Pedro y Juan en el sepulcro

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Pedro y Juan en el sepulcro
Aprende a Orar / Evangelio meditado para Solemnidades y Fiestas
Por: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net
Del santo Evangelio según san Juan 20, 2-9
El primer día después del sábado, María Magdalena vino corriendo a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien
Jesús amaba, y les dijo:"Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto". Salieron Pedro y el otro discípulo
camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e
inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró. En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en
el sepulcro. Observó los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos
en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vió y creyó,
porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos.
Oración introductoria
Señor Jesús, creo, espero y te amo. Quiero en esta oración recostarme espiritualmente sobre tu pecho, como lo hizo el apóstol san Juan
y hablar contigo durante estos momentos de corazón a corazón.
Petición
Señor, dame el don de conocerte para que pueda amarte más y así pueda seguirte mejor.
Meditación del Papa Francisco
San Pedro fue rápido al sepulcro y pensaba que lo habían robado. Al igual que María Magdalena, no entraba en su cabeza una
resurrección real. Ellos no conseguían entender ese paso nuestro de la muerte a la vida a través de la resurrección. Han aceptado la de
Jesús porque la han visto, pero la de los cristianos no era entendida así.
Cuando san Pablo habló de la resurrección, los griegos sabios y filósofos se asustaban. La resurrección de los cristianos es un
escándalo, no pueden entenderlo. Y por esto Pablo hace este razonamiento: Si Cristo ha resucitado, también los muertos resucitarán.
Hay una resistencia a la obra del Espíritu, que hemos recibido en el Bautismo, nos transforme en la resurrección. (Cf. Papa Francisco,
homilía en santa Marta, 19 de septiembre de 2014)
Reflexión
El texto evangélico relata una de las experiencias que los discípulos tuvieron con el Cristo Resucitado. No se trata de un aparición, sino
literalmente de una de las "etapas que los discípulos han tenido que recorrer" para comenzar a vislumbrar los nuevos horizontes de
esperanza que el hecho de la Resurrección abriría en sus vidas. El acontecimiento se insinuaba ya en la tumba vacía, en las vendas que
yacían en el suelo y en el sudario plegado en un lugar aparte. Ante estos hechos San Juan sentía que una certeza se fue apoderando de
su corazón, la certeza de la fe: "Jesús está vivo".
"Jesús está vivo", esta convicción llena el corazón de todo creyente cristiano. La fe en la Persona viva de Jesucristo tiene el poder de
abrir nuestros ojos para reconocerlo operante y presente en los sacramentos de la Iglesia, en los demás hombres, sobre todo en los que
sufren y en nosotros mismos. Cristo, a través de su Iglesia, "está vivo" y pone su tienda en medio de nosotros.
Pero así como Jesucristo nació primero en el seno del Padre Eterno y luego en el seno de la Virgen María, así también tiene que nacer
en nuestro corazón. Esto es lo que sucede en cada acto de fe.
Por eso tiene también sentido volver a celebrar su nacimiento en estas fechas. Sí, Belén fue un acontecimiento único, que ocurrió hace
más de 2000 años, cuando, en un momento histórico concreto, el Hijo de Dios tomó nuestra carne y nació de la Virgen María. Pero este
acontecimiento va teniendo sus repercusiones en la historia de los hombres como una piedra lanzada al centro de un lago, cuyo impacto
va provocando ondas que se perciben hasta en los rincones más remotos del lago.
Por eso, Belén no es un acontecimiento aislado. A todas horas Cristo puede nacer en el corazón de cada hombre dispuesto a acogerlo.
Con Él nuestro interior se alumbra y esto siempre nos da la certeza de que "está vivo".
Propósito
Ser testimonio de alegría cristiana y esperanza en mi entorno social y familiar.
Diálogo con Cristo
Gracias, Padre, por estos minutos de oración, quiero salir de esta meditación decidido a trabajar para que muchos otros tengan la dicha
de experimentar tu amor. Me has llamado a ser tu discípulo y misionero, con tu gracia, Señor, lo podré lograr.
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Conoce más acerca de la Fiesta de San Juan apóstol que hoy celebramos.
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