LA SOBADORA DE SAPO.- Barbarita Castro.

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Disfraz similar a la Osa que se usaba
en los festivales. Esta se encuentra en PANACA
LA SOBADORA DE SAPO.- Barbarita Castro.Siempre se ha sabido de la erisipela, según la ciencia médica, la erisipela es una enfermedad infecciosa deOrigen bacteriano causada principalmente porestreptococos, cuyas toxinas
tienen importanciaen la patogenia de la enfermedad.Es importante destacar que no existen
problemasde resistencia antibiótica y la penicilina esel tratamiento estándar.En su forma
típica el diagnóstico de erisipela esfácil, en cambio si la enfermedad es más profunda está
dificultado por el aspecto que tomael miembro y por la posibilidad de que esté involucradaotra bacteria. En cristiano, como decían los abuelos, es una enfermedad que afecta las
piernas, a pesar de la aparente facilidad que describe la ciencia médica, según la tradición
se cura sobándole un sapo a la persona que la padece. Lo que nunca habíamos tenido oportunidad de presenciar los habitantes de San Jerónimo era el proceso de captura y sobada de
sapos, labor que llevó a cabo Barbarita Castro, en las piernas de mi hermano Julio Cesar
García, quien de un momento a otro apareció afectado por esa rara enfermedad. El caso no
hubiera tenido trascendencia sino no hubiera sido por la novedad del asunto y el impacto
que dicho suceso causó en la cuadra donde se llevaba a cabo la ceremonia. La sobada del
sapo se llevaba a cabo a eso de las 5 de la tarde y era observada por un grupo de entre 30 y
40 muchachos que no querían perderse el espectáculo. Barbarita, muy ceremoniosa, tabaco
en boca, cogía el sapo por las patas delanteras y traseras y sobaba su barriga pierna abajo
del paciente hasta que la barriguita del pobre animal quedaba roja, señal de que la erisipela
se había trasmitido efectivamente. La muerte del animal era por demás oprobiosa, pues
según la tradición si la víctima se deja escapar y toma agua el paciente fallece. En consecuencia el pobre sapo era colgado del techo con una cabuya hasta que fallecía y se disecaba
para expiar la culpa de la dolorosa enfermedad.
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