3 LATERCERA Jueves 4 de febrero de 2016 RR Mick Jagger entró con mucha energía al escenario. FOTO: PATRICIO FUENTES COLUMNA Una burla al tiempo S Their satanic majesties request 1967 Beggars banquet 1968 FOTO: PATRICIO FUENTES guna manera, está vinculada a ellos. Popularizaron las raíces negras y el blues, que era algo bien subterráneo por la discriminación que existía, y lo hicieron masivo, como algo que de alguna manera todos podían tocar”. Nano Stern cree más bien en el olfato estratégico de los ingleses: verdaderos camaleones que se fueron adaptando a los estilos en boga de cada generación, oportunismo clave en el pop de las últimas décadas y que late en carreras como las de Madonna, David Bowie o U2. “Ellos se han sabido vestir de muchas tendencias y colores. No inventaron ninguna música, pero sí fueron efectivos en tomar lo que inventaron otros, partiendo por el propio nombre”, teoriza el cantautor. “No hay nada tan nuevo en la música de ellos, salvo que agregaron una nueva actitud, sonido de guitarras y el aporte de la voz”, suma Claudio Parra, de Los Jaivas. Como fuere, todas las partes de esta leyenda confluyeron ayer en Ñuñoa, hasta dar forma a un hito inolvidable de la cartelera local. b tart me up es infalible para arrancar, ese riff jamás pierde filo, menos si fuegos artificiales acompañan el estallido de decibeles. Esto es rock y show. Y ahí están esos hombres al frente, protagonistas y redactores de la cultura popular del último medio siglo y contando. Mick Jagger ingresa pleno en su papel; solo el rostro delata a un septuagenario, no así sus movimientos ni su voz aún entera a pesar del rodaje. Keith Richards, que olvidó las tinturas para asumir las canas y el pelo raleando, se preocupa más de colorear con acordes. Sabe que Ron Wood está ahí, infalible, para cubrir los espacios necesarios. Y al fondo Charlie Watts, el pulso seguro, la misma batería y platillos aporreados por décadas, el corazón tras esta máquina clásica que no pierde magnificencia. Let’s spend the night togheter nos lleva a los 60 y Jagger destella secundado por el coro. Habla en español sobre este estadio “con su historia accidentada”, y ataca Tumbling dice mientras dados multicolores aparecen en la gigantesca pantalla central, flanqueada por otras dos también monumentales. Resuena el saxo, coristas, viajamos al arranque narcótico de los 70. Ron Wood solea, Richards camina de acá para allá sonriendo, Jagger recorre la pasarela, se pavonea. Es un chico, el escenario ejerce esa magia en él. El sonido de las guitarras reviste un tañido RR Ronnie Wood y Keith Richards, en los primeros minutos de show. Let it bleed 1969 ‘Get yer ya-ya’s out!’ 1970 Sticky fingers Exile on Main St. Goats head soup It’s only Rock N Roll Black and blue 1971 1972 1973 1974 1976 Por Marcelo Contreras metálico inoxidable. “Veo que hay muchos edificios fálicos ahora”, comenta el legendario cantante nuevamente en nuestro idioma, y saca risas. Más tarde dice que “el Guatón Loyola era muy difícil”, cuando se preparan para tocar la canción elegida por el público. La selección es fina: la psicodélica y barroca She’s a rainbow, en una versión de inicio algo inseguro. Sigue Wild horses y Richards olvida por un rato esos guitarreos acalambrados que imita de Chuck Berry, y revolotea con elegancia, sin olvidar su parte vital en el coro. Las pulsaciones aumentan con Paint it black. Luego el cencerro inconfundible de Honky tonk women y las guitarras irrumpen en cámara lenta. Pasan del blues hervido en hard rock de Midnight rambler, a convertir a todo el Estadio Nacional en una gran pista de baile gracias al pulso disco de Miss you, con asombrosa flexibilidad entre ambos ambientes. Gimme shelter, demoledora: las voces negras del coro, espesa textura de guitarras. Fuegos artificiales reventaron con Jumpin‘ Jack flash y Richards atronaba. Siguió un infierno espectacular en Sympathy for the devil, con el escenario completamente rojo, y otro derechazo con la cachonda Brown sugar. The Rolling Stones acomodó tranquilamente el repertorio eligiendo algunos de sus mayores clásicos. La historia está de su lado y siguen burlando al tiempo. Crítico de música Some girls 1978 Emotional rescue 1980