. CXXIII, p. 522.
La lectura que hace López Estrada de la segunda cita de las Sergas
escritas por Garci Rodríguez de Montalvo como culminación de su remozado Amadís puede aceptarse siempre que no se tome como testimonio del
conocimiento directo de la Embajada a Tamorlán por parte del autor medinés. Sin embargo, la referencia a Bayaceto y Tamerlán que aparece en la
primera de las citas que aduce López Estrada no existe en Las sergas de
Esplandián. El texto de la impresión más antigua que conservamos (Toledo, Juan de Villaquirán, 1521) dice únicamente:
Por cierto mucho más loado deve ser lo que aquel gran Scipión Africano [...] con la donzella de alto lugar y muy crecida
en fermosura fizo, restituyéndola a su esposo, aviéndola
guardado como si su fija fuera, que aquello de que el rey
deste imperio de Persia obró con el emperador de Costantinopla, que, aviéndole vencido y preso en el campo, le fazía
poner las sus palmas y rodillas en el suelo y, subiendo
sobrél, con gran sobervia de su coraçón cavalgava en él; de
que la Fortuna, arrepentida de le aver dado tanta gloria a
quien no lo merecía, muy presto la pena dello le sobrevino. 2
Por otra parte, ninguna de las otras ediciones antiguas de la obra de
las que conservamos ejemplares (Roma, 1525; Sevilla, 1526, 1542 y 1549;
Burgos, 1526 y 1587; Zaragoza, 1587; Alcalá de Henares, 1588) identifica
con dicho rey de Persia al sultán turco Bayaceto, quien, aunque llegó a
cercar Constantinopla, nunca apresó en el campo de batalla al emperador
bizantino ni, por lo tanto, pudo hacerlo objeto de las humillaciones men2 Garci Rodríguez de Montalvo, Las sergas de Esplandián, ed. Carlos Sainz de la Maza,
Madrid, Castalia, 2003, p. 585.
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cionadas en el texto. Habría sido, si acaso, más esperable una identificación de Tamerlán (el Tamurbeque de la Embajada) con el victorioso y
cruel rey de Persia de las Sergas, ya que el caudillo tártaro sí derrotó y
Página | 366 cautivó a Bayaceto en Ankara en 1402, y lo mantuvo en prisión hasta su
muerte, un acontecimiento que supuso la salvación temporal del Imperio
de Oriente y que está en la raíz de la propia Embajada a Tamorlán. Pero, si
se lee el pasaje en su contexto, tal identificación parece ajena a las intenciones de Garci Rodríguez de Montalvo: éste inserta la evocación que hace
Esplandián del desastrado caso del emperador cautivo como pendant de la
historia, también muy conocida, de la continencia de Escipión, cuya magnánima generosidad considera el modelo a seguir en materia de trato a los
enemigos vencidos. Al igual que esta última, la anécdota del emperador de
Constantinopla vencido por el rey de los persas procede de la Historia antigua, lo cual, si tenemos en cuenta que la acción de las Sergas se sitúa en
los primeros siglos de la Era Cristiana y en época aún preartúrica, resulta
completamente lógico. Ambos casos ejemplares están tomados del De
casibus virorum illustrium de Boccaccio, obra admirada por Montalvo y
muy aprovechada por él en su trabajo como refundidor del primitivo Amadís de Gaula, labor que culmina, precisamente, con las Sergas. Para la cita
que nos concierne, el texto de la primitiva versión castellana del De casibus cuenta el enfrentamiento (batalla de Edesa, 260 d. C.) entre el emperador romano Valeriano y el persa Sapor (el sasánida Shappur I),
por tal manera qu’el sobervio del Emperador Valeriano fue vencido y preso bivo: y traýdo ante Sapor, rey de Persia, cargado de
cadenas en denuesto del Imperio Romano. E no tan solamente lo
condenó para que fuesse su captivo por siempre, mas que fuesse
traýdo ant’él cada vez que uviesse de cavalgar, e este tan alto Emperador fuesse inclinado a tierra y sobre sus espaldas cavalgasse
en su cavallo. E assí lo hazía cada vez que cavalgava este Sapor,
haziendo poyo de aquellas espaldas sobervias para subir en su
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cavallo [...]. E assí biviendo fueron cumplidos sus postrimeros
días e su anima mezquina espiró. 3
El supuesto fragmento de Las sergas de Esplandián citado por López
Página | 367 Estrada procede de la edición realizada por Pascual de Gayangos en 1857,
que es la reproducida en la
BAE. 4
Gayangos se basó arbitrariamente en los
impresos de Sevilla, 1542, y Alcalá, 1588, 5 y su texto posee escaso valor
crítico. Sus Sergas, y su Amadís, deberían ser definitivamente descartados
por los investigadores. Sin embargo, el pasaje que nos ocupa se mantiene
sin cambios sustanciales con respecto a las ediciones más antiguas; sí se
incluye una referencia a Tamerlán, pero en forma de nota al pie:
Alude aquí el autor a Bayazid o Bayaceto, emperador de los turcos, a quien Timur Lenk (el cojo), por otro nombre Tamerlán, hizo
prisionero en una batalla y trató de la manera que aquí se expresa.6
La frase citada (?) por López Estrada simplemente no existe. También el moderno traductor de las Sergas al inglés, William Th. Little,
comete un error parecido en su anotación de este pasaje, al dar por buena
la incorrecta sugerencia de Gayangos. 7 Dada la fecha de publicación de
ambos trabajos, sus autores podrían haber recurrido al texto y estudio
propuestos por Dennis G. Nazak en su tesis doctoral de 1976, 8 que, aun
sin constituir una verdadera edición crítica en el sentido filológico del térLibro llamado Caýda de Principes, Alcalá de Henares, Juan de Brocar, 1552, lib. VII, c.
ii, fols. 115v-116. La obra, romanceada por Pero López de Ayala y acabada, tras la muerte
de éste, por Alfonso García de Santa María en 1422, se imprimió en 1495, pero estuvo
muy difundida ya en su versión manuscrita.
4 Libros de caballerías, con un Discurso preliminar y un Catálogo razonado. Amadís de
Gaula (libros I al IV). Las sergas de Esplandián, ed. Pascual de Gayangos (BAE, 40) Madrid,
Atlas, 1963.
5 Vid. prólogo, p. ii.
6 Ibid., p. 509b, n. 1.
7 Vid. The Labors of the Very Brave Knight Esplandián, trad. y ed. William Th. Little,
Birmingham NY, Center for Medieval and Early Renaissance Studies, 1992, p. 372, n. 2.
8 A Critical Edition of “Las Sergas de Esplandián”, Ph. D. Thesis, Northwestern University,
1976.
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mino, es, sin duda, una alternativa rigurosa a las obsoletas Sergas de Gayangos. En ambos casos, nuestros modernos anotadores de la obra parecen haber sucumbido (como claramente le sucede, con más lógica, a su
Página | 368 editor decimonónico), a la seducción de ese espejismo orientalista que,
como bien ha estudiado Edward Said, 9 está siempre listo para materializarse en el inconsciente colectivo de los occidentales.

9
Vid., por ejemplo, su Orientalismo, pról. Juan Goytisolo, Madrid, Debate, 2002.
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