Sobre la individualidad y las formas sociales Georg Simmel Universidad Nacional de Quilmes 1ª edición, 2002 Título original: On Individual and Social Forms The University Chicago Press, 1971 Este material se utiliza con fines exclusivamente didácticos ÍNDICE Reconocimientos .................................................................................................................................... 9 Introducción .......................................................................................................................................... 11 I. Filosofía de las ciencias sociales ....................................................................................................... 71 1. ¿Cómo es posible la historia? ..................................................................................................... 73 2. ¿Cómo es posible la sociedad? ................................................................................................... 76 3. El problema de la sociología ...................................................................................................... 94 4. Las categorías de la experiencia humana ................................................................................. 106 II. Formas de la interacción social ...................................................................................................... 111 5. El intercambio .......................................................................................................................... 113 6. La lucha .................................................................................................................................... 140 7. La dominación ......................................................................................................................... 164 8. La prostitución ......................................................................................................................... 187 9. La sociabilidad ......................................................................................................................... 194 III. Tipos sociales ............................................................................................................................... 209 10. El extranjero ........................................................................................................................... 211 11. El pobre .................................................................................................................................. 218 12. El avaro y el dilapidador ........................................................................................................ 247 13. El aventurero .......................................................................................................................... 255 14. La nobleza .............................................................................................................................. 266 IV. Formas de la individualidad ......................................................................................................... 281 15. La libertad y el individuo ....................................................................................................... 283 16. Cultura subjetiva .................................................................................................................... 292 17. Erótica platónica y erótica moderna ....................................................................................... 301 V. Individualidad y estructura social .................................................................................................. 317 18. La expansión del grupo y el desarrollo de la individualidad .................................................. 319 19. Filosofía de la moda ............................................................................................................... 360 20. La metrópolis y la vida mental ............................................................................................... 388 21. Subordinación y servidumbre personal .................................................................................. 403 VI. Formas vs. Proceso vital: la dialéctica del cambio ....................................................................... 413 22. Formas sociales y necesidades internas ................................................................................. 415 23. El carácter trascendente de la vida ......................................................................................... 417 24. El conflicto en la cultura moderna ......................................................................................... 439 2 INTRODUCCIÓN ∗ Donald N. Levine Simmel como innovador Entre aquellos que crearon el capital intelectual utilizado en el emprendimiento de la sociología profesional, Georg Simmel fue quizás el más fecundo y original. En la búsqueda de una materia para la sociología que la distinguiera del resto de las ciencias sociales y humanas, delineó un nuevo espacio a descubrir, y exploró un mundo de nuevos tópicos en trabajos que han guiado y anticipado el pensamiento de generaciones de sociólogos. Conceptos característicos de la sociología contemporánea tales como distancia social, marginalidad, urbanismo como forma de vida, actitud escénica, comportamiento social como intercambio, conflicto como proceso integrador, encuentro de a dos, interacción circular, grupo de referencia y ambivalencia sociológica encarnan ideas que Simmel anunció hace ya más de seis décadas. Estas y otras ideas afines representan sólo una fracción del total de la producción intelectual de Simmel, que también incluye contribuciones vigentes en estética, ética, epistemología, metafísica e historia intelectual. El período en el cual aparecieron sus obras de madurez fue un momento de gran agitación cultural. Desde el cambio de siglo hasta la Primera Guerra Mundial, Europa central atestiguó el nacimiento del psicoanálisis, la teoría de la relatividad, el positivismo lógico, la fenomenología, la música atonal y otros hitos diversos del saber literario y humanista. La ciudad de Berlín de ese período se presentaba como un ambiente propicio para el cultivado estilo de vida y pensamiento seguido por Simmel. Nació en 1858 en esa ciudad; permaneció allí estudiando en la Universidad de Berlín y luego continuó dando clases en ella la mayor parte de su carrera académica. Se mudó a Estrasburgo recién a la edad de cincuenta y seis años, cuatro años antes de su muerte. A pesar de su documentada obra, la posición de Simmel en el mundo intelectual de su época fue notoriamente ambigua. No obstante que sus trabajos fueran celebrados por algunos de sus contemporáneos más destacados, su figura fue frecuentemente rechazada con maliciosa pasión por la mayor parte de sus colegas profesionales de la filosofía y las ciencias sociales. Aun cuando sus escritos fueron vigorosamente discutidos en los cafés frecuentados por los estudiantes de la universidad alemana por parte de grupos de distintas opiniones, ningún estudiante lo eligió como maestro académico. Pese a haber vivido en estrecho contacto con varias luminarias culturales —sus amigos e interlocutores fueron, entre otros, Stefan George, Rainer Maria Rilke, Auguste Rodin, Edmund Husserl, Martin Buber, Albert Schweitzer, Ernst Troeltsch, Max y Marianne Weber—, ha sido caracterizado como la figura más solitaria de todos ellos. MARGINALIDAD. La extraordinaria originalidad de Simmel puede bien asociarse con su posición de pensador relativamente aislado. Ha sido, ciertamente, un "extranjero" en la academia. Manifestaciones estilísticas de una posición marginal repercuten en sus escritos. Ni en los textos ni en las anotaciones de Simmel pueden encontrarse reconocimientos académicos a predecesores o contemporáneos. Simmel habla por sí mismo, incluso de los temas que refieren a la más profunda inmortalidad. Y, lo que es más, deliberadamente dejó de lado la formación de discípulos que continuaran la línea de sus trabajos. El contraste con su contemporáneo Emile Durkheim —quien explícitamente reconoció el legado de sus predecesores en la sociología de un siglo, escribió copiosas notas a pie de página, empleó asistentes de investigación, editó una revista de sociología y fundó una escuela de jóvenes sociólogos que continuaron su trabajo— no podría ser más notorio. La manifestación institucional de la marginalidad de Simmel se evidenció en su fracaso al tratar de obtener una designación como profesor titular, lo que sólo ocurrió en el ocaso de su vida, a través de un insatisfactorio nombramiento en la Universidad de Estrasburgo en 1914. Víctima del antisemitismo explícito de los claustros alemanes, de sus persistentes prejuicios contra la sociología y de la pedante enemistad hacia un estilo no profesional, Simmel pasó la mayor parte de su carrera escribiendo y dictando clases en la Universidad de Berlín sin el beneficio de un nombramiento como profesor regular. Esta exclusión por parte del establishment de la academia alemana reforzó sin duda los aspectos no académicos del estilo de Simmel, tal como convincentemente ha señalado Lewis Coser. 1 Ya en su juventud ∗ Traducción: Esteban Vemik. "Georg Simmel's Style of Work", en American Journal of Sociology, N° 63, mayo de 1958, pp. 635-641. Reimpreso como "The Stranger in the Academy", en Lewis Coser (ed.), Georg Simmel, Prentice-Hall, 1965. 1 3 pueden encontrarse evidencias en el sentido de una inconformidad hacia los estilos académicos, evidencias que incluyen un análisis grafológico de sus escritos, que informan que "ya a los veintidós años las escrituras de Simmel muestran un carácter inusualmente personalizado. [...] En esa época comenzó su propio camino. Esto aparece especialmente claro en el hecho de que utilizaba dos tipos de escritura: una, correcta desde el punto de vista académico, y otra, significativamente individualizada". 2 La primera tesis doctoral que Simmel presentó ante un jurado fue rechazada por su carácter demasiado especulativo, aforístico y estilísticamente descuidado. El profesor Zeller le había aconsejado no presentar tal estudio (sobre etnomusicología) hasta tanto no corrigiera sus numerosas faltas, pero aparentemente entregó la tesis sin haber hecho las correcciones indicadas. 3 Durante su coloquio de habilitación a la carrera docente, en Berlín, en 1884, Simmel exhibió una conspicua indiferencia hacia la ceremonia académica. 4 Su hábito de omitir referencias bibliográficas quedó bien establecido desde su primera publicación sociológica: el de Simmel fue el único artículo sin notas al pie del volumen de 1890-1891 del Jahrbuch de Schmoller. Un aspecto menos superficial de la inconformidad de Simmel reside en la manera desarticulada, aparentemente caprichosa, con la que presentó sus ideas. Rara vez se sometió a la disciplina requerida para la exposición sistemática de un cuerpo de conocimientos. Este tratamiento, de todas maneras, no es reflejo de pereza, indiferencia hacia sus lectores o testarudez alguna. Simmel fue un explorador infatigable de los laberintos del más complejo análisis. La preocupación por sus lectores se manifiesta en la frecuencia, a veces de hasta dos o tres ediciones, con que revisaba sus escritos. Sus conferencias eran preparadas y expuestas con un cuidado exquisito; era considerado como uno de los más brillantes conferencistas de su generación. En realidad, muchas de las incoherencias por las que era criticado reflejan su habilidad como maestro, preocupado más por cautivar y provocar a sus estudiantes por medio de ilustraciones inusuales y revelaciones de relaciones inesperadas, que por avanzar inexorablemente en el camino del pensamiento estrecho. INDIVIDUALIDAD. Más allá de esto, debe notarse que Simmel mantuvo una intencional ambigüedad hacia los cánones y reclamos de la "objetividad" académica. Creía que la justificación última de la academicidad radica en los materiales que provee para el cultivo de individuos educados. "Las grandes épocas que ponen en marcha una política cultural —observó sarcásticamente— se han orientado siempre al factor subjetivo: a la educación de los individuos." 5 Dada su convicción del —para usar sus propios términos— primado de la "cultura subjetiva" sobre la "cultura objetiva", Simmel se deshace de la ansiedad por lograr una exposición coherente y completamente articulada de todas las ideas básicas y de sus interrelaciones. No obstante la seriedad con la que puede abordar una temática particular, su preocupación por atender al carácter científico —en el sentido de un conjunto de proposiciones exhaustivo, rigurosamente demostrado y consensuadamente aceptado— es menor que la de hablar de cualquier verdad en relación con las necesidades intelectuales de su tiempo. El argumento que utiliza para justificar la naturaleza fragmentaria de su obra magna, Soziologie, bien sirve para casi todos sus escritos: "El individuo sólo puede alcanzar plenitud completa en el sentido subjetivo comunicando cuanto ha conseguido ver". 6 Como consecuencia, su convicción filosófica, tanto como su temperamento, combinados con factores situacionales, fueron la causa de que Simmel siguiese el camino de un académico solitario. Persiguió 2 Kurt Gassen y Michael Landmann (eds.), Buch des Dankes an Georg Simmel, Berlín, Duncker & Humblot, 1958, p. 35. 3 Véase Georg Simmel, The conflict in Modem Culture and Other Essays, traducción de K. Peter Erzkorn, Nueva York, Teachers College Press, 1968, p. 128 [edición castellana: "El conflicto de la cultura moderna", en Jorge Simmel, Cultura femenina y otros ensayos, traducción de Eugenio Imaz, José Pérez Bances, M. García Morente y Fernando Vela, Madrid, Revista de Occidente, 1934]. 4 Simmel increpó bruscamente al profesor Zeller cuando éste aseveró que el alma se localizaba en un determinado lóbulo del cerebro; por tal rudeza, según lo relata la familia de Simmel, su admisión al estatus de Privatdozent se postergó cerca de un año. Cf. Gassen y Landmann, Buch des Dankes, cit., p. 21. Una anécdota similar aparece en Rudolph Weingartner, Experience and Culture: The Philosophy of Georg Simmel, Middletown, Connecticut, Wesleyan University Press, 1960, p. 4, n. 1. 5 "Die Zukunft unserer Kultur" (1909). Reeditado en Georg Simmel, Brücke und Tür, M. Landmann y M. Susman (eds.), Stuttgart, Koehler, 1957, p. 97; cursivas en el original [edición castellana: "El futuro de nuestra cultura", en Georg Simmel, El individuo y la libertad. Ensayos de crítica de la cultura, traducción de Salvador Mas, Barcelona, Península, 1996, p. 130]. 6 Soziologie, Leipzig, Duncker & Humblot, 1908, p. 17, n. 1 [edición castellana: Sociología. Estudios sobre las formas de socialización, traducción de José Pérez Bances, Buenos Aires, Espasa-Calpe Argentina, 1939, p. 24, n. 1]. 4 lo que describió y exaltó como el ideal de la individualidad auténtica. "No se puede categorizar a Simmel dentro de las corrientes intelectuales generales de su tiempo" —escribió Dean Hampe, de Heidelberg, en 1908—, "siguió siempre su propio camino". 7 La originalidad y la fecundidad del pensamiento de Simmel se basan en el coraje y la obstinación —probablemente se debería decir más bien "gracia"— con las cuales persiguió sus propias ideas y discernimientos, explorando lo desconocido. Su vida señalaba una cuestión que él mismo describió en su ensayo sobre el extranjero: que la ausencia de lazos sociales firmes promueve la libertad intelectual. La devoción de Simmel por el principio de la individualidad se oponía a que el saber resultara, en varios aspectos, una iniciativa inexorablemente compartida por muchos. En un famoso pasaje de su diario, al final de su vida escribió: "Sé que moriré sin herederos intelectuales (lo cual es bueno). El patrimonio que dejo es como dinero repartido entre muchos herederos, cada uno de los cuales coloca su parte en alguna actividad compatible con su naturaleza, pero que ya no puede identificarse como procedente de tal patrimonio". Es tiempo ya, medio siglo después de su muerte, de inventariar el capital creado por Simmel, de estimar los montos tomados por varios de sus herederos, de identificar las reservas de su legado aún no utilizadas. PRODUCTIVIDAD. La lista completa de las publicaciones de Simmel conocidas incluye aproximadamente dos docenas de libros y más de doscientos artículos. La dispersión de tópicos y el orden fortuito en el que tales escritos aparecen representa un continuo desafío para aquellos empeñados en intuir una constancia de esfuerzo intelectual dentro de este festín. Es indudable que hay constancia intelectual. Desde sus días de estudiante hasta el fin de su vida, la creatividad de Simmel se ejerció a lo largo de tres líneas discernibles. Una fue la búsqueda de los orígenes, esencias y destinos de las formas culturales —música, pintura, teatro, ciencia, filosofía, historia, ética y religión—, en una serie de ensayos que comienza con su investigación doctoral sobre la música, publicada en 1882, y culmina con el capítulo 2 de Lebensanschauung, en 1918. En una segunda serie, desde la monografía Über soziale Differenzierung, de 1890, hasta Problemas fundamentales de sociología, de 1917, Simmel exploró con entusiasmo recurrente los orígenes y las propiedades estructurales de las diversas formas sociales. Finalmente, desde sus primeros esbozos sobre Goethe y Miguel Ángel, en los últimos años de la década de, 1880, hasta su capítulo magistral sobre la metafísica de la individualidad, otra vez en Lebensanschauung, Simmel se mostró preocupado por las propiedades formales de la plenitud personal. Esto no quiere decir que sus ideas no hayan cambiado significativamente a lo largo de los años. De hecho, es posible distinguir rápidamente tres períodos en su desarrollo intelectual. En los primeros años de la década de 1880, cuando publicó Über soziale Differenzierung y los dos volúmenes de Einleitung in die Moralwissenschaft, su pensamiento se vio influido por el darwinismo social de su época. En el período intermedio, se mostró principalmente preocupado por profundizar las implicaciones de una posición neokantiana para el análisis de las formas sociales y culturales. En sus últimos años, bajo la influencia de Bergson, pero con un interés renovado por Goethe, Hegel y Schopenhauer, así como por Nietzsche, su principal preocupación residió en desarrollar una filosofía de la vida. 8 De todos modos, a través de las vicisitudes de estos tres períodos se advierte un esfuerzo continuo por profundizar y expandir una interpretación de la naturaleza básica de las formas culturales, las formas sociales y las formas de la individualidad. No obstante los ocasionales momentos iluminadores de entrecruzamiento, estas tres líneas de investigación nunca fueron presentadas de manera coherente. En particular, debe señalarse que el marco que Simmel construyó para la ciencia de la sociología restringía explícitamente la atención de la disciplina al estudio de las formas sociales. 9 Así, si bien fue uno de los primeros en observar y articular una clara 7 Gassen y Landmann, Buch des Dankes, cit., p. 25. Para un esbozo de las etapas de la carrera intelectual de Simmel, véase Paul Honigsheim, "The Time and Thought of the Young Simmel", en Kurt H. Wolff (ed. ), Georg Simmel, 1858-1918, Columbia, Ohio State University Press, 1958; reeditado como Georg Simmel et al., Essays on Sociology, Philosophy and Aesthetics, Nueva York, Harper Torchbooks, s.f. (de aquí en más, Essays), pp. 167-474. Para una interpretación sensible de las influencias filosóficas de Simmel, véase Margarete Susman, Die geistige Gestalt Georg Simmel, Tubinga, J. C. B. Mohr, 1959. 9 Esto incide notoriamente en el hecho de que en los Estados Unidos, al menos, Simmel haya sido conocido casi exclusivamente como un estudioso de las relaciones sociales. Dado que sus ideas fueron importadas a América por parte de sociólogos preocupados por las formas sociales, y dado que sus trabajos sobre la cultura fueron fundamentalmente llevados a cabo bajo una rúbrica, la de la filosofía, frente a la que los sociólogos norteamericanos tendieron a ser alérgicos, fue para ellos natural que proyectaran una mirada sesgada del perfil intelectual de Simmel. 8 5 distinción entre los dominios de la estructura social y la cultura, su marco sociológico se mantuvo reacio a integrar ambos dominios en una concepción supuestamente superadora de los sistemas socioculturales. De cualquier manera, se tornará manifiesto que su manera de analizar las formas sociales y las formas culturales, no obstante que se realizaran en forma independiente, son esencialmente similares. La forma en la cultura y en la personalidad El punto de partida de la teoría de la cultura de Simmel, como ciertamente de todo su pensamiento, es la distinción entre forma y contenido. Los contenidos son aquellos aspectos de la existencia que se determinan en sí mismos, pero que como tales no contienen ninguna estructura ni la posibilidad de ser aprehendidos por nosotros en su inmediatez. Las formas son los principios sintetizadores que seleccionan elementos del material de la experiencia y que los moldean dentro de determinadas unidades. En este sentido, las formas son idénticas a las categorías cognitivas a priori de Kant; aunque difieren de estas últimas en dos importantes aspectos. Aquéllas informan no sólo sobre el dominio de lo cognitivo, sino incluso de cualquiera y de todas las dimensiones de la experiencia humana. Y no son fijas e inmutables, sino que emergen, se desarrollan y quizá desaparecen con el transcurso del tiempo. Las formas emergen moldeando los contenidos cuando, por una suerte de tensión, se rompe la unidad indiferenciada de la experiencia inmediata. La propia experiencia divide entre, por un lado, un sujeto autoconsciente, y, por otro, un objeto enfrentado, definido de algún modo —congnitivo, estético, evaluativo— según la naturaleza de la situación originaria. Las formas que aparecen en este estadio son fragmentarias y de carácter preliminar —lo que Weingartner ha denominado correctamente como la "protocultura"—, dado que se conectan con intereses pragmáticos y exigencias adaptativas de la situación inmediata. Así, la protomúsica aparece cuando la gente siente una necesidad inusual de expresar emociones fuertes, tales como furia, alegría o sentimientos de tipo místico-religioso. Frustrados por las limitaciones del mero lenguaje, los sujetos comienzan a remoldear los sonidos verbales sumándoles ritmo, y luego melodía. 10 La protociencia aparece para resolver los problemas relacionados con el dominio del ambiente. En el nivel de la protocultura, se dispone de un conjunto de objetos formados para responder, en medida justa, a las necesidades de las actividades prácticas: sólo la cultura suficiente, pero no más. Tan pronto como, por específicas razones prácticas, han sido creados, los elementos de la protocultura toman una existencia propia. Mientras todavía se encuentran enraizados en propósitos subjetivos, se objetivizan. No necesitan ser continuamente reinventados, y los más exitosos se acumulan formando una tradición. Cuando esto ocurre, es posible un segundo nivel del desarrollo cultural. Tarde o temprano, las formas pueden ser liberadas de sus conexiones con los propósitos prácticos y se tornan, con derecho propio, objetos de la cultura. Se hacen autónomos en tanto que el hombre se torna devoto de éstos, no para obtener una ventaja práctica sino por su propio bien. De esta manera, puede extenderse el potencial estructural dentro de cada conjunto de formas. Así, las variaciones rítmicas y melódicas de un sonido formado inicialmente para ayudar a la comunicación humana se transforman en música, compuesta y ejecutada según cánones intrínsecos. El conocimiento de los cielos requerido para aumentar una cosecha o para navegar los mares se transforma en la ciencia de la astronomía. Las regulaciones morales diseñadas para regular las relaciones humanas se transforman en principios éticos autónomos. Éste es el movimiento, desde las protoformas hasta las formas objetivas. Por otra parte, más allá de cualquier realización particular de la cultura objetiva, se encuentran los "mundos", 11 con los cuales Simmel se refiere a un tercer nivel de la formación cultural. Cada uno de los principales tipos de capacidad formativa del espíritu humano puede moldear la totalidad de los contenidos dentro de un mundo de experiencia autocontenido e irreductible. El así llamado mundo real consiste entonces en el complejo de representaciones necesarias para actuar adaptativamente según los requerimientos psicobiológicos de nuestra especie. Este mundo real es históricamente el primero que se desarrolla, lo cual no significa que tenga algún derecho especial desde el punto de vista ontológico. Igualmente válidos, como Los escritos de Simmel sobre cultura se encuentran menos desarrollados y aparecen menos conectados con sus estudios sobre las formas sociales —quizá sea ésta otra razón de su relativo desconocimiento—. Sin embargo, ellos resultan de gran pertinencia para los análisis culturales contemporáneos. Aquí sólo podemos esbozar sumariamente algunas de sus principales ideas. Una descripción más detallada puede encontrarse en la excelente exégesis de la filosofía de Simmel de Rudolph Weingartner, Expierence and Culture. 10 Véase Etzkorn (traductor), Conflict in Modern Culture, pp. 100-106. 11 Lebensanschauung, Munich y Leipzig, Duncker & Humblot, 1918, cap. 2 [edición castellana: Intuición de la vida. Cuatro capítulos de metafísica, traducción de Rovira Armengol, Buenos Aires, Nova, 1950]. 6 formas de organizar todos los contenidos de la vida, son los otros mundos, como el del arte, el del conocimiento teórico, el de los valores o el de la religión. Los mundos perduran en el tiempo a través de la interacción entre formas específicas —sean prácticas, estéticas, científicas, religiosas— de experimentar con varios tipos de contenidos. En principio, cualquier contenido dado puede ser construido como un elemento de cualquier mundo, aunque algunos contenidos tienden más fácilmente que otros a ser partes de ciertos mundos. Así, por ejemplo, tres áreas de la experiencia vivida tienden particularmente a ser "transpuestas dentro de una clave religiosa": la relación del hombre con las fuerzas de la naturaleza, con el destino y con sus semejantes. 12 Pero cada mundo existe como una forma soberana, urgiendo a aquellos que en modo alguno son sensibles a sus reclamos a que traduzcan la mayor parte de los contenidos del cosmos dentro de su dominio. La energía inherente a la vida para crear formas que trasciendan la vida es una fuerza no hacia la unidad cultural, sino hacia la diversidad. En contraste radical con Comte y Marx, que concebían como objetivo de la evolución llegar a producir una cultura humana homogénea, Simmel observó la generación de productos culturales crecientemente especializados ordenados en distintos mundos, fundamentalmente discretos e inconmensurables. Los dioses que regulan tales mundos no se encuentran en guerra —no más que en el conflicto básico en que se encuentran los colores y los sonidos—, sino que cada uno de ellos trata de acercar la realización humana hacia la implementación universal de su principio básico. La elaboración formal de un cierto corpus cultural puede proceder, no obstante, en cualquiera de las dos direcciones. Esto depende de la relación entre las formas culturales y la persona. Pero para entender adecuadamente esta opción, debemos efectuar primero una breve digresión sobre la teoría de la personalidad de Simmel. La aproximación de Simmel al estudio de la personalidad es estructural; se basa, nuevamente, en la distinción entre forma y contenido. 13 En general, su preocupación no es por las bases instintivas o experimentales de las disposiciones, destrezas o hábitos específicos, 14 sino más bien por cómo se forma una personalidad unificada a partir de la multiplicidad de los contenidos psíquicos. Simmel se refiere a aquello que da forma a la multiplicidad de contenidos distribuidos a lo largo de la periferia de la personalidad como su núcleo central o ego. De la misma manera que los productos culturales concretos son sólo realizaciones finitas e imperfectas de los ideales de algún "mundo", las personas individuales son sólo realizaciones limitadas de sus propios ideales —ideales no en el sentido de lo que según algún criterio externo deberían ser, sino en el de una proyección de las efectivas tendencias y síntesis que se manifiestan en cada existencia individual—. El logro de la individualidad es, así, no una cuestión de arbitraria subjetividad, sino, más bien, un movimiento hacia la realización de una determinada forma objetiva. En el transcurso de los muchos años en que Simmel reflexionó sobre esta materia, produjo un número de profundas cuestiones y observaciones: las diferentes formas en las que la individualidad puede ser lograda, 15 las condiciones sociales que favorecen el logro de la individualidad, 16 las individualidades a través de personalidades históricas sobresalientes, como Rembrandt, Goethe y Nietzsche, y las implicaciones éticas de vivir según directivas que están enraizadas en la totalidad de la vida individual de cada uno, que es única. 17 De esta vasta materia, sólo nos ocuparemos aquí de un aspecto: la relación entre la individualidad y la cultura objetiva. En el sentido en que Simmel prefiere usar el término, la cultura refiere al cultivo de los individuos por medio de formas externas que han sido objetivadas en el curso de la historia. La cultura objetiva refiere a un solo lado de este proceso: al complejo de productos reales e ideales. El otro lado — conformado por lo que los individuos asimilan y utilizan de tales productos para su crecimiento personal— es el dominio de la cultura subjetiva. 12 Véase The Sociology of Religion, trad. de Curt Rosenthal, Nueva York, Wisdom Library, 1959. Véase D. Levine, "Some Key Problems in Simmel's Works", en Coser, L., Georg Simmel, cit., pp. 97-98. 14 Una notable excepción a esto es la discusión de Simmel sobre los instintos primarios de hostilidad y simpatía. Véase el capítulo 6 de este volumen. 15 Véanse los capítulos 15-17 de este volumen; también, "Individual and Society in Eighteenth and Nineteenth Century Views of Life", en The Sociology of Georg Simmel, edición, traducción e introducción de Kurt H. Wolff, Glencoe, Illinois, Free Press, 1950, pp. 58-84; "Individualismus", en Brücke und Tür, cit., pp. 251-259. 16 Véanse los capítulos 18-21 de este volumen; también, "The Web of Group Affiliations", en Conflict and the Web of Group Affiliations, traducido por Kurt H. Wolff y Reinhard Bendix, Glencoe, Illinois, Free Press, 1955. 17 "Das individuelle Gesetz", en Lebensanschauung, cit., cap. 4 [edición castellana: "La ley individual", en Intuición de la vida. Cuatro capítulos de metafísica, citado]. 13 7 La importancia de la cultura subjetiva deriva de que el hombre, a diferencia de cualquier otro ser viviente conocido, lleva consigo la necesidad de ser "cultivado". El cultivo de un ser viviente es el proceso de desarrollo de un estado del ser al que 1) no llegaría naturalmente, pero 2) para el que tiene una propensión natural, 3) utilizando objetos exteriores a él. Las plantas y los animales pueden ser cultivados, pero el impulso para ello proviene desde afuera del ser. Por el contrario, la obligación y la capacidad para cultivarse se encuentran inseparablemente ligadas al alma humana. Este proceso implica mucho más que la mera asimilación de un número de contenidos culturales diversos; requiere, sobre todo, que tales contenidos sean relevantes para el núcleo central de la personalidad y que sean integrados dentro de ésta. La cultura, en el sentido adecuado (es decir, subjetivo) del término, sólo existe si hay autodesarrollo de un centro psíquico, siempre que este autodesarrollo dependa de medios objetivos externos. Con respecto a la dirección y la dimensión en que los contenidos culturales son tratados, el crecimiento de la cultura objetiva difiere radicalmente del de la cultura subjetiva. La cultura objetiva crece de acuerdo con su propia lógica inmanente; la cultura subjetiva crece según la lógica del desenvolvimiento de la personalidad. La maestría de, digamos, un argumento ético, una monografía botánica, o los cuartetos de Schöenberg estará, en el caso de la cultura subjetiva, subordinada e indicada por la propia individualidad emergente; y en el caso de la cultura objetiva, por las necesidades de desarrollo de las disciplinas de la ética, la botánica y la música. De los muchos contenidos que se ofrecen como medios para el desarrollo individual, el sujeto selecciona prudentemente. Su capacidad receptiva se encuentra limitada por el grado de unidad y conclusión que el sujeto haya alcanzado, así como por las limitaciones de tiempo y energía de cada vida individual. El desarrollo de la cultura objetiva, en cambio, no conoce tales límites. Ésta puede contar con las contribuciones provenientes de un sinnúmero de individuos a lo largo de muchas generaciones. "No hay razón por la cual no debería estar multiplicada en la dirección del infinito, ya que nada puede impedir que se agregue un libro a otro, una obra de arte a otra, una invención a otra: la forma de la objetividad, en cuanto tal, posee una capacidad ilimitada de recepción." 18 Sobre la tensión que existe entre estas dos modalidades de la cultura nos extenderemos más adelante. Las disciplinas intelectuales Como consecuencia, desde el punto de vista de Simmel las disciplinas intelectuales establecidas son los productos de una gran transformación cultural. Todas ellas tienen sus orígenes en las necesidades e intereses de la vida práctica. En algún punto, quedan liberadas de la praxis, se objetivizan y pasan a desarrollarse autónomamente como dominios de una cultura puramente cognitiva. Al margen de toda la agitación desplegada por Max Weber y los miembros del Verein für Sozialpolitik, que trataban de encontrar a toda costa una justificación que separarse los juicios científicos de los juicios valorativos, fríamente Simmel reivindica la realidad y la validez de aspirar a una cultura cognitiva por sí misma. Así, con spinoziana calma, concluye su clásico análisis del tumulto de las metrópolis modernas: "Nuestra tarea no es acusar o perdonar, sino tan sólo comprender". 19 FILOSOFÍA. Simmel estuvo, de manera más o menos continua, comprometido en tratar de llegar a un acuerdo entre estas tres disciplinas: la filosofía, la historia y la sociología. Para Simmel, la filosofía es el esfuerzo intelectual por dar sentido a la totalidad de las cosas, para lo cual extrapola algún conjunto cognitivo particular, que represente una de las grandes orientaciones típicas de la mente humana, para luego interpretar el mundo entero. La filosofía opera a un nivel de abstracción tal —a una distancia tal de las cosas— que no importa que las proposiciones generales que sostenga sean contradictorias con datos obtenidos desde una posición mucho más cercana a las cosas. 20 En relación con cualquier disciplina empírica, la filosofía tiene dos tareas, una anterior y otra posterior al trabajo de esa disciplina. La primera tarea es la de tratar con los conceptos básicos y los presupuestos que subyacen a la investigación concreta —cuestiones que no pueden ser tratadas dentro de la investigación ya que ésta se basa en ellas—. La otra tarea supone completar especulativamente los resultados de la investigación e integrarlos dentro de un cuadro de cosas más amplio, relacionándolos con ideas que se 18 "On the Concept and Tragedy of Culture", en Etzkorn (trad.), Conflict in Modern Culture, cit., p. 44 [edición castellana: "Concepto y tragedia de la cultura", en Cultura femenina y otros ensayos, cit., p. 203]. 19 En la práctica, no obstante, la sociología de Simmel no evitó un cierto sugestivo moralismo, principalmente en favor de la individualidad. 20 Véase "The Nature of Philosophy", en Essays, pp. 282-309. Véase también Weingartner, Experience and Culture, cit., cap. 3. 8 encuentren más allá de la experiencia directa y del conocimiento objetivamente verificable. Estas dos tareas son, respectivamente, las provincias de la epistemología y la metafísica de la disciplina particular. De esta manera, la filosofía social trata por un lado con las cuestiones concernientes a los principios y métodos de las ciencias sociales, y, por otro, con cuestiones tales como en qué medida el desarrollo de los sistemas sociales es análogo, en algún aspecto, a la evolución de otros tipos de sistemas, y en qué medida el valor principal de la sociedad se halla en las funciones de la vida social en sí, en la creación de la cultura objetiva, o en las cualidades éticas que fomenta en el individuo. 21 HISTORIA. El área de la filosofía social a la que Simmel dedicó mayor atención —en seis diferentes publicaciones editadas entre 1892 y 1918— fue la concerniente a los conceptos básicos y las presuposiciones de la indagación histórica. 22 Junto a Dilthey, Rickert y Croce fue uno de los creadores de la moderna concepción crítica de la filosofía de la historia. Simmel continúa la crítica del punto de vista positivista de la historiografía, iniciada por Dilthey y Windelband, pero la lleva hacia direcciones ciertamente nuevas. A diferencia de Dilthey, Simmel mantiene que lo distintivo de la historia no es su materia, la experiencia humana, ya que la humanidad puede ser aprehendida con la misma validez a través de perspectivas de mundos muy diferentes. A diferencia de Windelband (y, luego, de Rickert), Simmel afirma que la perspectiva distintiva de la historia no es su foco en lo único, en los acontecimientos concretos, sino más bien que ella es una manera enteramente especial de construir la realidad: la historia también ofrece una forma para el mundo todo. En contraste con las otras formas-de-mundo, la historia no moldea contenidos brutos, sino que da forma adicional a los contenidos ya moldeados por la experiencia humana. La historia es aquella forma de ordenar el mundo que, a partir de todos aquellos contenidos que ya han sido formados a través de la experiencia, selecciona ciertos contenidos y los ubica en una nueva combinación dentro de series continuas, de forma tal de ir incrementando la comprensión (Verstehen) de acontecimientos que han sido situados en el tiempo en términos de su futuro. El acto de selección es crucial, asevera incansablemente Simmel: no hay tal cosa como relatar la historia "tal como realmente fue". Los principios de la selección se basan en alguna esfera particular de la experiencia, como la política, el arte, la tecnología o la moda, y en ciertas características de los acontecimentos, tales como la tipicidad, la rareza y la significación. El pluralismo dogmático de Simmel lo lleva a sostener que la historia forma un mundo propio, autocontenido e inconmensurable, por lo cual los criterios del mundo de la ciencia son irrelevantes. Esto lleva, según el argumento de Weingartner, a una superflua concepción subjetivista de la historia, en la cual los únicos criterios de adecuación son los referidos a la coherencia con la que los acontecimientos del pasado se conectan con los subsiguientes en series continuas. Esta separación radical entre historia y sociología es lo que hace que la sociología de Simmel sea tan diferente de la de Weber. En el nivel de la protocultura, la historia como disciplina se encuentra enraizada y prefigurada en dos actividades comunes, por cierto indispensables de la vida cotidiana. Por una parte, el acto de la Verstehen histórica surge y se sirve de la capacidad de comprensión empática por medio de la cual nos relacionamos con nuestros vecinos. "La comprensión de San Pablo y de Luis XIV es, en lo esencial, idéntica a la que se tiene de alguien a quien se conoce personalmente" 23 [de un conocido personal]. Por otra parte, la vida práctica depende de la reconstrucción selectiva de acontecimientos del pasado en relación con sus implicaciones para las circunstancias del presente. Estas categorías que surgen en la vida cotidiana de la 21 Simmel osciló en su preocupación por situar la filosofía social. En 1908 se contentó con situarla como una rama de la filosofía; en 1917 trató de ubicarla como una rama de la sociología. Véase "The Problem of Sociology", en Essays, pp. 333-335 [edición castellana: "El ámbito de la sociología", en El individuo y la libertad. Ensayos de crítica de la cultura, cit., pp. 229-246]; y Wolff, The Sociology of Georg Simmel, cit., pp. 23-25. 22 El capítulo 1 del presente volumen es la introducción a Probleme der Geschichtsphilosophie, 3a. ed. Cada una de las dos primeras ediciones fue significativamente diferente. Además, Simmel publicó tres artículos posteriores sobre este tema: "Das Problem der historischen Zeit", "Die historische Formung" y "Vom Wesen des historischen Verstehen". Para una exposición más detallada del pensamiento de Simmel sobre la filosofía de la historia, véase Weingartner, Experience and Culture, cit., cap. 2. [La edición en castellano de Problemas de filosofía de la historia, traducción de Elsa Tabernig, Buenos Aires, Nova, 1950, se realizó a partir de la 3a. ed. alemana e incluye dos anexos correspondientes a los dos primeros artículos referidos, "El problema del tiempo histórico" y "La configuración histórica"; el tercer artículo, "De la esencia del comprender histórico", aparece en El individuo y la libertad. Ensayos de crítica de la cultura.] [N. del T.] 23 "Vom Wesen des historischen Verstehens", en Brücke und Tür, cit., p. 60 [edición castellana: "De la esencia del comprender histórico", en El individuo y la libertad, cit., p. 94]. En relación con este punto, el epigrama, hecho famoso por Max Weber, pero aparentemente inventado junto a Simmel, expresa que "uno no necesita ser César para comprender a César". 9 mutua comprensión y de la interpretación de la experiencia significativa del pasado son las que, diferenciadas y refinadas, devienen en los conceptos y los métodos de la disciplina de la historia. SOCIOLOGÍA. Las raíces de la sociología están en otro lado. Derivan del ascenso de las masas sobre los intereses de los individuos durante el siglo XIX. Como las clases bajas crecieron en importancia y forzaron la atención de las clases altas, el fenómeno de la clase en sí —de la formación social— pasó a ser un tema central. Como consecuencia de esta creciente preocupación por las clases sociales, cuyas propiedades descansan no en la constitución de los individuos sino en la constitución social, se percibió que todo fenómeno individual está determinado por innumerables influencias contenidas en su ambiente humano. Esta idea fue así proyectada retroactivamente: la sociedad del pasado aparecería "como la sustancia que engendra las existencias individuales, no de otro modo que como el mar engendra las olas". 24 El poder práctico adquirido por las clases sociales sirvió así para estimular el crecimiento de la sociología como la ciencia sobre todo lo que ocurre en la sociedad, en otras palabras, como la ciencia de todo lo humano. Sin embargo, un campo concebido en forma tan vasta y vaga no cumple los requerimientos para devenir en una rama autónoma de la cultura objetiva científica. Toda ciencia descansa sobre una concepción que permita la abstracción de cualidades y funciones específicas y la observación metodológica de su comprobación en las cosas concretas. La sociología antigua (la de Comte, por ejemplo) —la sociología entendida como la disciplina de todo lo humano, como la reina de las ciencias— ofrece un nombre y una categoría ómnibus, lo cual no es suficiente. Sin embargo, el discernimiento básico desde el cual procede la sociología antigua —el discernimiento de que el hombre en todos los aspectos de su ser y de su actividad está determinado por el hecho de vivir en interacción con otros hombres— puede llevar a una concepción que podría establecer a la sociología como una ciencia objetiva independiente y claramente delimitada. Simmel procede a desarrollar esta concepción, para contribuir a la autonomía de la sociología, aplicando al dominio social la distinción entre formas y contenidos. Los "contenidos" toman aquí un significado especial: son las necesidades, los impulsos y los propósitos que permiten a los individuos entrar en asociación continua entre sí. Las formas son los procesos sintetizadores por los cuales los individuos se combinan dentro de unidades supraindividuales, según como éstas sean en cada caso: estables o transitorias, solidarias o antagónicas, etc. La tarea de la sociología apropiadamente objetivada es la de estudiar las formas de la socialidad humana. Las formas en la sociedad y en la historia Fundamentar una disciplina especializada a partir de una base tan precaria como es la distinción entre forma y contenido puede parecer arbitrario o caprichoso; sin embargo, en su fundamentación Simmel encuentra serios y abundantes precedentes. La gramática, que estudia las formas puras del lenguaje, abstraídas de los contenidos lingüísticos por los cuales estas formas adquieren vida. La lógica y la epistemología, que estudian las formas puras del conocimiento, abstraídas de la multitud de conocimientos sobre las cosas particulares. La geometría, que estudia las formas espaciales puras, abstraídas de los objetos físicos que las corporizan. La sociología, como la ciencia de las formas sociales, se relaciona con las ciencias que especialmente tratan los diversos contenidos de la vida social —tales como la actividad económica, el comportamiento sexual, la educación, las leyes o la religión—, de la manera en que la geometría se relaciona con las distintas ciencias físicas. La gran diferencia entre ambas disciplinas es que las formas espaciales, no obstante sólo captables en objetos físicos, pueden ser aisladas, identificadas y derivadas lógicamente en pensamiento geométrico; mientras que, debido a las fluctuaciones y complejidades de la vida social, el estatus de las formas de interacción social que abstrae la sociología es más ambiguo. No obstante, en general la sociología puede ser considerada como la geometría de las formas sociales. En los tres niveles en los que existen las formas culturales pueden distinguirse analogías con la teoría de la sociedad de Simmel, pero el significado de los conceptos empleados y el de los diferentes niveles ha sido alterado. En correspondencia con las formas de las protoculturas se encuentran las formas elementales de comportamiento social, al estudio de las cuales se consagran buena parte de las propias investigaciones sociológicas de Simmel. Los individuos entran en mutua interacción para el logro de ciertos propósitos o para satisfacer ciertas necesidades emocionales —por razones instrumentales o expresivas, para usar términos más contemporáneos—. Tales interacciones se originan, y se mantienen, en el nivel de las necesidades prácticas de la vida diaria. Los procesos espontáneos a través de los cuales las personas interactúan constituyen los procesos "microscópicos-moleculares" de la vida social: 24 Soziologie, cit., p. 2 [edición castellana: Sociología, p. 10]. 10 Que los hombres se contemplen mutuamente y que estén celosos entre sí, que se escriban cartas o coman unos con otros al mediodía, que totalmente al margen de los intereses manifiestos estén en contacto de una manera simpática o antipática, que el agradecimiento de la acción altruista ofrezca un indestructible efecto posterior que liga, que un hombre pregunte a otro por el camino y que se vistan y adornen uno para el otro, todos los miles de relaciones de persona a persona, momentáneas o duraderas, conscientes o inconscientes, superficiales o ricas en consecuencias, de entre las cuales estos ejemplos han sido elegidos de forma totalmente arbitraria, nos entrelazan incesantemente. Aquí residen las interacciones entre los elementos que contienen toda la tenacidad y elasticidad, toda la policromía y unicidad de esta vida de la sociedad tan clara y tan enigmática. 25 Las protoformas de la vida social asumen así el interés y la importancia que Simmel reserva para las formas objetivadas en el área de la cultura. Las formas sociales adquieren autonomía respecto de los impulsos momentáneos y las demandas insistentes del proceso vital de dos maneras. Quedan combinadas e hipostasiadas dentro de estructuras institucionales más grandes (Gebilde). Estas estructuras sólidas más visibles —estados, sindicatos, iglesias, estructuras familiares, organizaciones militares, comunidades— representan una objetivación de las formas sociales. Pero ésta es una objetivación que se liga estrechamente con la praxis. Su contraparte en el dominio de la cultura serían las formas de tecnología institucionalizada y cualquier otra tradición establecida de protocultura desarrollada —lo que se sabe por hábito en oposición a lo que se sabe por ensayo y error—. El otro modo por el que las formas sociales devienen autónomas corresponde precisamente a la transformación de la protocultura acumulada en las formas puras de la cultura objetiva. O sea, allí emergen ciertas formas de interacción que se realizan no para satisfacer algún propósito práctico, sino por motivos propios de las formas. Son las formas "lúdicas" de la socialidad. Desprovistas de todo contenido pragmático, existen cuando aspiramos a participar en el "mundo" de la sociedad como un fin en sí mismo. En vez de los serios propósitos de los objetivos eróticos, se puede jugar bajo la forma de la coquetería. 26 En vez de los serios logros competitivos de los propósitos económicos o políticos, se puede jugar a las competencias agresivas a través de deportes y juegos. 27 En vez de las serias actuaciones de los roles sociales en la vida diaria, uno puede actuar, o ver actuar a otros en roles imaginarios en el teatro. 28 La forma de la sociabilidad, por otro lado, existe como la forma lúdica arquetípica de cualquier socialidad humana. 29 En todos estos modos de interacción, el énfasis recae sobre la propia forma. Lo cual implica que el concepto de sociedad es análogo, estrictamente hablando, no al concepto de cultura en general, sino a una de las categorías culturales formadoras de mundos, como la religión, el arte o la ciencia. La sociedad existe como una de las maneras en las cuales toda la experiencia puede ser potencialmente organizada. 30 Un número dado de individuos, en consecuencia, puede ser sociedad a un mayor o menor nivel; de la misma forma que un número dado de sonidos puede ser música a un mayor o menor nivel. La sociedad como una forma se presenta idealmente como un mundo que aguarda su actualización en la historia. 31 El andamiaje conceptual de la sociología de Simmel consiste, entonces, en cuatro tipos o niveles de formas: 1) formas de interacción social elemental; 2) estructuras institucionalizadas; 3) formas "lúdicas" autónomas; y 4) la forma genérica de la propia sociedad. Cada uno de estos niveles, como hemos visto, tiene en Simmel su contraparte en la teoría de la cultura. 25 "The Problem of Sociology", en Essays, cit., pp. 327-328 [edición castellana: "El ámbito de la sociología", en El individuo y la libertad. Ensayos de crítica de la cultura, cit., p. 234]. 26 "Die Koketterie", en Philosophische Kultur, Leipzig, Alfred Kroner, 1919, pp. 95-115 [edición castellana: "Filosofía de la coquetería", en Cultura femenina y otros ensayos, cit., pp. 57-81]. 27 Véase capítulo 6 de este volumen. 28 Véase "Zur Philosophie des Schauspielers", en Fragmente und Aufsäitze, Munich, Drei Masken, 1923. 29 Véase el capítulo 9 de este volumen. 30 Como cualquier otra categoría cultural, el concepto de sociedad puede ser utilizado tanto en sentido concreto como abstracto. La música, por ejemplo, puede referir tanto a un conjunto de composiciones o ejecuciones concretas, como también —de manera abstracta— a la forma general por la cual los sonidos son organizados según esquemas rítmicos y melódicos para efectos estéticos. En su sentido concreto, la sociedad designa un complejo de individuos socializados, una red empírica de relaciones humanas operando en un tiempo y un espacio dados. En el sentido abstracto del término, la sociedad denota la totalidad de aquellas formas relacionales a través de las cuales los individuos resultan parte de tal red. (Para ilustrar esta distinción, Simmel sé refiere al contraste entre una esfera material y la forma geométrica de tal esfera.) Es el concepto general abstracto el que subsume todas las formas particulares de socialidad. 31 Esto; irónicamente; se aproxima a una concepción central de Comte, quien hablaba del progreso como crecimiento del orden, que describía como crecimiento absoluto de la cuenta de socialidad. 11 LA SOCIOLOGÍA Y LA CULTURA. La agenda propuesta por Simmel a la sociología está en gran medida restringida al análisis intrínseco de las formas sociales. Los sociólogos se dedican a identificar y clasificar las diferentes formas de interacción social, a analizar sus subtipos, a estudiar las condiciones bajo las cuales éstas emergen, se desarrollan, florecen y se disuelven; y a investigar sus propiedades estructurales. 32 Si bien Simmel tendió a seguir esta agenda, focalizando el análisis de las formas sociales en su sociología y reservando el análisis de las formas culturales para su filosofía; de ninguna manera se puede, según los principios de Simmel, justificar una separación rígida entre hechos sociales y hechos culturales: Simmel llama frecuentemente la atención sobre la ambigüedad y flexibilidad de su distinción fundamental: un principio esencial de su filosofía es que lo que en un contexto es forma, en otro puede ser contenido: En la perspectiva de la sociología, las formas culturales son contenidos sociales. Simmel es por tanto enteramente consistente cuando establece la razón de ser para una sociología de la cultura: "Los hechos de [...] la religión [...], el derecho, los estilos culturales, el lenguaje, y otros innumerables, pueden ser analizados preguntando cómo pueden ser comprendidos no como logros individuales ni de significación objetiva, sino como productos y desarrollos de la sociedad". 33 A la inversa, el contenido de una interacción social particular "con frecuencia si no siempre posee un efecto decisivo sobre la manera en que [la interacción] se forma". 34 En otras palabras, que un número de personas se junte para tocar música puede hacer que éstas se organicen diferentemente a que si se juntasen para rendir algún tipo de culto o para llevar a cabo una investigación científica. Las ocasionales excursiones de Simmel en áreas en que la sociedad y la cultura se implican incluye algunas de las páginas más imaginativas —y más desatendidas— de su obra. Aquí sólo podemos llamar la atención sobre ellas de una manera esquemática. 1. Las formas sociales proveen contenidos que se prestan particularmente bien para la elaboración de ciertas formas culturales. La creencia en alguna otra persona prefigura la creencia que se elabora en el simbolismo de la religión. La actuación de roles sociales prefigura el arte de la actuación dramática. 2. Las formas sociales crean condiciones que afectan la naturaleza de ciertos productos culturales. Así, la expansión de la base de interacción social crea las condiciones sociales para las concepciones cognitivas y éticas universales, tales como la norma de consistencia lógica y el principio de justicia. 35 Los tipos de intercambio y la interacción cuantitativa que caracterizan a la vida urbana moderna crean una necesidad de distancia respecto de las cosas que se expresa en ciertos estilos culturales, tales como el simbolismo 36 y el aumento de la inestabilidad cultural de las grandes ciudades. 37 3. La orientación hacia ciertas formas culturales crea una disposición a preferir formas sociales que tienen estructuras paralelas. Así, una preferencia por la simetría en arte favorece el gusto por una simetría planificada de las formas sociales, como la del socialismo. 38 LA SOCIOLOGÍA Y LA HISTORIA. Una de las ramas de la cultura —la historia— posee una relación especialmente interesante con la sociología, dado el estatus peculiar que estas dos disciplinas tienen en el sistema de Simmel. Mientras la filosofía, el arte, la religión, la ética y la ciencia natural aplican sus categorías distintivas a la totalidad de los contenidos y los moldean según sus respectivos principios, la naturaleza de la historia y de la sociología hace que ambas traten con contenidos que ya han adquirido forma. Ambas estudian los contenidos ya formados de la experiencia humana, y no hay razón por la que no puedan estudiar los mismos contenidos. Es ésta la razón por la cual para Simmel no tiene sentido la separación de las disciplinas propuesta por Windelband —entre ciencias dedo único (ideográficas) y ciencias de lo general (nomotéticas)—. En términos contemporáneos; Simmel diría que el intercambio de las conexiones entre sociología e historia produce dos beneficiosos emprendimientos, la historia social y la sociología histórica. Cuando las forras de interacción social se examinan con respecto a su ocurrencia en un tiempo y un lugar específicos y en su desarrollo subsiguiente dentro de un grupo específico, son estudiadas desde la perspectiva y para el beneficio de la historia. Esto constituiría la historia social para Simmel, un 32 Véase el capítulo 3 de este volumen. Wolff, Sociology of Georg Simmel, cit., p. 18. 34 Soziologie, cit., p. 10. 35 "Sur quelques relations de la pensée théorique avec les intérêts pratiques", en Revue métaphysique et de la morale, N° 4, 1896, pp. 160-178. 36 "Sociological Aesthetics", en Etzkom (trad.), Conflict in Modern Culture, cit., pp. 77-80 [edición castellana: "Estética sociológica", en El individuo y la libertad, cit., pp. 217-228]. 37 Philosophie des Geldes, cit., cap. 6 [edición castellana: Filosofía del dinero, traducción de Ramón García Cotarelo, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1976]. 38 "Sociological Aesthetics", cit., pp. 68-76. 33 12 emprendimiento paralelo a las historias de otros contenidos formados, como la religión y la tecnología: Casos ilustrativos de una historia social como la que Simmel (implícitamente) concibió son: el desarrollo de la amistad en la Atenas del siglo v antes de Cristo, el crecimiento de los sindicatos en los Estados Unidos del siglo XIX, la relación entre la primogenitura y el ascenso de los deportes en la Inglaterra del siglo XVII. A la inversa, los hechos acumulados en diversos géneros de historia proveen el material apreciado para el estudio sociológico de las formas sociales. Lo hacen de tres maneras. Primero, para determinar el origen y las propiedades estructurales dé cualquier forma social se debe observar su realización en una amplia variedad de contenidos. Se puede aprender algo sobre la competencia, por ejemplo, desde una variedad muy amplia de campos —la historia económica, la historia del arte, la historia de la religión, etc.—. Después de observar una variedad de instancias de competencia, se puede entonces abstraer los componentes estructurales comunes de los distintos casos, de manera de determinar qué es la competencia como forma pura del comportamiento humano. (Hay ciertas formas, además —como la función de la herencia— que se encuentran sólo en períodos específicos.) Formas como la de la competencia son recurrentes en los procesos sociales. Otras formas sobre las que Simmel escribió son más complejas en tanto que involucran cambios estructurales a lo largo del tiempo. Éstas pueden llamarse formas en desarrollo, o patrones de desarrollo. 39 Así, Simmel escribe, por ejemplo, que [...] el proceso de desarrollo de casi todos los partidos [políticos] muestra la misma forma: durante el período inicial dominado por su idea básica [...] el partido es, por un lado, pequeño, y, por otro, está guiado por su firmeza y homogeneidad. Estas cualidades tienden a desaparecer en tanto el partido crece en tamaño y expande su programa. 40 Por definición, la única manera de examinar las formas diacrónicas de este tipo es comparar un número de series continuas reconstruidas por los historiadores. Además de estos dos tipos de problemas, dentro del campo de la sociología "pura" o formal hay un tercer tipo de problema —que Simmel consideró hacia la última etapa de su vida— y al que asignó un área que llamó "sociología general". En ésta definió el problema como el estudio "de toda la vida histórica en cuanto está socialmente formada". 41 La discusión de Simmel en esta área es poco clara, pero se puede advertir que lo que estaba pensando incluiría sociologías como la de Toynbee o la de Sorokin, o las generalizaciones inductivas sobre la evolución social —es decir, la historia social comparada macroscópicamente—. Los principios y el método Se ha dicho ya lo suficiente como para indicar que la sociología de Simmel no sólo constituye más que una variada colección de agudos discernimientos de un hombre talentoso —como se ha afirmado con frecuencia—, no sólo constituye un sistema de ideas coherente y continuamente desarrollado, sino que también forma parte de un cuerpo integral de ideas más amplio, constituido por la totalidad de su obra. En esta sección nos detendremos en algunos aspectos del pensamiento de Simmel que apuntan a su implícita unidad. LA UNIDAD DE MÉTODO. Sea que esté examinando un proceso social o un patrón de desarrollo, un mundo cultural o un sistema filosófico, un individuo histórico o un tipo de personalidad, la lógica de la indagación de Simmel es la misma. Su método consiste en seleccionar algún fenómeno finito relacionado con el mundo corriente, examinar la multiplicidad de elementos que lo componen e indagar la causa de su coherencia, revelando así su forma. En segundo lugar, Simmel investiga los orígenes de esta forma y sus implicaciones estructurales. Los resultados de la indagación simmeliana son así una serie de análisis discretos. En sí mismos, éstos no se prestan a ser integrados por medio de un esquema interpretativo, sea este una concepción dialéctica del proceso sociohistórico total o un sistema teórico de categorías analíticas universalmente aplicables. Esto es lo que produce la apariencia (y, en el sentido aquí especificado, la realidad) de dispersión 39 Véase, D. Levine, "Some Key Problems in Simmel's Work", en Coser, Georg Simmel, cit., pp. 98-104. Über sociale Differenzierung, en Staats- und socialwissenschaftliche Forschungen, editado por Gustav Schmoller, Leipzig, Duncker & Humblot, 1890, vol. 10, p. 22. 41 Wolff, Sociology of Georg Simmel, cit., p. 22. Véase también pp. 16-21. 40 13 en la obra de Simmel. Padece de "atomismo de caso" —siguiendo la crítica de Talcott Parsons a la obra de Max Weber— en un grado aún mayor que los trabajos de Weber. 42 Al mismo tiempo, el método de Simmel posee ciertas ventajas distintivas: la de aproximarse tanto a los intereses de quien conoce cuanto a las realidades refractarias de lo que se conoce. No fuerza todos los fenómenos dentro de un esquema general, ni los altera a través de categorías arbitrarias o rígidas; al mismo tiempo evita un empirismo vacuo al proveer un contexto de significados para las series de observaciones. El método realza el hallazgo. Cuatro presuposiciones básicas sostienen todo su análisis de la cultura, la sociedad y la personalidad. Éstas pueden identificarse como los principios de: la forma, la reciprocidad, la distancia y el dualismo. 43 Aquí los articularemos nuevamente comparando su sociología con su filosofía de la cultura. La forma. El mundo se compone de innumerables contenidos que han adquirido una determinada identidad, una estructura y significados a través de la imposición de formas creadas por el hombre en el curso de su experiencia. Hemos visto cómo este principio genera las cuatro herramientas conceptuales básicas usadas por Simmel en la construcción de sus teorías sobre la cultura y la estructura social. Aquí puede ser suficiente prestar atención a uno de los pasajes en que Simmel defiende explícitamente la primacía de esta distinción analítica. Quizá no haya necesidad de un pensamiento tan difícil de desamarrar como el análisis de las cosas según forma y contenido, aun cuando este análisis carezca de la fuerza lógica y de la fuerza de los datos tomados sensiblemente. Con incontables modificaciones, bajo éste y otros nombres, esta división atraviesa nuestra imagen del mundo. Es uno de los organizadores y de los instrumentos flexibles con los cuales el espíritu asigna estructura a la masa de todo lo que, en su inmediata unidad, carece de estructura. 44 Reciprocidad. Ninguna cosa o acontecimiento posee un significado fijo ni intrínseco; su significado emerge sólo a través de la interacción con otras cosas o acontecimientos. Esto es igualmente verdadero para los detalles particulares dentro de cualquier sistema cultural, para las relaciones del individuo con cualquier fragmento de la cultura y para las acciones del individuo en la sociedad. Una circularidad fundamental envuelve a todo sistema cultural. Ningún precepto legal es válido en sí mismo, sino sólo en relación con otros preceptos legales. 45 Una línea no tiene una longitud intrínseca, sino que sólo puede medirse en comparación con otra línea. La validez de cualquier proposición científica o filosófica depende de su relación con otra proposición, la validez de esta última depende de la primera. 46 Además, la experiencia de los productos cultura es debe ser entendida en términos de la interacción que éstos mantienen con los individuos. Las tradiciones culturales alcanzan en la vida valor de verdad sólo si hasta cierto punto se equilibran con un poder creativo surgido desde el individuo. Por ejemplo, cuando se mira un retrato, el observador se envuelve en [...] un tipo de interacción: la apariencia corporal, por virtud de su estética unificación, evoca la idea de un alma en el espíritu del observador, y esta idea a su vez vuelve sobre el cuadro otorgándole una unidad adicional, consistencia, justificación recíproca de las partes. 47 Por medió del principio de la reciprocidad, Simmel consigue dejar a un lado la vieja controversia entre el realismo y el nominalismo sociológicos: en qué medida la sociedad es una entidad con una característica y rasgos propios o en qué medida la sociedad es meramente un nombre para la agregación de una multiplicidad 42 "Introduction", Max Weber, The Theory of Social and Economic Organization, trad. por R. A. Henderson y T. Parsons, editado por T. Parsons, Nueva York, Oxford University Press, 1947, p. 15. Véase también Parsons, The Structure of Social Action, Glencoe, Illinois, Free Press, 1949, p. 716 [edición castellana: La estructura de la acción social. Estudio de teoría social con referencia a un grupo de recientes escritores europeos, traducción de Juan J. Caballero y José Castillo Castillo, Madrid, Guadarrama, 1968]. 43 Una formulación anterior de esta interpretación aparece en D. Levine, "The Structure of Simmel's Social Thought", en Essays, cit., especialmente pp. 19-24. 44 "On the Nature of Philosophy", en Essays, cit., p. 288. Véase también Weingartner, "Form and Content in Simmel's Philosophy of Life", ibid., pp. 33-60. 45 Philosophie des Geldes, cit., p. 66. 46 Ibid. p. 68. 47 "Das Problem des Portrats", en Zur Philosophie der Kunst, editado por Gertrud Simmel, Potsdam, Kiepenheuer Verlag, 1922, pp. 102-103. 14 de acciones individuales. Simmel rechaza ambas posiciones, argumentando por un lado que la idea de una sustancia social, de una entidad colectiva independiente (Volkseinheit), no se corresponde con nada que pueda ser observado. 48 El lugar donde ocurren todos los acontecimientos sociales es el interior de las mentes de los individuos. Por otro lado, hay una manera de observar todos los acontecimientos psíquicos que no es psicológica, pero que permite percibir las realidades sintéticas de los procesos y las relaciones por las que los individuos actúan con y entre otros individuos. La influencia recíproca es la realidad correspondiente al término sociedad. El grado de reciprocidad entre individuos o grupos es una variable utilizada por Simmel para distinguir las formas sociales. Pertenece a la esencia de ciertas formas que entablen completa reciprocidad — son ejemplos: el intercambio económico, 49 los adornos personales 50 y el comportamiento de la multitud. 51 En otras formas la reciprocidad puede ser más o menos simétrica. En algunos casos, la relación aparenta ser enteramente de dirección única —el poder, por ejemplo—, sin embargo, una inspección más cercana revela que, en alguna medida, el ego está siendo influido e influye sobre el alter. Cuando la última traza de reciprocidad ha desaparecido de una relación, ésta no existe más en tanto hecho social; en este caso, la sociedad, en el sentido de Simmel, ha cesado de ser. Distancia. Las propiedades de las formas y los significados de las cosas están en función de las distancias relativas entre los individuos, o entre los individuos y las cosas. Las formas culturales surgen, puede volver a decirse, cuando la unidad de la experiencia inmediata se fractura y una distancia se interpone entre el sujeto y el objeto. De ahí en más, las formas culturales sirven no solamente para posibilitar a la persona experimentar los objetos de determinados modos, sino también para permanecer a una determinada distancia del objeto. Uno de los aspectos por el cual los mundos, y varias formas dentro de un mismo mundo, difieren entre sí es según cuán cerca y cuán lejos se ubican los objetos respecto del individuo. Es característico de los mundos de la filosofía y del arte que presenten los contornos de las cosas a una distancia mucho mayor que como lo hacen los mundos de la ciencia y de la praxis. 52 Entre las ciencias, las diferentes disciplinas observan las cosas desde diferentes distancias. Es incorrecto pensar que una mirada más detallada de algo es por eso "más verdadera" que una mirada más distanciada. Todo lo que podemos decir es que "cualquier mirada, cualquiera sea la distancia desde que se ha efectuado, posee su propia justificación". Cada distancia tiene su propio cuadro adecuado y su propio margen de error. 53 Las diferencias entre estilos artísticos, tales como el naturalismo y el simbolismo, pueden ser interpretadas como una función de las diferentes distancias que crean entre nosotros y los fenómenos. 54 La religión ofrece un punto que trasciende todos los contrastes de la experiencia psíquica y hacia el cual todos convergen. 55 Todas las formas sociales están definidas, en alguna medida, en términos de la dimensión de distancia interpersonal. Algunas formas, como el conflicto, hacen que gente distante entre en contacto cercano. Otras, como el secreto, incrementan la distancia entre la gente. Algunas formas organizan escalonamientos, de distancia vertical, mientras que otras organizan distancias horizontales. Formas como el extranjero y la moda propician particulares combinaciones de proximidad y distancia. La sociología de Simmel también incluye análisis pioneros de los efectos que las variaciones de las distancias físicas producen sobre las relaciones sociales. 56 Dualismo. El mundo puede ser entendido de la mejor manera en términos de conflictos y contrastes entre categorías opuestas. Simmel ha insistido expresamente en que la condición para la existencia de cualquier aspecto de la vida es la coexistencia de un elemento diametralmente opuesto. A veces estas cualidades o tendencias opuestas aparecen como provenientes de una unidad originariamente indiferenciada; a veces aparecen como partes juntadas, de manera que la forma está definida como una síntesis de partes opuestas o como un punto medio entre éstas; a veces, las partes aparecen variando inversamente entre sí. A 48 Über sociale Differenzierung, cit., p. 14. Véase el capítulo 5 de este volumen. 50 "Adornment", en Wolff, Sociology of Georg Simmel, cit., pp. 338-344 [edición castellana: "Digresión sobre el adorno", en Sociología, cit., pp. 358-364]. 51 Über sociale Differenzierung, cit., p. 80. 52 "The Nature of Philosophy", en Essays, cit., pp. 305-309. 53 Wolff, Sociology de Georg Simmel, cit.,pp. 7-8. 54 Sociólogical-Aesthetics",en Etzkom (trad.), Conflict in Modern Culture, cit., pp. 77 y ss. 55 "Die Gegensatze des Lebens un der Religion", en Das freie Wort, Francfurt/Main, 4, N° 8, 1904-1905, p. 307. 56 "DerRaum und die räumlichen Ordnungen der Gesellschaft", capítulo 9 de Soziologie. La mayor parte de este capítulo nunca ha sido traducida [al inglés]. El ensayo "El extranjero" (capítulo 10 de este volumen) es un extracto de aquél [edición castellana: Sociología. Estudios sobre las formas de socialización]. 49 15 menudo se presentan como contrastes sólo aparentes, como dimensiones polarizadas de lo que en realidad constituye una unidad más abarcadora. 57 La oposición entre el sujeto y el objeto forma el dualismo fundamental constitutivo del dominio de la cultura. Esto es así en dos aspectos. En tanto los sujetos son creadores de objetos culturales, estos últimos se sitúan en oposición como agentes de las fuerzas progresivas de la vida, confrontados con los productos objetivados fijos, que se han separado de la continuidad de la vida. Las necesidades e impulsos que dan nacimiento a la cultura son altamente fluctuantes. Cambian de énfasis y de dirección de un momento a otro. No bien una forma ha sido objetivada, aparece en alguna medida como limitante o inapropiada para el proceso vital que la creó. De esta tensión surgen las dinámicas de la historia de la cultura, un resultado de "la profunda contradicción entre el eterno flujo de la vida y la objetiva validez y autenticidad de las formas por las cuales ésta sigue su curso". Los sujetos, no obstante, no son meros portadores anónimos de la corriente en curso de la vida de las especies. Son, también centros más o menos activos del impulso hacia la individualidad. Como tales, son consumidores de objetas culturales de acuerdo con las necesidades de desarrollo de sus culturas subjetivas Como hemos visto, este tipo de inversión en objetos culturales se sitúa en oposición al tipo de inversión requerida para promover la sistematización para sí misma de la cultura objetiva. El dualismo entre la cultura subjetiva y la cultura objetiva es, como el dualismo entre los objetos culturales y el proceso de la vida, inherente a la existencia de la cultura. Los dualismos inherentes a las formas sociales radican tanto en las ambivalentes disposiciones instintivas del hombre, como en la necesidad de la sociedad de tener alguna razón contraria a las tendencias armoniosas, de manera de alcanzar una determinada configuración. Lo público y lo privado, la uniformidad y la individualidad, el antagonismo y la solidaridad, el acatamiento y. la rebeldía, la libertad y el confinamiento, son algunos de los varios dualismos sociológicos específicos que Simmel encontró en las interacciones sociales y que utilizó para analizar la estructura de varias formas sociales: Imagen del hombre En el;.curso de sus variados análisis, Simmel desarrolla un número de puntos sustanciales —algunas veces implícitamente, otras manifiestamente— que en conjunto proporcionan una particular y aguda interpretación de la experiencia humana, que él concibe como interminablemente creativa, multiplicadamente fragmentada, inexorablemente conflictiva y más significativa en cuanto se orienta hacia la individualidad. CREATIVIDAD. Simmel hace suyo gustosamente el punto de vista de Kant por el cual la mente humana no es un receptor pasivo de estímulos externos: "Las representaciones cognitivas de las cosas no son puestas en nosotros como las nueces en una bolsa". 58 Pero, para Simmel, la mente no sólo es activa por proveer sus propias categorías que hacen posible el conocimiento, sino también por estar involucrada en la creación y el refinamiento de esas categorías, y por seleccionar nuevas áreas en las cuales aplicarlas. El acto más rudimentario de adaptación consciente supone la formación creativa de los elementos de la protocultura. La transformación de la protocultura en las formas de la cultura objetiva autónoma supone un esfuerzo creativo masivo, sostenido por generaciones, de un orden que se puede comparar con lo que algunos economistas describen como un "despegue" hacia un crecimiento económico autosostenido. Y los diversos mundos —la ciencia, el arte, la religión, la filosofía, la ética, quizás otros todavía no gestados— existen como guías que constantemente orientan al hombre hacia nuevas expansiones de la creatividad. Este acento sobre la creatividad puede ayudar a dar cuenta de una de las peculiaridades de los tópicos elegidos por Simmel como sociólogo: su escasa atención hacia las estructuras institucionalizadas. Simmel prefiere no considerar al hombre como un ser pasivo que es moldeado y constreñido por imposiciones de las 57 Así, "Lo bueno y lo malo, en el sentido relativo de ambos, se excluyen recíprocamente; pero la existencia, en un sentido absoluto y divino es, sin más, buena y este bien implica en sí tanto lo bueno como lo malo en sentido relativo. El progreso y el estancamiento espiritual se combaten entre sí de modo irreconciliable; pero quizás el proceso universal del espíritu sea un progreso absoluto en el que está lo que empíricamente designamos así, como algo relativo, y lo que llamamos estancamiento se le subordina también como un modus del progreso. Y quizá también la vida y la muerte, que parecen excluirse entre sí lógica y físicamente, sólo sean opuestos relativos comprendidos por la vida en su sentido absoluto, por el cual sería el cimiento y la trascendencia del recíproco limitarse y condicionarse de la vida y la muerte". Rembrandt, Leipzig, Kurt Wolff, 1916, p. 92 [edición castellana: Rembrandt. Ensayo de filosofía del arte, traducción de Enilio Estiú, Buenos Aires, Nova, 1950, pp. 102-103]. 58 "The Nature of Philosophy", en Essays, cit., p. 290. 16 instituciones establecidas. Su preocupación no es cómo una sociedad o una gran organización social funciona, sino, principalmente, cómo las necesidades y las metas individuales crean las propias formas de la socialidad en interacción espontánea. Los prerrequisitos de la sociedad se identifican no dentro de un gran conjunto de requerimientos sociales sistémicos, sino dentro de las categorías mentales que los individuos deben tener para entrar en asociación entre sí. 59 FRAGMENTACIÓN. No obstante todas sus capacidades creativas, rara vez, si acaso alguna, el hombre experimenta la totalidad durante su vida. La naturaleza de la cultura, la sociedad y la personalidad es tal que lo máximo que él alcanza son fragmentos de las cosas. Los mundos de la cultura, separados e inconmensurables, hacen reclamos que disputan su atención. Puede ser dado a unos pocos que se consagren enteramente a un solo mundo, pero para la mayoría de los hombres La observación de Simmel sostiene: "Marchamos constantemente por planos muy diversos, cada uno de los cuales expone en principio la totalidad del mundo según una fórmula especial, pero nuestra vida sólo se lleva un fragmento". 60 La estructura de la interacción social despliega una pluralidad comparable de reclamos sobre el individuo. Usualmente los individuos pertenecen a un número de grupos diferentes; la persona se sitúa en la interacción de los intereses y expectativas que la atraviesan. Por otra parte, aun dentro de una relación singular el individuo no encontrará su experiencia moldeada de una sola forma una persona puede primariamente relacionarse con otra a través de una particular forma, como es el caso de la competencia; pero otras formas invariablemente se involucran en su experiencia —el secreto, la dominación, posiblemente la gratitud, quizás el mutuo aprovechamiento, en algunas ocasiones, la sociabilidad—. Es cierto que tener acceso a una pluralidad de formas culturales y participar de una pluralidad de grupos de pertenencia facilita que la persona exprese su individualidad de forma más plena pero la totalidad en este esfuerzo no es menos infructuosa que en los dominios extraindividuales. No solo, observa Simmel, todos somos fragmentos de la cultura general y de los tipos sociales que encarnamos, sino que “somos fragmentos también, por así decirlo, del tipo que sólo nosotros somos". 61 CONFLICTO. A partir de lo antedicho, así como de la discusión del dualismo como principio, debería aclararse que Simmel concibe la experiencia humana como permeada por innumerables conflictos, y por ello podría entenderse que su punto de vista sobre la vida sea desolado y enteramente pesimista. Sin embargo, lo que tal conclusión pasa por alto en que los inevitables conflictos que Simmel identifica no son de una sola pieza algunos son tonificantes y constructivos; otros, no obstante costosos y dolorosos, son históricamente productivos. Sólo en ciertas y determinadas áreas los conflictos son inescapablemente trágicas. Dentro de los dominios de la cultura y de la sociedad, el conflicto es tonificante y constructivo. Los diferentes mundos de la cultura son realmente antagónicos entre sí; luchan sólo en tanto que compiten por la atención y los recursos. Las diferencias irreconciliables entre ellos son la fuente de las más grandes riquezas y profundidades en la vida. De manera similar, los conflictos entre individuos y entre diferentes principios formales son las precondiciones para una determinada estructura en la sociedad. Dan a la sociedad textura, durabilidad y elasticidad. Así, el deseo de un mundo social en perfecta armonía es fundamentalmente un mal consejo. Un tipo más serio de conflicto se da entre el proceso progresivo de la vida, por un lado, y las varias formas sociales y culturales que engendra, por el otro. Una vez creadas, las formas son rígidas. Son incapaces de adaptarse a las continuas oscilaciones de la necesidad subjetiva. El conflicto entre las formas establecidas y las necesidades vitales produce una tensión perpetua, tensión que sin embargo es la fuente del desarrollo dialéctico o del reemplazo de las estructuras sociales y las formas culturales a lo largo de la historia. En la cultura moderna, este tipo de conflicto ha alcanzado un punto particularmente serio, un nivel de intensidad nunca antes experimentado. Como consecuencia de la moderna tendencia a idealizar el proceso de la vida como tal, así como por la dificultad para asimilar los productos rápidamente cambiantes de la cultura objetiva, ha aparecido una reacción. Ya no es meramente que tal o cual serie de formas estén libradas al acecho. El propio principio de la forma como tal ha caído en descrédito. Esta observación permite a Simmel dar lugar a la cuestión de si el hombre moderno está viviendo en una época transicional prolongada, en la cual los procesos normales de caducidad y reconstrucción cultural son simplemente extendidos por un 59 Véase capítulo 2 de este volumen. Lebensaschauung, cit.,p.37 [edición castellana: Intuiciones de la vida, cit., p.4] 61 Ibid, p.79[edición castellana: Ibid.,p.78] 60 17 período más largo, o si este período representa una salida más radical —hacia una era en que la carencia de forma en sí sea la forma de vida dominante—. 62 En cualquiera de los dos casos, algún nuevo principio formal será establecido. La vida debe crear formas por medio de las cuales proceder precisamente cuando, tarde o temprano, deba oponerse sin dudas a cada forma dada. Lejos de constituir una condición trágica, esta necesidad dual provee la propia base sobre la cual la vida alcanza su carácter unitario Como autotrascendencia: "La vida inmediatamente vivida es precisamente la unidad de estar-formado y llegar más allá, fluir más allá de estar-formado en general, lo cual se representa en cada instante como la ruptura de la forma propia de ese momento". 63 Simmel reserva primariamente el término "trágico" para carecterizar dos tipos de conflictos; ambos suponen una lesión de las conexiones de la individualidad formada. 64 Los menciona como la tragedia de la cultura y la tragedia sociológica. Señalando que una relación se llama trágica cuando contra algún ser se dirigen fuerzas destructivas provocadas por la propia naturaleza del ser, Simmel ve la existencia de la individualidad atacada y amenazada por las propias formas que la creatividad individualidad ha producido — la cultura objetiva y la socializad—. Las formas de la sociedad son creadas por los individuos para satisfacer sus deseos, pero la promulgación exitosa de la socialidad entre un gran número de individuos compromete, en gran medida, la integridad del individuo. Esto ocurre porque la integración social descansa sobre la base de cualidades y entendimientos compartidos que hacen posible la mutua sensibilidad. En tanto la socialidad se expande para incluir más, y más individuos, las cualidades que pueden servir como base para la interacción quedan reducidas numéricamente y, devaluadas, cualitativamente —lo que debe ser, por definición, un mínimo común denominador—. Como consecuencia, cuanto más refinada y desarrollada es la individualidad de un hombre, tanto menos probable es que sea capaz de interactuar significativamente con los otros. En tanto y en cuanto esto ocurra, se estará sobre la base de niveles primitivos de funcionamiento y de sensibilidad humana. Esta diferencia entre los niveles individual y colectivo responde al hecho de que "la necesidad de complacer a las masas, o aun de exponerse habitualmente a ellas, fácilmente corrompe el carácter. Esto aleja al individuo de su individualidad y lo hace descender a un nivel común a cada uno". 65 El conflicto entre las formas de la individualidad y la socialidad es inescapable y se autogenera; constituye la "tragedia sociológica". Una tragedia más profunda existe en el conflicto entre la individualidad y las formas culturales. El propio concepto de cultura concibe a la persona creando formas objetivadas que deben reintegrarse para su desarrollo, pero cuya lógica pone en peligro a la persona. Subordinar el propio crecimiento personal a los requerimientos de un trecho ilimitado de materiales culturales es traicionar la propia individualidad; siguiendo ese camino, la persona "no puede seguir la vía propia del desarrollo del objeto y si la sigue se pierde en un callejón sin salida o se vacía de su vida íntima". Aun el abandono de aquellos requerimientos constituye una traición igualmente seria. Se comete así una injusticia no sólo hacia los reclamos de las formas culturales autónomas, sino también —dado que, por otra parte, el autocultivo supone un dominio de la cultura objetiva relevante— hacia los reclamos del propio desarrollo individual. "He aquí la tragedia propia de la cultura. Porque, diferenciándolo de lo triste o perturbador, calificamos de trágica fatalidad el hecho de que las fuerzas que se encaminan a la destrucción de un ser nazcan de las capas más profundas de este mismo ser; con su aniquilamiento culmina un destino inicialmente implicado en él, destino que no es otra cosa que el desarrollo lógico de aquella estructura con la que el ser ha construido su propia positividad." 66 En el período moderno, debido a la compleja división del trabajo y a una economía monetaria altamente desarrollada, esta tragedia se experimenta de forma más acuciante. Las facilidades modernas y la organización han hecho posible un desarrollo sin paralelos de la cultura objetiva autónoma. Esto ha 62 Véase el capítulo 24 de este volumen. Véase el capítulo 23 de este volumen. 64 Simmel también habla (en su ensayo "Über die Liebe") de un "sobretono" de lo trágico que se adhiere a todo gran amor porque si bien la base instintiva del amor se conecta con la vida de la especie, la experiencia pura del amor es autocontenida, es un fin en sí mismo —opuesto a la utilidad que supone la continuación de la especie y la procreación de la tercera persona—. Para una interpretación más amplia del tratamiento que da Simmel al concepto de tragedia, véase Isadora Bauer, Die Tragik en der Existenz des modernen Menschen bei G. Simmel, Berlín, Duncker & Humblot, 1962. 65 Wolff, Sociology of Georg Simmel, cit., p. 33. 66 "On the Concept and Tragedy of Culture", en Etzkom (trad.), Conflict in Modern Culture, cit., p. 44 [edición castellana: "Concepto y tragedia de la cultura", en Cultura femenina y otros ensayos, cit., p. 202]. 63 18 magnificado la distancia entre el sujeto y el objeto. Por un lado, circulan los productos culturales especializados con poca o ninguna consideración del valor "cultural" de sus objetos. Por el otro, [...] la problemática situación del hombre moderno: se siente rodeado por un número infinito de elementos culturales que no dejan de tener importancia para él, y que, sin embargo, tampoco tienen una decisiva importancia; se le presentan como una masa abrumadora, ya no puede asimilar íntimamente todos los elementos, pero tampoco puede rechazarlos sin más, puesto que forman parte, potencialmente, de la esfera de su desarrollo cultural. 67 El hombre está listo para quedar alienado por los productos más avanzados de su espíritu creativo. INDIVIDUALIDAD. La devoción de Simmel por el principio de la individualidad se expresa de muchas maneras: cuando reserva la caracterización de tragedia sólo para aquellos conflictos en los cuales una de las partes es la individualidad; como acabamos de ver; cuando señala insistentemente que el cultivo de los individuos es el fin y la justificación última de todas las formas de la cultura objetiva; en sus inspiradas descripciones de las formas de la individualidad y en su declarada esperanza de que "la idea de la personalidad absolutamente libre y la de la personalidad peculiar no son la última palabra del individualismo; antes bien, que el incalculable trabajo de la humanidad logrará levantar cada vez más y más variadas formas, con las que se afirmará la personalidad y se demostrará el valor de su existencia". 68 Hay tres puntos en los cuales el tratamiento de Simmel de los fenómenos sociales difiere del de su contraparte cultural —cada uno de éstos representa las diferentes implicaciones del principio de la individualidad en cada uno de esos dos mundos diferentes—. El primero de esos puntos refiere al carácter fragmentario de la vida. Para Simmel, la fragmentación de la vida social es emancipante y gratificante, mientras que la fragmentación de la experiencia cultural del hombre es frustrante. Esto se debe a que la fragmentación social promueve las condiciones para el desarrollo de la individualidad, mientras que la fragmentación cultural tanto impide cuanto ayuda al propio desarrollo del hombre. De forma similar, la actitud de Simmel hacia la evolución social es mucho más positiva que su actitud hacia la evolución cultural. En sus varias tentativas por abordar las tendencias seculares del desarrollo social a largo plazo, el último estadio es siempre un alto grado de individualización. No obstante, debido a la oposición entre cultura objetiva e individualidad, las manifestaciones más avanzadas del desarrollo cultural son trágicamente conflictivas. Finalmente, en relación con las formas en sí, hemos señalado que Simmel concentra sus análisis en las protoformas de la sociedad, pero sólo en las formas objetivadas de la cultura. Las primeras le permiten aproximarse al nivel de la experiencia y la creatividad individual; las últimas le permiten focalizar sobre los grandes productos del espíritu humano libre. En la vida social, una libertad comparable existe sólo en el reino de las formas del juego autónomo de la socialidad, lo cual da cuenta del aparentemente desproporcionado interés de Simmel en éstas —formas de asociación en las cuales la característica dominante es el sentimiento de liberación personal—. Impacto sobre sus contemporáneos Los aspectos unificadores del pensamiento de Simmel que hemos tratado de identificar no han sido evidentes para los lectores anteriores de Simmel. Es una cuestión abierta saber hasta qué punto Simmel mismo era consciente de tales aspectos. De todos modos, comunicaba sus ideas en fragmentos —fragmentos cuyo centelleo era tan seductor que no alentaban al espectador a buscar conexiones sistemáticas—. A pesar de su fragmentarismo, su marginalidad y su bajo estatus académico, el impacto de Simmel sobre sus contemporáneos fue inmediato y de largo alcance. Esto fue particularmente cierto respecto de sus escritos sociológicos. "No hay duda de que Simmel, gracias a su conocimiento amplio y multifacético y a la penetrante energía de su pensamiento, es el único hombre capaz de elevar a la sociología del nivel de reflexión general y mera recolectora de datos hacia el rango de compromiso verdaderamente filosófico" —tal el testimonio del rector de la Universidad de Heidelberg—. 69 Claramente, el empeño de Simmel por proveer una base más rigurosa para la sociología encontró una sentida necesidad intelectual. Su primera exposición programática extensa, Das Problem der Soziologie, 67 Ibid., p. 46 [edición castellana, ibid., p. 203]. Véase capítulo 15 de este volumen. 69 Gassen y Landmann, Buch des Dankes, cit., p. 25. 68 19 publicada en el Jahrbuch de 1894 de Schmoller, fue editada ese mismo año en francés, en inglés en 1895 y en italiano, polaco y ruso poco después. Hacia 1909 Simmel era citado entre los trabajos de referencia de las ciencias sociales alemanas como "el más importante sociólogo alemán". 70 Al año siguiente, en el primer encuentro de la Sociedad Alemana de Sociología en Frankfurt, Simmel tuvo el honor de formular el discurso inaugural. En 1915, la facultad de Heidelberg, aun tratando en vano de reclutarlo, lo recomendó al Ministerio en los siguientes términos: La mayor contribución de Simmel es sin duda la transformación y el aporte de bases fundacionales completamente nuevas para las ciencias sociales [...] Ha establecido una nueva forma para la disciplina de la sociología, la cual hasta el momento ha sido la arena para la arbitrariedad y el amateurismo personal o bien para el más rígido positivismo. Ha descrito sus conexiones, determinado su método, creado sus conceptos y, sobre todo, ha expuesto brillantemente sus basamentos psicológicos. 71 Los escritos de Simmel sobre sociología y filosofía social resultaron familiares para las mentes más enérgicas de la sociología a lo largo de los años formativos de la moderna disciplina. No obstante que Durkheim y Weber parecen no haber tenido en cuenta entre sí sus trabajos, ambos eran buenos conocidos de Simmel. Durkheim encontraba "sutil e ingenioso" 72 el esfuerzo de Simmel por redefinir las conexiones de la sociología, y se ocupó de que el ensayo de Simmel sobre la persistencia de los grupos sociales fuera publicado en el primer volumen de L'année sociologique. No obstante, respecto del terreno metodológico Durkheim y sus seguidores continuaron rechazando la concepción simmeliana de sociología; los escritos de Simmel continuaron estimulando a un pequeño grupo de sociólogos franceses, entre los cuales el más notable fue Celestin Bouglé. La influencia de Simmel sobre Max Weber y otros sociólogos alemanes fue más directa y perdurable. Durante los críticos años de gestación intelectual, anteriores a la publicación de su ensayo sobre la ética protestante, Weber estuvo guiado en algunas de sus ideas más fundamentales y sus discernimientos más sustantivos por los escritos de Simmel. A criterio del por esa época joven talento György Lukács, la obra de Weber en sociología de la cultura "sólo fue posible a partir de la fundación hecha por Simmel". 73 A partir de Probleme der Geschichts-philosophie de Simmel, Weber trazó soluciones para algunos de los dilemas metodológicos que inquietaban a la anterior generación de intelectuales alemanes —la síntesis de positivismo e idealismo neokantiano y la articulación de una metodología de la Verstehen y los tipos ideales—. En la Philosophie des Geldes, Weber encontró un modelo para el análisis sociológico que era, a la vez, agudo y restringido, y una interpretación provocativa de los efectos típicamente incisivos de la racionalización moderna de la sociedad y la cultura. Más tarde, el tratamiento de Weber de las relaciones sociales en Wirtschaft und Gesellschaft incorporará algunos conceptos del análisis de Simmel de las formas de interacción social. 74 Weber encontraba profundamente deplorable que los trabajos de Simmel nunca hubiesen sido materia de un estudio crítico, coherente y sistemático. Él mismo comenzó a escribir tal crítica, alrededor de 1908, pero no completó el proyecto porque estaba ansioso por promover la candidatura académica de Simmel en Heidelberg y no quería publicar nada que pudiera ser utilizado para desacreditarlo. Del ensayo meditado por Weber se ha preservado un fragmento introductorio en el Instituto Max Weber de Munich. Comienza con una sincera expresión de la profunda ambivalencia de Weber hacia el pensamiento de Simmel: Al evaluar la obra de Georg Simmel, las respuestas personales prueban ser altamente contradictorias. Por un lado, uno está obligado a reaccionar a las obras de Simmel desde un punto de vista exageradamente antagónico. De manera particular, los aspectos cruciales de su metodología son inaceptables. Sus resultados sustantivos deben ser vistos demasiado frecuentemente con reservas, y no es raro que deban ser rechazados radicalmente. Por lo demás, su modo de exposición se antoja a veces muy extraño y a menudo no podemos por lo menos congeniar con él. Pero, por otro lado, uno se encuentra absolutamente obligado a afirmar que su exposición es simplemente brillante y, lo que es 70 Citado por Heinz Mauss, "Simmel in German Sociology", en Essays, cit., p. 186. Gassen y Landmann, Buch des Dankes, cit., p. 32. 72 "Sociology and lts Scientific Field", en Coser, Georg Simmel, cit., p. 48. 73 73 Gassen y Landmann, Buch des Dankes, cit., p. 175. 74 Para mayores comentarios sobre la influencia de Simmel sobre Weber, veánse los ensayos de F. H. Tenbruck y Heinz Maus, en Essays, citado. 71 20 más importante, alcanza resultados intrínsecos imposibles de logar por algún imitador. A decir verdad, prácticamente cada una de sus obras abunda en ideas teóricas importantes y novedosas, así como en observaciones de lo más sutiles. Casi todas sus obras son de esa especie de libros en que no sólo los resultados válidos, sino también los falsos, proporcionan tal riqueza de estímulos para el desarrollo del pensamiento propio que, comparada con ellos, la mayoría de incluso los más preciosos logros de otros académicos parecen despedir continuamente ese olor peculiar a estrechez y pobreza. Esto es válido también para sus fundamentos epistemológicos y metodológicos y, de nuevo, eso es doblemente cierto justo donde, quizá, no son en última instancia defendibles. Globalmente mirado entonces, aun cuando Simmel pueda estar en el camino equivocado, merece plenamente su reputación como uno de los pensadores más sobresalientes y como generador de excelentes estímulos tanto para la juventud como para sus colegas académicos (siempre y cuando el espíritu de los últimos no sea demasiado limitado ni su vanidad y/o mala fe tan extremada como para no dejarse "estimular" por un hombre de cincuenta años que aún no ha logrado ascender de la posición de Extraordinarius [profesor asociado] y por lo tanto pertenece, según ellos, a las filas de los "fracasados"). ∗ Weber continúa observando que muchos colegas de Simmel en filosofía y ciencias sociales expresan una inexplicable aversión hacia las ideas de aquél, una aversión que Weber explica en parte por la tendencia de Simmel a utilizar en su modo de argumentar analogías tomadas de diversas provincias del conocimiento. Pero agrega que: Éste no es el lugar para investigar si los colegas filosóficos de Simmel, una vez que lo encuentran utilizando complicados problemas lógicos y filosóficos en calidad de analogías para ilustrar cosas totalmente heterogéneas, no hallan en este procedimiento, que ciertamente se antoja a veces como "juguetón", una legitimación para no ocuparse seriamente de él, sin abordar la cuestión de que quizá Simmel obtiene por su parte sus objetivos precisamente a través de este uso analógico. Debido a que los intereses últimos de Simmel están dirigidos a problemas metafísicos como el "significado" de la vida, y debido a que esos intereses son muy notables en su tratamiento de cuestiones técnicas sustantivas, es muy fácil descuidar el hecho de que, con todo, él ha contribuido probablemente más al avance de las preocupaciones técnicas sustantivas de su disciplina, aun si a veces esto está muy cerca de ser una consecuencia no intencionada, que todo lo logrado por un considerable conjunto de profesores de filosofía de la calidad que se está haciendo costumbre tener hoy en día. ∗ El interés de Weber por las orientaciones valorativas, la institucionalización y las cuestiones de causación histórica aparecieron en su sociología con una marca ciertamente distinta a la de Simmel. Otros sociólogos alemanes siguieron más directamente el ejemplo de Simmel. Reseñando la Soziologie de Simmel en 1910, Leopold von Wiese declaró que en cierta medida "estoy dispuesto a considerar su dirección como la correcta, y a ver en su sociología un significativo avance sobre todos los intentos anteriores". Agregó que la ciencia de las formas de asociación necesitaba ciertas ideas orientadoras como para desarrollar, más allá de los fragmentos de análisis, una teoría unificada. 75 Una década más tarde, von Wiese comenzó él mismo a proveer esas ideas orientadoras, tanto en su dirección editorial del Kölner Vierteljahrshefte für Sozialwissenschaft, como en su propio desarrollo de una sociología axiomática, en la cual más de 650 formas diferentes de relación social son identificadas y clasificadas según unas pocas variables analíticas básicas. 76 El proyecto de von Wiese fue sólo el ejemplo más elaborado y conspicuo del amplio interés por Simmel en la sociología alemana de la década de 1920. La obra del etnólogo Alfred Vierkandt toma un nuevo viraje en 1923 con su promulgación de una teoría social fundada sobre el análisis de las protoformas y las formas establecidas de la socialidad. 77 Al mismo tiempo, Theodor Litt utilizó la concepción simmeliana de tríada como base para la construcción de una teoría general de las estructuras sociales. 78 En las grandes obras sintetizadoras de la sociología alemana de la época —los volúmenes de Franz Oppenheimer, Hans Freyer y Ernst Troeltsch— las ideas de Simmel fueron seguidas con apreciativa y seria atención. Aquellos que habían formulado serios reparos hacia su planteamiento general de la sociología, hombres como Eduard Spranger y Othmar Spann se sintieron no obstante obligados a comprometerse en una discusión con su obra. ∗ Tomamos aquí la traducción de Francisco Gil Villegas a Max Weber, "Georg Simmel como sociólogo", Sociológica, Nº 1, México, Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco, 1986, pp. 81-82. [N. del T.] ∗ Ibid., p. 83. 75 Coser, Georg Simmel, cit., p. 55. 76 Leopold von Wiese y Howard Becker, Systematic Sociology, Nueva York, Wiley, 1932. 77 Gesellschaftslehre, Stuttgart, E. Enke, 1923. 78 Individuum und Gemeinschaft, 2da. edición revisada, Berlín, B. G. Teubner, 1924. 21 Si bien Albion Small debió haber exagerado al caracterizar a todo el movimiento sociológico de la posguerra alemana como un neosimmelianismo, 79 es claro que las ideas de Simmel disfrutaron de una posición privilegiada en la sociología alemana hasta que la sociología en general, y los libros de Simmel en particular, fueron suprimidos por los nazis. En los Estados Unidos, fue Small, pese a que no era uno de sus seguidores, el responsable de introducir a Simmel cuando la sociología comenzaba a establecerse en la academia. 80 En su libro sobre los orígenes de la sociología americana, Small señala la difusión de las ideas provenientes de las universidades alemanas como el factor decisivo en el ascenso de la sociología en los Estados Unidos. 81 La propia carrera de Small fue un caso notable en este aspecto: estudió en Berlín y Leipzig entre 1879 y 1881, y desde entonces siguió en contacto con los desarrollos de la ciencia social en Alemania. De esta forma, Small estuvo en condiciones de apreciar la obra de Simmel tan pronto como ésta aparecía. Mantuvo correspondencia con Simmel y conversó directamente con él durante sus viajes posteriores a Europa. En opinión de Small, la concepción simmeliana de la sociología estaba indebidamente acotada —la sociología debería ocuparse del control social, de los problemas funcionales, de las dinámicas sociales y de las orientaciones de valor tanto como del análisis de las formas sociales—. Consideraba al estudio de las formas sociales como una importante parte del campo de la sociología, y sostenía que en esta área Simmel "no tenía rivales". Aún más, Small celebraba el espíritu del esfuerzo de Simmel por dar a la sociología una firme fundación metodológica. Tanto fue así que al poco tiempo de fundar en 1895 el American Journal of Sociology, Small comenzó a programar la publicación de escritos de Simmel –un total de quince artículos entre el volumen 2 y el 16, la mayoría traducidos por el mismo Small—. No obstante mantener su oposición a la definición simmeliana del campo sociológico, Small pensaba que, tal como observaba el crecimiento de la sociología americana, Simmel seguía siendo poco apreciado. En la creencia de que sus esfuerzos por lograr que las ideas de Simmel fueran escuchadas habían sido vanos, un año antes de su muerte Small expresó una última "fervorosa esperanza" de que los sociólogos americanos mostraran suficiente sabiduría como para familiarizarse con la teoría social de Simmel. 82 Simmel y Park No obstante los valiosos esfuerzos de Small (y de sus colegas en ciencia política, como Arthur Bentley), Simmel probablemente hubiera sido olvidado por la sociología de no producirse la intervención del hombre que eventualmente sucedió a Small como la figura dominante en el departamento de Chicago, Robert Ezra Park. La experiencia de Park merece especial atención porque la manera en que trató a Simmel afectó decisivamente el nivel y la forma en que Simmel posteriormente fue integrado dentro de la sociología americana. Siendo estudiante en la Universidad de Michigan, y bajo la influencia de John Dewey, Park se interesó en el estudio empírico de los hechos sociales y en los fenómenos de la comunicación y de la opinión pública. Después de graduarse, Park llevó a cabo el "encargo" de Dewey de estudiar la naturaleza y las funciones sociales de los periódicos, trabajando como periodista. Una década más tarde, retomó los estudios académicos porque estaba "interesado en la comunicación y el comportamiento colectivo y quería saber qué es lo que las universidades tenían para decir al respecto". 83 Su experiencia en Harvard, donde cursó una maestría en filosofía y psicología, bajo la enseñanza de James, Munsterberg y Royce, fue estimulante pero no totalmente satisfactoria; entonces se trasladó a Alemania a estudiar más intensamente las contribuciones europeas sobre psicología colectiva y filosofía social. Así fue que, a la edad madura de treinta y cinco años, preparado tanto por el entrenamiento filosófico como por la riqueza de la experiencia de la vida, Robert Park fue a escuchar las exposiciones de Georg Simmel durante el semestre de invierno de 1899/1900 en la Universidad Humboldt de Berlín. "Fue —como ha escrito Everett Hughes— su única instrucción formal en sociología —instrucción que influyó 79 American Journal of Sociology, N° 30, p. 352, y N° 31, pp. 86-87. Albion Small fue el director fundador del primer Departamento de Sociología en el mundo —en la Universidad de Chicago en 1892—. La institucionalización de la sociología en Chicago tuvo un impacto decisivo para la aceptación de la materia en otras universidades americanas. Véase A. Small, "Fifty Years of Sociology in the United States", en American Journal of Sociology, N° 21, pp. 763 y siguientes. 81 Origins of Sociology, Chicago, University of Chicago Press, 1924. 82 Reseña de Spykman, "The Social Theory of Georg Simmel", en American Journal of Sociology, N° 31, pp. 84-87. Véanse también las reseñas de Small de Soziologie, en American Journal of Sociology, N° 14, p. 544, y de la Kölner Vierteljahrsheft, en American Journal of Soziologie, N° 27, p. 92. 83 Robert Park, declaración autobiográfica inédita, febrero de 1929. 80 22 profundamente en él, y en el curso de la sociología americana—". 84 Tres décadas más tarde, en un ensayo autobiográfico, Park recordaba: "Fue de Simmel de quien finalmente tomé un punto de vista para el estudio de los periódicos y de la sociedad". 85 Al poco tiempo Park dejó Berlín para estudiar con Windelband en Estrasburgo, y luego en Heidelberg. Llevaba consigo el impacto de las enseñanzas de Simmel. La disertación que Park sometió al dictamen de Windelband en 1904 fue en gran medida un capítulo de la sociología formal de Simmel. 86 El objetivo enunciado de Masse und Publikum fue precisamente articular las características esenciales de las dos formas básicas (Grundformen) de interacción social, la de la multitud y la del público. También sigue a Simmel cuando distingue entre el esfuerzo por describir estas formas, que es sociológico, y el esfuerzo por explicarlas analizándolas en sus elementos, que es sociopsicológico. Por otra parte, en el análisis sustantivo de estas formas Park gira en torno de Simmel en varios puntos. 87 En 1914, Park comenzó su carrera como sociólogo académico en Chicago. Desde esta posición hizo un renovado uso de las ideas de Simmel. En la lista de lecturas aconsejadas por Park, y su joven colega Ernest Burgess, para un curso básico de sociología —publicado en 1921 como materiales de su muy influyente libro de textos— se incluyeron diez selecciones de Simmel, un número mucho mayor que el incluido por cualquier otro autor. 88 Además, la concepción del marco de referencia usado para organizar las lecturas era sumamente simmeliano. Las impresiones de Park sobre Simmel cobraron el carácter de saber popular de las generaciones de estudiantes de Chicago, uno de los cuales publicó sus notas sobre las exposiciones que Park había escuchado de Simmel en Berlín como la primera publicación de la Sociedad para la Investigación Social. En comunicaciones personales, Park solía nombrar a Simmel y a Durkheim (en ese orden) como los más grandes sociólogos, y en una ocasión sostuvo que "Simmel, en mi opinión, ha escrito el libro más profundo y estimulante de todos los que se escribieron sobre sociología". 89 Por otra parte, lo que es más importante, en su propio trabajo Park utilizó más productivamente las ideas de Simmel que cualquier otro sociólogo, por lo menos hasta la década de 1950. A pesar de su admiración por Simmel, la relación intelectual de Park con su mentor no fue la de un discípulo. De todos modos, la actitud de Park hacia Simmel no fue, como la de Durkheim, un rechazo de sus principios, o aun, como la de Small, una apreciación distante; tampoco como la de los contemporáneos alemanes de Park —von Wiese, Vierkandt, Litt—; que buscaron construir una teoría social sistemática sobre los pilares simmelianos. Park se mantuvo próximo a Simmel, pero de una manera propia y ecléctica. Gracias a Park, las ideas de Simmel adquirieron nueva vida al ser traducidas a un idioma más accesible, al mismo tiempo que se debilitaban en tanto base para una teoría general analítica. Hay ciertos conjuntos de ideas que Park parece haber derivado explícitamente de Simmel: a) que la sociología describiría los tipos ideales de formas de interacción social abstraídas de sus contenidos; b) que el esfuerzo incluiría descripciones de la emergencia de esas formas ("historias naturales", según Park) y se mantendría sensible a la oscilación entre la forma establecida y los procesos espontáneos; c) la idea de distancia social, y su uso para analizar la posición de los tipos sociales, resumidos en el extranjero ("el hombre marginal", de Park); d) la idea de estímulos recíprocos permanentes ("interacción circular", de Park); y e) un conjunto de ideas concernientes al conflicto: la oscilación entre conflicto y acomodamiento; la relación entre las hostilidades hacia afuera del grupo y la moral hacia adentro del grupo; las maneras por las cuales los antagonismos proveen una base para estabilizar la estructura social. De todos modos, más importante para la presente discusión es el hecho de que en dos significativos aspectos Park cambia el 84 Everett Hughs, "Robert Park", en New Society, N° 31, diciembre de 1964, p. 18. Park, declaración autobiográfica, febrero de 1929. Las cursivas son mías. 86 Masse und Publikum: Eine methodologische und soziologische Untersuschung, Berna, Lack y Grunau, 1904, p. 4. 87 Al buscar conceptualizar lo público como una forma social en la cual los individuos toman diferentes posiciones respecto del conjunto de hechos que tienen en común, Park se explaya sobre la noción simmeliana de intercambio como forma de interacción básica y distintiva, en la cual uno se sitúa a sí mismo, de modo de tomar el punto de vista del otro y actuar en la dirección contraria (p. 56). De manera similar, se explaya sobre las ideas simmelianas de diferenciación social, para refutar la concepción de sociedad como el resto puro de la mentalidad, y para hacer valer el lugar crucial de la oposición y competencia en la forma general de lo público (pp. 69-70). En otra parte, alude a Simmel cuando busca sustentar la proposición de que las multitudes disminuyen los poderes intelectuales del individuo y realzan su emotividad (pp. 7-8). 88 Introduction to the Science of Sociology, Chicago, University of Chicago Press, 1921. Comparadas con las diez selecciones de Simmel, había dos de Durkheim, de Hobhouse y de Spencer; tres de Le Bon, y ninguna de Tarde o de Weber. Por otra parte, aparecen treinta y tres referencias a Simmel en el índice de autores, comparadas con las veintitrés a Durkheim y a Le Bon, trece a Hobhouse y tres a Weber. 89 Citado por Hugh D. Duncan, en Essays, cit., p. 116, n. 5. 85 23 carácter de algunas de las ideas centrales de Simmel. Altera la definición de Simmel acerca del carácter del hecho social, y cambia el principal referente de la interacción: de transacción pasa a ser acción concertada. Estos dos cambios reflejan influencias complementarias sobre Park, como la de Sumner y la de Durkheim, autores que consideraron la regulación moral como el aspecto más esencial de la vida social. Simmel, al contrario, consideró las normas como un fenómeno de interés secundario, un mero efecto secundario de la interacción social. 90 Ya en su disertación Park buscó sintetizar estos dos puntos de vista cuando concluye que los grupos humanos poseen dos rasgos distintivos: un conjunto de procesos de interacción y una voluntad general que se manifiesta subjetivamente en conciencia, y objetivamente en las costumbres. En trabajos posteriores, Park llega a expresar esta distinción en términos de dos tipos de interacción, una que es normativamente regulada, y otra que no lo es. Esta última, sobre la base de la competencia en la lucha por la existencia y directamente paralela a similares procesos en las plantas y en las comunidades de animales, constituye lo que Park llamó el orden biológico o ecológico. En los grupos humanos, sus efectos fueron siempre modificados por los procesos de interacción, los que hacen al orden moral o social. Así, el control social pasa a ser "el hecho central y el problema central de la sociedad", 91 y no, como en Simmel, el hecho normativamente indiferente de la asociación humana. Por otra parte, los portadores del orden moral o social son las colectividades organizadas. Siguiendo a Simmel, Park ve a las colectividades no como entidades sustantivas sino como redes de interacción. Las multitudes están hechas de personas interactuando a través de remolinos, facciones que se estimulan mutuamente por medio del disturbio, grupos sociales por medio de agravios mutuos, públicos por la circulación de noticias. Por medio de los diversos procesos de comunicación, las colectividades alcanzan cierto consenso sobre valores y metas. La acción concertada es así el aspecto dinámico del orden moral y del control social. La sociología debe en consecuencia ser "la ciencia del comportamiento colectivo", y no, como la consideraba Simmel, la ciencia pura y simple de las formas de asociación. Este perspicaz giro en la definición no fue poco significativo. Tuvo tres implicaciones metodológicas que moldearon el carácter de la sociología, tal como fue ejercida por Park y sus estudiantes, que diferenciaron sus trabajos respecto de los de Simmel. 1) Su foco empírico apuntó a los tipos de colectividades concretas más que a los tipos —analíticamente abstractos— de interacción social. 92 2) Su foco explicativo apuntó a cómo los tipos de colectividad llegan a ser, a persistir y a cambiar, más que a las implicaciones estructurales de un particular tipo de forma. 3) Al relegar la competencia y el conflicto a la esfera de lo presocial, o subsocial, tendió a una identificación de la socialidad con el consenso, más que a una concepción de todos los hechos sociales como inherentemente basados en dualismos fundamentales. En suma, la sociología de Park fue concreta, dinámica y orientada hacia el consenso, mientras que la de Simmel fue abstracta, estructural y orientada hacia el dualismo sociológico. 93 90 "Los miembros de una asociación crediticia están ciertamente sujetos a la definitiva regulación de sus contribuciones y retiros... pero esto es sólo una condición límite. El principio sociológico positivo es la extendida ayuda recíproca. [...] Una fiesta social presume sin duda de un gran número de regulaciones externas al comportamiento de sus participantes. Pero hay fiesta, según su significado y principio vital [...] sólo cuando hay reciprocidad amena, estimulante, jubilosa." "Zur Methodik der Sozialwissenschaft", en Jarbuch für Gesetzgebung, Verwaltung, und Volkswirtschaft im deutschen Reich, N° 20, 1896, pp. 227-237. 91 Park y Burgess, Introduction to the Science of Society, cit., p. 42. 92 No obstante, en sus contribuciones a la ecología humana, Park mantuvo un interés en tales abstracciones analíticas al desarrollar conceptos tales como invasión, sucesión y predominio. 93 Quizá convenga aclarar que he descrito una tendencia general del pensamiento de Park, y no todos sus detalles. Park no ignora enteramente la transacción, particularmente en su tratamiento de la personalidad; pero la "acción concertada" es el tema clave de su manifiesto programático y de su propia obra de la década de 1920. No estoy diciendo, por otro lado, que Park ignore el fenómeno del conflicto; lejos de eso. Estaba profundamente interesado en fenómenos como los movimientos sociales y las revoluciones. Mi puntualización es que Park ve el conflicto como técnicamente pre o extra social. Es una fuente de disrupción o de cambio constructivo en el orden social, pero no es constitutivo de la sociedad como tal. 24 Repercusiones La peculiar transmutación del pensamiento de Simmel en la obra de Park puede proveer un punto de partida para explicar las vicisitudes de la carrera de Simmel en la sociología americana durante el medio siglo siguiente a su muerte. Para trazar esta historia, pueden discernirse cuatro fases. PARK Y SUS ESTUDIANTES. Parecería que para cada uno de los tópicos planteados por Park surgió un vehículo apropiado conformado por uno o más de sus estudiantes. 94 En relación con tópicos específicamente sugeridos por Simmel, pueden distinguirse tres instancias. A partir de las discusiones de Simmel sobre la distancia social, Park reformuló este concepto en forma más precisa 95 y encargó a Emory Bogardus la construcción de un número de índices que permitiesen medir la distancia social, entendida en términos de niveles de intimidad preferidos para asociarse entre sí por parte de integrantes de diversos grupos étnicos. 96 (Un trabajo similar fue posteriormente llevado a cabo por J. L. Moreno en sus sociométricas de las preferencias de asociación en pequeños grupos —a través del cual la atracción de Simmel por la geometría de las relaciones sociales fue realizada por primera vez en forma gráfica—. 97 ) De manera similar, partiendo de las ideas de Simmel sobre el extranjero Park articuló su concepción sobre el hombre marginal y estimuló a Everett Stonequist a escribir su tesis sobre este tópico. 98 Anteriormente, otros dos alumnos de Park habían estudiado tipos específicos de aislamiento social: el residente en hoteles y el vagabundo. 99 Posteriormente, la literatura inspirada por la revitalización hecha por Park del ensayo de Simmel sobre el extranjero creció enormemente. 100 Finalmente, probablemente en algunas de sus ideas sobre los aspectos individualizantes de la vida urbana Park se orientó por el ensayo de Simmel "The Metropolis and Mental Life" ∗ y otros escritos relacionados, un interés que con particular mérito continuaron dos de sus estudiantes, Louis Wirth y Robert Redfield. En el curso del ensayo bibliográfico de sesenta y siete páginas sobre la ciudad, preparado por Wirth para el volumen sobre la ciudad escrito por Park, Burgess y MacKenzie, Wirth describe al ensayo de Simmel como "el más importante artículo sobre la ciudad desde el punto de vista sociológico", 101 y elabora libremente sus ideas, doce años más tarde, en su importante ensayo "Urbanism as a Way of Life". 102 Es notable que todas estas recreaciones de las ideas de Simmel hechas por los discípulos de Park — sus estudios sobre la distancia social, el aislamiento social y la individualización en las metrópolis— trabajan con relaciones sociales, y no con procesos sociales. En el esquema de Park, el estudio de los procesos sociales estaba usurpado, como hemos visto, por las preocupaciones más bien no simmelianas sobre la dinámica de las colectividades y por las historias naturales de su crecimiento. De todos modos, dado un orden social establecido, se podrían estudiar las relaciones sociales o como patrones estables representativos de la acomodación social, o en términos de la distancia relativa a un presunto consenso social. 94 Esto se debió a varios factores: la propia generosidad de Park como profesor, la edad avanzada en que comenzó a trabajar como académico productivo y las condiciones excepcionalmente favorables para los estudiantes de Chicago de la década de 1920, que proporcionaron un buen número de estudiantes capaces, a quienes Park consiguió entusiasmar. 95 Park y Burguess, Introduction to the Science of Society, cit., pp. 282-286; Park, "The concept of Social Distance", en Journal of Applied Sociology, N° 8, 1924, pp. 339-344 96 "Social Distance and its Origins", en Journal of Applied Sociology, N° 9, 1925, pp. 216-226, 299-308. Véase también Bogardus, Social Distance, Los Angeles, 1959. 97 Jacob L. Moreno, Who shall survive? (1934), edición revisada y ampliada, Beacon, Nueva York, Beacon House, 1953. Moreno caracteriza a Simmel corno el primer sociólogo en teorizar sobre las relaciones interpersonales (p. xxxI) y en concebir "ciertos aspectos de la sociometría" (p. 15). 98 "The Marginal Man: A Study in the Subjective Aspects of Cultural Conflict", tesis doctoral, 1930. The Marginal Man, Nueva York, Scribner's, 1937. 99 Horman Hayner, "The Sociology of Hotel Life", 1923 (el libro se publicó en 1936 como Hotel Life). Nels Anderson, The Hobo, tesis de maestría, 1925, publicada por la University of Chicago Press en 1923. 100 Para nombrar sólo unos pocos: A. Schutz, "The Stranger", en American Journal of Sociology, Nº 49, 1949 [edición castellana: "El forastero. Ensayo de psicología social"; en Schütz, Estudios sobre la realidad social, Buenos Aires, Amorrortu, 1974]; Everett Hughes, "Social Change and Status Protest: An Essay on the Marginal Man", en Phylon, N° 10, 1946; Donald Wray, "Marginal Men of Industry: The Foremen", en American Journal of Sociology, N° 54, 1949; Julie Meyer, "The Stranger and the City", American Journal of Sociology, N° 56, 1951. ∗ Editado en castellano como "Las grandes urbes y la vida del espíritu", en El individuo y la libertad. Ensayos de crítica de la cultura. [N. del T.]. 101 The City, Chicago, University of Chicago Press, 1925, p. 219. 102 American Journal of Sociology, Nº 44, pp. 1-24. Véase también Robert Redfield, The Folk Culture of Yucatan, Chicago, University of Chicago Press, 1939. 25 LA SÍNTESIS PARSONIANA. El efecto neto de la adopción de Simmel por parte de Park consistió entonces en reactivar y transmitir algunas ideas concernientes a las relaciones sociales, pero también en socavar la posibilidad de utilizar a Simmel como punto de partida para construir un marco de referencia sociológico. Con la publicación del libro de Parsons, The Structure of Social Action, en 1937, el eclipse de Simmel fue virtualmente total. A través de un extenso tratamiento de Durkheim, Pareto y Weber, esta obra bosquejó los principios de una teoría de la acción social que podía prescindir del tipo de análisis transaccional defendido por Simmel. Dos puntos deben clarificarse para explicar el impacto de la obra de Parsons sobre la suerte de Simmel: por qué logró tan eminente posición en la literatura, y por qué fue capaz de prescindir de Simmel. Una razón de su eminencia es, por supuesto, intrínseca. The Structure of Social Action fue una pieza académica notable (y sigue siéndolo, aunque sus interpretaciones y sus conclusiones no siempre estén fuera de discusión). Pero la posición dominante que asume sobre la teoría social americana también se debió a factores externos. Uno de ellos fue que las teorías cruciales de Durkheim y Weber aún no habían sido integradas dentro de la corriente principal de la sociología americana, ni siquiera en el limitado nivel en que lo había sido la de Simmel. Un segundo factor residió en que, para mediados de la década de 1930, la sociología americana había trabajado en un vacío teórico. Desde la publicación en 1909 del libro de Cooley, Social Organization, en toda la teoría social americana no había aparecido ninguna síntesis creativa más importante. El creciente estímulo de la sociología americana se basaba en el refinamiento de sus metodologías de investigación. En 1921 Park y Burgess afirmaron que el período de debate sobre las premisas fundamentales de la sociología había terminado, que comenzaba un período de "investigación y experimentación". 103 De esta forma, los sociólogos comenzaron a estar mucho más estimulados por sus procedimientos de investigación que por la profundidad, la coherencia y las implicaciones de sus ideas. Los estudiantes de Park estaban ejercitados principalmente en las demandas de las historias naturales, los estudios sobre comunidades, los relevamientos urbanos y las intervenciones de campo. Los estudiantes de Ogburn y varios de la facultad de Columbia estaban al día en cuanto a las posibilidades del análisis estadístico. La actividad remanente fue absorbida por el renovado interés en los problemas y las reformas sociales. Sólo en Harvard, primero con Pitirim Sorokin (que era levemente hostil a Simmel, como a tantos otros) y luego con el mismo Parsons, había un esfuerzo sostenido por innovar, de manera rigurosa y sistemática, en la teoría social en la línea de las grandes obras de la tradición. Un tercer factor que contribuyó al éxito del libro de Parsons fue que articuló un paradigma ampliamente congruente con las orientaciones de la mayoría de los sociólogos americanos. El énfasis en los valores compartidos y en los condicionamientos normativos representaba lo que en opinión de muchos era la misión de la sociología: salvar al mundo de las premisas del utilitarismo naïf sobre el homo economicus. La forma en que la gran síntesis de Parsons pudo prescindir de Simmel es una cuestión compleja que no podemos tratar aquí en detalle. Virtualmente todo: los principios desarrollados por Parsons son variantes de los principios previamente discutidos por Simmel. 104 La principal cuestión a considerar aquí es que en muchos aspectos Parsons siguió la misma lógica que Park. Si bien aquél partió de la "acción" y Park de la "interacción", ambos llegaron a la conclusión de que el principal problema sociológico residía en explicar la acción concertada Una vez que se define el fenómeno de las restricciones morales mantenidas por consenso 103 Ilustra este viraje el hecho de que la bibliografía que sigue a la introducción de Park a su manual contiene veinticinco ítems sobre "metodología de la investigación social", y sólo quince sobre las distintas escuelas de teoría social. 104 Ésta es una conclusión central de Donald N. Levine, "Simmel and Parsons: Twc Approachs to the Study of Society", tesis de doctorado, Universidad de Chicago 1957. Algunas de las principales diferencias entre ambos enfoques pueden resumirse esquemáticamente así: Simmel Parsons Principal abstracción analítica Formas de interacción Sistemas sociales Principal dimensión de la descripción Distancia entre individuos y grupos Orientaciones de de valor y normas sociológica institucionalizadas Metodología de la descripción Dualística (tanto.../como) Determinación única(o.../o) Enfoque de la explicación sociológica Análisis estructural de implicaciones y Análisis funcional y de necesidades, efectos recursos y tensiones Concepción del conflicto social Constitutivo del orden social Disruptivo del orden social; origen del cambio Concepción de las relaciones entre Tres formas distintas de organizar los Variables independientes pero personalidades, sociedad y cultura contenidos de la experiencia humana sistemas interconexos de acción Objetivo científico Determinación de tipos Sistema empírico teórico 26 como el componente esencial del orden social, se puede prescindir de considerar —como hacía Simmel— el orden social como el complejo resultado de un gran número de transacciones diversamente constituidas. CONTRAPUNTO. En los años siguientes a la Segunda Guerra Mundial, el paradigma parsoniano adquirió gran influencia en la teoría social americana, provista ahora de una terminología mucho más diferenciada para tratar con tipos de valores compartidos y con sus implicaciones institucionales. Sin embargo, hacia fines de la década de 1950 emerge un decisivo renacimiento del interés por la sociología simmeliana. Así como la temprana declaración de Parsons sobre la muerte de Spencer había resultado prematura, de la misma manera ahora su omisión de Simmel respecto de la corriente central de la moderna teoría social comenzaba a mostrarse inviable. Este renacimiento estuvo asociado con tres desarrollos de la sociología contemporánea. Uno fue el interés en identificar las propiedades estructurales de los pequeños grupos, empresa en la que intelectuales de tan amplia variedad de estilos como Theodore Mills, Robert Merton y Erving Goffman han tomado bastante de Simmel. 105 Un segundo desarrollo residió en el crecimiento del interés en el estudio del conflicto social, en el cual la identificación de Lewis Coser con las proposiciones de Simmel sobre el conflicto desempeñó un rol catalítico. 106 El tercero fue el esfuerzo por desarrollar una teoría general analítica basada en el principio de intercambio social, iniciada con gran éclat por George Homans. 107 Lo que estos tres desarrollos tuvieron en común fue el esfuerzo por tratar las relaciones sociales en términos de transacciones espontáneas, en vez de en términos de valores y normas compartidas. Complementando el enfoque parsoniano, restituyeron a la teoría social esa preocupación dualista, expresada en la distinción de Park entre proceso de interacción y voluntad general. En los términos de una formulación tardía del marco teórico parsoniano, consideraron a la sociedad como un conjunto de condiciones, mientras que Parsons la había tratado como un conjunto de controles. 108 HOY. "Como muchos de nosotros hemos descubierto en nuestra excursión por la teoría sociológica, la figura de Simmel suele aparecer hacia el final del viaje. Lo saludamos tanto con consternación como con respeto, porque está volviendo de un punto al cual nosotros estamos tratando de llegar." 109 Esto no es sólo así para el Simmel profeta del interaccionalismo simbólico, como el autor de estas palabras hubiese querido; es igualmente válido para esfuerzos seguidos en muy diversas áreas de la sociología actual. La presencia de Simmel es palpable en lugares tan diversos como la construcción literal de una geometría de las relaciones sociales por medio de gráficas lineales, de Cartwright y Harary; 110 la medición de distancias sociales subjetivas y objetivas de las relaciones personales en contextos urbanos, de Erwin O. Laumann; 111 la elaboración de una teoría general del intercambio social, por parte de Peter M. Blau; 112 la continua reformulación de una teoría del conflicto en las sociedades modernas, de Ralph Dahrendorf; 113 los esfuerzos por construir modelos sociológicos basados en la cibernética y en las teorías de la información y la comunicación, de Walter Buckley; 114 los ensayos sobre el obsequio y la psicología social de la privacidad, de Barry Schwartz; 115 la formalización del concepto de ambivalencia sociológica, de Robert K. Merton y Elinor 105 Theodore M. Mills, "The Coalition Pattern in Three-Person Groups", en American Sociological Review, N° 19, 1954, pp. 657-667; idem, "Some Hypothesis on Small Groups from Simmel", en American Journal of Sociology, N° 63, 1958, pp. 642-650; Robert K. Merton, "Continuities in the Theory of Reference Groups and Social Structure", en Social Theory and Social Structure, edición ampliada y revisada, Glencoe, Illinois, Free Press, 1957, pp. 281-386; Erving Goffman, Behavior in Public Places, Nueva York, Free P 106 The Functions of Social Conflict, Glencoe, Illinois, Free Press, 1956; véase también Continuities in the Study of Social Conflict, Nueva York, Free Press, 1967 107 "Social Behaviour as Exchange", en American Journal of Sociology, N° 63, 1958, pp. 597-606; Social Behaviour: Its Elementary Forms, Nueva York, Harcourt, Brace, 1961. 108 Talcott Parsons, Societies: Evolutionary and Comparative Perspectives, Nueva York, Prentice-Hall, 1966, p. 28. 109 Hugh D. Duncan, "Simmel's Image of Society", en Essays, cit., p. 108. 110 "Structural Balance", Psychological Review, N° 63, 1956, pp. 277-293. 111 Prestige and Association in an Urban Communitty, Indianápolis, Bobbs-Merrill, 1966. 112 Exchange and Power in Social Life, Nueva York, Wiley, 1964. 113 Class and Class Conflict in Industrial Society, Stanford, Stanford University Press, 1959; Conflict after Class, Londres, Longmans, 1967. 114 Sociology and Modern Systems Theory, Nueva York, Prentice-Hall, 1967. 115 "The Structural Psicology of the Gift", en American Journal of Sociology, N° 73, 1967, pp. 1-11; "The Social Psicology of Privacy", en American Journal of Sociology, N° 73, 1968, pp. 741-752. 27 Barber; 116 el análisis de los mundos de la experiencia y de la conciencia, de Pete L. Berger; 117 el trabajo sobre la sociabilidad, de David Riesman, Jeanne Watson y Robert J. Potter, 118 y las exploraciones de las estructuras triádicas, de Theodore Caplow. 119 En mi opinión, la lista de las creativas aplicaciones actuales de sus ideas no agota la medida plena del legado de Simmel. Llegamos a un punto en el cual nos es posible tomar seriamente ciertas partes de ese legado — las bases de la revuelta contemporánea contra las formas, por ejemplo, o el carácter de la pregunta por las nuevas formas de la individualidad—. Para otras partes de su obra quizás aún no estemos preparados —el isomorfismo entre formas sociales y formas simbólicas, la dimensión estética de la socialidad, la medición de la ambivalencia—. Aún conocemos escasamente la obra de Simmel. Mucho trabajo se requiere para alcanzar un nivel de comprensión crítica como el que se tiene de Durkheim o Weber. Más allá de toda especificidad, la imagen simmeliana de la sociedad puede proveer un reto continuo para concepciones sobre los hechos sociales y el orden social cuyo acento recae primariamente sobre los requerimientos sistémicos y las condicionantes normativas, ofreciendo el contraparadigma de un campo fluctuante de transacciones autorreguladas —una alternativa que acentúa la fenomenología de la experiencia individual y la dimensión de la distancia en las relaciones sociales—. Simmel pagó un alto precio por su inconformidad. Fue desacreditado con epítetos varios —amateur, exhibicionista, relativista, "meramente talentoso", coqueto, vacío, falto de propósitos— Si bien su inconformidad fue profesionalmente ofensiva y personalmente costosa, se relacionaba con una pugna por la individualidad y con una disputa intelectual que, después de más de medio siglo, aún no se han agotado. Es esperanza del editor [D.L.] que las selecciones de este volumen exhiban algo más de la agudeza y la riqueza de su obra. Las selecciones de este volumen El plan de una edición completa en alemán de las obras de Simmel consta de catorce abultados volúmenes. 120 Hasta ahora [1971] sólo se ha traducido al inglés el equivalente de uno de esos volúmenes. Al preparar el presente volumen, he tratado consecuentemente de incrementar tanto como ha sido posible la lista de escritos de Simmel traducidos al inglés, así como de presentar una muestra al menos parcialmente representativa de su obra y de proporcionar algunos puntos de partida para lectores deseosos de integrar algunos de los diversos y desperdigados ensayos de Simmel. SOBRE LAS SELECCIONES. En los capítulos que siguen, los ensayos estrictamente sociológicos han sido complementados con escritos filosóficos de manera de proveer un mayor discernimiento sobre la unidad y el alcance del pensamiento de Simmel. Las secciones de la parte I ilustran las cuatro principales maneras en las que Simmel adaptó la concepción kantiana de las formas a priori del entendimiento. El capítulo 1 representa la primera adaptación importante que Simmel hace, específicamente, sobre el dominio del conocimiento histórico. El tipo de forma aquí desarrollada es el de una categoría general de orientación cultural. En el capítulo 2, el referente de las formas cambia desde el dominio del conocimiento hacia el del ser. En este lugar, Simmel pregunta qué formas de orientación —qué series cognitivas, por decirlo así— debe seguir un individuo para poder relacionarse con los otros. En el capítulo 3, las formas en cuestión son pautas que relacionan a dos o más individuos. Son estas formas las que Simmel considera como el objeto de estudio apropiado para la disciplina sociológica. Finalmente, en el capítulo 4 Simmel retoma la consideración de las formas como categorías cognitivas. Aquí, no obstante, su preocupación no es por las variedades de orientaciones culturales —como el entendimiento histórico, la filosofía o la ciencia—, sino por el asunto en cuestión: ¿qué son las categorías alternativas básicas por las cuales pueden organizarse los distintos contenidos de la experiencia humana? 116 "Sociological Ambivalence", en E. A. Tiryakian (ed.), Sociological Theory, Values, and Sociological Change, Nueva York, Free Press, 1963, pp. 91-120. 117 Invitation to Sociology: A Humanistic Perspective, Nueva York, Doubleday Anchor Books, 1963, caps. 2 y 3; Berger y Luckmann, The Social Construction of Reality, Garden City, Nueva York, Doubleday, 1966. 118 Jeanne Watson, "A Formal Analysis of Sociable Interaction", en Sociometry, N° 21, 1958, pp. 269-280; David Riesman, Robert J. Potter y Jeanne Watson, "Sociability, Permissiveness, and Equality", Psychiatry, N° 23, 1960, pp. 323-340. 119 Two Against One: Coalitions in Triads, Englewood Cliffs, N.J., Prentice-Hall, 1968. 120 Véase Horst Muller, "Plan einer Gesamtausgabe der Werke Georg Simmels", en Gassen y Landmann, Such des Dankes, cit., pp. 60-63. 28 La parte II contiene ilustraciones de los análisis de Simmel sobre las formas de interacción —el programa defendido en el capítulo 3—. La primera de éstas, sobre "el intercambio", está tomada de Philosophie des Geldes, el libro de Simmel sobre el significado del dinero y la naturaleza de una sociedad dominada por el dinero. Lo he incluido no solo para mostrar cómo Simmel se anticipó a las actuales teorías sobres el intercambio social, sino principalmente porque el paradigma del intercambio que se articula resulta muy sugestivo para otros pensamientos sobre esta cuestión. En los capítulos 5, 6 y 7, por otra parte, los valores; las normas y la conciencia, respectivamente, son descriptos como resultados de la interacción —una perspectiva que provee un estimulante contraste con aquellas que los describen como bases de los sistemas de acción—. El lector imaginativo aprenderá mucho sobre la sociología de Simmel y sobre los procesos sociales al comparar reflexivamente sus análisis sobre el intercambio, el conflicto, la dominación, la prostitución y la sociabilidad. Simmel enfocó la interpretación de lo que podemos llamar los "tipos sociales" de dos maneras. Por un lado, analizó los tipos en términos de las características de una particular posición en una estructura interaccional. Los sociólogos pueden hablar, según Simmel sugirió, no sólo del proceso de la competencia, sino de las características del competidor; no sólo de la coquetería, sino de la naturaleza del coqueto. Este enfoque se ilustra en las dos lecturas de la parte III, sobre el extranjero y el pobre. Por otro lado, Simmel quiso retratar ciertos tipos humanos en términos de una categoría general de orientación hacia el mundo que ellos encarnaban. Así corno todos los contenidos del mundo pueden ser definidos en términos de la categoría de la ciencia, o de la religión, o del amor, de la misma manera se puede hablar del hombre de ciencia, del hombre religioso o del hombre erótico —individuos cuyas experiencias están dominadas por una de las formas de orientación—. Este enfoque se ilustra con las tres últimas lecturas de la parte III, sobre el avaro y el derrochador, el aventurero y el noble. El tema de la individualidad, del que trata íntimamente toda la obra de Simmel, se focaliza de manera directa en las próximas dos secciones. La parte IV consiste en algunos de sus análisis de bases filosóficas sobre la individualidad: análisis sobre las concepciones de la individualidad y de sus relaciones con la idea de libertad durante los siglos XVIII y XIX, análisis del tipo de perfección individual presupuesto en el concepto de cultura subjetiva y del lugar de la individualidad en la idea moderna de amor. Las selecciones de la parte v consideran el efecto sobre la individualidad de variables sociológicas tales como el tamaño de los grupos, la economía monetaria, las vicisitudes de la moda y la organización jerárquica de las relaciones sociales. El eterno conflicto entre la forma establecida y las necesidades del proceso en curso de la vida conforma el tópico de la parte VI. Este tema preocupó a Simmel, más que todos los otros, durante sus últimos años. Aquí se examina en tres áreas —en las relaciones sociales, en la metafísica y en las culturas modernas—, análisis que anticipan nuestras preocupaciones contemporáneas sobre la oposición entre estructura y antiestructura. 29