La diplomacia desarrollista. Desarrollo y

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CAPÍTULO III
LA DIPLOMACIA DESARROLLISTA
1. La Plataforma
Confirmada su condición de presidente electo, Frondizi efectuó una gira por diversos países latinoamericanos. El 7
de abril pronunciaba su primer discurso ante el Congreso en Montevideo; el 9 en Río de Janeiro en el Palacio de la
Cancillería del Brasil; el día 15 disertaba ante la Universidad de Santiago de Chile y el 17 lo hacía ante la Universidad
de San Marcos, en Lima. Estaba previsto continuar en Quito, pero razones de salud lo obligaron a retornar a Buenos
Aires.
El 1° de mayo, como es de rigor, leía ante el Congreso argentino su mensaje presidencial.
En todos estos discursos, Frondizi definía en forma sutil algunos lineamientos teóricos que acompañarían la práctica
de su política exterior. Nicolás Babini, que confiesa haber sido el redactor de dichos discursos sobre apuntes del
presidente, recuerda que en su labor "trató de suavizar las afirmaciones más irritativas como la participación del capital
extranjero en la explotación petrolera, la libertad de enseñar y aprender que parecía contradecir la defensa de la
Reforma Universitaria y de la Ley 1.420 y el alineamiento con occidente, que infringía proposiciones dogmáticas de la
intransigencia radical..." (N. Babini, Frondizi, de la oposición al gobierno. Testimonio).
En lo que respecta a política exterior frente a la contradicción de la guerra fría, el presidente reconocía la condición
occidental y cristiana de la Argentina, pero centraba la problemática en la realidad de "países desarrollados" y "países
subdesarrollados". Esto no significaba una tercera posición ideológica sino reconocer un desajuste que era superable a
partir de la implementación de políticas de desarrollo que no excluían el capitalismo y que sí requerían corrientes de
inversión cualquiera fuese su origen. La política exterior debía ser la continuación de la política interna de desarrollo.
Con respecto a América latina, Frondizi retomaba el reclamo insatisfecho frente al desequilibrio generado por los
precios de las materias primas que se exportaban y las manufacturas que se importaban, pero consideraba el enorme
potencial inexplotado existente como así también la posibilidad de la industrialización por integraciones regionales. Por
ello, propondrá la constitución de un mercado común latinoamericano a partir de la integración comercial y la apertura a
otros espacios. Esta visión del problema supone que las condiciones del esquema "desarrollo-subdesarrollo" son
independientes de cualquier esquema imperialista y por lo tanto es viable un tipo de acuerdo político que desde el
"desarrollo" financie la superación del "subdesarrollo". Si esto no se daba espontáneamente, había que forzarlo.
2. Comunismo y desarrollo
En enero de 1959 y casi simultáneamente con la entrada triunfal de Castro en La Habana, Frondizi viajaba a los
Estados Unidos. Era el primer presidente argentino que visitaba la Unión. Ante el Congreso norteamericano hizo su
correspondiente disertación en la que se refirió al esquema "desarrollo-subdesarrollo" en América latina. Frondizi
sostuvo, en evidente referencia a los fundamentos del sistema regional vigente, que "dejar en el estancamiento a un país
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americano es tan peligroso como el ataque que pueda provenir de una potencia extra-continental. La lucha contra el
atraso de los pueblos reclama mayor solidaridad del hemisferio que la promovida por su defensa política o militar. La
verdadera defensa del continente consiste en eliminar las causas que engendran la miseria, la injusticia y el atraso
cultural..." (Conil Paz y Ferrari, op. cit).
Este planteo de Frondizi no era nuevo. Había sido enunciado por Remorino y la delegación argentina en las
discusiones de la X Conferencia Interamericana de Caracas en 1954.
También coincidía con los presupuestos formulados por Milton Eisenhower, en el informe que presentara a su
hermano después de sus dos giras por Latinoamérica. Este, dicho sea de paso, profesa una respetuosa admiración por el
"valiente y brillante" Arturo Frondizi..." (Ibídem.).
De todos modos, la exposición frondicista no parecía corresponderse con la euforia desencadenada por el triunfo de
Castro, euforia que tampoco acallaban los gritos y los insultos que habían acompañado a Nixon en su gira por
latinoamérica.
Según el Washington Post, en el discurso no quedaba nada del wild radicalismo que le atrajo el apoyo de
comunistas y peronistas en la campaña; se ajustaba a las "líneas económicas liberales clásicas" y denotaba más
confianza en la cooperación de Estados Unidos que el nacionalismo económico que reclamaba el peronismo." (N.
Babini, op. cit.).
3. La "extorsión"
En mayo de 1959 se realizó en Buenos Aires la segunda Reunión del "Comité de los 21". Dicho comité se había
constituido en el Consejo de la O.E.A. para estudiar la formulación de nuevas medidas de cooperación económica,
después que Eisenhower anunció la disposición de acceder a la cooperación a la vista de los resultados de la visita de
Nixon. Era una respuesta tardía a la "Operación Panamericana", iniciativa propuesta por J. Kubitschek meses antes. La
iniciativa brasileña se considera como el punto de partida de lo que en tiempos de Kennedy sería la Alianza para el
Progreso.
La primera reunión del comité se efectuó en Washington el 12 de diciembre de 1958 y definió las bases del Banco
Interamericano de Desarrollo.
En Buenos Aires, las sesiones comenzaron el 27 de abril y el personaje central sería el jefe de la delegación cubana,
el Dr. Fidel Castro. Castro planteó en su intervención que el desarrollo económico de América latina requería un
financiamiento de treinta mil millones de dólares. "Declaro que lo que necesitamos sólo podemos obtenerlo de los
Estados Unidos y sólo mediante financiamiento público...". Tal había sido el procedimiento seguido en Europa
Occidental y en el Cercano Oriente. "¿Por qué, entonces, desechar esa oportunidad que se consideró mejor para otros
lugares, para América latina...?", concluía el jefe cubano.
En otras palabras, si se pretendía mantener la integridad hemisférica, los problemas del crecimiento debían
resolverse en dicho ámbito o de lo contrario la solución había que buscarla en otro lugar. Conil Paz y Ferrari (op. cit.)
plantean que esta disyuntiva supone una extorsión por cuanto se da en el marco de la guerra fría. De lo que no cabe
duda es que las condiciones objetivas del estancamiento, la pobreza y el atraso de América latina (verificadas
dramáticamente por Milton Eisenhower en su segunda gira) eran una realidad que no admitía dilaciones.
La evolución posterior de la Revolución Cubana irá agudizando la cuestión. En un opúsculo publicado en 1961,
Rogelio Frigerio sintetizará el planteo: "si las grandes potencias industriales de occidente no actúan con rapidez y
decisión en ese sentido, el mundo subdesarrollado aceptará la ayuda del otro sector. Ninguna consideración ideológica
es capaz de evitarlo, porque para esos países nada es superior a su interés nacional de progreso..." (Cuba o Argentina.
Dos alternativas para un problema común: el subdesarrollo). En realidad, la urgencia no derivaba simplemente de "un
afán de progreso" sino de las agudas consecuencias sociales del "subdesarrollo".
Después de la Conferencia, Castro mantuvo largas conversaciones con Florit, en un plano informal, en el ambiente
nada protocolar de los carritos de la Costanera, choripán y vino de por medio. También fue recibido por Frondizi en
Olivos.
Según A. Lanús, sondeó la posibilidad de comprar armas, y Florit le habría advertido acerca de la exportación de la
revolución, precisamente a raíz de los episodios panameños. De todos modos no hubo ningún compromiso.
4. Desarrollo y cooperación militar
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Durante el primer año de su gobierno, Frondizi afrontó las presiones militares en el sentido de profundizar la
explicitación del alineamiento occidental, como así también la concreción de compromisos militares con los Estados
Unidos.
En agosto de 1958 debió instruir al delegado argentino ante la JID para formular reservas a compromisos que no
estén avalados por la "expresa consulta y decisión del pueblo argentino" frente a resoluciones de la Junta, que como
otras varias de la época tenían que ver con cuestiones de seguridad interna de cada país.
En setiembre, la cancillería dictaminaba ante un pedido del Estado Mayor de Coordinación de las Fuerzas Armadas,
acerca del carácter estrictamente técnico de la JID, único reconocido en el ámbito internacional.
Los mandos militares propiciaban avanzar en las conversaciones para lograr el pacto con los Estados Unidos. El 6
de diciembre de 1958, en reunión conjunta de jefes de los estados mayores y personal de la cancillería, se insistió en el
tema por cuanto ello permitiría "estrechar la colaboración con occidente" (ejército); "superar el desequilibrio militar
regional" (marina) y "obtener el acceso de la modernización del material" (aeronáutica). A fines de 1958, los mandos
llegaron a proponer la ruptura con la U.R.S.S. En enero de 1959 y con el apoyo de la cancillería, Amadeo —desde la
O.N.U.— se opuso, aclarando obviamente que no se trataba de asumir una tercera posición ni mucho menos hacer una
apología de la neutralidad.
En agosto de 1960, por iniciativa del mayor general T. F. Bogart, comandante del ejército norteamericano en el
Caribe, se iniciaban en Panamá las Conferencias de Jefes de Ejércitos Americanos (C.E.A.). Por otra parte, también se
harían encuentros similares de jefes marinos y aeronáuticos. El propósito inicial parecía estar más vinculado a fomentar
la amistad y la camaradería, pero al redactarse el reglamento de tales reuniones se estableció "...lograr la clara
comprensión entre los ejércitos para estudiar en conjunto, en el ámbito del continente americano, los problemas
militares de mutuo interés, a fin de garantizar su seguridad y defensa, particularmente contra la agresiva campaña del
comunismo internacional y para que contribuyan al progreso social, económico y cultural de sus países, respetando
siempre las orientaciones de sus respectivos gobiernos..." (Horacio P. Ballester, "Conferencias de Comandantes en jefe
de Fuerzas Armadas Americanas", en Estrategia, N° 24, setiembre 1974). Además de la camaradería y la amistad el
tema de la subversión comunista sería la constante por lo menos hasta 1973.
Es que la preocupación del Pentágono indicaba para esta fecha la necesidad de cambiar la doctrina que uniformaba
la defensa hemisférica. En efecto, un memorándum del Departamento de Estado de enero de 1961, titulado Un nuevo
concepto para la defensa y el desarrollo hemisférico, planteaba la obsolescencia de la teoría de un ataque
extrahemisférico y proponía una nueva estrategia que focalizara el enemigo en el interior de América, y que se
manifestaba en la solapada subversión, a la que había que combatir con tácticas y equipos adecuados, como así también
combatir las causas de la misma, para lo cual los ejércitos debían empeñar sus esfuerzos en actividades de desarrollo
económico y social en sus respectivos países. Era la doctrina y la práctica de la acción cívica y la contrainsurgencia, que
frente a guerrillas o guerras de liberación requerían la puesta al día en armamentos, entrenamiento y organización de los
ejércitos. "Se pasó progresivamente de un enfoque centrado en el enemigo externo a otro que daba prioridad al enemigo
interno." (A. Lanús, op. cit.).
En 1962, de la J.I.D. creará el Colegio Interamericano de Defensa, para entrenar y capacitar sistemáticamente a
oficiales de las tres armas. Este Colegio y otras "escuelas" funcionarán en los Estados Unidos y en la zona del Canal de
Panamá. En cuanto a relaciones bilaterales, los Estados Unidos insistían en los pactos...
Pese a todos los esfuerzos de Toranzo Montero y otros jefes militares, Frondizi mantuvo su intransigencia respecto
al Pacto y a la ruptura con la U.R.S.S., no porque fuese comunista, sino porque entendía que al comunismo no se lo
combatía militarmente. En su entrevista con Kennedy en setiembre de 1961, dirá: "He comprobado que muchos
dirigentes norteamericanos no están convencidos de que la ayuda económica en gran escala a los países
subdesarrollados es la única e irremplazable garantía contra el avance del extremismo. Se cree más bien en la ayuda
para la represión militar de la subversión. Es un error. Toda la experiencia histórica demuestra que ningún ejército del
mundo por poderoso que sea, es capaz de imponer el orden en un país convulsionado por la miseria..." (I. J. Odena,
Libertadores y desarrollistas, 1955-1962).
Sin embargo, los mandos en la Argentina seguirían fieles a las nuevas voces de Washington. La desinteligencia con
el presidente será el leit motiv de las conflictivas relaciones que culminaran con la crisis de marzo de 1962.
5. Invasiones al Paraguay
Desde abril de 1958 hasta junio de 1960 hubo por lo menos seis invasiones al territorio del Paraguay, procedentes
de territorio argentino, las cuales fueron frustradas o rechazadas. De ellas, dos ocurrieron en abril y octubre de 1958;
dos más en febrero y diciembre de 1959 y, el resto, en abril y junio de 1960.
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Las incursiones fueron organizadas por el Movimiento 14 de Mayo y por el Frente Unido de Liberación Nacional,
que reunía militantes febreristas y liberales, los que se concentraron en las provincias argentinas de Misiones,
Corrientes, Chaco y Formosa. Su adiestramiento se realizó en diversos campamentos ubicados en los territorios
fronterizos.
Las más importantes de estas invasiones fueron las efectuadas el 12 de diciembre de 1959, entre los días 28 de abril
y Io de mayo de 1960, y en la segunda quincena de junio de 1960. Las armas secuestradas o abandonadas eran de
procedencia argentina. Por otra parte, la cancillería paraguaya comunicó al embajador argentino en Asunción, doctor
Blas Benjamín de la Vega —tanto en vísperas del episodio de diciembre de 1959 como del ocurrido a fines de abril de
1960— que los paraguayos esperaban inminentes invasiones provenientes del territorio argentino. No hubo respuesta de
acción alguna por parte del gobierno de Buenos Aires para impedirlas. Por otra parte, los gobernadores frondicistas
simpatizaban con los enemigos de Stroessner.
Se supo que, en 1960, el teniente coronel Alfredo Vara, delegado del general Toranzo Montero, dirigió diversas
tareas para la ejecución de un plan de guerrillas contra el gobierno del Paraguay. Cooperaron con las organizaciones
guerrilleras otros oficiales, entre ellos el mayor Blas Novoa y el capitán de navío Mariano Queirel, según datos
suministrados por los servicios de informaciones del país hermano. Con el tiempo, se pudo filiar a los instructores
argentinos como pertenecientes al bando colorado y se supo que sectores de la marina habían suministrado explosivos a
los comandantes guerrilleros.
La colaboración "por izquierda" de los militares argentinos liberales a la ofensiva contra Alfredo Stroessner tuvo
punto final luego de la reunión en Panamá de la Conferencia de Jefes de Ejércitos Americanos, convocada en agosto de
1960. En esta reunión se acordó hacer causa común contra el comunismo internacional. Digamos que la "subversión
comunista" fue una de las preocupaciones centrales y que surgió un cambio de doctrina. En última instancia, ni
Stroessner, ni Perón, eran el enemigo a combatir en primer término.
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