la verdad nos hara libres…¿tambien la mentira?

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LA VERADAD NOS HARA LIBRES …¿TAMBIÉN LA MENTIRA? APORTACIONES DE SIMMEL
AL DILEMA
FELIPE J. MORA ARELLANO.
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Puso Yavé en la tabla de Moisés un octavo mandamiento… No levantarás falsos
testimonios ni mentiras. En un diálogo ficticio, un filósofo moderno le reclama a Yavé: tú
nos concediste la palabra para que ocultáramos mejor nuestros pensamientos. El mismo
filósofo continúa: se afirma que uno domina sus silencios y no sus palabras. Es probable que
seamos más dueños de lo que callamos que de lo que decimos. Cuando hablamos entramos
de inmediato en el mundo de la ficción, del subterfugio, del malentendido.
1
¿Por qué castigar al que miente? Yo no les mentiré. Casi todas las ideas que expondré, las
escribió Georg Simmel 2 , empeñado en desentrañar los secretos de las relaciones e
interacciones humanas, y de las formas que éstas han adoptado en la historia. La mentira,
como una de esas formas, posee una positiva importancia sociológica, al conformarse en
ciertas relaciones concretas, dijo Simmel. Sin embargo, advirtió que para abordarla
sociológicamente, no debe engañarnos el valor negativo que la mentira tiene en lo ético 3 . De
eso hablaré hoy. De Simmel y las mentiras.
Miles de frases nos recuerdan la bondad de hablar con la verdad. En la puerta principal y
en el escudo de la universidad donde estudié, se lee la frase Veritas liberabit vos. Es decir,
<<La
verdad os hará libres>>. Pero al traspasar sus muros, en el segundo mundo de nuestras
relaciones cotidianas, aceptamos otra frase igualmente repetida:
<<Más
vale una buena
mentira que una mala verdad>>.
¿Es la mentira, la verdad a medias, o el secreto parte de la naturaleza humana y por tanto
un elemento básico de lo social? ¿Cómo leemos, intuimos o percibimos que alguien no nos es
sincero? ¿Qué actos y palabras revelamos (o escondemos) a los demás para alcanzar nuestros
1
Fernando Savater. Los diez mandamientos en el siglo XXI. Tradición y actualidad del legado de Moisés.
(México: Edit. Debate, 2004), 139.
2
Georg Simmel. “El secreto y la sociedad secreta”. En Georg Simmel, Sociología. Estudios sobre las
formas de socialización, Vol. I. 1-424 (Madrid: Biblioteca de la Revista de Occidente, 1977), 357-424.
3
Ibid., 365.
1
propios fines? ¿Cómo -y cuándo- llegamos a conocer lo suficiente de las personas con
quienes interactuamos, para posibilitar un trato y una relación confiables?
Son estas,
preguntas simmelianas.
El consejo materno a las hijas
<<no
trates con desconocidos>>, descansa en una premisa
sociológica simmeliana: saber con quién se trata es la primera condición para relacionarse
con alguien. Sin conocimiento mutuo no se da la condición a priori de toda relación 4 . Pero,
¿requieren nuestras relaciones con los demás una misma clase y grado de conocimientos
mutuos?
Mediante la clásica pregunta <<¿estudias o trabajas?>>, algunos hombres intentan arrancar
los secretos de ciertas mujeres. Hombres y mujeres aprendemos algo, unos de otros, y en ese
conocimiento descansan todas las relaciones entre ambos sexos, afirma Simmel.
Con la confianza que da el trato con el paso del tiempo es frecuente escuchar <<Te
conozco perfectamente>>. Para Simmel, y para nuestra gran fortuna, nunca se puede conocer
al otro absolutamente. Conocemos fragmentos del otro y con ellos formamos una unidad
personal, siempre desde nuestra perspectiva 5 . De ahí que existan momentos antes no vividos
y caracterizados con la exclamación <<¡nunca te creí capaz de eso!>>.
Cada uno de nosotros tiene una imagen del otro, y ese otro una imagen nuestra. El
conocer mutuo nos permite advertir cosas ocultas del otro, afirma Simmel, conocimiento que
se produce en relaciones de hecho 6 . Esto no significa que no lleguemos a tener
representaciones ideales de los otros, a quienes vemos sin defectos, puros, sinceros, pero que
son representaciones subjetivas. Y no se trata de que uno engañe al otro –que es posible,
desde luego-, sino que, como en la pareja de enamorados, los defectos o los dislates son
vistos como encantos bajo determinadas condiciones, y bajo un tiempo también determinado.
Con la pérdida del encanto conyugal entre otras cosas por la rutinización, dichos detalles
los vemos como engaños y traiciones. Para Simmel significa que no alcanzamos a entender
que aún en una asociación tan estrecha como el matrimonio, no se está enteramente casado:
4
Ibid., 357.
Ibid., 358.
6
Ibid., 359.
5
2
en el mejor de los casos, sólo entra al matrimonio una parte de la personalidad, por grande
que ésta sea, sostiene.
Es verdad que aprendemos a mentir ante los demás o a ocultar parte de la verdad. Y no
solo aprendemos a guardar secretos sino a auto-engañarnos de manera consciente o con
disimulo, en la forma de una mentira vital que permite ilusionarnos o vivir de ilusiones,
aseguró Simmel. 7 Chava Flores cantaba muy bien a lo que le tirábamos los mexicanos con
nuestros sueños.
¿Somos mentirosos por nacimiento o las estructuras sociológicas nos alientan a la
mentira? ¿En qué grado hemos de mezclar saber e ignorancia para llegar a la práctica de
confiar en los demás? Simmel respondía que son la época, la esfera de los intereses y los
individuos, quienes lo determinamos mediante la objetivación de la cultura. Con base en ello
se produce el grado de confianza en la sociedad. 8
El mentiroso esconde ante su interlocutor la verdadera representación que posee; le
engaña sobre su vida interior. En sociedades complejas, dice Simmel, las personas habremos
de confiar en la buena fe de los demás, así se trate, decimos nosotros, del “hotdoguero” que
suponemos se lavó las manos, del chofer que durmió bien la noche anterior, del mecánico
que revisó los frenos o las llantas del carro, o del profesor que preparó su clase. No podemos
comprobar hasta qué punto esto es cierto, ni adentrarnos al fondo en tantas relaciones. Por
tanto, debemos partir del supuesto de (y confiar) que no somos engañados. El que sabe, no
necesita confiar y el que ignora, no puede siquiera confiar, afirma Simmel.
La proporción entre la mentira y la veracidad, compatible con la existencia de relaciones
humanas, aseguró Simmel, forma una escala en la cual se puede leer el grado de intensidad (e
intimidad) de dichas relaciones. Se atribuye a Bismark haber dicho que
<<Nunca
se miente
9
tanto como antes de las elecciones, durante la guerra y después de la cacería>>. Convendría
revisar cuál es la suerte jurídica, social o cultural del mentiroso en nuestra sociedad y qué
tanto podríamos sobrevivir operando sobre mentiras. Alguien acuñó el término de <<culturas
hipócritas>> para designar las relaciones que operaban en regímenes totalitarios, en donde las
7
Ibid., 360.
Ibid., 367.
9
Fernando Savater. Los diez mandamientos en el siglo XXI, 142.
8
3
regulación de las expresiones emocionales llegaron a ser extremas o patológicas, dado que
todos sabían que el entusiasmo por cumplir con los requisitos del plan o el odio hacia el
enemigo de clase eran completamente fingidos. 10
En nuestras sociedades, dice Simmel, la mentira es relativamente permisible; presta una
positiva utilidad. Ejemplos sobran: discursos nacionalistas que reclamaban la unidad sobre la
amenaza de “masiosare”, ese extraño enemigo que fue el comunismo hace apenas unas
décadas. La publicidad mercadológica, que envuelve la palabra con la mentira al colocar una
rubia detrás de la navaja de afeitar. La sensación de volar entre nubes al paladear una menta,
¿o mentira? Los engañados somos siempre más que los mentirosos. Y en ocasiones los
primeros nos encaminamos a suprimir las falsedades que actúan en la vida social.
Expresiones que, señala Simmel, tienen un carácter marcadamente democrático ¿Recuerdan
ustedes la Comisión de la Verdad, o los juicios de Nüremberg?
Para Simmel, la mentira tiene una positiva importancia sociológica al conformar ciertas
relaciones concretas. La mentira es un medio, una táctica, que puede calificarse de positiva y
agresiva. Mediante la mentira se busca alcanzar un fin, y en general se alcanza mediante el
secreto y la ocultación. 11 El secreto es una forma de acción y una técnica sociológica para
lograr un fin. A él se suman otras formas de acción para traspasar la barrera que el secreto
interpone entre los hombres, a saber: la indiscreción, la confesión y la filtración. 12
Se dice que
<<las
tres cosas más difíciles de esta vida son: guardar un secreto, perdonar
un agravio y aprovechar el tiempo>>. Simmel lo sabía cuando estableció que la importancia
sociológica del secreto plasma su medida práctica en la capacidad o inclinación del sujeto
para guardarlo o en su resistencia o debilidad frente a la tentación de traicionarlo. Tenemos
así dos intereses: el de esconder y el de descubrir. También dos energías que entran en
acción: las que tienden a guardar el secreto y las que propenden a revelarlo. Las que deciden
guardarlo, proceden del interés práctico y del encanto formal que tiene el secreto. Las que
luchan por revelarlo, se apoyan en la incapacidad de resistir más tiempo la tensión del
secreto, escribió Simmel. 13
10
Jon Elster. Alquimias de la mente. La racionalidad y las emociones. (Barcelona: Ediciones Paidós,
2002), 194.
11
Georg Simmel, Sociología. Estudios sobre…, 365.
12
Ibid., 380 ss.
13
Ibid., 382.
4
Nos movemos entre seres reservados y seres comunicativos, discretos y entrometidos,
callados y metiches. ¿Existe alguna relación que nos permita traspasar estos límites? ¿Se
tratará de la relación íntima, de la amistad, del amor o del matrimonio? En ellas, ¿dónde -y
cuándo- empieza la reserva y el respeto del otro?
Entrar hasta el fondo de algo, es destruir su encanto y detener la fantasía en su tejido
ilimitado de posibilidades. Una parte, incluso de las personas más íntimas, ha de ofrecérsenos
oscura e inintuible, para que mantenga su encanto, dice Simmel.
El ser humano se atribuye el derecho a saber todo cuanto pueda averiguar. 14 Pero en
ocasiones, cuando descubre la inclemente verdad, se encuentra con que prefiere ser
engañado. Lo reclama incluso. En la política, cuentan que en los mítines de campaña la
gente pedía invertir la consigna “hechos, no palabras”, por la de “mejor palabras y no más
hechos”. Y en el amor como en la guerra, dicen, todo vale. Por algo estuvo la siguiente
canción en la lista de popularidad de hace unas décadas:
Voy viviendo ya de tus mentiras,
se que tu cariño no es sincero,
se que mientes al besar
y mientes al decir: ''te quiero'',
me conformo porque se
que pago mi maldad de ayer.
Siempre fui llevado por la mala,
y es por eso que, te quiero tanto,
mas si das a mi vivir
la dicha con tu amor fingido,
miénteme una eternidad
que me hace tu maldad feliz.
¿Y que más da?
la vida es una mentira;
miénteme más
que me hace tu maldad feliz...
(MIÉNTEME. Interpretada por Victor Yturbe “El Pirulí.)
Mentir, guardar secretos, dijo Simmel, es disimular ciertas realidades por medios
negativos o positivos. Y eso, afirmó también, constituye una de las más grandes conquistas
de la humanidad. El secreto amplía la vida, porque en abierta publicidad muchas de sus
14
Ibid., 372.
5
manifestaciones no podrían producirse. El permite que surja un segundo mundo junto al que
observamos, y este mundo sufre con fuerza la influencia del que subsiste tras bambalinas. 15
Si regresara a la universidad donde estudié y leyera de nuevo la frase <<La verdad os hará
libres>>, pensaría que la verdad acerca de la mentira no nos libera de ella pero, en cambio y
gracias a Simmel, nos hace más libres al comprender su uso y saber (sobre)vivir con ella.
15
Ibid., 378.
6
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