Lectio Domingo Ramos - Alianza en Jesús por María

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Domingo 20 de marzo, 2016
Domingo de Ramos - Pasión del Señor - Ciclo C
“Pero tú, Señor, que eres mi fuerza, ¡no te alejes!, ¡ven pronto en mi ayuda!” Salmo 22
Jesús, Hijo de Dios,
que me llamas a tu encuentro cada día,
Quiero acogerte en mi vida.
Acogerte para creer en ti y en tu palabra
de amor y de vida,
de esperanza y de paz.
Acogerte para amarte
con un amor cálido y profundo,
salido de lo más hondo de mi corazón.
Acogerte para proclamarte
con decisión y valentía,
como dueño y señor de mi ser y de mi vida.
Acogerte para comunicar con entusiasmo y alegría,
con gestos y palabras,
tu mensaje de salvación y de vida eterna.1
Lucas 23, 1-49
Hemos tomado el texto breve de la Pasión del Señor.
1
Todos se levantaron, y llevaron a Jesús ante Pilato. 2En su presencia comenzaron a acusarlo, diciendo:
—Hemos encontrado a este hombre alborotando a nuestra nación. Dice que no debemos pagar impuestos al emperador, y además
afirma que él es el Mesías, el Rey.
3
Pilato le preguntó:
— ¿Eres tú el Rey de los judíos?
—Tú lo has dicho —contestó Jesús.
4
Entonces Pilato dijo a los jefes de los sacerdotes y a la gente:
—No encuentro en este hombre razón para condenarlo.
5
Pero ellos insistieron con más fuerza:
—Con sus enseñanzas está alborotando a todo el pueblo. Comenzó en Galilea, y ahora sigue haciéndolo aquí, en Judea.
6
Al oír esto, Pilato preguntó si el hombre era de Galilea. 7Y al saber que Jesús era de la jurisdicción de Herodes, se lo envió, pues él
también se encontraba aquellos días en Jerusalén. 8Al ver a Jesús, Herodes se puso muy contento, porque durante mucho tiempo
había querido verlo, pues había oído hablar de él y esperaba verlo hacer algún milagro. 9Le hizo muchas preguntas, pero Jesús no le
contestó nada. 10También estaban allí los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley, que lo acusaban con gran insistencia.
11
Entonces Herodes y sus soldados lo trataron con desprecio, y para burlarse de él lo vistieron con ropas lujosas, como de rey.
Luego Herodes lo envió nuevamente a Pilato. 12Aquel día se hicieron amigos Pilato y Herodes, que antes eran enemigos.
13
Pilato reunió a los jefes de los sacerdotes, a las autoridades y al pueblo, 14y les dijo:
—Ustedes me trajeron a este hombre, diciendo que alborota al pueblo; pero yo lo he interrogado delante de ustedes y no lo he
encontrado culpable de ninguna de las faltas de que lo acusan. 15Ni tampoco Herodes, puesto que nos lo ha devuelto. Ya ven, no
ha hecho nada que merezca la pena de muerte. 16Lo voy a castigar y después lo dejaré libre.
1
COMO INCIENSO EN TU PRESENCIA, Libro para orar. Matilde Eugenia Pérez Tamayo. Pág 41 [Adaptación]
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18
Pero todos juntos comenzaron a gritar:
—¡Fuera con ése! ¡Déjanos libre a Barrabás!
19
A este Barrabás lo habían metido en la cárcel por una rebelión ocurrida en la ciudad, y por un asesinato. 20Pilato, que quería dejar
libre a Jesús, les habló otra vez; 21pero ellos gritaron más alto:
—¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!
22
Por tercera vez Pilato les dijo:
—Pues ¿qué mal ha hecho? Yo no encuentro en él nada que merezca la pena de muerte. Lo voy a castigar y después lo dejaré libre.
23
Pero ellos insistían a gritos, pidiendo que lo crucificara; y tanto gritaron que consiguieron lo que querían. 24Pilato decidió hacer lo
que le estaban pidiendo; 25así que dejó libre al hombre que habían escogido, el que estaba en la cárcel por rebelión y asesinato, y
entregó a Jesús a la voluntad de ellos.
26
Cuando llevaron a Jesús a crucificarlo, echaron mano de un hombre de Cirene llamado Simón, que venía del campo, y lo hicieron
cargar con la cruz y llevarla detrás de Jesús.
27
Mucha gente y muchas mujeres que lloraban y gritaban de tristeza por él, lo seguían. 28Pero Jesús las miró y les dijo:
—Mujeres de Jerusalén, no lloren por mí, sino por ustedes mismas y por sus hijos. 29Porque vendrán días en que se dirá: “Dichosas
las que no pueden tener hijos, las mujeres que no dieron a luz ni tuvieron hijos que criar.” 30Entonces comenzará la gente a decir a
los montes: “¡Caigan sobre nosotros!”, y a las colinas: “¡Escóndannos!” 31Porque si con el árbol verde hacen todo esto, ¿qué no
harán con el seco?
32
También llevaban a dos criminales, para crucificarlos junto con Jesús. 33Cuando llegaron al sitio llamado La Calavera, crucificaron
a Jesús y a los dos criminales, uno a su derecha y otro a su izquierda. [34Jesús dijo: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que
hacen.»]
Y los soldados echaron suertes para repartirse entre sí la ropa de Jesús. 35La gente estaba allí mirando; y hasta las autoridades se
burlaban de él, diciendo:
—Salvó a otros; que se salve a sí mismo ahora, si de veras es el Mesías de Dios y su escogido.
36
Los soldados también se burlaban de Jesús. Se acercaban y le daban a beber vino agrio, 37diciéndole:
—¡Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo!
38
Y había un letrero sobre su cabeza, que decía: «Éste es el Rey de los judíos.»
39
Uno de los criminales que estaban colgados, lo insultaba:
—¡Si tú eres el Mesías, sálvate a ti mismo y sálvanos también a nosotros!
40
Pero el otro reprendió a su compañero, diciéndole:
—¿No tienes temor de Dios, tú que estás bajo el mismo castigo? 41Nosotros estamos sufriendo con toda razón, porque estamos
pagando el justo castigo de lo que hemos hecho; pero este hombre no hizo nada malo.
42
Luego añadió:
—Jesús, acuérdate de mí cuando comiences a reinar.
43
Jesús le contestó:
—Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso.
44
Desde el mediodía y hasta las tres de la tarde, toda la tierra quedó en oscuridad. 45El sol dejó de brillar, y el velo del templo se
rasgó por la mitad. 46Jesús gritó con fuerza y dijo:
—¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!
Y al decir esto, murió.
47
Cuando el capitán romano vio lo que había pasado, alabó a Dios, diciendo:
—De veras, este hombre era inocente.
48
Toda la multitud que estaba presente y que vio lo que había pasado, se fue de allí golpeándose el pecho. 49Todos los conocidos
de Jesús se mantenían a distancia; también las mujeres que lo habían seguido desde Galilea estaban allí mirando.
Algunas preguntas para una lectura atenta
¿Qué respondió Jesús a Pilato? ¿Cuáles son las razones por las cuales acusaban a Jesús frente a Pilato? ¿Quiénes no encontraron
culpable a Jesús? ¿Qué dijo Jesús a las mujeres? ¿Qué prometió Jesús al ladrón que le pidió que lo recordara cuando estuviera en
su reino? ¿Cuál fue la frase que Jesús dijo al morir?
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Pbro. Mario Montes Moraga2
Algunas pistas para comprender el texto:
San Lucas es el evangelista del amor y de la misericordia de Dios, y desde esta óptica nos narra la pasión de Cristo. No está
interesado en presentar responsabilidades, ni en los judíos ni en los discípulos. ¿Qué sentido tiene buscar culpables, si la sangre
de Jesús ha perdonado todos los pecados? Por eso no cuenta que los discípulos se durmieron y huyeron, no recoge los insultos
del Sumo Sacerdote ni las burlas de los soldados. No pone ante nosotros a un Jesús solo y abandonado en la cruz, sino que nos lo
presenta rodeado de amigos que comparten sus sufrimientos.
La Pasión que escribe el evangelista Lucas nos presenta a Jesús perdonando y reconciliando. En este evangelio Pilato aparece más
inocente en la condena a muerte de Jesús que en los demás Evangelios; el soldado a quien se le hirió una oreja en el prendimiento
de Jesús es curado; Jesús dirige una mirada amorosa a Pedro, que lo ha traicionado; en la cruz tiene palabras de perdón para el
buen ladrón, para los judíos que lo escarnecen, para el centurión. Incluso dos enemigos, Herodes y Pilato, se estrechan la mano…
El amor del Padre se manifiesta en el ángel, que envía a Jesús durante su agonía en Getsemaní para confortarlo. Aunque el relato de
la pasión es estremecedor, la prueba a la que Jesús es sometido, es signo de la presencia de Dios e instrumento de su amor y de
su perdón.
Jesús es presentado como el justo perseguido, el inocente por excelencia. A través de su bondad y de su misericordia, llega a ser
fuente de salvación para aquellos que le encuentran en el camino de la cruz. Su inocencia es subrayada varias veces, desde Pilato
hasta el centurión romano, pasando por el pueblo, que en el presente relato no es hostil a Jesús, sino todo lo contrario: asiste
mudo y expectante a su muerte y regresa arrepentido y emocionado a Jerusalén, golpeándose el pecho (Lc 23,27. 35.48-49).
En realidad el enemigo de Jesús en su Pasión es Satanás, pues desde el comienzo del relato vuelve a aparecer en escena (ver Lc
4,13 en las tentaciones). Pero Jesús, con su fidelidad al Padre, que no desaparece ni en su muerte (Lc 23,46), vence al mal desde
la cruz. San Lucas destaca en su relato la misericordia de Dios, revelada en la persona de su Hijo. Los destinatarios de esta
misericordia son: Pedro en su negación (Lc 22,61), las mujeres que lloran por él (Lc 23,27) los que lo crucifican (Lc 22,34) y el
malhechor (Lc 22,43). Podemos afirmar que el relato de la Pasión es un resumen de toda la vida de Jesús y de su misericordia para
con los pecadores.
Por otra parte, las palabras de Jesús en la cruz, son presentadas en buena parte por San Lucas: el perdón a quienes le hacen mal ,
la promesa del paraíso al buen ladrón, la suprema confianza del abandono en manos del Padre (Lc 22,46 citando al salmo 31,6).
También el evangelista nos orienta sobre las actitudes que corresponden a nuestro espíritu: las lágrimas de Pedro, la compasión de
las mujeres de Jerusalén, el arrepentimiento del pueblo que regresa a Jerusalén dándose golpes de pecho. Todo el relato de la
Pasión está marcado por la presencia de la Pascua (ver Lc 22,1.7; 23,54.56), de la que el evangelista hace una nueva
interpretación en su relato de la institución de la Eucaristía, como institución de la nueva Pascua (ver Lc 22, 14-23).
Iniciamos una nueva Semana Santa, es importante que a pesar de las circunstancias que se nos presenten, celebremos cada
momento de la Pasión del Señor descubriendo en la liturgia elementos que nos acerquen a su cruz y nos lleven a una resurrección
verdadera que se demuestre en nuestra vida cotidiana. Ésta es una invitación para nosotros: asumir la Pascua como inspiración
para encaminar la vida por la vía del Maestro.
Tomamos parte de la homilía de San Juan Pablo II, dirigida a jóvenes, previo a la JMJ de Toronto, Canadá: “Ustedes, queridos
jóvenes, con su participación atenta y entusiasta, muestran que no se avergüenzan de la cruz. No temen la cruz de Cristo. Es más,
la aman y la veneran, porque es el signo del Redentor muerto y resucitado por nosotros. Quien cree en Jesús crucificado y
resucitado lleva la cruz en triunfo, como prueba indudable de que Dios es amor. Con la entrega total de sí, precisamente con la
2
Animación Bíblica de la Pastoral - Centro Nacional de Catequesis, Costa Rica.
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cruz, nuestro Salvador venció definitivamente el pecado y la muerte. Por eso aclamamos con júbilo: «Gloria y alabanza a ti, oh
Cristo, porque con tu cruz has redimido al mundo».
Pero la fe en Cristo jamás se da por descontada. La lectura de su Pasión nos sitúa ante Cristo, vivo en la Iglesia. El misterio pascual,
que reviviremos durante los días de la Semana santa, es siempre actual. Nosotros somos hoy los contemporáneos del Señor y,
como la gente de Jerusalén, como los discípulos y las mujeres, estamos llamados a decidir si estamos con él o escapamos o somos
simples espectadores de su muerte.
Queridos jóvenes, ¡no pierdan su sabor de cristianos, el sabor del Evangelio! Manténganlo vivo, meditando constantemente el
misterio pascual: que la cruz sea su escuela de sabiduría. No se enorgullezcan de ninguna otra cosa, sino sólo de esta sublime
cátedra de verdad y amor.” 3
Sigamos nuestra meditación con estas preguntas:
¿Qué sentimos por Jesús? ¿Admiración? ¿Dolor por su pasión? ¿Alegría por la salvación que nos viene de él? ¿Reconozco la cruz
como el lugar de la victoria? ¿Puedo hacer que mis momentos difíciles sean confiados a la misericordia de Dios y poder
manifestarla a mi alrededor?
¡Amoroso y Divino Jesús crucificado,
que lleno de amor a los hombres te ofreciste
ante el Eterno Padre y fuiste muerto en sacrificio por los pecados del mundo!
Recibe todo mi ser en ofrenda y haz de mí lo que quieras.
Sobre los brazos de tu Cruz abro los míos para perdonar y abrazar a todos mis enemigos,
a quienes el bien y la salvación deseo
y me comprometo a ayudar en cuanto sea posible4
Jesús, acuérdate de mí, pues en mi cruz nada soy sin ti.
Averiguo en mi parroquia la programación de las celebraciones de Semana Santa y me comprometo para asistir con
devoción y fe para vivir la Pascua de Jesús.
“En la cruz, ¿fue Cristo el que murió, o fue la muerte la que murió en El?
¡Oh qué muerte, que mató a la muerte!”
San Agustín de Hipona
3
4
Juan Pablo II, Homilía Domingo de Ramos y de la Pasión del Señor. 24 de marzo de 2002
Tomado de la oración “Amoroso y Divino ]Jesús Crucificado” de San Gragorio Nacianceno
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