IES SIERRA DE GUADARRAMA DEPARTAMENTO DE CIENCIAS SOCIALES CUADERNO DE ACTIVIDADES 2º ESO UNIDAD 6: EL IMPERIO DE OCCIDENTE: FEUDALISMO A finales del s V los francos, ocuparon la Galia expulsando de ella a los visigodos. Esta victoria permitió a Clodoveo convertirse en el único dueño de un reino que se extendía desde el Rin hasta los Pirineos. Con él se inició una dinastía que perduró en el poder durante casi dos siglos, pero con el tiempo las intrigas cortesanas y las luchas por el poder fueron debilitando su poder y facilitando el de los mayordomos de palacio, altos funcionarios que acabaron ejerciendo el poder de hecho. En el 732 un mayordomo, Carlos Martel, se sitúa al frente de un ejercitó y frena el avance musulmán hacia el norte de los Pirineos. Esta victoria de Poitiers, permite a su hijo, Pipino el breve, deponer al rey franco y coronarse, con ayuda del papa, nuevo monarca. Su joven hijo, Carlos, afianzó su poder conquistando los territorios vecinos. A petición del papa, derrotó, a los lombardos en Italia y sometió a los demás pueblos germanos que le amenazaban. Cruzó los Pirineos, pero fracasó en su intento de conquistar Zaragoza y volvió a ser derrotado en Roncesvalles, aunque poco después anexiona a su territorio Gerona y Barcelona. Su ayuda al papa y las victorias contra los musulmanes hicieron posible que el papa León III le coronara en Roma en la Navidad del año 800, como nuevo emperador de Occidente. Nace así una nueva dinastía, la carolingia. Carlomagno fijó su residencia en Aquisgrán y para facilitar la gobernabilidad de su inmenso dominio, dividió su imperio en unos 300 condados. Cada uno de ellos quedaba bajo la dirección de un conde, designado directamente por el emperador, que se encargaba de la seguridad, la administración de justicia y el cobro de los impuestos. Cuando el condado queda en un lugar fronterizo o de especial conflictividad queda bajo el mando de un marques, que une a las funciones del conde, la militar o defensiva. Para controlar a los condes y marqueses, el emperador cuenta con los missi dominici, funcionarios que inspeccionan los territorios de manera periódica y que deben lealtad únicamente al emperador. Aunque Carlomagno no sabía leer ni escribir, se preocupó mucho por la cultura, que vive bajo su reinado un auténtico renacimiento. Creó en su palacio la Escuela Palatina de Aquisgrán, donde reunió a algunos de los grandes sabios de la época, como Alcurnio de York, para formar a los hijos de los nobles y dotar así al imperio de personas formadas que se puedan ocupar de la administración del imperio. Fue en esta escuela donde se inventó la minúscula carolingia, un nuevo tipo de letra que facilitaba la lectura de todos los libros y documentos que se utilizaban en la corte. Fomentó además la creación de escuelas en las catedrales y los monasterios, donde los monjes copiaban libros de los clásicos y los llenaban de ilustraciones, llamadas miniaturas. A Carlomagno le sucedió su hijo al frente del imperio, pero a la muerte de este, el imperio se dividió entre sus tres hijos (nietos de Carlomagno), según la costumbre franca. De esta manera, Carlos, el calvo, recibe la parte occidental del imperio (la actual Francia), Luis, el Germanico, la parte oriental (donde nacerá el Sacro imperio romano germánico) y, Lotario, el hijo mayor, recibe los territorios intermedios y el titulo de emperador. Los hermanos no están de acuerdo con el reparto y se enfrentan entre ellos. La Guerra termina en el 843, con el llamado Tratado de Verdún, que consolida una nueva fragmentación territorial en Europa. Poco después, en el año 870 desaparece la Lotaringia, anexionada por los otros dos reinos, que pronto se fragmentan en otros menores. La debilidad de estos nuevos reyes les obligó a ceder gran parte de su autoridad a los condes y marqueses para obtener su apoyo y ayuda. Nace así el feudalismo. Coincidiendo con esta inestabilidad política, Europa sufre una segunda oleada de invasiones, protagonizada por los vikingos de Escandinavia, los magiares de Hungría y los eslavos de las llanuras rusas. Además, en toda Europa se producían incursiones de piratas y en los caminos abundaban los ladrones. Esta inseguridad obligó a los reyes a encomendar a los nobles la defensa de sus territorios, ya que ellos eran débiles y estaban lejos. Al igual que ocurrió con la caída del Imperio Romano, la inseguridad provocó el abandono de las ciudades y agrupó a los campesinos, que antes vivían en casas aisladas en medio de los campos de labor, en aldeas, agrupadas en torno a un castillo o monasterio. La residencia común en un mismo núcleo y la “pertenencia” (o dependencia) a un mismo señor refuerzan los lazos y el aprovechamiento colectivo. Hacia el año 1000 Europa es un continente dividido en numerosos reinos y territorios independientes, que a su vez están divididos en demarcaciones territoriales más pequeñas en las que la autoridad del rey o del emperador apenas era reconocida. Pero por encima de este fraccionamiento hay elementos que dotan al continente de cierta unidad: la religión y la cultura escrita, ya que los documentos oficiales se escriben en latín; el comercio, que mantiene en contacto los reinos del norte con los del sur, aunque sea minoritario; y, las mismas estructuras sociales y políticas, basadas en la división y dependencia entre señores y campesinos. La consolidación de estas relaciones de dependencia y la ausencia de un poder fuerte dan lugar a la aparición de un nuevo sistema de organización conocido como feudalismo. El feudalismo es la organización política, social y económica que surgió en Europa a partir del s IX, en la que los reyes encargaban a los nobles la defensa de sus territorios. Nace un nuevo sistema de organización basado en un vinculo voluntario establecido entre hombres libres, por el cual, cada uno de los contrayentes obtiene un provecho, pero también una obligación. Este vínculo consiste en que un noble de rango superior, llamado señor, recibe bajo su protección aun hombre de rango inferior, llamado vasallo. Entre ellos se establece una relación de dependencia mutua, el señor esta obligado a protegerle y el vasallo a prestarle auxilio y consejo. Si alguno de los contrayentes rompía o incumplía el acuerdo era considerado un traidor. Cuando esta relación de vasallaje se produce entre el rey y el noble hablamos de feudalismo y cuando se extiende a toda la sociedad hablamos de sistema feudal. Tras el Tratado de Verdúm los reyes han quedado tan debilitados que se ven obligados a repartir tierras entre los nobles para que ellos se encarguen de su defensa, de esta manera quedan ligados al rey, ya que a cambio se comprometen a prestarle ayuda militar y consejo. Estas tierras reciben el nombre de feudos o señoríos y el acuerdo que se establece entre ellos es un pacto de fidelidad que se manifiesta en una ceremonia de vasallaje. Un señor puede tener varios vasallos que a su vez pueden tener sus propios vasallos, de esta forma se establece una cadena de lazos personales que ligan al rey con todos los nobles del reino, ya sea directa o indirectamente. La ceremonia de vasallaje consta de dos partes: el homenaje o juramento y la investidura. En el homenaje, el vasallo puesto de rodillas presta homenaje a su señor poniendo sus manos entre las suyas y, besándole en la cara o en la boca, le jura fidelidad sobre los Evangelios obligándose a ofrecerle su ayuda y apoyo, fundamentalmente militar. En la investidura el señor otorga a su nuevo vasallo un beneficio, que pude ser un anillo, un cetro o una bandera, aunque por lo general es una extensión de tierra (llamad feudo) que le permite mantenerse a si mismo. La fragmentación territorial en feudos hizo que la economía se organizara en torno a estas propiedades rurales, que, debido a la inseguridad, se autoabastecían, es decir, todo lo que se consumía en el feudo se producía dentro de él. Con la familia como unidad de producción, la actividad principal era la agricultura, pero los rendimientos eran muy bajos porque las técnicas eran muy rudimentarias, por lo que alimentos y personas mantenían un equilibrio tan frágil, que lo cotidiano era pasar hambre o morir de hambre en cuanto las condiciones climatológicas no eran muy favorables. El centro del feudo es el castillo, residencia del señor, entorno al cual surgen las aldeas en las que viven los campesinos y se organizan las tierras. Los campos de cultivo se dividen en dos partes: la reserva señorial, cuya producción se reserva al señor para su propio consumo, y trabajan de forma gratuita los siervos y campesinos libres (en determinadas épocas del año); y los mansos, que son las tierras que el señor cede a los campesinos libres para su subsistencia, a cambio de el pago de un porcentaje de sus cosechas y realizar determinados servicios personales como cortar leña, trabajar las tierras del señor determinados días al año, o cualquier otra labor necesaria para el mantenimiento del feudo. Además, en el feudo había grandes extensiones de pasto y bosque, que eran propiedad exclusiva del señor quien regulaba cuando y como podían ser explotados por los campesinos. La caza es una actividad reservada exclusivamente al señor y los campesinos deben pagar un impuesto cuando usan el molino, el horno o la prensa, que eran propiedad del señor. Además, los señores podían cobrar impuestos (peajes) a los comerciantes que pasaban por sus tierras y hacían uso de sus puentes o dominios. La mayoría de la población europea vivió en aldeas agrícolas organizadas en feudos. La estructura económica del feudo se sustentaba en una estructura social y política que organizaba a las personas mediante relaciones de dependencia y dominio nacidas de la propiedad de la tierra. Quien poseía la propiedad de los terrenos estaba en lo más alto de esas relaciones y sometía a su poder a aquellos que, por no poseer terrenos, solo podían ofrecer su trabajo. Aunque no era una sociedad esclavista, la mayoría de los campesinos del feudo no eran libres (villanos) sino siervos. Estos estaban vinculados personalmente a sus señores y no podían abandonar las tierras, además de ofrecerle sus servicios. Entre los distintos señores feudales también se establecen relaciones de dependencia que se conocen como relaciones feudo-vasalláticas. En lo alto de esa pirámide de poder político estaría el rey, aunque en la realidad, muchos señores feudales son más poderosos económica y militarmente que su rey. Como resultado, se establece un modelo de sociedad muy jerarquizada, conocido como sociedad estamental, ya que queda dividida en tres grupos: nobleza, clero y campesinos, y dos estamentos desiguales cada uno de ellos con sus propias obligaciones. Los nobles y el clero forman un estamento privilegiado, es decir, gozan de privilegios tales como no pagar impuestos, no trabajar la tierra y poder participar en los puestos de la corte. Los nobles son los hombres de armas y su obligación es defender al resto de la población de los posibles ataques. Los clérigos son los encargados de rezara para lograr la salvación espiritual de las personas, son los únicos que pueden cambiar de estamento, aunque no es habitual. Los campesinos, la mayor parte de la población, son los no privilegiados y sobre ellos cae la obligación de producir los alimentos y objetos necesarios para la manutención del resto de la sociedad. La condición de noble lleva aparejada la función de guerrero, por ello desde la infancia se prepara para la guerra. A pesar de tener unos privilegios comunes no todos los miembros del estamento son iguales. Los caballeros sólo tienen sus armas y su caballo, por lo que necesitan ponerse al servicio de un señor feudal (del que se hacen vasallos) para poder subsistir. Los señores feudales son nobles que poseen tierras y, debido a ello, tienen poder. Muchos nobles luchan entre sí para ampliar sus tierras y con ellas su poder, haciendo que algunos de ellos llegaran a ser muy poderosos. Con el tiempo los feudos pasaron a ser hereditarios, lo que limita el poder del rey, que no puede recuperar las tierras cedidas. Los clérigos son los representantes de Dios en la Tierra, por lo tanto son los encargados de bendecir las ceremonias públicas. En una Europa profundamente cristiana, la Iglesia (única institución común en todos los reinos) es la única institución que pude legitimar, por ello se convierte en una institución muy poderosa, no sólo por su influencia, sino también por sus riquezas, obtenidas de las donaciones de reyes y nobles y del pago del diezmo de los campesinos. Aproximadamente el 90 % de la población eran campesinos, pertenecientes al estamento no privilegiado o estado llano. Sólo unos pocos eran propietarios de sus tierras, la mayoría vivía bajo la dependencia de un señor feudal. Pero tampoco este grupo es uniforme: unos son libres y reciben un manso del señor a cambio de unos servicios, aunque teóricamente pueden abandonar el feudo, en realidad es muy difícil; otros son siervos, están vinculados a la tierra y por lo tanto no pueden abandonarla. Suelen trabajar en la reserva del señor y vivir en los edificios anexos al castillo o en las “tenencias”, cabañas con un huerto y una pequeña parcela para su manutención. La vuelta al mundo rural de este período trajo consigo la perdida de numerosos centros culturales, la mayoría de la población es analfabeta, sólo los monjes saben leer y escribir en latín. A partir del s X, el contacto con el mundo árabe reaviva el afán de conocer y se recuperan textos y documentos de la antigüedad. Aunque hubo pocos avances en el ámbito científico, destaca la aplicación de algunos inventos, como el estribo o los molinos de agua y viento, que permitieron un importante desarrollo del trabajo del metal.