acuerdo general sobre aranceles aduaneros y comercio

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ACUERDO GENERAL SOBRE
ARANCELES ADUANEROS Y COMERCIO
PARTES CONTRATANTES
Cuadragésimo segundo período de sesiones
SR.42/ST/32
19 de diciembre de 1986
Distribución limitada
Original: inglés
CANADÁ
Declaración de la Exorna. Sra. Sylvia Ostrv
Embajadora para las Negociaciones Comerciales Multilaterales,
Ministerio de Asuntos Exteriores
;,os hallamos reunidos en tanto que partes contratantes de un acuerdo
-signatarios de un contrato que prevé un marco de derechos y obligaciones
internacionales. Todos nos hemos comprometido con esta institución porque
reconocemos las importantes ventajas de un sistema multilateral de comercio
abierto y fuerte. Todos esperamos beneficiarnos de él. Sin embargo, es
más lo que está en juego. El GATT representa la firme aceptación del
imperio de la ley en el comercio internacional, y no el tipo de abuso de la
ley en el que sólo sobreviven los más fuertes. El concepto mismo de
imperio de la ley significa que todos son iguales ante ella y ninguno queda
por encima ni al margen. Nadie pretenderá seriamente que eso es lo que
hemos conseguido en el GATT. Sin embargo, nadie discutirá que eso es lo
que debemos restaurar para que el GATT sobreviva.
El año entrante será de importancia para el GATT por dos motivos.
Primero, es el cuadragésimo aniversario de su creación -surgió del
trasfondo de las medidas proteccionistas destructoras del decenio de 1930.
Todas las naciones comerciantes se han beneficiado de la inmensa expansión
experimentada por el comercio desde esa época, pero no es del todo claro
que la generación actual de expertos en política comercial, industriales y
políticos hayan aprendido las lecciones de la historia.
En los últimos años se ha visto sometido a ruda prueba nuestro compromiso de expansión y liberalización del comercio, de fomento del reajuste
estructural, de fortalecimiento de la previsibilidad y seguridad del acceso
a los mercados y, finalmente, de robustecimiento del sistema de comercio
multilateral.
Todos nuestros países han atravesado un grave periodo de tensiones
económicas. Hemos experimentado unos niveles sin precedentes de los tipos
de interés, tanto en términos absolutos como reales; la tasa de desempleo
sigue siendo insoportablemente elevada; numerosos gobiernos han acumulado
unas cargas de deudas enormes y operan con déficit presupuestarios que han
resistido a toda solución; la extrema descompensación de los tipos de
cambio durante largos períodos ha distorsionado las corrientes del comercio
y las inversiones y ha incrementado las presiones proteccionistas. Las
inversiones, esenciales para el crecimiento y el reajuste estructural, se
ven gravemente frenadas por la descompensación y la inestabilidad de los
tipos de cambio.
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Con demasiada frecuencia el sector privado y los medios sindicales han
pedido ayuda, y nuestros gobiernos se han sentido obligados a responder.
Esas peticiones exigen siempre soluciones instantáneas. Ello ha dado lugar
a un periodo en el que las partes contratantes aquí reunidas han incrementado constantemente su habilidad y su inventiva para hallar maneras de
eludir el espíritu y quizá la letra del Acuerdo General. Una gran ingeniosidad en los medios ha producido una enorme ineficacia en los fines. La
racionalidad de cada país ha desembocado en una grave irracionalidad
colectiva. Con gran frecuencia una proliferación de medidas proteccionistas se propone como respuesta a algún otro país que comercia de manera
desleal. La genuina ventaja comparativa de otro se convierte en una
"práctica desleal", quizá el terreno de juego aventaja a una de las partes
por alguna modificación sin precedente de la ponderación del tipo de
cambio, un régimen fiscal nuevo o un producto más conveniente. Raramente
reconocerán estos factores el hombre de negocios cuyos precios resultan
demasiado elevados para sus mercados tradicionales de exportación, o que ve
que importaciones más baratas y competitivas acrecientan su cuota del
mercado nacional, ni el dirigente sindical que considera amenazados algunos
puestos de trabajo, ni el político cuyos votantes protestan a gritos.
Consecuencia de todo ello ha sido la proliferación de obstáculos no
arancelarios, las llamadas limitaciones "voluntarias" de las exportaciones,
y otras disposiciones cuyo conjunto significa que se tiene presente el
Acuerdo General más para violarlo que para aplicarlo. En nuestro sistema
de comercio actual hay normas que no se pensaron para las circunstancias de
hoy. Las fuerzas proteccionistas siguen siendo fuertes. Para contrarrestarlas, se precisan posibilidades de crecimiento que, a su vez, necesitan
de una mayor previsibilidad en el comercio y las inversiones y un mayor
acceso a los mercados. Con esto se creará una mayor confianza entre los
productores nacionales para planificar, investir y competir en el mercado
mundial.
Necesitábamos, y hemos recibido ahora a través de nuestros Ministros
en Punta del Este, un compromiso renovado de fortalecer el sistema de
comercio multilateral y una reafirmación de los principios y objetivos
básicos del Acuerdo General. Esto me conduce a la segunda razón por la
que, en nuestra opinión, este año es crucial para el GATT. Será el primer
año completo de la Ronda Uruguay y el mundo buscará en esas negociaciones
la señal de que se empieza seriamente a resolver algunos de los principales
problemas que antes he mencionado.
La decisión de iniciar la Ronda era esencial para la credibilidad del
sistema del GATT y una feliz aportación a la solución de muchos de los
problemas que tiene planteados el sistema internacional de comercio y de
pagos. Estamos ante una opción: volver a un sistema de comercio caracterizado por las condiciones de previsibilidad y estabilidad del acceso a los
mercados que son necesarias para la expansión y crecimiento del comercio, o
continuar con un sistema en el que las partes interpretan las disposiciones
del Acuerdo General para responder a exigencias proteccionistas a corto
plazo. Tenemos ante nosotros la oportunidad de reforzar el marco del GATT.
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No debemos dejarla parar. Tenemos que actuar ya para conseguir que se
adopten todas las decisiones coherentes con la Declaración de Punta del
Este, que sean necesarias para convenir en el establecimiento de la estructura organizativa de las negociaciones antes del 19 de diciembre. Entre
esas decisiones figurarán las siguientes: establecimiento de los grupos de
negociaciones encargados de tratar los temas identificados en la
Declaración; elaboración y aprobación de planes de negociación detallados
para cada uno de esos grupos; y el nombramiento de la mejor persona de que
se disponga para la presidencia de cada uno de esos grupos.
Deseo insistir en la importancia que atribuimos al hecho de que todos
los participantes respeten los compromisos de statu quo y desmantelamiento
porque en ello va no sólo la credibilidad que hemos ganado en Punta del
Este, sino la creación de un entorno de negociación conducente al logro de
resultados, En las negociaciones bilaterales hemos aprendido que es
esencial que las partes no tomen medidas destinadas a mejorar sus posiciones negociadoras, cualquiera que sea la naturaleza de las negociaciones.
Este compromiso fundamental es válido para todos, y ninguna parte debe
considerarse por encima o al margen de él. De ahí que seamos firmes
partidarios de que se establezca, antes del 19 de diciembre, un mecanismo
eficaz, directamente dependiente del CNC, para la vigilancia de los importantes compromisos de statu quo y desmantelamiento enunciados en la
Declaración.
Consideramos que es esencial que todos los participantes en las NCM se
comprometan a iniciar prontamente las negociaciones de fondo, una vez
transcurridas las próximas semanas. No podemos permitirnos e-perar uno o
dos años más para poner seriamente manos a la obra. La Declaración
Ministerial de 1986 no reforzará por sí sola el sistema de comercio multila
teral; eso sólo podemos hacerlo mediante negociaciones. Nuestro mensaje
para este próximo cuadragésimo aniversario del GATT es, por tanto, que no
perdamos más tiempo, que nos pongamos a negociar y que mostremos al mundo
que la institución creada hace 40 años es capaz de adaptarse y resolver los
problemas actuales y, más especialmente, los del futuro. En tanto que
institución, el GATT debe fortalecerse, ampliarse y reforzarse para que
ocupe el lugar que le corresponde en la tríada de instituciones
multilaterales que juntamente deben abrirse camino hacia el siglo XXI.
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