Proxémica

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Universidad de Tarapacá
Facultad de Educación y Humanidades
Pedagogía en Historia y Geografía
Introducción
Este informe tiene como propósito alcanzar una mayor comprensión sobre la Proxémica. La cual a pesar de
tener un habitual uso no sabemos con exactitud en que consiste.
También presentaremos su proceso, origen y creador, además sus referencias, en general como se descubrió
ya que la proxémica no consiste en una investigación de invención, sino en la observación de los hechos.
Estudiaremos también como las investigaciones sobre la comunicación no verbal han adquirido mayor auge.
Explicar el comportamiento y las actitudes de las personas, de los espacios que las rodean y de las distancias
en sus interrelaciones sociales.
Y por ultimo dar a conocer como los hombres y los animales a pesar de tener un comportamiento muy distinto
los hombres se encargan de usar y actuar de la misma manera frente a ciertas situaciones que los animales.
El procedimiento que ocupamos fue el análisis y lectura individual y grupál del material que buscamos en
bibliotecas, después de analizarlo nos organizamos para distribuirlo en forma correcta y restar lo más
importante del material. Posterior de un resumen lo comentamos y lo llevamos al informe que usted tiene
ahora en sus manos.
Proxémica
Nos referimos con frecuencia al estudio de gestos y posturas como el estudio de la kinesis. El termino kinesis
proviene de una palabra griega que significa movimiento. Lo que se describe como proxémica es algo
íntimamente unido al gesto.
Proxémica es el estudio de todos aquellos aspectos de la Comunicación No Verbal (CNV) que se refiere a la
distancia o proximidad física que existe entre las personas que están manteniendo una comunicación.
Antes de continuar hablando de términos técnicos o teoría de la proxémica, sugerimos realizar los siguientes
experimentos.
1º Si estas en una habitación con otras personas, mira a tu alrededor y observa como están sentados o de pie.
¿Cuál es el espacio promedio entre ellos? ¿Parece alguno de ellos demasiado cerca de otro? ¿Se tocan entre
ellos?
¿Qué se puede deducir de esto?
2º Trabajando con un compañero, muévete hasta estar en una posición que te resulte cómoda para entablar una
conversación. Ahora acérquense hasta casi estarce tocando. Después aléjense.
¿Qué descubriste haciendo este ejercicio?
Lo que hayas descubierto de tu nacionalidad o tu estado de animo. Los británicos, por ejemplo, tienden a
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sentirse más cómodos cuando tienen, por lo menos, medio metro de distancia entre ellos y la persona con
quien hablan. Si una persona se acerca mucho al otro (invadiendo el espacio del cuerpo del otro) el otro puede
llegar a sentirse incomodo y afectado en la conversación, a menos que la persona próxima sea o bien un
pariente o una persona del sexo opuesto con quien tenga una profunda relación.
Otras nacionalidades pueden reaccionar de manera diferente. Los hombres Árabes, por ejemplo, tienden a
estar mucho más cerca unos de otros que los noreuropeos. Los europeos del sur tienden también a mantener
un espacio menor entre ellos que los británicos. Y lo que puede parecer una distancia confortable para un
alemán puede parecerle opresivo y claustrofóbico a alguien del norte de África.
Hasta que punto podemos tocarnos unos a otros también varia según los países. De nuevo, los reservados
británicos y noreuropeos se inclinan menos hacia los gestos que impliquen tocar a los demás que los europeos
del sur, ciertas zonas de América y algunos países africanos.
A pesar de ello, tocar es una parte importante de la comunicaciuón y relación humana. Por nejemplo, los
bebés humanos y de animales que han sido privados de estar en manos de adultos y cerca de ellos en sus
primeros años tienen dificultades en formar y mantener relaciones con otros, posteriormente, en la vida.
El hecho de tocar, además, puede a menudo ser más expresivo que el lenguaje. En momentos de extrema
emoción, cuando no tenemos palabras, recurrimos a utilizar el contacto. Un abrazo, una mano en el hombro,
un apretón en el brazo, dicen, con frecuencia, mucho más claramente que las palabras, lo que sentimos hacia
la otra persona. De nuevo, sin embargo, el tipo de contacto que es permisible viene determinado por la cultura
en que vivimos y la relación establecida con la otra persona. Y, naturalmente, las convenciones sobre el
contacto se extienden también a nuestras relaciones profesionales con personas como doctores, dentistas y
fisioterapeutas, y en las relaciones íntimas entre los miembros de la familia. Lo que se considera como
contacto permisible para un pariente o un médico sería muy sospechoso si se diera en un ascensor y por parte
de un desconocido. En efecto, la conducta de la gente en ascensores u otros espacios limitados como trenes o
autobuses concurridos es un estudio en sí mismo y muestra lo que somos capaces de hacer para evitar tocar o
mirar a las demás personas en esa situación.
La situación, obviamente, es de considerable importancia en el alcance de nuestra comunicación, o en el
intento de evitarla; y en la combinación de conductas verbales y no verbales que empleamos en el proceso.
El contacto accidental puede también tener su efecto en la forma en que percibimos a las personas. Los
bibliotecarios, generalmente, entregan tarjetas y libros sin tocar a los usuarios. En una investigación se les
pidió que tocaran (sólo suavemente y de forma aparentemente accidental) a una persona de cada dos que
fueran a devolver un libro. Se pidió a los usuarios que llenaran un cuestionario indicando su satisfacción
respecto a la calidad del servicio prestado en la biblioteca. Pareció darse una correlación entre los más altos
niveles de satisfacción expresados por aquellos que habían sido tocados por los bibliotecarios y de menor
satisfacción por aquellos que no lo habían sido (Dobson, 1982).
Finalmente, la forma en que nos relacionamos y comunicamos unos con otros, puede verse igualmente
afectada por otros aspectos proxémicos, como la forma en que los muebles u otros elementos están dispuestos
en la habitación.
El uso del espacio
Los estudiosos dedicados a las ciencias humanas, por una parte, y por otra los distintos profesionales que
intervienen en la tarea de proyectar, diseñar y construir ambientes se están preocupando, también, cada vez
más de conocer este nuevo ámbito de exploración, la proxémica, definida por su creador, el antropólogo
Edward T. Hall, como el estudio de cómo el hombre estructura inconscientemente el microespacio.
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Los seres humanos, al igual que los demás animales, manejamos el espacio y empleamos las distancias como
una manera de satisfacer vitales necesidades individuales y de relación con los demás; sin embargo, los
estudios proxémicos han podido establecer que la percepción que tenemos del espacio personal y del espacio
social resulta culturalmente determinada. Biología y cultura, pues y como en tantas otras cosas, se combinan
en la utilización que hacemos del territorio.
El hombre, animal territorial
Los etólogos (investigadores del comportamiento comparado entre el hombre y los animales) sostienen que
somos animales territoriales, es decir, que nos hacemos de lugares preferidos y nos fastidia cuando otros
llegan a ocuparlos. Resulta natural que tengamos nuestra casa, nuestro patio, nuestra oficina, pero también
tenemos nuestro asiento en la sala de reuniones, nuestro lugar en la playa, nuestro sitio en el estacionamiento,
etc. Donde quiera que vayamos más de una vez, es casi seguro que nos instalaremos en el mismo sitio en las
ocasiones siguientes.
Los profesores tienen buenas oportunidades de confirmar la territorialidad del animal humano cada vez que
reciben cursos nuevos de estudiantes: después de la tercera o cuarta clase, la mayoría de los alumnos se ha
autoasignado ya un asiento y lo ocupará toda la temporada, cada vez que tenga clases en esa sala. No sólo eso:
el resto de los estudiantes tomará consciencia de esa preferencia y la respetará; ningún otro alumno ocupará
ese asiento que corresponde ya a una determina da persona.
Nuestro impulso territorial nos lleva, al igual que otras especies de animales territoriales, a marcar nuestros
sitios. Algunos animales, como los perros, marcan con orina su propiedad. Nosotros levantamos la pata
simbólicamente al cercar nuestros terrenos, decorar nuestras oficinas, adornar nuestras habitaciones. En
lenguaje técnico, se dice que personalizamos nuestros espacios.
Las oficinas, por ejemplo, son en general buenos indicadores de los rasgos de personalidad y de las
costumbres de sus ocupantes. Una persona se comunica con los demás por medio de su oficina. Mensajes de
estatus, jerarquía, imagen personal, capacidad de relación con los otros, etc., se expresan de acuerdo a la
forma en que esté estructurado y utilizado el espacio dentro de la oficina, y de acuerdo al modo en que éste
esté decorado.
Las pertenencias y accesorios sobre el escritorio, o la falta de ellos, pueden decir bastante acerca del
propietario: sobre su pulcritud y orden o lo contrario, su autoridad o rasgos de personalidad. Toques
personales en las paredes, como pinturas, fotografías, diplomas y trofeos, son claros indicadores de las
actividades, los gustos y de aquello que enorgullece al ocupante. Todos estos elementos son signos de
personalización del espacio.
Una oficina limpia y ordenada proyecta categoría. Las plantas de interior en un rincón de ella, significan
sensibilidad, dedicación y una moderna personalidad del propietario. Alguna pintura exótica y unos cuantos
títulos importantes enmarcados, otorgan un sello valorativo difícil de pasar por alto.
Un número adecuado de objetos enmarcados, para causar una buena impresión, debe ser de cinco a ocho. Un
detalle importante de considerar, para acompañar el efecto de reconocimiento, es asegurarse de que los
marcos de todos los documentos sean del mismo estilo.
El tamaño y el mobiliario de la oficina también son indicativos de la posición o estatus. Hay oficinas de tan
gran tamaño o están amobladas de tal manera, que provocan el efecto de que el visitante, nada más al entrar,
se sienta completamente disminuido, con lo que, además, aumenta automáticamente aún más la imagen de
poder y prestigio de su ocupante. En esta relación no − verbal de estatus, el tamaño de los escritorios juega un
rol relevante. En muchos lugares se piensa que mientras más grande es el escritorio, más alta es la posición de
quien se sienta detrás de él.
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Conclusión
Resulta indudable la condición social del hombre desde su nacimiento. Desde nuestros primeros años, nos
afanamos por designar nuestros espacios de interacción con los demás individuos los que notamos,
inicialmente, en nuestras primeras incursiones afectivas en torno a la madre, espacio que con el devenir de
nuestro desarrollo se va ampliando para poder dar lugar a los demás miembros de la familia y, posteriormente,
a los compañeros de escuela, de trabajo y demás espacios sociales.
No obstante esta condición de territoriales, nos acompañará durante toda la vida. De esta manera, la
perspectiva proxémica, nos señala que dentro de todo nuestro accionar, el espacio de proximidad adquiere un
sentido tanto afectivo como físico acunados, estos límites, en el seno de nuestra cultura. Por ello, podemos
observar − aún en las situaciones más desesperadas − que los espacios cobran cada vez mayor importancia:
resulta relevante para cada uno el no sentirnos hacinados y, principalmente dentro de esta ecología social, no
vernos ante la sensación de estar siendo invadidos. Así, tenemos que para cada contexto de acción,
necesitamos − mínimamente − nuestra posibilidad de mantener una cierta distancia con los demás a fin de
lograr funcionar de manera adecuada y armónica tanto con los demás, como con nuestra propia intimidad.
Esto pareciera de vital importancia a la hora de mirar los resultados obtenidos en cualquier actividad dentro de
cada uno de los ambientes en que nos movemos, influyendo el espacio y nuestra territorialidad en el logro de
mejores o peores resultados a la hora de evaluar una tarea cualquiera y provocar en el otro una mejor o peor
percepción de nuestro quehacer y nuestros contenidos personales.
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