Jesús, el pan de vida

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Jesús, el pan de vida
San Juan 6: 35-51
Por: Heska E. Cortés Cardona, Ayudante Administrativo II PR-SBTDC UIA San Germán
Jesús declara una palabra de verdad profunda que nos revela su naturaleza divina. El
declaró en el versículo 35: “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá
hambre”… Cristo aquí nos muestra y declara su palabra de gran poder que envuelve
protección y sustento eterno, que es para siempre. Nos deja saber cuan seguros y
provistos estamos amparados en su presencia desde ahora hasta la eternidad. En él
no necesitamos nada más. ¡Que proclamación más preciosa y esperanzadora!,
cuando vemos a nuestro alrededor tanta necesidad, tanta hambre, física y espiritual y
tanta soledad. El, Jesús, es el que sacia nuestra hambre.
Si vamos a las Escrituras, notamos que este es el primero de los siete “yo soy” de
Jesús que solo aparecen en el Evangelio de Juan. Esta expresión nos recuerda el
nombre del Dios de pactos (Jehová) con el cual se reveló a Moisés en Exodo 3:14
donde dijo: “Yo soy el que soy”. Y este “Yo Soy” sacó al pueblo hebreo de Egipto con
mano poderosa y les proveyó comida y agua en el desierto hasta que los llevó a la
tierra que fluye leche y miel, en todo momento Dios fue su provisión. Esta
proclamación nos confirma que el sigue siendo nuestra provisión y nuestro sustento.
Jesús en tres ocasiones proclamó: “Yo soy el pan de vida” (ver. 35, 48 y 51).
Revelando así que él es el verdadero pan celestial que descubre y muestra al hombre
su poder sustentador sobre la vida y sobre la eternidad, porque El es el autor y
consumador de la misma.
Jesús llevó el significado de esta proclamación más allá del conocimiento esencial de
que El es el pan de vida. Explicó de forma sencilla y clara en el versículo 51 el
propósito y misión de este pan, refiriéndose así, a su entrega para morir en la cruz del
calvario: “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan,
vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del
mundo”.
Llevando así el mensaje de que creer en El significa participar de El. Jesús le dejó
saber al mundo que El como pan de vida eternal es el único alimento que necesita el
hombre para sustentar su vida espiritual. Jesús no les hablaba del pan material que
sacia el hambre física y luego se vuelve a tener hambre. Jesús se refería a El mismo
como sustento y fundamento para una comunión, una relación personal e íntima que
nos lleva a disfrutar de una vida eterna donde El es nuestro sustento. Igual que el
cuerpo carnal necesita alimentarse físicamente, el ser humano debe entender que
también necesita alimentar el espíritu a través de una comunión estrecha con Jesús
que fortalezca el alma y traiga sanidad.
La gran pregunta es: ¿cómo participo de este pan celestial?
En el versículo 45 Jesús dijo: “Escrito está en los profetas: y serán todos enseñados
por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre y aprendió de él, viene a mí.”
Dios Padre envió a Cristo Jesús, el pan de vida, a morir por el ser humano para que
creyéndole y sirviéndole participemos de El. Se necesita creer en El para recibirle y ser
alimentados por él, el pan de vida.
Te animo a que participes del único pan que saciará tu hambre espiritual para siempre.
Te ofrezco a Jesús.
“Y mientras comían, tomó Jesús el pan y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y
dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo.” Mateo 26:26
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